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lunes, 1 de septiembre de 2025

PERIODISMO, GENOCIDIO EN GAZA Y ASESINATO DE REPORTEROS

Por Germán Ayala Osorio

Al genocidio que Israel viene cometiendo en Gaza se suma los cobardes asesinatos de periodistas que cubren la invasión y la limpieza étnica del ejército sionista al mando del criminal, Benjamín Netanyahu.

Más de 122 reporteros han caído en la franja de Gaza desde octubre de 2024, asesinados en su mayoría por tropas de Israel. Hamas también tiene su cuota en los execrables crímenes contra el periodismo. Estamos ante una afrenta a la libertad de prensa como principio universal y al ejercicio periodístico como actividad humana con la que el resto del mundo puede acercarse a comprender lo que sucede en el convulsionado territorio.

A pesar de la probada barbarie genocida cometida por el Estado de Israel, el grueso de la prensa colombiana sigue hablando de “guerra en Gaza”, de civiles muertos por el ejército israelí y de la hambruna provocada por Netanyahu. Pocas veces hablan de asesinatos, aunque en los últimos meses parecen haberse sensibilizado con la tragedia humanitaria, sin que ello signifique que están cerca de llamar genocidio a lo que sucede en Gaza.

Varios medios masivos tradicionales, entre ellos el noticiero Caracol Noticias, evitan llamar genocidio a lo que acontece en Gaza, lo que constituye una forma de autocensura que hace pensar que sus directivas comparten las prácticas genocidas con las que Israel busca aniquilar al pueblo palestino. Mantenerse alineados con la política exterior de los Estados Unidos parece explicar el miedo y el silencio de Noticias Caracol a calificar como genocidio lo que está ejecutando Israel en la disputada franja.

Reporteros sin Fronteras reaccionó ante el último asesinato de periodistas a manos de Israel y le pidió a todos los medios y periodistas del mundo sumarse al rechazo de esos crímenes. Por supuesto que Caracol Noticias se sumó al llamado: “Noticias Caracol se suma a cientos de medios de comunicación alrededor del mundo que se unieron al llamado de Reporteros sin Fronteras para rechazar el asesinato de periodistas en la franja de Gaza y demandar el libre acceso de la prensa internacional”.

No basta con exigir respeto por la vida de los periodistas y demandar el libre acceso de la prensa para exponer al ejército sionista ante el resto del mundo. Es importante para el periodismo y la propia historia de la humanidad consolidar la narrativa que da cuenta de que Israel está cometiendo un genocidio en Gaza. No hacerlo es asumir una actitud complaciente, políticamente incorrecta y cobarde que entra en contradicción con la deontología del oficio. Quizás sea tiempo para que las directivas de Noticias Caracol revisen las frases célebres de Kapuscinski. Cito varias: “El periodismo moderno no sólo se ha vuelto superficial, sino que ha perdido el sentido de la solidaridad y la responsabilidad”, “El periodismo debe ser valiente y no tener miedo de decir la verdad” y “El periodismo debe denunciar las violaciones a los derechos humanos”.

Si asumimos las sentencias de Kapuscinski como principios éticos de obligatorio cumplimiento, Noticias Caracol, junto a otros medios, claramente están cubriendo lo que sucede en Gaza de manera insolidaria, irresponsable, superficial, cobarde, miedosa y cómplice del terror generado por el señalado ejército sionista.




OBLIGADO A RECTIFICAR EL ESPECTADOR

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La prensa suele usar la moral colectiva para exponer, cuestionar y juzgar con especial dureza a quienes se atreven a violar sus preceptos. Y lo suele hacer a través del género noticia, convertido en el más dañino, pero efectista de todos los géneros periodísticos en la medida en que es ahistórico, coyuntural y se expresa a través de titulares espectaculares y llamativos. El amplio y fastuoso despliegue es una de las características de la noticia.

Eso sí, cuando uno de esos ciudadanos hace parte del núcleo familiar de los propietarios del medio de comunicación o de un grupo social privilegiado, a ese indebido e inmoral comportamiento no se le aplican los criterios de noticia lo que de inmediato activa la autocensura como mecanismo de defensa del “buen nombre” de quienes sostienen económicamente al medio de comunicación y las relaciones políticas con el poder tradicional.

