Mostrando entradas con la etiqueta Epstein. Síndrome. Trump ataca a Petro. Petro en la Lista Clinton.. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Epstein. Síndrome. Trump ataca a Petro. Petro en la Lista Clinton.. Mostrar todas las entradas

miércoles, 19 de noviembre de 2025

LOS GUSTOS DE PETRO Y EL DESGASTE MORAL EN UNA SOCIEDAD INMORAL

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La dignidad presidencial y la figura del presidente de la República suelen asumirse con el encanto propio de los cuentos de hadas en los que, infortunadamente para el caso colombiano, no aparecen hermosas doncellas, princesas, reinas y mucho menos apuestos y deseados príncipes y reyes de ojos y sangre azules. Hay, para pesar de muchos, presidentes, primeras damas y sus vástagos, todos con la siempre repudiada sangre indígena y negra, fruto de negados procesos de mestizaje. Eso sí, el Palacio de Nariño en algo satisface a los infantilizados ciudadanos colombianos que asocian a los jefes de Estado con las irreales estampas de reyes y reinas.

Atado al poder que ostenta el presidente de la República de Colombia  y con el que para bien o para mal gobierna a un país clasista, arribista, racista y con los frenesíes propios de una sociedad pacata, farandulera, morbosa, mojigata, gazmoña, puritana, morronga, machista, atontada, mafiosa, corrupta y misógina, Gustavo Petro Urrego pasará a la historia como el presidente que sufrió más hostigamientos morales y cuestionamientos por sus gustos más íntimos que van desde el uso de zapatos Ferragamo, pasando por las misteriosas actividades durante sus días de “agenda privada”, hasta la ya famosa visita a un club nocturno en Portugal. De Petro han dicho los medios y las redes sociales que es gay, que le gustan los travestis, que consume “perico” y que es borracho. Eso sí, nadie podrá decir que es paraco, o que se reunió con narcoparamilitares en lejanas haciendas.

Con la visita de Petro al club nocturno en Portugal, acabó con la dignidad presidencial”, gritan adoloridos y con camándula en mano estos misioneros, árbitros, defensores y policías de la moralidad pública. La visita de Petro al Ménage Strip Club tiene alarmados a cientos de miles de tuiteros y ciudadanos de la Colombia puritana, así como a columnistas homosexuales que públicamente reconocieron haber consumido marihuana y a la goda precandidata presidencial, Vicky Dávila, la misma que armó en el pasado un tremendo escándalo mediático con la llamada “comunidad del anillo” que operaba al interior de la Policía Nacional.

Mientras destrozan moralmente al presidente Petro, niegan la importancia ético-política de ser el primer presidente de la República en solicitarle a la UIAF que publicara sus movimientos financieros con el objetivo de mostrar que no hay transacciones provenientes de actos de corrupción o lavado de dinero, sugeridas por el gobierno de los Estados Unidos que lo incluyó en la lista Clinton. Recordemos que el presidente Trump, señalado de violar niñas en la famosa isla Epstein, lo calificó de ser el líder de las mafias del narcotráfico. Esos mismos que hoy ven a Petro como el “diablo”, viajaron a los Estados Unidos a pedirle al señalado pederasta que descertificara al país y que impusiera sanciones económicas al país.

Con la compra de ropa marca Gucci, Adidas y Ralph Lauren, Petro cae, de acuerdo con la lectura moralizante de aquellos mojigatos, en una inaceptable incoherencia ideológica por ser de “izquierda” y abogar por los derechos de millones de colombianos sometidos por inmorales presidentes neoliberales que no solo privatizaron el Estado, sino que se aliaron con grupos paramilitares que desplazaron ciudadanos, empalaron y violaron mujeres y niñas y perpetraron masacres. Esas actividades criminales fueron planeadas en lujosos clubes, en donde se consume cocaína, marihuana y costosas botellas de whisky.

Sobre anteriores presidentes de la República de Colombia hay crudos señalamientos políticos- sin sentencias judiciales- de haber violado mujeres, de haber participado de orgías con niñas en la famosa isla del degenerado de Jeffrey Epstein; de haber dado la orden para que el Ejército asesinara inocentes y presentarlos como guerrilleros dados de baja en ficticios combates. De ordenar la compra ilegal de Pegasus; y de estar detrás de la malversación de los fondos de la paz (OCAD-Paz).

