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lunes, 22 de enero de 2024

YA DEJEN DESCANSAR A PIEDAD CÓRDOBA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En los tratamientos periodísticos dados por varios medios masivos al fallecimiento de la senadora Piedad Córdoba Ruiz confluyen dos tipos de periodistas: de un lado, aquellos que reconocen en la congresista su lucha por los derechos de las mujeres, los negros y los de la comunidad LGTBI y su papel clave en la liberación de civiles secuestrados por las entonces Farc-Ep; y del otro, los que dejan aflorar, sin vergüenza alguna, el racismo y la misoginia, lo que les da licencia para cuestionar que Piedad Córdoba se habría “blanqueado” y operado la nariz. La insinuación o el señalamiento tiene la clara intención de visibilizar en la congresista liberal una crisis identitaria o quizás un problema de "falsa conciencia", atadas ambas a la búsqueda de una aceptación social fruto, en gran parte, del discurso publicitario hegemónico que tiene como único referente de belleza aceptable a la mujer blanca, de sonrisa perfecta, cuerpo esculpido por médicos hombres, pelo liso y nariz respingada.

Néstor Morales, de Blu radio y varios de los miembros de su mesa de trabajo reconocieron a Piedad Córdoba como una política luchadora, contestaria y liberal. La mezquindad, el racismo y la misoginia aparecieron cuando la periodista (mujer) de la mesa (prefiero no mentar su nombre) hizo referencia a un hecho estético que está atado de manera inexorable al racismo estructural en el que sigue instalada más de la mitad de los colombianos, incluida la periodista que emitió su “juicio estético”. De la colega se esperaba algo de sororidad y no semejante comentario.

Jamás escuché que se fustigara en los medios a mestizos o “blancos” (hombres o mujeres públicas) por haberse operado la nariz. En cambio, cuando una mujer afro, como Piedad Córdoba, se hizo la rinoplastia, entonces emerge la lectura que señala que esa decisión sobre su cuerpo está asociada necesariamente a una “crisis identitaria” o a un problema de "falsa conciencia", que dejó ver la intención de la congresista de borrar estéticamente ese rasgo afro, al igual que el blanqueamiento al que habría sido sometido su piel negra.

Cuando no es el pelo, la nariz o la boca, es el tono de voz lo que les molesta a quienes desde la “hegemonía blanca” insisten en ver a los miembros de los pueblos afrodescendientes destacarse, exclusivamente, en el fútbol, atletismo y boxeo (lo llaman el deporte de las narices chatas) y por supuesto, bailando salsa en ciudades como Cali, reconocida como la “capital mundial de la salsa” y como una urbe segregadora de la población afro. Y es así, porque les resulta inadmisible verlos como abogados, congresistas contestatarios y liberales, médicos, científicos o generales de la policía, del ejército, la fuerza aérea o la armada nacional. Y mucho menos, aceptan, como en el caso de Francia Márquez Mina, exempleada doméstica, como vicepresidenta de la República.  Eso sí, los prefieren ver pidiendo en los semáforos o en las notas judiciales que suelen comentar con frases como “negros tenían que ser”, al referirse a los ladrones aprendidos por policías rasos que también son afros.

Es muy duro ser negro en este país. Si se mantienen fieles a sus prácticas culturales y las expresiones identitarias asociadas a los territorios, entonces los asumimos como una curiosidad folclórica; pero si osan vestirse de manera distinta y más aún, alisarse el cabello, “blanquearse” y operarse la nariz, entonces ya toca descalificarlos por no conservarse tal y como los cánones estéticos hegemónicos “blancos” lo señalan.

Ya dejen descansar en paz a la negra Piedad Córdoba Ruiz. Cuando le toque el turno de partir a la periodista que desde Blu radio lanzó el “juicio estético” contra Piedad Córdoba, muy seguramente una parte del país la despedirá advirtiendo las luces y las sombras de su vida, tal y como lo hicieron con la congresista liberal.

Adenda 1: el congresista Polo Polo, también afrodescendiente, se operó la nariz y al parecer viene sometiéndose a un proceso de “blanqueamiento” en su piel oscura. Por estar al servicio de la derecha y ser la “mascota” de María Fernanda Cabal, entonces la periodista en cuestión guarda silencio ante la crisis identitaria del ciudadano de Tolú, quien en el pasado también se auto reconoció como indígena.

