Por Germán Ayala Osorio
Las críticas que generó la entrega del Nobel de Paz 2025 a María Corina Machado “obligó” al Comité Noruego a exponer los motivos que llevaron a sus miembros a tomar la polémica decisión. “Es un ejemplo extraordinario de valentía civil. Venezuela vive bajo una dictadura. Nuestro mensaje a Maduro es claro: escuchen al pueblo y hagan una transición pacífica.”
Lo expresado por el presidente
del Comité Noruego del Premio Nobel confirma la existencia de una motivación
política en la decisión, hecho que ratifica la histórica naturaleza política del
importante galardón, con un matiz ideológico atado a la calificación de
dictadura a lo que sucede en Venezuela, a pesar de los continuas elecciones democráticas
en los que el régimen de Maduro Moros alcanzó varias victorias electorales. Eso
sí, que haya constantes votaciones no es garantía de que la democracia como régimen
de poder funcione bajo deseables estándares de legitimidad y legalidad; por cierto,
en la última votación presidencial el lío con las actas que jamás publicó la
institucionalidad electoral venezolana le restó legitimidad y transparencia a
ese ejercicio democrático.
Además, el presidente del Comité
Noruego se mete en la discusión de qué es la democracia y cuáles son los
criterios válidos para evaluar y comparar por ejemplo la democracia norteamericana
hoy, cuando las autoridades migratorias, siguiendo instrucciones de Trump,
violan los derechos humanos de los migrantes latinos en el marco de la limpieza
étnica promovida por el gobierno republicano. Colombia es considerada “la
democracia más antigua de América Latina” y durante los gobiernos de Turbay
Ayala y Uribe Vélez se violaron los derechos humanos con el Estatuto de
Seguridad y la política de seguridad democrática.
Que la Nobel de Paz sea una mujer
valiente no tiene discusión, de allí que el argumento expuesto por el Comité Noruego
es válido, pero no suficiente para calmar a la opinión pública global que
rechazó la entrega del galardón a María Corina Machado. Lo que hizo el señalado
Comité Noruego fue personalizar el Premio Nobel de Paz, usando a la
líder opositora para mandarle un mensaje al presidente Nicolás Maduro Moros. Al
hacerlo, el Comité se entromete de forma indebida en los asuntos internos de
Venezuela.
Con esa exhortación a que Maduro
y su séquito “escuchen al pueblo y hagan la transición pacífica” el Comité
Noruego tomó partido y se alineó con los Estados Unidos y países de Europa que
vienen exigiendo lo mismo, más por los intereses que rodean la venta del petróleo
venezolano, que por una genuina preocupación por la violación de los derechos
humanos a los presos políticos y por el futuro de los millones de venezolanos
que viene expulsando el régimen de Maduro Moros desde hace varios años. Insisto
en que son los venezolanos los que deben encontrar la salida a sus problemas internos
expresados en una inocultable crisis política.
Además, el presidente del Comité
espetó que “la democracia es la base de la paz duradera. Este premio
es también un mensaje a todos los líderes autoritarios del mundo: elijan votos,
no violencia”. Este último razonamiento deviene con un carácter
eufemístico con el que se esconde la real motivación política e ideológica del
Comité Noruego del Nobel: alinearse con los Estados Unidos, pero lo más
preocupante, legitimar la presión militar sobre el régimen venezolano y quizás el
derrocamiento de Maduro a manos de los marines norteamericanos.