A los falsos puritanos y gazmoños que hoy oran por la recuperación de la dignidad presidencial en el 2026 les vendría bien, antes de exigirle coherencia al presidente de la República, revisar muy bien el pasado de varios de los candidatos presidenciales que hoy se presentan como los adalides y defensores de la moral y las buenas costumbres. A lo mejor se llevan sorpresas.

En su cuenta de X y frente a su visita al referido club en Portugal, el presidente Petro dijo: “Bueno, algún día contaré por qué me gasté 40 euros en ese sitio, pero por ahora me interesa que todos los que examinen mis cuentas, puedan ver el tipo de arbitrariedad cometida contra Colombia, al descertificarla, y contra su presidente”.

Mientras estos y otros faranduleros y morbosos gastan tiempo imaginando a Petro en “comprometedoras situaciones íntimas”, les dejo este párrafo escrito por Carolina Sanín a propósito de la corrupción en la Colombia mafiosa: «El colombiano no es corrupto por naturaleza, sino por costumbre: un desmadre donde el que no roba, pierde, y el que roba, es aplaudido por su astucia. Así sobrevive la nación, a punta de picardía y olvido

Quizás debamos reconocer que los marcos morales y éticos que el ser humano construye solo sirven para advertir lo que muchas veces olvidamos: que somos una especie aviesa de la que se puede esperar lo más sublime y lo más perverso. Y en cuanto a gustos sexuales, el consumo de trago  y psicotrópicos es mejor no opinar, salvo que haya delitos de por medio. 

Adenda: ser de izquierda o progresista no es sinónimo de pulcritud. En este gobierno se destaparon prácticas corruptas. Petro es tan humano como cualquier otro presidente de la República, pero su vida privada, mientras no haya delitos de por medio, no debe ser escrutada. Eso sí, habría que examinar cuánto de los señalamientos inmorales de los que ha sido víctima él mismo los facilitó por lo que bien llamarse "imprudencias". 



La UIAF revela las cuentas, pagos y transacciones que movió Petro en 3 años

domingo, 26 de octubre de 2025

PETRO EN LA LISTA CLINTON Y OTRAS TRAGEDIAS FAMILIARES

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Queda claro que la inclusión de Petro en la Lista Clinton obedece a un capricho del convicto presidente de los Estados Unidos, quien molesto con Petro por haber exhortado a los militares gringos a desobedecer a Trump y aupado por la derecha colombiana, decidió golpearlo de la peor manera posible que encontró. Reitero que Petro se equivocó al hacer esa incitación a delinquir en una calle de Nueva York.

 Los defensores de Petro y los críticos de la medida adoptada por el Departamento del Tesoro, siguiendo instrucciones del cubano vendepatria, Marco Rubio y por el inmoral huésped del salón Oval de la Casa Blanca  invalidan y cuestiona la decisión recordándole a la derecha local las condenas por narcotráfico de familiares de cipayos colombianos como Martha Lucía Ramírez y Juan Carlos Pinzón Bueno y por supuesto, la aparición de Álvaro Uribe Vélez como el número 82 en un listado de gente con vínculos con narcotraficantes. También recuerdan que un cuñado del secretario de Estado de los Estados Unidos fue condenado por traficar cocaína.

Los tuiteros de la derecha colombiana de inmediato replican que “no hay delitos de sangre”, argumento que, si bien deviene legalmente válido, política y moralmente resulta acomodaticio y con visos de invalidez por las motivaciones y las actitudes cipayas a las que se comprometen a mantener los familiares de los políticos colombianos condenados por narcotráfico. Más claro: Ramírez, Uribe y Pinzón están obligados a aceptar sin chistar las intromisiones gringas en los asuntos internos del país, guardar cómplice silencio frente a las cruzadas militares emprendidas por el Pentágono con las que se violan los derechos humanos y el DIH. El más reciente mutismo de los tres señalados politicastros frente al genocidio en Gaza perpetrado por Israel y avalado por la Casa Blanca hace parte de los compromisos políticos adquiridos por haber conseguido el “perdón” de las autoridades americanas.

Recordemos esos casos para insistir en que el ingreso a la Lista Clinton está mediado por valoraciones morales y los intereses políticos de los Estados Unidos expuestos a través de la ya naturalizada intromisión en los asuntos internos de Colombia, asumida por Uribe, Ramírez y Pinzón, entre otros más, como actividades normales y propias de las narcotizadas relaciones bilaterales.