Adenda 2: el partido Alianza Verde está en la obligación ético-política de expulsar al patán, vulgar, anacrónico, ignaro, misógino y racista, conocido como Jota Pe o Jota P. No se sabe si la sigla JP alude a Jumento Político o si oculta que el congresista no soporta que lo llamen por su nombre de pila: Jota P Hernández o Jota Pe Pulido. Llamar bandida a la congresista fallecida, en un discurso de odio en el que celebró su muerte, es propio de aquellos que claramente jamás conocieron la urbanidad de Carreño. Por el contrario, fueron formados bajo los principios (también bajos) de la urbanidad de Carroña.



Imagen tomada de internet. 


domingo, 21 de enero de 2024

PIEDAD CÓRDOBA RUIZ Y LOS TITULARES SOBRE SU MUERTE

 

Por Germán Ayala Osorio

Con la muerte de la senadora Piedad Córdoba Ruiz nuevamente el país de las redes sociales y la política deja ver los miedosos niveles de crispación ideológica y animadversión de una sociedad que no encuentra el camino para convivir en medio de las diferencias. En los titulares de la prensa tradicional se puede observar el fenómeno socio cultural y político que nos confirma a nosotros mismos y al mundo, que somos una sociedad intolerante, racista, misógina y clasista.

Los titulares en la prensa cumplen la función de recoger el sentido y la importancia de los hechos noticiosos de los que dan cuenta. Y con enorme claridad dejan ver la postura política del medio e incluso, su nivel de animosidad frente a personajes públicos o a los hechos en los que están involucrados.

Veamos varios titulares para ejemplificar el asunto. EL TIEMPO, periódico del banquero Sarmiento Angulo, expuso en primera página de su versión impresa el siguiente titular: Ataque cardíaco puso fin a la vida de Piedad Córdoba (21 de enero). El día del fallecimiento fue el 20 de enero y así título EL TIEMPO en su versión digital: Atención: fallece en Medellín la senadora Piedad Córdoba. El cambio de tono es evidente.

Desde la ubicación y el diseño, el suceso político es minimizado por el editor general, quien decidió exponer el hecho noticioso en una sola columna y al lado derecho del lector. Es claro que el fallecimiento de la congresista no daba para reseñarlo a dos o tres columnas. Podrán argumentar que ya habían reseñado la muerte y que no valía la pena dedicarle más espacio a reseñar lo que en vida hizo o dejó de hacer la senadora liberal. Para acabar de expresar y registrar la animadversión de EL TIEMPO como medio informativo, en el lead de la noticia se lee lo siguiente: "la combativa y polémica senadora Piedad Córdoba, muy cercana a Hugo Chávez y a las Farc, y sobre quien pesaba una investigación de la Corte Suprema de Justicia por Farcpolítica y por enriquecimiento ilícito, murió ayer en Medellín a los 68 años de edad". 

Decir que era cercana a Chávez Frías y a las Farc, conlleva una carga ideológica con la que claramente se busca ahondar en las negativas narrativas con las que se macartiza y se persigue a todo lo que huela a izquierda. Y sobre la investigación por "Farcpolítica" hay que señalar que al romperse la cadena de custodia de las USB halladas en el campamento de Raúl Reyes en el Ecuador, todos los señalamientos sobre su cercanía a las Farc quedaron sin sustento legal. En cuanto al proceso de enriquecimiento ilícito, desconozco los detalles del mismo y del material probatorio. 

Sobre el titular hay que decir que deviene con un tono celebrativo en la medida en que se desprecia, de entrada, las luchas políticas que libró la congresista, que le valieron el desprecio de una parte de la sociedad, en especial de la derecha que ella tanto confontó por las responsabilidades que jamás asumieron sus máximos exponentes, frente a la pobreza extrema, la sempiterna corrupción política, la violencia en los campos, el paramilitarismo y el racismo estructural que produjeron en tantos años al frente del Estado.

