Por Germán Ayala Osorio
La dignidad, como valor y
principio se alimenta de la ética individual y de la moral colectiva. Su
importancia para el ejercicio de la política resultaría fundamental si aquellos
agentes públicos sobre los que la opinión pública y los medios masivos suelen
poner sus ojos, la asumieran como un norte a seguir y de esa manera mantenerla a
flote a pesar del relativismo moral y ético que nos caracteriza como sociedad. Dos
agentes políticos dejaron ver con inusitada claridad la débil y casi inexistente
dignidad con la que actúan en el espacio de lo público. Se trata de Humberto de
la Calle Lombana y Juan Lozano Ramírez.
El primero, posteó con orgullo en
su cuenta de X la fotografía que confirma su encuentro con el expresidente
y expresidiario Álvaro Uribe Vélez, en el que dijo que “…conversamos
sobre sobre el futuro de Colombia. El diálogo es una herramienta fundamental
para superar diferencias y construir un mejor país para todos/as”. No
puede hablarse de futuro con un político que representa el más oscuro pasado.
Mientras tanto, el segundo, puso
a circular la columna que escribió para El Tiempo y en la que defiende la ya cuestionada
“honorabilidad” del exmandatario colombiano, quien está atento a la lectura del
sentido del fallo que este 28 de julio hará la jueza 44, Sandra Heredia.
Tanto el diálogo sostenido entre
De la Calle y el “Gran Colombiano”, como la defensa pública que hizo Lozano de
la inocencia del expresidiario, sirven al propósito jurídico-político de
deslegitimar el proceso penal que enfrentó Uribe Vélez, acusado de graves
delitos, para llevarlo al terreno político con dos fines: de un lado, presionar
a la jueza Sandra Heredia para que en su interpretación jurídica del material probatorio exhibido durante el
juicio, favorezca al temido político
antioqueño; y del otro, reconstruir la abatida imagen de la derecha uribizada y
por esa vía apostarle a recuperar la Casa de Nari (no de Nariño) en el 2026. No
se trata, por supuesto, de dos hechos aislados. No. Por el contrario, la
columna-carta de Lozano, cuya imagen de “lagarto” lo acompaña de tiempo atrás y
la reunión entre Uribe y De la Calle se suman a la andanada de presiones políticas
que circulan contra la jueza que tiene la responsabilidad de declarar culpable
o inocente al poderoso y atemorizador político antioqueño. 38 abogados,
investidos de “juristas” por la prensa, publicaron una misiva en la que
defienden a dentelladas la probidad del Señor Acusado.
En su Carta abierta a la
juez de Álvaro Uribe, Lozano le dice a la jueza que “no
permita usted que conviertan la administración de justicia en un instrumento de
revancha política. Falle en derecho señora juez. Su compromiso no es ni puede ser
con un bando político. Ni con una militancia”. El título de la
columna expresa con claridad la arrogancia y la perfumada insolencia con la que
presiona a la jueza 44, así como su dignidad hincada ante una “deidad” caída en
desgracia como lo es Álvaro Uribe Vélez.
Humberto de la Calle Lombana, exvicepresidente
de Ernesto Samper Pizano y Juan Lozano Ramírez, el exministro de Ambiente,
Vivienda y Desarrollo Territorial de Uribe Vélez, dejaron ver que sus ideas sobre
la dignidad devienen empobrecidas muy seguramente por el apetito burocrático
que los impulsa a dejar de lado la condición sub júdice del expresidente, desconocer
el material probatorio que, de acuerdo con la Fiscalía, Uribe es acusado de ser
el determinador de los delitos de fraude procesal, manipulación de testigos y
soborno a testigos en actuación penal y de apostarle a la recuperar el poder en
el 2026 de la mano del político que más daño le hizo al país, a las
instituciones democráticas y a los sentidos de legitimidad y legalidad en la
operación del Estado.
De la Calle y Lozano Ramírez son
dos políticos indignos que hacen política de la mano del principal agente del
Establecimiento colombiano. Ambos dejaron ver en público las fisuras morales y
éticas que los acompañan de tiempo atrás y que calzan a la perfección con la
inmoralidad y la fracasada eticidad de millones de colombianos; incluso, es posible
verles las marcas que dan cuenta del proceso erosivo que vienen sufriendo en el
uso del concepto de dignidad en medio de una sociedad como la colombiana que deviene
confundida moralmente, fruto de una ética acomodaticia practicada por quienes
de tiempo atrás ejercen el poder político en contravía de todos los principios
republicanos. De la Calle, Uribe y Lozano representan el pasado que estamos en
mora de olvidar.
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