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lunes, 16 de septiembre de 2024

“NADA QUE REPROCHAR, GRACIAS GUERRERAS”

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Con ocasión de la eliminación de la Selección Femenina de Fútbol Sub-20 del Mundial que se juega en Colombia, la autocensura de algunos periodistas deportivos aparece en forma de negación de cualquier crítica posible al desempeño de las jugadoras. Caracol es el canal que compró los derechos de transmisión de los partidos, circunstancia que parece obligar a sus periodistas vedettes a negarse a expresar cualquier crítica por la eliminación. A lo mejor, la línea editorial esté diseñada para darle ese tipo de manejo a la derrota y de esa manera “cuidar” a las jóvenes deportistas. “Nada que reprochar y gracias guerreras” fue la conclusión con la que terminaron la transmisión del partido con Países Bajos.

En los triunfos, sus periodistas se convierten en animadores de las fiestas y celebraciones. El triunfalismo es tal dimensión, que los aficionados rápidamente van creyendo que las “guerreras” son invencibles y que la copa está a la vuelta de la esquina; la exaltación sin límites de las jugadoras por partes de los periodistas deportivos del canal Caracol puede llegar a afectar a las jugadoras. Otros sectores de la prensa, sin los compromisos adquiridos por Caracol por ser el canal oficial, hablan de que las jugadoras se “agrandaron”. Es posible. Son jóvenes. Ese asunto lo deberán evaluar las propias atletas y los y las psicólogas del equipo.

En cuanto a las derrotas, los mismos agentes informativos evitan expresar al aire cualquier crítica por los evidentes problemas de definición y la posible displicencia de las tres jugadoras que patearon los penales. Esa forma de autocensura poco aporta a la formación del carácter competitivo de las jugadoras. No se trata de mimarlas, como tampoco de destrozarlas por la derrota. Simplemente, de que el periodista deportivo cumpla con el quehacer periodístico de exponer las críticas a las que haya lugar, sin importar si se gana o se pierde.

El oficio del periodismo conlleva una misión educativa insoslayable que puede estarse perdiendo cuando la autocensura, en este caso, la ausencia de crítica hacia las deportistas, coadyuva a la consolidación de la narrativa que señala que “no hay nada que reprochar”, cuando el crecimiento deportivo está atado a la aceptación de que efectivamente hay aspectos sobre los cuales las delanteras en particular deben mejorar.

Los periodistas deportivos que cubren los partidos de fútbol saben muy bien que se trata de un deporte que mueve pasiones y en el que millones de fanáticos han depositado la posibilidad y la tarea de alcanzar la felicidad. Por lo anterior, el excesivo triunfalismo y el negarse a evidenciar los problemas (técnicos y tácticos) de los y las jugadoras de los equipos de fútbol y de los seleccionados terminan por agrandar el error original que cometen los hinchas al trasladarle a 11 atletas la responsabilidad de ser felices. Vuelvo e insisto en este asunto: los periodistas deportivos, la Federación y los clubes están en mora de hacer una campaña educativa para indicarle a esos hinchas furibundos que su felicidad no puede depender del desempeño de los y las jugadoras.

La autocensura es una práctica común en la prensa, sea esta hegemónica o no. Eso sí, la opinión pública suele no darse cuenta en qué momento los periodistas priorizan guardar silencio frente a hechos de especial interés. Pasa en el fútbol y en la política.



Imagen tomada de la cuenta oficial de la Selección en X. 

sábado, 12 de agosto de 2023

EL FUTURO DEL FÚTBOL FEMENINO EN MANOS DE UN VETUSTO PATRIARCADO

 

Por Germán Ayala Osorio

Sin una liga competitiva, con la oposición de la dirigencia y sin condiciones económicas justas, las jugadoras de la Selección Femenina de Fútbol acaban de hacer historia en el Mundial de Australia. Las muy buenas actuaciones en varios mundiales hacen pensar en que el balompié femenino de Colombia tiene un enorme potencial en las jugadoras y los cuerpos técnicos de las distintas categorías, pero falta el respaldo de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF), cuya dirigencia está en manos de hombres machistas que subvaloran a las mujeres deportistas. Ese vetusto patriarcado no está interesado en que el fútbol femenino progrese y dé triunfos internacionales al país.

La FCF tiene la obligación de consolidar la liga femenina, pero creo que la dirigencia tiene miedo a que el creciente respaldo que las jugadoras despertaron en la hinchada termine por opacar al torneo masculino y por esa vía se aumenten las crisis financieras que enfrentan varios clubes con sus equipos masculinos. Lo cierto es que mientras el fútbol femenino va en alza, el masculino de tiempo atrás arrastra un sostenido bajo nivel en particular en la liga nacional y claro, en los magros resultados obtenidos a nivel continental y mundial. Ver la liga masculina da pereza porque ofrecen un pobre espectáculo.

La Selección Femenina que participó en el Mundial de Australia mostró un fútbol vertical, serio, con trabajo táctico y con riqueza técnica en cada una de las jugadoras. Además, mostraron garra, pundonor, fortaleza física y mental y, sobre todo, no entraron en lo que es común en los equipos masculinos del rentado: especular con los resultados, fútbol lento, jugadores mañosos y otros tantos que saltan a las canchas solo a pegar y a ensuciar el espectáculo con bravuconadas que solo dejan ver sus debilidades técnicas y la falta de oficio dentro del terreno de juego. Por el contrario, las jugadoras del seleccionado que llegó a la instancia de los cuartos de final dieron una exhibición de rapidez, elegancia y una idea clara de ofrecer un juego vistoso, bonito y fuerte.

Con la evolución del fútbol femenino ya es tiempo de que la actual dirigencia del fútbol colombiano dé un paso al costado. Ya es tiempo de esos cargos sean ocupados por mujeres, en particular las hoy veteranas que abrieron los caminos a quienes por estos días hicieron vibrar a propios y extraños en el Mundial. Ya veremos con qué salen Jesurún y su combo de momios que se resisten a reconocer el enorme futuro que tiene el fútbol femenino en Colombia. 

 

Imagen tomada de La República

“VAMOS A RECUPERAR EL PAÍS”

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