Cuando EL TIEMPO dice que la falla cardíaca “puso fin a la vida de Piedad Córdoba” quiere dejar claro que el sentimiento de rechazo o desprecio que en las directivas de EL TIEMPO se siente hacia la figura de la congresista liberal. No hay lugar para lamentar la muerte de Córdoba Ruiz, justamente, porque el hasta hace poco periódico liberal, es hoy la trinchera ideológica de la derecha y la ultraderecha.

Entre tanto, EL ESPECTADOR tituló el 20 de enero, día del fallecimiento de Córdoba: Falleció la senadora Piedad Córdoba en Medellín. El diario de los Cano se preocupó por registrar el hecho destacando el rol en la sociedad política de la fallecida y el lugar en el que se produjo su deceso. Y lo hizo con varias notas con titulares distintos, en su versión digital. En su versión del 21 de enero, EL ESPECTADOR rotula de esta manera: Así serán las exequias de Piedad Córdoba: estará en cámara ardiente en el Congreso. Aunque la ubicación de la nota se mantiene en primera página, su relevancia disminuyó pues se ubicó casi en la mitad de la tapa.

Entre tanto, EL TIEMPO, en su versión online del 21 de enero, sella la nota sobre el mismo hecho de esta manera: Cuerpo de Piedad Córdoba estará en cámara ardiente en el Congreso, dice la familia. En su tapa digital, EL TIEMPO apenas si registró la actividad protocolaria que normalmente se da cuando fallece un político, sea presidente o congresista. Nuevamente el periódico del banquero insiste en borrar el carácter político de la vida pública de la senadora. El uso del término “cuerpo” tiene la intención de despojar la dignidad congresional de Piedad Córdoba, quien murió siendo senadora de la República por el Pacto Histórico. Al añadir “dice su familia”, EL TIEMPO le quita el carácter simbólico e institucional que tiene exponer los despojos mortales en cámara ardiente. No es que lo diga su familia, es que corresponde por la dignidad que ostentó en vida la congresista.

Las negativas narrativas que la prensa construyó durante más de 20 años sobre Piedad Córdoba permiten que hoy, en las redes sociales, congresistas del Partido Verde y del Centro Democrático celebren la muerte de la senadora. Ahí aparecen de fiesta los anodinos y momios congresistas Polo Polo, JP Hernández y María Fernanda Cabal. En esos discursos, la gran prensa colombiana dio cuenta y azuzó el racismo, la misoginia y el clasismo desde donde fue lapidada y sigue siendo atacada, Piedad Córdoba Ruiz.



Foto tomada de EL ESPECTADOR. Foto de Gustavo Torrijos Zuluaga. 

domingo, 24 de diciembre de 2023

RACISMO Y ESO DE SER “BLANCO”

 

Por Germán Ayala Osorio

Antes de que se acabe este 2023, hay un balance por hacer en el país a propósito de estos casi dos años de gobierno de Gustavo Petro Urrego. Y no se trata de un arqueo de lo que se ha hecho mal o bien en materia de acciones gubernamentales. Más bien, se trata de un triste factor étnico-cultural con el que se constata que una buena parte de la sociedad colombiana es racista, machista, goda y proclive a promover la eliminación de todo aquel que resulta disonante para aquellos grupos societales que defienden a dentelladas la cultura hegemónica que deviene atada a eso de “ser blanco”. Ser “blanco” en Colombia es sinónimo de prestigio, de acceso a derechos; es una condición que asegura el respeto de las autoridades. Más claro: nacer “blanco” en Colombia es una “bendición”.

Bastó con la llegada de una mujer negra a la Vicepresidencia de la República para que el racismo estructural brotara como lava incandescente, quemando cualquier posibilidad de aceptar que las hijas e hijos de los pueblos afrodescendientes también tienen derecho a elegir y ser elegidos.

Los ataques étnico-racistas y de género que sufrió Francia Márquez Mina en estos casi dos años del primer gobierno de izquierda en Colombia, dan cuenta efectivamente del racismo estructural del que hablan los académicos. A los negros, una parte importante de la sociedad colombiana los quiere bailando, jugando fútbol, en la indigencia, pidiendo en los semáforos o simplemente ocupando los más bajos niveles de la estratificación social y cultural. Verlos en el poder, a esos millones de compatriotas, hijos de un odiado proceso de mestizaje, les genera urticaria ver a Francia Márquez ocupar la Vicepresidencia de la República, lugar privilegiado al que solo, según esa cofradía de racistas, deben acceder hombres o mujeres blancos, estudiados y ricos.

