Por Germán Ayala Osorio
Con el triunfo de Javier Milei en
la Argentina, el populismo de derecha emerge, de la mano del discurso
neoliberal, con una fuerza inusitada para enfrentar el populismo de izquierda
que por varios años dominó en el país austral. El columnista Álvaro Forero sostiene que “América
Latina, cuna del populismo, viene innovando con el bipopulismo, de derecha y de
izquierda retroalimentándose electoralmente”.
Lo dicho y propuesto por Milei chocará
con una realidad política: no cuenta con las mayorías en el legislativo
nacional, lo que sin duda lo obligará a pactar gran parte de los cambios prometidos
en campaña, como acabar con el banco emisor, dolarizar la economía y hacer más
pequeño el Estado, suprimiendo varios ministerios. Milei es un político neoliberal,
godo la maneras como asume las relaciones entre el hombre y la mujer; su discurso
altisonante, procaz y altanero caló en los argentinos agobiados por la inflación incontrolable,
que habla muy mal del populismo de izquierda.
El populismo es un discurso y una
apuesta política de la derecha y de la izquierda para ganar adeptos en precisas
contiendas electorales o momentos históricos. Cuando la derecha apela al
populismo, lo hace para consolidar el Orden (el imperio de la ley), en
combinación con políticas públicas asistencialistas (entrega de subsidios) que
no construyen ciudadanía y poco mejoran las condiciones de vida de sus
beneficiarios. Por el contrario, edifican en los receptores de esas ayudas el
carácter de súbditos. El modelo económico neoliberal no se toca y mucho menos el
sistema capitalista que lo sostiene. Así gobernó en Colombia el más reconocido
populista de la derecha colombiana: Álvaro Uribe Vélez, un consagrado neoliberal,
líder carismático y mesiánico, experto en engañar incautos con la narrativa de acabar
con la corrupción, ofrecer seguridad democrática, mientras permitía la captura corporativa
y mafiosa del Estado.
Cuando la izquierda apela al
populismo, lo hace con la intención de mandar un mensaje libertario (se intenta
poner la libertad, sobre el orden) a millones de sometidos (comunidades
subalternas), apoyado con medidas económicas de corte asistencialista
(subsidios) y en el discurso de la lucha de clases. Se busca la reivindicación
social, económica y política de los más pobres, se prometen ajustes al modelo
económico y se ataca la pauperización laboral. El presidente Petro es,
claramente, un líder populista de izquierda, carismático, cuya apuesta está en recuperar
el sentido social, colectivo y público del Estado, lo que significa
desprivatizarlo, esto es, arrebatárselo a las mafias y clanes corporativos
neoliberales cercanos a lo que se conoce en Colombia como el uribismo.
“El populismo es un discurso
en el que se expresa una concepción maniquea del mundo. En este discurso, la
política se concibe como una lucha permanente entre el bien y el mal. En esta
lucha, una noción homogénea y unificada del “pueblo” representa la virtud y el
bien, mientras que las élites representan el vicio y la corrupción”. https://prontuario-democracia.sociales.unam.mx/populismo/
Por el contrario, para Ianni, “los populismos ocurrieron durante la época en que se conformó la sociedad de clases, en donde los valores culturales de tipo comunitario fueron sustituidos por los valores creados en el ambiente urbano industrial. El populismo, entonces, es expresión de un proceso de secularización. Para comprender las relaciones de clase hay que tomar en cuenta tanto el populismo de las grandes esferas, de las élites burguesas y de clase media que instrumentaliza a las masas y manipula su conciencia, como el populismo de masas, que en momentos de crisis tiende a asumir un carácter revolucionario.” http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1012-25082007000300005
Uribe y Petro, para el caso
colombiano, son dos populistas: el primero, inscrito en una derecha corporativista
que insiste en un desarrollo económico extractivista y, por lo tanto, insostenible
ecológica y ambientalmente; el segundo, inscrito en una izquierda moderada y
progresista, le apunta a un desarrollo económico basado en actividades económicas
más limpias y responsables con los ecosistemas naturales. Uribe, por ejemplo,
es amigo de intervenir las selvas, de potrerizarlas y de imponer el modelo de
la gran plantación; Petro, por el contrario, le apuesta a frenar la
deforestación, al turismo responsable y a conservar los ecosistemas estratégicos,
para beneficio de las comunidades indígenas, campesinas y afros que sobreviven
en medio de las maniguas o cercanas a estas.
Parte de la narrativa del
populismo de derecha de Uribe se expresó en hechos y promesas como estas: 1. Los
Consejos comunales de Gobierno. 2. Lo plasmado en los 100 puntos de Uribe, el
Manifiesto Democrático: “3. Sueño con un País democrático en lo político y
en lo económico. Con oportunidades para todos. Con un País de
propietarios, con una revolución de impulso a la micro, pequeña y mediana
empresa. 4. Sueño con un Estado al servicio del pueblo y no para provecho
de la corrupción y la politiquería. Hoy el Estado es permisivo con la
corrupción, gigante en politiquería y avaro con lo social. 25.De una vez tenemos
que derrotar la corrupción. Inicialmente propusimos ocho medidas y ya tenemos
muchas más. Eliminar el beneficio de casa por cárcel para los corruptos. Que
los corruptos no puedan regresar al Estado por nombramiento, elección o
contrato… 63. Necesitamos a los campesinos y a los empresarios.
Fraternidad en la tenencia de tierras, sin feudalismo ni lucha de clases.
Adelantaremos una política de tierras encaminada a mejorar las condiciones
sociales y productivas de nuestros campesinos pobres. La tierra que se compre
para reforma agraria deberá ser buena y productiva”. Mucho de lo que
prometió Uribe Vélez no se cumplió. Por el contrario, con su política de
seguridad democrática facilitó que se diera una contra reforma agraria, esto
es, aumentó la concentración de la tierra y de la riqueza en pocas manos. Agro
Ingreso Seguro es la política pública que mejor describe el carácter populista
de la derecha que representa el hoy expresidente y expresidiario: sostener que van a ayudar a los más pobres, cuando lo que realmente hacen es hacer más ricos a los ricos.
Entre tanto, las acciones de
Petro que bien se pueden inscribir en el populismo de izquierda se expresan en
medidas como entregarle a las JAL la responsabilidad de mejorar las vías
terciarias y secundarias. Es decir, promover el mejoramiento de las condiciones
de vida de las comunidades rurales. Petro quiere organizar a las masas para que
reclamen sus derechos, ejerzan el poder político y presionen a la clase
política para que haga los ajustes económicos. Varias veces Gustavo Petro, desde
el balcón de la Casa de Nariño, conminó al pueblo que votó por él a que saliera
a las calles a exigirle al Congreso que apruebe las reformas pensional, laboral
y a la salud, a la que se oponen Uribe y el viejo establecimiento. Además,
Petro le apuesta a socializar las ganancias, industrializar el país y
desconcentrar el ingreso.
Imagen tomada de EL TIEMPO
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