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miércoles, 12 de febrero de 2025

TRUMP: LIMPIEZA ÉTNICA MADE IN USA


Por Germán Ayala Osorio

 

La persecución que lidera Trump contra los migrantes irregulares deviene atada a la pureza étnica que él cree que necesita la Unión Americana para “volver a hacer grande” a los Estados Unidos. En su desesperada cruzada por lograr el retorno al pasado en el que la etiqueta Made in USA fue sinónimo de calidad y prestigio, los supremacistas que lo acompañan asumen esa tarea animados por la animadversión que les produce escuchar hablar en español a quienes llegan al “país de las oportunidades y la democracia” y se rehúsan a hablar en inglés y lo que es peor a colonizar espacios culturales que activan y consolidan “indebidos y aborrecibles” procesos multiculturales.

La apariencia física (tez trigueña) de aquellos que por nada del mundo pueden hacer parte de la comunidad aria o anglosajona también anima a los agentes de la “Migra” en su tarea de perseguir y capturar a quienes calcen con ese biotipo asumido como irregular y estéticamente grotesco.

Esa limpieza estética y étnica que está aplicando al interior de la Unión Americana la desea llevar a la Franja de Gaza, territorio al que Trump y empresas de construcción están viendo como una oportunidad de negocio. Abrir procesos de gentrificación en ese devastado territorio es la apuesta económica, de expansión territorial y reposicionamiento de la narrativa que señala que todo lo que hacen los americanos es precioso y de calidad. Por lo anterior, expulsar a los palestinos de las playas sobre las que ya posaron sus ojos prestigiosas cadenas de hoteles constituye una acción de limpieza étnica parecida a la que está ejecutando en contra de los latinos.  Trump dijo que “Israel "entregaría" este enclave una vez haya finalizado el conflicto, con el objetivo de que el territorio palestino arranque el que sería "uno de los mayores y más espectaculares desarrollos de toda la Tierra". Para entonces, los palestinos "ya habrían sido realojados en comunidades más seguras y bonitas, con viviendas nuevas y modernas". Así las cosas, habrá validado la pena asesinar y desplazar, para luego gentrificar.

Después de los ataques del 9/11, los derechos y las libertades ciudadanas fueron sometidas a un proceso sostenido de debilitamiento que no tiene parangón con las acciones de mutilación que viene ejecutando Trump en la tierra del Tío Sam.

En lo que respecta a los colombianos, las interminables filas de connacionales en el consulado de Miami dan cuenta del miedo que les produce ser “cazados” y deportados por las autoridades de migración. Se trata de un fenómeno de auto expulsión ancorado a la esperanza de poder regresar a los Estados Unidos cuando Trump abandone la Casa Blanca. No salir de sus viviendas por miedo a caer en las temidas redadas es una decisión que cientos de colombianos adoptaron en un intento por mantener vivo el “sueño americano”.  Otros optan por no hablar en español para evitar las miradas y quizás a los sapos que están dispuestos a delatar la presencia de posibles ilegales, a cambio de unos cuantos dólares. Lo que no podrán cambiar es la apariencia física y el odio que alimentó Trump durante su campaña presidencial.

Imagino que habrá turistas a los que les dará miedo viajar a la tierra del Tío Sam pues el riesgo de caer en la una redada por el solo hecho de hablar español es latente. No se puede descartar que a pesar de demostrar que la estadía en el país es legal, un integrante supremacista de la Migra opte por romper el pasaporte o simplemente montarlo en un avión sin derecho a nada. Mientras consolida su estrategia proteccionista en lo económico, Trump espera alcanzar su primer triunfo posicionando la marquilla Ethnic cleansing made in the USA.


 


gaza y el complejo hotelero que quiere Trump - Búsqueda Imágenes


domingo, 2 de febrero de 2025

TRUMP, MIGRACIONES Y GLOBALIZACIÓN

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Las medidas de protección económica adoptadas por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump y la criminalización de los migrantes están atadas al largo y sostenido proceso de globalización en el que a pesar de que el mundo se interconectó y se hizo pequeño gracias al triunfo del capitalismo, los sentimientos endogámicos, fundados en supremacismos étnico-civilizatorios siempre estuvieron presentes en quienes vieron los riesgos y sufrieron los efectos de la llegada de millones de migrantes del sur global, convertido por largo tiempo en la cantera y la letrina de las fuerzas económicas del ampuloso norte.