Con la llegada de Márquez Mina, la animadversión étnica afloró en las redes sociales y en las calles, con la anuencia de los medios masivos y de un periodismo que siempre estará del lado de la hegemonía política “blanca”. No podemos olvidar a la vociferante mestiza, Esperanza Castro o Fabiola Rubiano, condenada por racismo y hostigamiento por gritarle “simio” y otros epítetos a la señora vicepresidenta. Rubiano es una hija insigne del racismo estructural en esta Colombia mestiza que se niega a aceptar su propio proceso de mestizaje.

Pasarán estas fiestas navideñas y vendrán los deseos por un mejor 2024. Ojalá y así sea y que lleguen la paz, el bienestar y el progreso generalizado de todos los colombianos y del país. Eso sí, los racistas, machistas y los godos de pensamiento seguirán vigentes y presentes hasta tanto no revisen de dónde vienen y, sobre todo, de responderse esta pregunta: ¿Quién les enseñó a odiar a los negros, al diferente?



Imagen tomada de Colectiva Mujeres


Felices fiestas para todas y todos.

sábado, 9 de diciembre de 2023

ARRIBISMO, CLASISMO Y RACISMO EN COLOMBIA

 

Por Germán Ayala Osorio

La potenciación en Colombia del clasismo, del racismo y del arribismo está atado a la perversa relación amigo-enemigo que se promovió desde el Estado por la presencia histórica de las guerrillas y desde los sectores tradicionalmente acomodados económica y políticamente. En esas circunstancias, el colombiano promedio entró en una dinámica de competencia extrema no solo por sobrevivir, sino por alcanzar un reconocimiento social esquivo, por cuenta de su origen de clase y de un ejercicio político circunscrito al linaje de unas cuantas familias que por (des) gracia del destino, emergieron para controlar el Estado y a través de este, definir las condiciones de vida de millones de sus connacionales.

Llegará el momento de hacer un balance de lo que nos dejó la irrupción de las guerrillas en los años 60, más allá de los ámbitos militar y político en los que tradicionalmente se inscribieron los análisis y la comprensión del devenir de la confrontación armada. Y dicho análisis bien podría partir de la relación amigo-enemigo que brotó de la doctrina de seguridad nacional y por supuesto, de las naturalizadas prácticas de lo que se conoce como el racismo estructural, el clasismo y el arribismo, tres graves fenómenos en los que confluyen el individualismo moderno como máxima expresión de la crisis de la solidaridad y de todo aquello que dio sentido a que el ser humano es, fundamentalmente, un animal social. Y en el arqueo al conflicto armado interno, con todo y sus protagonistas, hay que decir que el aborrecimiento o la tirria desbordó el escenario militar y político, y se instaló en las relaciones sociales cotidianas, en las maneras de asumir la economía y de entender el sistema capitalista y, por supuesto, en la consolidación de un sistema político que, en lugar de promover prácticas democráticas, terminó por afianzar un cerrado modelo de democracia social, económica y política.

En ese camino, odiar o la repulsión hacia el Otro diferente, se volvió paisaje en Colombia. No importa si primero empezamos a odiar a los negros, a los indígenas, a los campesinos; o a los homosexuales, a los de izquierda e incluso, a los poetas, marihuaneros, a los guerrilleros o los nadaistas. Lo realmente importante es reconocer es que los resquemores los empezamos a tramitar en función del lugar que cumplía cada uno de los anteriores y de otros que se pueden sumar a esta penosa lista, o al lugar, en términos de reconocimiento, que pretendía alcanzar dentro de una sociedad poco dada a la discusión dialogada de las diferencias.

Por todo lo anterior, los riesgos de vivir juntos en Colombia son altísimos por cuenta de una notable resistencia a reconocer a los Otros, lo que sin duda alguna constituye un problema comunicativo y dialógico que hace imposible matizar los peligros de convivir. Decía Touraine que “cuando estamos todos juntos, no tenemos casi nada en común, y cuando compartimos unas creencias y una historia, rechazamos a quienes son diferentes de nosotros”.

