Por Germán Ayala Osorio
En el escándalo político-mediático
que armaron la Fiscalía de Francisco Barbosa y la matriz mediática afecta al “viejo”
régimen, sobresalen los tratamientos tendenciosos y selectivos en varios medios
masivos. La verdad es que se están dando un festín orgásmico con las
declaraciones de Nicolás Petro, un muchacho que creció lleno de vacíos
emocionales y carencias que lo llevaron a llevar una vida de fantasía, guiada
por el ethos mafioso que se naturalizó en Colombia, pero en particular en la
costa Caribe.
No dedicaré esta columna al
confundido “testigo estrella” de la Fiscalía, pero sí a un asunto que llama
poderosamente la atención: varios medios masivos no recogen en sus notas de hoy
5 de agosto, lo dicho por el juez en torno a que a pesar de la versión construida
por el propio fiscal Burgos que señala que sí entraron dineros ilícitos a la
campaña Petro presidente, hasta el momento, de acuerdo con el juez, no le
llegaron soportes o material probatorio que así probara esa versión. Ningún
medio tradicional recogió lo dicho por el operador judicial. Ello, periodísticamente,
por lo menos ameritaba un titular. No se trata de un simple olvido, estamos
ante una decisión editorial políticamente interesada.
A lo anterior se suma la
entrevista que el inefable Nicolás Petro concedió al portal Semana. En una
entrevista, muy al estilo de Laura en América, el joven político señaló: “Que
se sepa la verdad, y, bueno, quiero aclarar algo: ni mi papá ni el
gerente de la campaña, Ricardo Roa, sabían de los dineros que recibimos
Daysuris y yo de Santander Lopesierra y de Gabriel Hilsaca. Obviamente, no
sabían que parte de esos aportes yo los utilizaba para la campaña. Es
importante hacer esa aclaración, pero hay otras circunstancias”.
Ante la insistencia de la señora que
orienta el portal Semana, vuelve Nicolás Petro a generar dudas sobre si
entraron o no dineros “calientes” a la campaña Petro presidente. A pesar de esas
vacilaciones, tanto el portal Semana como otros medios masivos pudieron titular
las notas de sus ediciones sabatinas, señalando lo que dijo el juez y lo ratificado
por el hijo del presidente de la República.
Los colegas periodistas de medios
como El Espectador y El Colombiano, entre otros, olvidaron el principio de la
duda, que debieron aplicar tanto a la sospechosa diligencia del fiscal Burgos para
consolidar un caso jurídicamente relevante, como a las propias declaraciones del
procesado. Al sembrar dudas, los medios se curan en salud, evitando cumplir el innoble
rol de meras ruedas de transmisión de lo que dice una fiscalía que está en
manos del enemigo número uno del presidente de la República. La gran prensa no puede
negar o tratar de ocultar que Barbosa está actuando como político y no como
fiscal general; hacerlo así, es auto engañarse
y por esa vía, mentirle a la opinión pública.
Con esos tratamientos periodísticos
selectivos y claramente tendenciosos, las empresas mediáticas dejan claro que detrás
de todo esto está un objetivo político: desestabilizar al actual gobierno, llevar
al presidente a la oscura Comisión de Acusaciones de la Cámara de
Representantes; esto es, reeditar el proceso 8.000 del presidente Ernesto Samper,
con el propósito de enlodar, para el futuro, a la izquierda, al progresismo y a
quienes desde el partido Liberal, se sientan cercanos a esa orilla ideológica.
Huelga recodar que durante y
después del proceso 8.000 no solo se vio afectada la imagen de Samper, sino la
de los propios medios masivos e incluso, las unidades investigativas. A punta
de filtraciones de indagatorias como sucedió en aquella época y fuentes
interesadas no se construye la verdad periodística y mucho menos la verdad
histórica.
Portada de Semana.
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