Aunque las responsabilidades son mutuas por los sistemáticos encontronazos culturales entre locales y foráneos, entre civilizados e incivilizados, las culpas siempre señalan hacia ese grupo poblacional universal en el que confluyen africanos, asiáticos y latinoamericanos, asumidos como indeseables plagas en los encuentros cotidianos, pero útiles instrumentos de trabajo para producir la riqueza con la que los países ricos seguirán dominando a aquellos que de manera desesperada buscan el deseado desarrollo económico.

La estigmatización de los inmigrantes no es un asunto exclusivo de los Estados Unidos. En varios países de la civilizada Europa la xenofobia que despertó la migración de latinos y africanos ha sido brutal. Esos comportamientos hostiles hacia los migrantes vienen aupados desde gobiernos y sectores societales que se cansaron de tener que soportar prácticas culturales consideradas impuras e incivilizadas, a lo que hay que sumar medidas económicas de protección humanitaria (subsidios) hacia quienes llegaron al viejo continente y a los Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida.

En esta etapa que recién inaugura Trump hay que recordar los riesgos y las tensiones de las que habló Bauman cuando escribió La Globalización, consecuencias humanas. “La globalización divide en la misma medida que une: la causa de la división son las mismas que promueven la uniformidad del globo. Los procesos globalizadores incluyen una segregación, separación y marginación social progresiva”.

Trump no busca exclusivamente “volver a hacer grande a América” sino que le está apostando a limpiar su país de los efectos culturales e incluso raciales que dejaron años de una hibridación cultural sostenida por la necesidad de trabajo de millones de ilegales y el aprovechamiento económico y político del “sistema gringo” permeado desde hace tiempo por un ethos mafioso que se creía exclusivo de países como Colombia, Perú y otros tantos de centro América.  

Para lograr la grandeza y la limpieza, Trump necesita, vaya contradicción, de ciudadanos migrantes, en particular latinos que denigren de su origen y sean capaces de hablarles duro, en español, a aquellos gobiernos que les dé “arrebatos de dignidad y soberanía”. El cubano americano Marco Rubio es un buen ejemplo de esas fichas a las que apela el octogenario putero para consolidar su proceso de limpieza étnica y de animadversión migratoria hacia América Latina. Por supuesto que Colombia también ofrece su cuota. El congresista republicano, Bernie Moreno, es otra ficha clave para las intenciones del presidente de los Estados Unidos. Moreno dejó ver su enorme desprecio hacia Colombia al momento de proponerle a su ídolo que impusiera sanciones económicas al país.


trump impone aranceles a mexico y canada - Búsqueda Imágenes

martes, 28 de enero de 2025

REPATRIADOS NO TIENEN ANTECEDENTES PENALES; TRUMP, SI

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En la tensión diplomática vivida entre USA y Colombia hay de fondo por los menos tres fenómenos:  1. La bancarización o empresarización de la democracia. 2. La lumpenización de la política y 3. La supremacía anglosajona. Los tres fenómenos han de servir para explicar o entender una situación que podría calificarse como curiosa: ninguno de los colombianos deportados tiene antecedentes penales; Trump, si los tiene.

El octogenario golfo y presidente de los EE. UU. dijo que se trataba de jefes de carteles de la droga y peligrosos delincuentes que deberían ir encadenados porque representaban un peligro para la seguridad del avión que los traería de regreso. Entre los 201 ilegales deportados llegaron 26 menores de edad. Recordemos que Trump en su calidad de expresidente y candidato presidencial fue declarado culpable de 34 cargos penales graves. En términos coloquiales y simples, la actitud criminal de Trump ya fue probada por la corte de Manhattan, presidida por el juez de origen colombiano, Juan Manuel Merchán, mientras que los repatriados no tienen mancha alguna y mucho menos deudas penales con los sistemas de justicia de USA y Colombia.

Hablemos de la bancarización de la democracia. El primero de los tres fenómenos señalados da cuenta de la captura empresarial de las instituciones democráticas y de las institucionalidades derivadas, lo que valida la histórica participación de ricos empresarios americanos en la política electoral. Trump es un magnate cuyo poder económico le alcanzó para llegar a la Casa Blanca, con el apoyo de otros millonarios mecenas como Elon Musk, con el claro objetivo de naturalizar la empresarización de la democracia americana y por esa vía, la lumpenización de la política.

Su enorme fortuna y el sistema político le permitieron posesionarse como el presidente número 47 de los Estados Unidos a pesar de haber sido condenado por haber cometido graves delitos. Trump, entonces, representa a la bancarización de la democracia y a la evidente lumpenización de la política americana. Trump es un hombre violento, puto, evasor de impuestos y falsificador de documentos privados y públicos.