Quizás la mayor marca que como sociedad exhibimos sin asomo alguno de vergüenza es la del “valor humano inferior” del que habla Norbert Elias, asumido por grupos superiores como un arma que usan contra otros grupos en el marco de una lucha por el poder, por conservarlo o adquirirlo, asumida esa lucha como un medio para conservar la superioridad social que le precede a quienes hacen parte de esos grupos superiores.

Con la llegada al poder de Gustavo Petro y el empoderamiento de miembros de comunidades históricamente marginadas y miradas como “inferiores” (negros, campesinos, indígenas y ciudadanos pobres de barriadas en las principales ciudades del país) se pueden consolidar los odios en esos “grupos superiores” que perdieron el poder político, hacia quienes hoy gozan del privilegio de ser reconocidos por el presidente de la República. Justamente, esos “grupos superiores” fueron durante mucho tiempo la fuente desde donde salieron los elementos y los valores sobre los que fundaron el clasismo, el arribismo y el racismo. Quienes hoy están en la Oposición, en la resistencia y en contra de Petro son los responsables y aupadores de esos tres fenómenos socioculturales que instalaron en Colombia disímiles formas de violencia, en las que sobresalen prácticas de animadversión étnica, ideológica y política.

Es poco probable que después de cuatro años de un gobierno progresista y cercano a los históricos “nadies y las nadies” se logre un cambio sustancial en las relaciones sociales, fundadas en lo económico. Por el contrario, una vez regresen al poder los aupadores del clasismo, arribismo y el racismo, lo más probable es que la inquina bidireccional aumente y escale a peores formas de violencia contra los proyectos colectivos de afros, indígenas y campesinos, y contra esos otros ciudadanos invisibles que deambulan en las barriadas de las principales ciudades del país.

Por todo lo anterior, lo que realmente necesita Colombia es un profundo cambio cultural. El problema está en que nadie lo está liderando. Por el contrario, las empresas mediáticas, azuzadas por sus propietarios y periodistas que practican muy bien el clasismo y el arribismo, están en la tarea de profundizar el racismo y esos dos más fenómenos que nos hacen ver como sociedad premoderna, incivilizada, violenta y estúpida.



Imagen tomada de RCN

martes, 12 de septiembre de 2023

FABIOLA RUBIANO CONDENADA POR RACISMO: ¿EN DÓNDE APRENDIÓ A ODIAR A LOS PUEBLOS NEGROS?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La condena por racismo proferida por una jueza de la República, contra Fabiola Rubiano, resulta ejemplarizante no tanto por los 17 meses de prisión(recibió el beneficio de libertad condicional), sino por el fallo mismo con el que la operadora judicial y la misma Francia Márquez le envían un mensaje claro a los millones de racistas que viven en Colombia: les tocó dejar para el ámbito de lo privado sus prácticas y discursos racistas, pues en los escenarios públicos deberán guardárselos, salvo que quieran exponerse a la sanción social que recibió la procesada y a una condena parecida o quizás mayor, dependiendo de cada caso.

Más allá del fallo y si es suficiente o no, o exagerada la condena, valdría la pena preguntarse en ¿Dónde aprendió la señora Rubiano a odiar a la población afrodescendiente; ¿Quién le enseñó a odiar tanto a los negros?; ¿Qué pasaba en su casa cuando fue niña?; ¿Qué escuchó decir a sus padres, tíos e incluso, abuelos?; ¿De dónde cree que viene la señora Rubiano?: ¿Acaso tiene rasgos suecos o anglosajones? ¿Escuchó en su colegio a sus profesores y profesoras hablar del proceso de mestizaje del que venimos todos, incluida ella? Y una última, sabrá de la existencia del libro ¿Por qué somos así?, proceso de mestizaje en Colombia, ¿de Emilio Yunis Turbay? ¿O acaso se considera aria?

Quizás la respuesta es más sencilla: su animadversión nace de su militancia en el uribismo y en su notable y enfermiza admiración hacia Álvaro Uribe Vélez, enemigo de negros, indígenas y campesinos.