Es decir, la deontología del oficio está íntimamente atada al carácter hegemónico con el que opera la moral colectiva y sometida a los intereses de clase de quienes usan la prensa para legitimar un sistema cultural de dominación que, para el caso de Colombia, promueve el clasismo y la existencia de ciudadanías de primera, segunda y hasta de tercera categoría. Y peor resulta el asunto cuando esos medios masivos operan como actores políticos que le hacen oposición al gobierno.

Así las cosas, cuando la prensa informa, las audiencias creen a pie juntillas que lo publicado es el resultado de un serio análisis de los hechos y dan por sentado que es verdad. Pero cuando las noticias publicadas afectan de manera negativa el buen nombre de personas del común y de usuarios de las redes sociales, y estos últimos exigen la rectificación de la información publicada, los medios masivos suelen asumir la cobarde actitud de no rectificar en las mismas condiciones en las que originalmente fueron expuestos los hechos noticiosos que, a juzgar por las sentencias de los jueces, no resultaron ser tan veraces como inicialmente se pensó.

Recientemente el diario El Espectador fue obligado, por orden de jueces, en primera y segunda instancia a rectificar parte de la información publicada en una controvertida nota periodística titulada Tropas de influenciadores de Petro en la que relacionó los nombres de por lo menos 11 tuiteros sobre los que el diario capitalino señaló que tenían contratos con el gobierno Petro y que actuaban como parte de las “bodegas petristas” desde donde se defiende las actuaciones del gobierno. Como actor político en oposición al gobierno Petro, El Espectador creyó que había logrado desenmascarar al presidente y a sus asesores en comunicación al develar los nombres de los influenciadores que defienden a dentelladas a la actual administración. Pero se equivocó de cabo a rabo el diario bogotano.

Así “cumplió” el cuestionado diario bogotano la orden emitida por la justicia: Este fue el titular: Rectificación sobre nota “Tropa de influenciadores de Petro se mueve con el erario y se agita la campaña”. Y el sumario o bajada, este: “En cumplimiento de lo ordenado por la Sala Cuarta de Decisión Civil del Tribunal Superior de Bogotá, El Espectador rectifica la información publicada los días 5, 6 y 7 de abril de 2025 en la nota titulada “Tropa de influenciadores de Petro se mueve con el erario y se agita la campaña”.

Sin embargo, la rectificación no se hizo en las mismas condiciones de espacio y divulgación de la nota que originó las acciones de tutela de los afectados que se sintieron “perfilados” y afectados en su buen nombre por El Espectador. La Corporación VLID (Voces Libres para la Democracia) señaló en su cuenta de X “que hemos decidido interponer incidente de desacato contra @elespectador por incumplir con la rectificación: omite la admisión de responsabilidad exigida por la Corte y no cumple con la extensión ni frecuencia de publicación de la nota original, como lo ordenó el despacho”.

Le queda muy mal a El Espectador negarse a publicar la rectificación en las mismas condiciones de espacio que le dio a la nota que motivó que los afectados instauraran las acciones de tutela con las que finalmente le ganaron el pulso jurídico y político al medio de comunicación. Como agente defensor de la moral colectiva e instrumento del sistema cultural de dominación El Espectador está obligado por la deontología del oficio a respetar a los ciudadanos y por supuesto a acatar las decisiones de los jueces. Al no hacerlo, el histórico periódico se ubica en el mismo plano inmoral en el que a diario suele exponer a políticos, empresarios y ciudadanos del común.

Les vendría bien a los Cano revisar las maneras y las lógicas con las que vienen haciendo periodismo, pero especialmente analizar los daños a la reputación del medio que les está generando la decisión política de hacer parte del conglomerado de empresas mediáticas que todos los días le hacen oposición al gobierno Petro. Como lo dije en anterior columna, me quedo con El Espectador del pasado y rechazo el de hoy porque entró en el peligroso juego de la estigmatización ideológica. Sin duda alguna estamos ante un retroceso enorme: pasó de ser un referente periodístico nacional y un defensor de las ideas liberales, para fungir como un agente Estigmatizador Ideológico al servicio del capital.






HABLEMOS DE LA ELECCIÓN DEL NUEVO MAGISTRADO DE LA CORTE CONSTITUCIONAL

  Por Germán Ayala Osorio  Para los opositores, incluida a la prensa hegemónica, la elección de Patricia Balanta como magistrada de la Corte...