Los casos de Ramírez, Pinzón, Uribe y el de Marco Rubio confirman lo acomodaticias que resultan las evaluaciones de las autoridades norteamericanas en el momento de elegir a quiénes incluir o no en la famosa Lista Clinton. Miremos también lo que aconteció con los líderes del Cartel de Cali, Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela y sus familias.

Bernardo Ramírez Blanco es hermano de la exministra Martha Lucía Ramírez, consagrada ficha del Establecimiento colombiano. “Fue condenado en 1998 en EE.UU. a 4 años y 9 meses de prisión por conspiración para traficar heroína. Arrestado en 1997 en Miami por reclutar "mulas" para transportar la droga desde Aruba. Cumplió la pena y fue liberado tras fianza pagada por Ramírez y su esposo”.

Entre tanto, el tío materno del precandidato presidencial del uribismo, Juan Carlos Pinzón, resultó “condenado en 1995 en EE.UU. a cadena perpetua por importación y distribución de cocaína (media tonelada vía puerto de Miami). Arrestado en 1993; la sentencia fue ratificada en apelación. Cumple pena en prisión federal de Atlanta”.  Se trata de Jorge Eliécer Bueno Sierra. Pinzón podría ser el candidato presidencial del uribismo, pues prometió que en una “sentada” recompone las relaciones diplomáticas entre USA y Colombia. Es decir, volverá Colombia a operar como si fuera una colonia más de los Estados Unidos.

El caso de Uribe Vélez, señalado por la Agencia de Inteligencia de la Defensa de Estados Unidos, DIA, por sus siglas en inglés, de ser el narcotraficante número 82, resulta llamativo porque dicho señalamiento se dio mucho antes de que se convirtiera en presidente de la República y en el gran defendido por la derecha gringa que presionó a la justicia colombiana durante el reciente juicio penal que se adelantó en contra del exmandatario colombiano. Ya sabemos que Uribe Vélez fue un consagrado lacayo de los gringos en sus dos aciagos periodos presidenciales. De esa manera “pagó sus deudas” con los norteamericanos.

En cuanto a los hermanos Rodríguez Orejuela el país recordará que “28 familiares de los capos del Cartel de Cali, específicamente de los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, fueron incluidos en la Lista Clinton (también conocida como la Lista de Narcotraficantes Especialmente Designados o SDN de la OFAC”.

Y termina este corto recorrido por las emblemáticas tragedias familiares con el caso de Marco Rubio. Su cuñado, Orlando Cicilia, esposo de su Barbara Rubio, fue “condenado en 1988 en EE.UU. a 35 años (cumplió 12) por conspiración para traficar cocaína, lavado de dinero, soborno y vínculos con homicidio”.

¿Si efectivamente no hay delitos de sangre, por qué incluyeron en la Lista Clinton a Verónica Alcocer, pareja de Petro (o expareja)? ¿Por qué Martha Lucía Ramírez y Juan Carlos Pinzón jamás fueron incluidos en aquel listado? En cuanto a los hechos que ensucian los nombres de Marco Rubio y Uribe Vélez no es posible hacerse la misma pregunta por cuanto para el caso del político antioqueño estamos hablando de eventuales arreglos políticos y prepolíticos entre el Establecimiento colombiano y las autoridades americanas en la coyuntura electoral que llevó a la Casa de Nariño al exgobernador de Antioquia y exdirector de la Aerocivil. En lo que toca al secretario de Estado de los Estados Unidos su condición de vendepatria borra cualquier sospecha de haberse beneficiado de las andanzas de su cuñado.



veronica alcocer y petro en la lista clinton - Búsqueda Imágenes

sábado, 25 de octubre de 2025

SER CIPAYO PAGA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La historia política colombiana registra ya que Petro es el primer presidente en ejercicio- y a lo mejor será el único- en ser incluido en la Lista Clinton y el expresidente Álvaro Uribe Vélez en haber sido condenado, en primera instancia[1], por delitos no políticos. En el primer caso hay enormes dudas de la legalidad y legitimidad de la decisión tomada por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, muy seguramente por presiones directas  del convicto presidente Trump, del secretario de Estado, Marco Rubio, un reconocido cubano vendepatria y de la bancada republicana en el Congreso; entre tanto, en el segundo, hay dudas razonables en torno a la consistencia legal de la absolución en segunda instancia al expresidente Uribe, reconocido agente político al servicio de los intereses norteamericanos.