Desconozco los argumentos del fallo, pero si fuera yo el operador judicial le haría estas preguntas a la procesada y condenada por racismo, no para que se avergonzara, sino para que, en un verdadero acto de contrición, revisara su propia historia de vida. El odio que Fabiola Rubiano expresó públicamente contra Francia Márquez y los pueblos afrocolombianos expuso su ignorancia, acompañada de una evidente ausencia de una mínima empatía y de un exiguo respeto por sus semejantes.

Es más, el fallo debió obligar a la señora Rubiano a escribir y leer en público una carta dirigida a la vicepresidenta, a los pueblos afros de Colombia y al resto de colombianos, dando respuestas a las preguntas aquí expuestas.

Nos va a quedar muy difícil como sociedad superar el racismo, el clasismo y la homofobia, tres grandes obstáculos que tenemos para vivir en armonía, si medios como EL TIEMPO se atreven a registrar lo sucedido usando el término insulto, en lugar de racismo. El titular dice: "Condenaron a año y medio a Luz Fabiola Rubiano por insultos a la vicepresidenta Francia Márquez". Después de las críticas recibidas, el medio agregó al palabra racistas, seguido del término insultos. A nadie se condena en este país por proferir insultos: se condena por exponer un discurso claramente racista como el que expuso Fabiola Rubiano. Ya veremos quién será el o la próxima “Fabiola Rubiano” condenada por racismo. Bueno, ya hay varios que están capilla, por usar las redes para dar a conocer su auto proclamada supremacía étnica.




Imagen tomada de EL TIEMPO

sábado, 26 de agosto de 2023

CONDENADA LUZ FABIOLA RUBIANO POR RACISTA

 

Por Germán Ayala Osorio

La sanción penal que recaerá sobre Luz Fabiola Rubiano por actos de hostigamiento y expresiones racistas en contra de Francia Márquez Mina es una llamado de alerta para los millones de racistas y clasistas que viven en Colombia, para que se cuiden de soltar, en público, su veneno racial en contra de comunidades afros e indígenas. En privado muy seguramente seguirán odiando y señalando a quienes ellos creen que son “inferiores” por consideraciones étnicas o un peligro, por ser afines a ideas de izquierda o al “gran coco”, el comunismo.

La señora Rubiano pasará a la historia por esta condena que, aunque no es ejemplarizante, sí tiene un valor simbólico importante para una sociedad que, a través del humor, el deporte, el lenguaje cotidiano y el ejercicio del poder, naturalizó los resquemores hacia la población afro. Una vez Francia Márquez Mina se convirtió en vicepresidenta, cientos de miles de camisas blancas y de “arios” dejaron salir el malestar al ver a una mujer negra, que viene de muy abajo, instalada en lo más alto del poder político.

En la diatriba que desenfundó Rubiano aquella tarde en la que el país conoció su enfermizo odio hacia los pueblos afro y en particular hacia la vicepresidenta, no solo hubo expresiones racistas, sino condenas ideológicas para los “comunistas”. Recordemos lo dicho por Luz Fabiola Rubiano:

Y el simio ese, que, porque puso un millón de votos, se considera la berraca del paseo, pobre simio, los simios gobernando”. “¿Qué educación puede tener un negro? Los negros roban, atracan y matan, ¿qué educación tienen?; A los comunistas, un tiro en la mula, y pal río”, gritó Rubiano después de haberse despachado contra Márquez Mina. Lo último que dijo Rubiano, lo hizo evocando al inefable Álvaro Uribe Vélez, considerado por la señora Rubiano como el “mejor presidente”, al que “le faltó tiempo” para acabar con las guerrillas y los comunistas.

La irascible ciudadana podrá pagar la simbólica condena en su domicilio, pues el delito es excarcelable. Ojalá, Rubiano coja escarmiento y cambie de actitud. Si su arrepentimiento es sincero, podría hacer que sus compañeros racistas entren en razón y entiendan que nadie puede ser discriminado por su color de piel, ideas políticas o preferencias sexuales.

El o la juez del caso debería de considerar obligarla a leer libros de historia e incluso, a dejar de lado el antropocentrismo que guía su vida. Señora Rubiano: usted, Francia y yo, somos animales humanos. Los simios a los que hizo referencia son animales no humanos. Y si mira un poco más allá, se dará cuenta que fue la especie humana la que convirtió este planeta en un matadero. Vaya y siéntese a leer, pues lo suyo es ignorancia supina, y quizás, con algunos finos trazos de estupidez.

