Por Germán Ayala Osorio
Con ocasión de la eliminación de
la Selección Femenina de Fútbol Sub-20 del Mundial que se juega en Colombia, la
autocensura de algunos periodistas deportivos aparece en forma de negación de
cualquier crítica posible al desempeño de las jugadoras. Caracol es el canal
que compró los derechos de transmisión de los partidos, circunstancia que parece
obligar a sus periodistas vedettes a negarse a expresar cualquier crítica por
la eliminación. A lo mejor, la línea editorial esté diseñada para darle ese
tipo de manejo a la derrota y de esa manera “cuidar” a las jóvenes deportistas.
“Nada que reprochar y gracias guerreras” fue la conclusión
con la que terminaron la transmisión del partido con Países Bajos.
En los triunfos, sus periodistas
se convierten en animadores de las fiestas y celebraciones. El triunfalismo es
tal dimensión, que los aficionados rápidamente van creyendo que las “guerreras”
son invencibles y que la copa está a la vuelta de la esquina; la exaltación sin
límites de las jugadoras por partes de los periodistas deportivos del canal
Caracol puede llegar a afectar a las jugadoras. Otros sectores de la prensa,
sin los compromisos adquiridos por Caracol por ser el canal oficial, hablan de
que las jugadoras se “agrandaron”. Es posible. Son jóvenes. Ese asunto lo
deberán evaluar las propias atletas y los y las psicólogas del equipo.
En cuanto a las derrotas, los
mismos agentes informativos evitan expresar al aire cualquier crítica por los
evidentes problemas de definición y la posible displicencia de las tres
jugadoras que patearon los penales. Esa forma de autocensura poco aporta a la
formación del carácter competitivo de las jugadoras. No se trata de mimarlas,
como tampoco de destrozarlas por la derrota. Simplemente, de que el periodista
deportivo cumpla con el quehacer periodístico de exponer las críticas a las que
haya lugar, sin importar si se gana o se pierde.
El oficio del periodismo conlleva
una misión educativa insoslayable que puede estarse perdiendo cuando la
autocensura, en este caso, la ausencia de crítica hacia las deportistas, coadyuva
a la consolidación de la narrativa que señala que “no hay nada que reprochar”,
cuando el crecimiento deportivo está atado a la aceptación de que efectivamente
hay aspectos sobre los cuales las delanteras en particular deben mejorar.
Los periodistas deportivos que
cubren los partidos de fútbol saben muy bien que se trata de un deporte que
mueve pasiones y en el que millones de fanáticos han depositado la posibilidad y
la tarea de alcanzar la felicidad. Por lo anterior, el excesivo triunfalismo y el
negarse a evidenciar los problemas (técnicos y tácticos) de los y las jugadoras
de los equipos de fútbol y de los seleccionados terminan por agrandar el error
original que cometen los hinchas al trasladarle a 11 atletas la responsabilidad
de ser felices. Vuelvo e insisto en este asunto: los periodistas deportivos, la
Federación y los clubes están en mora de hacer una campaña educativa para
indicarle a esos hinchas furibundos que su felicidad no puede depender del
desempeño de los y las jugadoras.
La autocensura es una práctica
común en la prensa, sea esta hegemónica o no. Eso sí, la opinión pública suele
no darse cuenta en qué momento los periodistas priorizan guardar silencio
frente a hechos de especial interés. Pasa en el fútbol y en la política.
Imagen tomada de la cuenta oficial de la Selección en X.