La “curiosa” situación pone de presente que en el ejercicio de la política los antecedentes penales de presidentes, expresidentes, políticos y empresarios no configuran una inmoralidad y mucho menos se asumen como  un obstáculo para gobernar por cuanto el presidente Trump cuenta con la aprobación social de una parte importante de la sociedad americana que votó masivamente por él, a pesar de los graves cargos penales por los que finalmente fue condenado; por ser el presidente de la poderosa potencia militar, los demás gobiernos del mundo están obligados a legitimar su mandato y por esa vía los tres fenómenos que poco a poco se vuelven universales pues Estados Unidos no es el único país gobernado por un convicto.

En Colombia se vive algo parecido. El expresidente Álvaro Uribe Vélez es la figura pública que mejor representa a los tres fenómenos aquí señalados. Sus dos periodos presidenciales, más los ochos años de Santos y los cuatro de su títere Iván Duque Márquez naturalizaron la captura empresarial (mafiosa) del Estado y de la democracia. Al igual que Trump, Uribe Vélez tiene antecedentes penales. Recordemos que bajo el número del INPEC 1087985 el político antioqueño estuvo preso por un proceso penal que le inició la Corte Suprema de Justicia por los graves delitos de fraude procesal y manipulación de testigos. Ese proceso está hoy en manos de la Fiscalía y está en etapa de juicio.

El caso Uribe Vélez confirma la presencia de los tres fenómenos en Colombia: al político paisa lo pusieron los banqueros en la Casa de Nariño para que gobernara a favor de sus mezquinos intereses. El mismo expresidente y expresidiario representa la lumpenización de la política. El entonces presidente Juan Manuel Santos lo llamó “rufián de esquina”. Uribe es un macho violento, poco leído como Trump, vulgar y capaz de “dar en la cara marica”. Desde otros ámbitos sociales, políticos y periodísticos lo llaman el “Matarife”, “Paraco” y “asesino”. El realizador de la serie Matarife, Daniel Mendoza Leal lo llama “genocida despiadado” y lo califica de “sociópata”. Trump y Uribe son de derecha. Nada más que agregar. 

 


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lunes, 20 de enero de 2025

DONALD TRUMP, SEGUNDA PARTE

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En su discurso de posesión, Donald Trump habló desde la arrogancia, la amenaza y el negacionismo de la pluricrisis ambiental planetaria. En su alocución el condenado putero prometió “recuperar la dignidad y la grandeza de América” a partir del cambio educativo, la amenaza expansionista y el proteccionismo económico. En su intervención, aplaudida a rabiar por la derecha internacional, incluida la colombiana, puso el foco en México y Panamá.

En sus relaciones con los manitos, la porosa frontera lo llevó a declarar la emergencia en seguridad en un nuevo intento por frenar la entrada de ilegales de todas partes del mundo que van tras el “sueño” americano. En el plano interno deberá acabar con las mafias que de tiempo atrás se incrustaron en las autoridades migratorias que viven del negocio de la inmigración ilegal. Trump parece ignorar que al fisco le entran millones de dólares por cuenta de cientos de miles de migrantes que obtienen permisos de trabajo “chimbos” o de aquellos que adelantan costosos procesos de regulación en la paquidérmica institucionalidad migratoria americana. Los más afectados quizás serán los abogados de migración y por supuesto aquellos inmigrantes que están pendientes de ser llamados a las cortes para definir su estatus migratorio.

En lo que toca a Panamá, asegurar que ese país está incumpliendo el principio de neutralidad acordado en los tratados Torrijos-Carter constituye una forma de presión política y económica hacia el país canalero. De esa manera le envía un mensaje a China, país que con su “nueva ruta de la seda” viene inundando al mundo de mercancías, tecnología y maquinarias. Mientras los chinos consolidaban su imperio capitalista bajo el esquema político socialista, Estados Unidos perdía el tiempo en sus aventuras militares por todo el mundo y en particular en su “patio trasero”: América Latina. ¿Se atreverá a invadir el istmo? ¿Impondrá sanciones económicas a Panamá para buscar mejores tarifas para los barcos gringos que atraviesen el canal?