Adenda: el 11 de septiembre se conocerá por parte del juez, la condena que deberá pagar Rubiano. Lo que se conoció fue el sentido condenatorio del fallo judicial. Finalmente, fue condenada a 17 meses de prisión y al pago de una suma superior a los 13 millones de pesos. Rubiano quedó bajo libertad condicional por haber aceptado los cargos. 


Imagen tomada de Cambio. 

miércoles, 23 de agosto de 2023

FRANCIA MÁRQUEZ MINA: “DE MALAS”

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Nadie en sus cabales se atrevería a negar que en Colombia hay sectores societales racistas, clasistas, homofóbicos, misóginos y aporofóbicos. De la misma manera, nadie podrá desconocer que a esos mismos sectores de la sociedad les arde la piel, por la urticaria que les genera ver como vicepresidenta de la República a una mujer negra. No es exagerado pensar que a la élite goda, parásita y violenta de este país, la presencia de Francia Márquez Mina les genera repulsión y fastidio.

Es en ese marco cultural y ético en el que encajan las reacciones de Francia Márquez ante las críticas que a diario recibe por lo que dice y hace con su vida. Vivir en una mansión ubicada en el exclusivo sector de Dapa, muy cerca de Cali, resultó un agravio mayor para algunos mestizos -que se creen blancos, casi arios-  con poder político y económico. Ofensa soportada en una mentira: la vicepresidenta, en poco tiempo, había comprado el costoso palacete. Al ultraje se sumó que Márquez Mina llega en helicóptero.

Entonces saltaron los defensores de los recursos públicos para indicar lo costoso que resulta mover dicho aparato. Claro, esas preocupaciones antes no aparecieron cuando ministros, vice presidentes e incluso, presidentes, han gozado de esos privilegios del poder, viajando a Panaca, o montando en helicópteros del Ejército a mafiosos como el Ñeñe Hernández. O para ir de paseo a Ciudad Perdida. No. Bastó con que lo usara una mujer negra y pobre para que se activara la inquietud por el uso de recursos del Estado, en este caso, para salvaguardar la vida de la vicepresidenta, pues sus desplazamientos terrestres constituyen un riesgo. Ya Francia Márquez, antes de llegar a la Casa de Nariño, había sufrido un atentado, del que salió ilesa, mas no dos de sus escoltas que resultaron heridos en un ataque armado ocurrido en mayo de 2019. Ya como vicepresidenta, su equipo de seguridad alertó sobre la presencia de artefactos explosivos en la ruta por la que estaba transitando en ese momento.  

A la ya probada animadversión étnica y de género hacia la figura de Francia Márquez se suman su reacciones en reciente entrevista a una periodista afecta al “viejo” régimen: al defender su derecho a beneficiarse del uso de recursos del Estado por su condición de vicepresidenta, Francia Márquez soltó la expresión “de malas”, con la que confirmó que no dejará de montar en el helicóptero, por más costoso que resulte movilizarse en dicha aeronave.

En este punto creo que Márquez Mina se equivocó. En esa reacción dejó notar la prevención y quizás el odio que ella siente hacia la élite tradicional. Posiblemente, y sin darse cuenta, la vicepresidenta sigue presa de la relación amigo-enemigo que esos sectores racistas le plantearon y que ella aceptó, porque en su corazón hay rabia y un afán de reivindicación étnica que le nubla su pensamiento. Como vicepresidenta debe guardar las formas, pues esa dignidad que hoy ostenta también debe estar orientada a tratar de unir a una sociedad que deviene fracturada, justamente, por el racismo y el clasismo del que ha sido víctima Francia Márquez y los pueblos afros, indígenas y campesinos. Le vendría bien alejarse de los medios masivos y concentrarse en el trabajo comunitario y en el fortalecimiento de los procesos de comunidades negras. Así como a defender a las otras comunidades que trabajan con sentido de lo colectivo y  defienden los ecosistemas naturales-históricos.

