jueves, 24 de julio de 2025

FIN DE LA MESA DE DIÁLOGO CON EL ELN

Por Germán Ayala Osorio

 

Hay que lamentar el levantamiento de la mesa de diálogo entre el ELN y el gobierno Petro no por el proceso mismo, sino por las víctimas futuras que muy seguramente seguirá generando la operación militar de esa organización al margen de la ley.

Fue un proceso en el que jamás hubo mutua confianza entre las partes, por dos razones fundamentales: la primera, al ELN hace rato dejó en claro que no le interesan curules, y mucho menos proyectos productivos como los que se echaron a andar después de la firma del tratado de paz de La Habana, para que los excombatientes de la entonces guerrilla de las Farc-Ep sobrevivieran de la siembra de frutales o vegetales, y de esa manera se reintegraran a la vida social y económica del país.

Los miembros del COCE creen que es posible y necesario cambiar el modelo económico y eso no va a suceder. Ellos le siguen apostando al viejo modelo socialista representado en la antigua URSS, el cubano y el venezolano. Más bien creen en un tipo de “estatismo” en el que se sentirían a gusto. Se suma a lo anterior el complejo modelo de negociación en el que dicha agrupación armada ilegal fungía como “mediador” entre el Estado y los agentes de la sociedad civil que exigían respuestas a sus demandas.

Los del ELN siempre se ubicaron en un plano moral superior que contradice sus orígenes religiosos y lo consignado en el libro del padre Camilo Torres, el Amor eficaz. El presidente Petro siempre les enrostró a los elenos su incoherencia entre lo que predica su doctrina “revolucionaria” y las acciones criminales perpetradas contra la población civil y los recientes hechos de violencia en el Catatumbo que terminaron con la paciencia del presidente Petro.

La segunda razón está atada a que el presidente Petro en por lo menos tres ocasiones, antes y durante los diálogos de paz con el ELN deslegitimó su lucha, puso en duda su carácter revolucionario e incluso se preguntó si a los viejos comandantes y miembros del COCE los jóvenes combatientes les hacían caso. Frente al generalato y en ceremonia militar, Petro habló de una tercera etapa en la que esas “guerrillas” se habrían instalado en los últimos años: las economías ilegales: De ahí vino el calificativo de “traquetos con camuflado” y terminó con la sentencia que expresó en la entrevista que le concedió al personaje Juanpis González: “en Colombia no hay guerrillas”.

Los críticos de la Paz Total verán la terminación de los diálogos como un fracaso más, pero la verdad es que se trata de una decisión que debió tomarse hace rato porque jamás se construyó mutua confianza entre las partes. Hay que reconocer que en siete meses de duró instalada la mesa de conversaciones hubo un desgaste político y unos gastos económicos que se pudieron evitar si ambas partes se hubieran escuchado y aceptado que ese proceso no tenía futuro. En eso se equivocó el presidente y los del COCE. La concepción maximalista de la Paz Total que asumió Petro fue un error garrafal que no le permitió advertir que al ELN le faltaba voluntad real de paz. El ELN se burló de las buenas intenciones del presidente.

Para el escenario electoral que se avecina el ELN muy seguramente apelará a lo único que sabe hacer: secuestrar, ejecutar “paros armados”, extorsionar y atentar contra los ecosistemas naturales. Los candidatos presidenciales, especialmente los de la derecha, aprovecharán para echarle el agua sucia al gobierno progresista mientras que ofrecen combatir a los grupos armados ilegales en un marco jurídico-político parecido o igual al de la seguridad democrática. Los elenos meterán miedo y generaran zozobra entre la población civil, y la derecha aprovechará para vender su manido discurso de la seguridad. De esa manera, el ELN seguirá demostrando su cercanía con el Establecimiento.



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