Por Germán Ayala Osorio
La reunión que el expresidente
Uribe sostuvo con Sergio Fajardo puede terminar uniendo a la derecha en torno a
la tercera candidatura del exgobernador de Antioquia. Fajardo es el político
que menos resistencia genera en un electorado que acosa cansancio por el alto
nivel de crispación ideológica por el que atraviesa el país por cuenta de las
disputas diarias entre Petro, los medios y agentes de la derecha más retardataria.
No se trata de una reunión más de
las tantas que viene sosteniendo con otras figuras, como dijo Fajardo. No. El
encuentro con el expresidiario antioqueño puede aclarar el panorama electoral
para la derecha y los agentes más poderosos del Establecimiento que prefieren
apostarle por última vez a la candidatura de Fajardo.
La decisión de jugársela por el
matemático está soportada en las resistencias que generan las candidaturas de
Vicky Dávila de Gnecco, Claudia López Hernández, David Luna y Germán Vargas Lleras,
políticos que representan el desgaste de una derecha neoliberal que se creyó
invencible, hasta que llegó Petro y les enrostró que aplicar a rajatabla la
doctrina neoliberal fue un error que en el 2022 les costó la presidencia.
Esos mismos agentes del Establecimiento saben que la exdirectora de Semana no está preparada para montarse en la “vaca loca” de gobernar a un país tan complejo como Colombia. En el fondo saben que poner a la periodista en la Casa de Nariño sería repetir el garrafal error que cometieron llevando a la casa de gobierno a Iván Duque Márquez, un pusilánime en gran parte responsable del ascenso de Petro y su posterior llegada al poder. En cuanto a Vargas Lleras se refiere, los mismos poderosos agentes del Establecimiento prefieren sacrificarlo porque el exvicepresidente de Santos es odiado por más de medio país, a lo que hay que sumar su nulo carisma y el clasismo que lo hace ver como un político irascible y violento. David Luna es apenas un manzanillo que se contentará con que le den un ministerio.
Por el contrario, Sergio Fajardo ha sabido consolidar una imagen de un político tranquilo, con el que es posible llegar a acuerdos. La imagen de “tibio” resulta manejable frente al perfil pendenciero e infantil de la exdirectora de Semana y la adusta imagen de Vargas Lleras. Aquel episodio de "donBernabilidad" la gran prensa hegemónica sabrá darle manejo. Ya varios medios empezaron a posicionar una imagen positiva de Fajardo: la revista Cambio, Blu radio y Noticias Caracol se embarcaron en el proyecto político con el que el GEA, Uribe, Sarmiento Angulo y Santodomingo quieren llevar a Fajardo a la presidencia. Fajardo es la figura perfecta para una derecha que se siente perdida por la irrupción de Petro y la consolidación del progresismo como proyecto político y social.
El titular de Cambio es claro: Sergio
Fajardo, "la voz calmada de centro" que se hace camino para
2026. ¿La tercera será la vencida? La intención es clara: posicionarlo como
un político de centro, equilibrado y capaz de "unir a Colombia", frase de cajón que se suele usar para insistir en que es posible unir una sociedad escindida por cuenta del clasismo y el racismo. El centro es una orilla ideológica que en Colombia deviene fantasmal por cuenta de
que quienes así se auto definen, parecen sentir algo de vergüenza reconocerse
como agentes de una derecha que con Uribe, Santos y Duque dejó ver su peor cara.
Veremos a esos tres medios haciendo ingentes esfuerzos por mejorar la imagen de
“tibio” de Fajardo. También deberán asumir la tarea de venderlo como un
candidato alejado del uribismo, aunque realmente su nicho ideológico está
conectado inexorablemente con la vida del expresidente y expresidiario.
En lo que toca a los
precandidatos del uribismo, la candidatura de Fajardo significaría un freno al
proceso de selección interno que estaba por arrancar dentro de esas huestes. Si
Fajardo aceptó la invitación de Uribe de llevar las banderas de la ultraderecha,
las precandidaturas de Paloma Valencia, Miguel Uribe Turbay y María Fernanda
Cabal entrarían en una etapa de hibernación. Uribe Vélez sabe de las
debilidades de sus tres pupilos: Valencia solo sirve para arengar y gritar
¡Viva Uribe!; Cabal genera los mismos niveles de resistencia de Vargas Lleras.
Y el nieto del expresidente Turbay Ayala es un simple mandadero, un político
infantil y sumiso.
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