Por Germán Ayala Osorio
El 1ro de Mayo el presidente
Petro radicará en el Senado el documento con el que se convoca al pueblo
a que responsa 12
preguntas en el marco de una Consulta
Popular que puede terminar siendo el plebiscito con el cual el progresismo puede asegurar la continuidad del proyecto político que encarna Petro, graduado de caudillo
por cuenta de las bancadas que de manera errada y absurda se negaron
a discutir las reformas a la salud y laboral.
A ese acto político, el jefe del
Estado le agrega la acción simbólica de desenvainar la espada de Bolívar. “Desenvainaré
la espada de Bolívar ante el pueblo. Llegó la hora del pueblo colombiano. A la
calle por millones, por los derechos del pueblo. La espada libertaria de
Bolívar nos guía.
De esa manera, el presidente de
la República no solo descubre el representativo sable, sino que desnuda su más
claro objetivo político: “tirarle el pueblo” a un régimen
de poder que por más de 200 años se acostumbró a tomar decisiones a
espaldas y en contra de los derechos y el bienestar del constituyente primario.
La permanencia de la espada por
fuera de su funda hasta que la justicia social y ambiental sean una realidad,
extiende en el tiempo la lucha de los sectores societales conscientes de la
necesidad de superar los Estados de Cosas Inconstitucionales a
los que nos acostumbramos a vivir en Colombia; esa misma carga simbólica del filoso
sable servirá para afianzar los sempiternos resentimientos y la animosidad que
acompañan las vidas y las relaciones entre
los excluidos y los miembros de la élite privilegiada. Hoy lo llaman polarización
y crispación ideológica, pero realmente la Colombia de las mayorías y el país de
una minoría devienen divididos de tiempo atrás por cuenta del racismo,
el clasismo y la aporofobia.
Petro no solo es un caudillo,
sino que funge como una despensa inagotable de símbolos. No sé si el presidente
haya leído a Ernest Cassirer, autor al que se le endilga haber señalado que el
ser humano es un “animal simbólico”. Lo cierto es que Petro
actúa como un verdadero “animal simbólico”: fusionar la bandera de Colombia y
la del M-19
en un acto público constituye un símbolo de rebeldía y conquista; igualmente, dar
la orden como presidente recién posesionado de traer la espada
de Bolívar es otro acto cargado de simbolismo rebelde, propio de quien hizo
parte del M-19, guerrilla urbana muy dada a dar golpes mediáticos y simbólicos con los que se apropiaron
del carácter reivindicativo de la leyenda de Robin Hood. Se suma la
declaratoria del sombrero del comandante Pizarro
como símbolo de paz y objeto de memoria en un país que además de desmemoriado,
naturalizó la violencia política y discursiva.
desenvainaré la espada de bolivar - Búsqueda Imágenes
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