Dejo estas frases de Nelson Mandela para invitar a la reflexión de todos, incluida a la vicepresidenta: “Detesto el racismo, porque lo veo como algo barbárico, ya venga de un hombre negro o un hombre blanco". “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel. La gente aprende a odiar. También se le puede enseñar a amar. El amor llega más naturalmente al corazón humano que lo contrario”. “Si quieres hacer las paces con tu enemigo, tienes que trabajar con tu enemigo. Entonces se vuelve tu compañero”. “Una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada”. “Porque ser libre no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás”.

Respire profundo vicepresidenta. Y por favor, aléjese de las redes sociales y los medios masivos. En esos escenarios siempre va a perder, porque en esos ámbitos hay periodistas que la odian por ser negra.

Adenda: como una forma de reconocimiento al pueblo vallecaucano, la vice debió decir: “de malas como una chuspa”.




Imagen tomada de Semana.com

miércoles, 28 de junio de 2023

FRANCIA MÁRQUEZ “HIZO MAL” AL GRADUARSE DE BACHILLER A LOS 28 AÑOS

 

Por Germán Ayala Osorio

Francia Márquez se habría graduado a los 28 años del bachillerato, así lo revela su hoja de vida, es un reciente titular de El País de Cali. No sé si sea el primer titular “mala leche y burdo” del diario desde que los Gilinski lo compró, pero este ya muestra el talante de la nueva administración.

Sin duda alguna el titular deviene con una carga negativa atada al fino racismo del editor general o de quien sea el responsable de haber titulado así la nota periodística. En términos periodísticos, el hecho noticioso estaría fundado en que, en los próximos días, la Vicepresidenta se convertirá en ministra de la naciente cartera de la Igualdad y la Equidad. Pero como la idea es burlarse, atacar y deslegitimar política y socialmente a la señora Francia Márquez Mina por su condición de mujer negra, entonces el editor responsable no encontró otra manera de titular la nota.

Se trata de un titular altamente provocador. Si la idea era justamente encender las calderas de las redes sociales, entonces el diario se anotó un “hit”. Claro, estamos ante un titular tan efectista, como tosco, basto y mala leche.

¿Qué tiene de malo graduarse del bachillerato a los 28 años? Olvida el responsable de la nota de dónde viene Francia Márquez, y de contera, desconoce sus luchas, tanto personales como colectivas. En lugar de destacar esas luchas, en un país machista, excluyente, racista y clasista, El País de los Gilinski optó por un titular con el que a todas luces se busca ridiculizar a la Vicepresidenta. Y ese olvido del diario se da en una ciudad afro como lo es la capital del Valle del Cauca.

Hasta donde se sabe, Márquez Mina no ha dicho mentiras en su hoja de vida académica, como si lo hicieron Iván Duque y Enrique Peñalosa. Sobre el fatuo e infantil expresidente de la República recaen dudas sobre especializaciones cursadas en la prestigiosa universidad de Harvard, cuando realmente se trataba de cursos tomados por unos días. El caso de Peñalosa es más grave porque dijo tener un título de doctor, del que jamás pudo mostrar prueba alguna de haberlo conseguido. En su momento las redes sociales y los medios se ocuparon de los casos de Duque y Peñalosa en titulares y notas. Pero estamos hablando de políticos que mintieron en sus hojas de vida.

El caso de Márquez Mina es distinto: se graduó a los 28 años del bachillerato y eso, a la luz de El País, constituye algo negativo y reprochable, que quizás está en el mismo nivel de las mentiras que les echaron a los colombianos los señores Duque y Peñalosa. Al parecer y a juzgar por el titular, Francia Márquez hizo mal al graduarse como bachiller, a sus 28 años. Me imagino el escándalo si no hubiera alcanzado ese título.

Creo que, con este titular, El País de Cali poco a poco se acerca al talante de la revista Semana, convertida en un portal prejuicioso, racista y provocador. Imagino que la nueva política editorial del diario conservador está orientada a seguirle los pasos a ese referente de “periodismo serio” que es hoy la revista Semana.




Imagen tomada de La Palabra, de la Universidad del Valle. 

CIRO RAMÍREZ Y PIERRE GARCÍA SE CONOCIERON EN LA PICOTA

    Por Germán Ayala Osorio   Sorprendió a propios y extraños, pero no pasó desapercibida la confesión del excongresista uribista, Cir...