Por Germán Ayala Osorio
En las redes sociales circula un
video que confirma que el racismo y el clasismo en Colombia son prácticas
arraigadas en sectores privilegiados cuyos miembros maldicen el proceso de
mestizaje del que son “víctimas”. De allí su necesidad de exponer la rabia y la
desazón que les produce saber que en sus ADN hay genes indígenas y afrodescendientes;
pueblos y comunidades subvaloradas a través de expresiones como “indiamenta”, “indiazos”,
“esclavos” y “negro tenía que ser”.
En las instalaciones del famoso Club
El Nogal la señora María Jimena González Amaya protagonizó un hecho bochornoso
en el que dejó salir su racismo y clasismo. En un rifirrafe con el exalcalde de
Medellín, Daniel Quintero Calle, la mujer, de aspecto caucásico (es decir, del
bajo Cauca antioqueño) espetó lo siguiente: “Conmigo no se meta, qué tal
este pendejo. ¿Y
ustedes que hacen acá? ¿Qué hace esta indiamenta acá?” La actitud clasista y
racista de González Amaya quedó registrada en un video que se hizo viral en la
red X.
Llama la atención que el Club El
Nogal en el comunicado que publicó no hace referencia a la conducta clasista y
racista de la socia. El país recuerda que dicho club fue señalado por
Daniel Mendoza Leal, quien fuera socio, de haber sido lugar de encuentro entre miembros de la clase política bogotana y líderes paramilitares.
Esto se lee del comunicado: “El
Club El Nogal, ante los hechos ocurridos en sus instalaciones el pasado
domingo 27 de abril, en los que se presentó un altercado
entre una socia del Club y el exalcalde de Medellín, Daniel Quintero, reitera
su compromiso con la sana convivencia entre socios, invitados y
colaboradores, y rechaza categóricamente cualquier comportamiento
que atente contra este principio. Este tipo de conductas
no representan los valores ni las políticas del Club El Nogal ni
de su comunidad".
De manera ladina las directivas
de El Nogal evitan reconocer que la socia incurrió en una conducta racista y
clasista, quizás para evitar líos judiciales al haberse dado el “altercado”
dentro de sus instalaciones y protagonizados por quien tiene acciones que la
acreditan como socia del “prestigioso” club bogotano.
En su cuenta de X, el exalcalde de Medellín reaccionó ante el encontronazo con la ciudadana cuyos ancestros al parecer vivieron en la ciudad Svendborg (Suecia), aunque hay versiones no confirmadas que señalan que sus descendientes vivieron, realmente, en Suesca, Cundinamarca). Esto dijo Quintero Calle: “Vamos a resetear a la política, a las mafias corruptas, pero también a los racistas y clasistas que se creen de una raza superior. Esto me pasó hoy en el Nogal invitado por un amigo que trató de defenderme y me aclaró que no todos son así”.
Como de era de esperarse el
presidente de la República reaccionó ante la conducta hostil y desafiante de la
señora González: “Esto sucedió en el Club el Nogal de Bogotá: así
reaccionaron estas personas ante la presencia de Daniel Quintero ex alcalde de
Medellín por voto popular. La indiamenta de una clase alta que se cree
aristocrática y olvida sus propios ancestros. A esto se le llama arribismo y el
arribismo de clase media, lleva al fascismo”.
El clasismo, racismo y el arribismo
hacen parte de lo que en esta tribuna llamo “taras civilizatorias”, especie de obstáculos
que nos impiden como sociedad transitar hacia estadios civilizatorios que nos
permitan abrazar la esquiva Modernidad. Eso sí, María Jimena González seguirá
expuesta por largo rato en las redes sociales. Quizás los memes y otras formas
de crítica le sirvan de algo para que le baje un poquito al clasismo y al
racismo que no la dejan disfrutar en paz de las instalaciones de su “acreditado”
club. Con el numeral #Yosoyindiamenta, cientos de miles de “indiazos” terminaron
apoyando al exalcalde, víctima de esta mujer “aria” y agria que aporta a la
consolidación de una institucionalidad negativa y a la mala fama que ya arrastra
el Club El Nogal.
No hay necesidad de preguntarle a
la “ciudadana sueca”, nacida en Suesca, cuál de estos nogales prefiere: el común,
el europeo o el español. Lo que también queda claro es que la nociva, violenta
y peligrosa actitud del a señora González Amaya es reproducida a diario por la
gran prensa bogotana.
Las hojas del árbol de Nogal “se utilizan en
la medicina popular para tratar diversas dolencias, como diabetes, asma, dolor
de estómago, infecciones, diarrea, problemas de piel, sinusitis y artritis”. Eso
sí, no sirve para curar el clasismo y el racismo. Para estas dos “enfermedades”
la única cura es la lectura. Quienes aborrecen a sus ancestros y maldicen sus
orígenes étnicos aún no leen el libro del genetista Emilio Yunis Turbay, ¿Por
qué somos así?, proceso de mestizaje en Colombia. Ánimo, María Jimena,
atrévete a leerlo.
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