El columnista Antonio Caballero escribió en el 2007 una columna intitulada Cipayos, en la entonces prestigiosa revista Semana- revista que dejó de existir- que “cuando sonó el himno de los Estados Unidos durante la visita del presidente George W. Bush a Bogotá, el presidente de Colombia, Álvaro Uribe se puso la mano en el pecho… Álvaro Uribe se comporta como si fuera un funcionario del gobierno de los Estados Unidos, y no el Presidente de un país soberano”.

Si se miran esos dos hechos políticos a la luz de las relaciones diplomáticas y comerciales con los Estados Unidos se encuentran dos denominadores claves: la lucha contra el narcotráfico y la presencia activa de políticos colombianos que frente al país del norte siempre asumieron una actitud cipaya, atada por supuesto al mantenimiento de la más grande mentira que en política se haya naturalizado en la historia reciente: la lucha o guerra contra el narcotráfico.

La llamada guerra contra las drogas es quizás la única “guerra” que se diseñó y declaró para “perderse”. Se trata, por supuesto, de un resultado relativamente negativo en materia política y enormemente positivo para los actores económicos que lavan las millonarias ganancias en los sistemas financieros de Colombia, Estados Unidos y del resto de los países involucrados en el sostenimiento de esa farsa con la que los gringos someten a los cipayos mandatarios colombianos que aceptan sin chistar las condiciones impuestas por sus homólogos norteamericanos. El Plan Colombia discutido y aprobado en el Congreso americano durante la presidencia de Pastrana Arango y su nacionalización en Plan Patriota o Seguridad Democrática (2002-2010) durante las administraciones del ya consagrado cipayo antioqueño constituyen la incontrastable evidencia de que la lucha o guerra contra el narcotráfico es una apuesta y forma de dominación de los Estados Unidos sobre Colombia.

El presidente Petro aceptó jugar esa mentirosa e hipócrita guerra contra el narcotráfico, tratando de modificar en algo las reglas de juego con las que venían imponiendo sus condiciones en Colombia los norteamericanos. Por ejemplo, no perseguir al campesinado que se ve obligado a sembrar la “mata que mata” y orientar las actividades de las autoridades a incautar la cocaína antes de salir por los porosos puertos colombianos. Aunque se han destruido laboratorios de producción del alcaloide, las ordenadas acciones de erradicación de los cultivos de coca quedaron suspendidas porque se priorizó la sustitución por cultivos de pan coger. Los gringos necesitan ver que  en los campos colombianos se derrama la sangre de campesinos, policías y militares.

A pesar del decomiso de grandes cantidades de cocaína, el gobierno Trump siempre vio con ojeriza a Gustavo Petro no tanto porque el convicto y pederasta mandatario estadounidense tuviera presente la vida del primer presidente de “izquierda” en Colombia, sino por los recados que la derecha cipaya colombiana le hacía llegar a Trump al salón oval de la Casa Blanca. En los mensajes allegados se leían solicitudes- verdaderas súplicas- de intervención en los asuntos internos del país y presiones militares, económicas y políticas con el claro objetivo de deslegitimar al gobierno Petro, generar miedo en los agentes económicos del Establecimiento local y evitar la consolidación del proyecto progresista de cara a las elecciones de 2026.

La inclusión de Petro, su exesposa Verónica Alcocer y sus hijos en la inmoral e ilegítima Lista Clinton constituye un fuerte castigo a quien cree firmemente en que Colombia puede y debería operar como un Estado soberano de la mano de su pueblo. Petro se equivocó al hablarle de dignidad a esa parte de la sociedad-incluidos poderosos agentes políticos y económicos de la sociedad civil- que ve a Uribe Vélez como un “patriota, una deidad, un ser superior y un colombiano ejemplar”, cuando realmente es un cipayo que muy seguramente supo “negociar” con el establecimiento gringo aquella aparición en un documento de una agencia gringa como el “narcotraficante número 82[2]”.