Frente al cambio climático, Trump vuelve a liderar el movimiento negacionista de la crisis climática. Habló de explorar más petróleo. Quizás por ello no aludió a Venezuela, país con el que las multinacionales gringas han negociado la compra del hidrocarburo. Asume Trump la industria automotriz como la oportunidad para recuperar la “grandeza” de los productos americanos de los años 60, 70 y 80, antes de que los japoneses empezaban a golpearla con sus vehículos compactos y con bajo consumo de combustible.

En cuatro años veremos si alcanzó a devolverle la “dignidad” a los americanos. Eso sí, su discurso no deja de producir miedo y llenar de incertidumbre el multilateralismo. Estamos ante un octogenario caprichoso, violento, creyente, fatuo y putero que en cualquier momento puede tomar una decisión que ponga en riesgo la vida en el planeta. Curiosamente, su consigna de ponerle fin a la decadencia de su pueblo se tropieza con su perfil de macho premoderno y decadente masculinidad.



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miércoles, 6 de noviembre de 2024

EL INMORAL TRIUNFO DE DONALD TRUMP

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La victoria político-electoral de Donald Trump es legítima, pero arrastra el peso de la inmoralidad que acompaña al expresidente republicano al ostentar la condición sub judice por los delitos de conspiración para defraudar al gobierno estadounidense, obstrucción de un procedimiento oficial y conspiración para violar derechos civiles.

A esa impudicia se suman la xenofobia, el racismo y la misoginia, actitudes y formas de pensar propias de un hombre blanco y rico que al saber que es un faro (in) moral para millones de ciudadanos norteamericanos, se siente en el derecho y en la libertad de deshumanizar a los inmigrantes, en particular a los latinos y de insistir en los procesos de dominación masculina sobre el cuerpo de las mujeres.

El regreso de Trump a la Casa Blanca es el triunfo de los conservadores arios que al asumirse como “víctimas” de los migrantes “salvajes”, olvidan que la política exterior estadounidense y las intromisiones en los destinos de los países del sur global generan las odiadas migraciones hacia el territorio americano. Esos inmigrantes sobreviven en sus países martirizados por una globalización económica que naturaliza la obscenidad de un sistema capitalista que se alimenta de la fuente inagotable desde donde brota la inmoralidad: la condición humana.

Las necesidades y los sueños de “salir adelante” de esos millones de migrantes sirven a los propósitos de un sistema migratorio corrupto que se sostiene por los costosos “perdones” que deben solicitar ante las autoridades migratorias. Las autoridades migratorias de los Estados Unidos son el comodín burocrático de republicanos y demócratas.

El triunfo de Trump termina por validar la inmoralidad de un proyecto civilizatorio universal que, a pesar de sus evidentes daños y efectos socioambientales y ecológicos producidos a la Casa Común, se seguirá extendiendo en el tiempo hasta que los desarrollos técnicos, científicos y tecnológicos pongan a los países desarrollados como los Estados Unidos en estadios de post naturaleza en donde las crisis éticas y las confusiones morales se asuman como las ruinas de un ser humano  ya no sometido por las arcaicas instituciones disciplinantes y  de control modernas, sino por la Inteligencia Artificial (IA) y los dispositivos asociados a la creación de esos nuevos ciudadanos que “evolucionaron” porque fueron capaces de dejar atrás las disquisiciones éticas y morales que  aún hacen posible que millones de seres humanos cuestionen a quien volverá a la Casa Blanca para seguir jugando a ser el gran Sheriff del planeta.

La derrota de Kamala Harris la sufren las mujeres en su dimensión universal, pues sobre sus cuerpos aún tienen potestad los aparatos de justicia, las iglesias y los hombres poderosos que les ordenan qué hacer con ellos y bajo qué circunstancias. La garantía de la reproducción humana seguirá atada a los deseos de dominación y a las valoraciones morales de un sistema patriarcal fundado sobre la inagotable inmoralidad de la condición humana. Los códigos morales y éticos terminan siendo insuficientes manuales de buena voluntad para una aviesa condición humana que no termina de sorprendernos.

Adenda: el socialismo es también un sistema inmoral porque al igual que el capitalismo, bebe de la misma fuente de la inmoralidad: el ser humano.







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martes, 23 de julio de 2024

¿KAMALA HARRIS O DONALD TRUMP?

 

Por Germán Ayala Osorio

Cualquier análisis que se pretenda hacer de la coyuntura electoral en los Estados Unidos debe pasar, inexorablemente, por reconocer a ese país como una potencia militar, económica y política y por lo tanto, como actor  responsable de guerras, invasiones y genocidios como el que actualmente adelanta su aliado Israel en la franja de Gaza contra el pueblo palestino. Esa condición de potencia militar y el jugar a ser el Gran Sheriff del mundo resulta determinante ideológicamente al interior de la nación. 