Más allá de los errores cometidos por Petro en el manejo de las relaciones diplomáticas con el gobierno Trump, su mayor yerro estuvo en hablar de dignidad y soberanías en estos tiempos en los que predomina el pragmatismo, la codicia, la estupidez, pero sobre todo, el desprecio de la vida de aquel que se atreve a pensar diferente y se enfrenta casi que en solitario a la hegemonía cultural, política y mediática aupada por periodistas, políticos, empresarios, rectores de universidades privadas, docentes, trabajadores y estudiantes que se benefician actuando como orgullosos cipayos. Por lo anterior, ser cipayo paga.

Vuelvo a la columna de Caballero: “Claro está que no es Uribe el primer Presidente colombiano que se comporta ante los Estados Unidos como si fuera una alfombra: como un cipayo, para el usar el nombre de los oficiales indios del Imperio Británico que servían de correa de transmisión entre la potencia colonial y sus propios compatriotas”. Caballero enlistó en ese momento a Mariano Ospina Rodríguez, Andrés Pastrana, Ernesto Samper y César Gaviria. Al viejo listado hay que agregar a Juan Manuel Santos y al homúnculo de Iván Duque Márquez.






[1] En segunda instancia, el Tribunal Superior de Bogotá, en un fallo dividido y controvertido, absolvió al expresidente antioqueño. Lo más probable es que las víctimas de Uribe soliciten a la Corte Suprema de Justicia la revisión de esa decisión. [2] Según Grok, "se trata de un informe de inteligencia desclasificado de la Defense Intelligence Agency (DIA) de Estados Unidos, fechado en septiembre de 1991 y publicado públicamente en 2004 por el National Security Archive (una organización sin fines de lucro de la Universidad George Washington). El documento, titulado "Defense Intelligence Report 91-91", es un listado confidencial de 104 personas consideradas "narcotraficantes colombianos más importantes" vinculados principalmente al Cartel de Medellín, incluyendo figuras como Pablo Escobar (número 79) y Fidel Castaño (fundador de las AUC, número 80)". 

 

viernes, 24 de octubre de 2025

PETRO EN LA LISTA CLINTON: UN GOLPE BAJO CON TRES PROPÓSITOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La inclusión de Gustavo Petro y miembros de su familia en la famosa “Lista Clinton” obedece a una decisión política con propósitos electorales, y con visos de venganza personal de específicos congresistas norteamericanos. Además, se trata de un despropósito judicial y una arbitrariedad del fatuo presidente de los Estados Unidos, condenado por 34 cargos y señalado de pederastia, junto a Jeffrey Epstein.

El inmoral presidente de los Estados Unidos está siguiendo el guion político-moral-electoral que la uribizada derecha colombiana diseñó de la mano de Marco Rubio y Bernie Moreno, entre otros congresistas republicanos para construir el peor ambiente electoral en Colombia de cara a las elecciones presidenciales de 2026. Vicky Dávila, Abelardo de la Espriella, Álvaro Uribe Vélez y Juan Carlos Pinzón Bueno, entre otros, le están apostando a deslegitimar al gobierno Petro con fines desestabilizadores, pero sobre todo para generar terror en el empresariado y en millones de colombianos que asumen que votar por la continuidad del proyecto progresista concita enormes riesgos económicos.  

En los visos de venganza que se observan en la decisión está el congresista republicano Bernie Moreno y su hermano de Luis Alberto Moreno, presidente del BID entre el 2005 y el 2020. En trinos y en reciente alocución presidencial, Petro atacó de manera directa a los hermanos Moreno. “En este libro que hice, que espera ser editado y ojalá traducido al inglés, se cuenta prueba fehaciente el robo del Banco del Pacífico por el hermano del actual senador por Ohio, Bernie Moreno. Aquí podrá ver porque están tan interesado en que Trump rompa con el gobierno de Colombia”. En otro mensaje, borrado por Petro, hizo referencia a “…una operación de lavado de activos hecho en el gobierno de Pastrana. Y hay un segundo hecho que vincula al señor Bernie y es que su hermano participa en esa operación de lavado de tierras”.

La reacción del presidente de la República le da sentido de realidad a la participación de Bernie Moreno en la decisión del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, siguiendo instrucciones del huésped de la Casa Blanca. Esto espetó: “Efectivamente la amenaza de Bernie Moreno se cumplió, yo y mis hijos y mi esposa entramos a la lista OFAC. Mi abogado en mi defensa será Dany Kovalik de los EE. UU. Luchar contra el narcotráfico durante décadas y con eficacia me trae está medida del gobierno de la sociedad que tanto ayudamos para detener sus consumos de cocaína. Toda una paradoja, pero ni un paso atrás y jamás de rodillas”.

Veamos entonces cuáles son los objetivos planteados en esa tarea conjunta diseñada entre los republicanos y la derecha local: acorralar al presidente Petro para que de manera impulsiva termine de ahondar la crisis diplomática entre Washington y Bogotá, por ejemplo, expulsando del país a los militares gringos que hacen presencia en bases militares colombianas gracias a la cooperación bilateral firmada en el 2009. Una medida de esa naturaleza terminaría por consolidar la narrativa que indica que Petro y Maduro son enemigos de los Estados Unidos, razón suficiente para impulsar una intervención militar en ambos países, extender el bloqueo económico a Colombia y de esa manera construir un nuevo “eje del mal” que anime a Trump a tomar otras medidas excepcionales.  

El segundo propósito es deslegitimarlo como figura política haciéndolo aparecer como una defensor de Hamas, grupo extremista y terrorista que masacró a más de mil personas, hecho que generó la ira santa de Israel y el consabido genocidio contra el pueblo Palestino que Estados Unidos y Europa apoyaron de manera decidida.

El tercer objetivo es naturalizar de tal manera la injerencia de los Estados Unidos en los asuntos internos del país, que la continuidad del proyecto progresista o el triunfo de un candidato de “centro” obligaría a esos mandatarios a aceptar sin chistar las nuevas formas de intrusión de los gringos en las dinámicas institucionales de Colombia, en particular en asuntos como la lucha contra el narcotráfico en las que el próximo gobierno estaría obligado a perseguir al campesinado y  olvidarse de hostigar a los agentes mafiosos que el sistema financiero internacional y la DEA previamente han aceptado para mantener la pantomima de una lucha que aunque fracasada debe continuar por el bien de la economía norteamericana, la colombiana y la del mundo entero.

La pregunta que surge es: ¿Se pudo evitar este desenlace político-moral-electoral? La respuesta es no, por varias razones a saber: la crisis diplomática entre Bogotá y Washington, el desobligante trato de Trump al presidente Petro y la inclusión de este último en la Lista Clinton jamás fueron manejados internamente como asuntos de Estado. El silencio de los presidentes de las altas cortes, el apoyo de varios expresidentes de la República y del propio empresariado frente al calificativo que lanzó Trump contra Petro, llamándolo “líder de los narcotraficantes” dio cuenta de una inexistente visión de Estado y una fractura institucional que al final incentivó al presidente de los Estados Unidos a continuar atropellando al país, a la dignidad presidencial y a los colombianos. Por supuesto que estos tres últimos elementos los asumen los miembros de la derecha uribizada como parte de la retórica mamerta con la que Petro insiste en inhumar el concepto de dignidad que Uribe y otros agentes del Establecimiento colombiano  enterraron en una de las tantas fosas comunes que aún existen en el “País de la Belleza”.

Por supuesto que al presidente Petro le cabe responsabilidad política al preferir la confrontación personal con Trump, en lugar de entregarle a los diplomáticos la tarea de manejar este desenlace que de todas maneras afecta negativamente la continuidad del proyecto progresista en el 2026. Y no se trata aquí de gritar “ni un paso atrás y jamás de rodillas”, estribillo sostenido en una visión de Estado, con todo y soberanías, que no tienen los presidentes de las altas cortes y el uribismo. A lo mejor Petro no creyó que el Establecimiento colombiano fuera capaz de dejarlo solo frente al poder intimidatorio del gobierno norteamericano. O no midió de hasta dónde son capaces de llegar sus más visibles agentes de poder con tal de hacerse nuevamente con la Casa de Nari.

Adenda: si la izquierda gritaba con emoción y algarabía que Uribe es el primer expresidente condenado (en primera instancia) por delitos no políticos; la derecha hará lo mismo gritando que Petro es el primer presidente colombiano en hacer parte de la deshonrosa e inmoral Lista Clinton. 

Imagen tomada de Infobae. Este fue el libro que Gustavo Petro escribió sobre escándalo que involucraría al hermano del senador Bernie Moreno: espera que lo traduzcan al inglés - Infobae

MILITARES Y GUERRILLEROS: ¿ENEMIGOS O SOCIOS?

  Por Germán Ayala Osorio   El caso de las posibles relaciones del general Juan Miguel Huertas con las disidencias farianas de Iván Mord...