Los Estados Unidos hacen parte  importante de lo que Negri y Hardt  llamaron imperio en aquel famoso libro que lleva ese mismo nombre. Sobre el papel de USA en este siglo XXI, los autores consideran que "los Estados Unidos ocupan un lugar privilegiado en el imperio, pero este privilegio no procede de sus similitudes con las antiguas potencias imperialistas europeas, sino de sus diferencias".

Aunque Negri y Hardt consideran que el imperialismo ya es cosa del pasado, y que esos controles y acciones de dominación propias del imperio están descentradas y por fuera de los alcances de los Estados-nación, políticos como Trump y Kamala siguen moviéndose pendularmente entre actuar como potencia imperialista y hacer parte activa de las nuevas condiciones de control y dominación de las variables económicas y políticas, así como de las formas de vida en el planeta, es decir, bajo las consideraciones del imperio. Las guerras y los conflictos armados les permiten Harris y a Trump moverse de esa manera oscilante.

Así las cosas, el virtual enfrentamiento electoral entre Kamala Harris y Donald Trump por la presidencia no puede reducirse a las ideas que cada uno de defiende, ubicando a la primera en la "izquierda" y al segundo en la "derecha", pues aquellas orillas ideológicas siempre  quedarán  sujetas a los hechos políticos, económicos y militares que requieran o supongan la intervención de los Estados Unidos. La lucha ideológica opera de manera distinta en naciones poderosas como los Estados Unidos. En países como Colombia, eternamente dependientes de lo que hace y diga el coloso del norte, el enfrentamiento entre la izquierda y la derecha son la expresión máxima del atraso político de su sociedad y en particular de los miembros de sus élites, que en lugar de jugársela por industrializar el país, lo que realmente les interesa es mantener sus privilegios de clase a través del sometimiento del Estado a sus caprichos y a lo único que los mueve: el carácter y el sentido rentista de sus actividades económicas. 

Ante la renuncia del presidente Joe Biden a su aspiración reelectoral, Harris parece que será la candidata que enfrentará al troglodita y putero, Donald Trump, un empresario que se ha servido de la política para enriquecerse y para dar rienda suelta a su xenofobia, machismo y racismo. Entre tanto, Harris es una carismática mujer afro-asiática, hija de inmigrantes, y con un factor que puede jugar a su favor: es más joven que Trump.  

El expresidente Trump es un machito cabrío que despierta un peligroso nacionalismo en una nación que le debe mucho a los millones de migrantes que llegaron a territorio americano detrás del sueño americano. La presencia de latinos en las fuerzas armadas, en particular en el Army, es un ejemplo de que los migrantes del sur empobrecido han asumido la cultura americana hasta el punto de que sus hijos están en disposición de ofrendar sus vidas por defender la bandera de las 50 estrellas y las 13 franjas horizontales, sin importarles si las guerras o los conflictos provocados son legítimos; y mucho menos, les importará si los aliados de USA perpetran genocidios o violan el DIH. En este último aspecto, por supuesto que separan totalmente de la idea de imperio planteada por Negri y Hardt. Eso sí, la fabricación y venta de armas es un factor motivacional muy grande para republicanos y demócratas, así estos últimos en lo interno quieran poner más controles a la venta de libre de armas para los ciudadanos. 

Eso sí, no es correcto pensar que Harris, por ser mujer afro e hija de inmigrantes, tomará distancia de lo hecho hasta el momento por Biden. Ella está obligada por la historia misma de los Estados Unidos, por el sentimiento nacionalista y por las exigencias del pueblo americano, incluidos los migrantes latinos, a mantener y extender en el tiempo la supremacía de los Estados Unidos en América y en el resto del planeta. Y mantener su papel clave dentro de la idea de imperio. De llegar a la Casa Blanca, Harris podrá hacer cambios en lo interno, como mejorar el sistema de salud, atacar la inflación y el desempleo y tratar de corregir los errores que cometió Biden en el manejo del grave problema migratorio que subsiste en la frontera con México. 

 





Imagen tomada de El HulflPost

URIBE EN MISA Y SU SAGRADA VICTIMIZACIÓN

  Por Germán Ayala Osorio   A los ya tendenciosos cubrimientos periodístico-noticiosos- en el marco de una evidente autocensura- que los m...