Por Germán Ayala Osorio
Como el país sabe, el Grupo Aval,
en cabeza de Sarmiento Angulo, fue multado con una suma millonaria en dólares
por los hechos de corrupción (pago de coimas) que comprometen a la
multinacional Odebrecht.
Por orden del presidente Gustavo Petro,
la Agencia de Defensa Jurídica del Estado, en manos de Martha Lucía Zamora,
solicitó a la Cancillería que contactara a las autoridades americanas con el
fin de obtener copias de los procesos penales y bursátiles que se le siguen al
Grupo Aval, por violar normas anticorrupción en ese país.
Esa petición presidencial terminará
por distanciar aún más al gobierno de Petro del gran banquero, actor importante
no solo por los millonarios aportes que suele hacer a las campañas
presidenciales, sino a los partidos políticos, a los que viene sometiendo a su
voluntad, de tiempo atrás. Se suma a lo anterior, que Corficolombiana, filial
del Grupo Aval, es una empresa importante para la construcción de la infraestructura
vial del país.
¿Estará buscando el presidente de
la República la posibilidad de cancelar contratos vigentes o de impedir futuras
transacciones entre Corficolombiana y el Estado? Si es así, estaríamos ante un
escenario político-económico jamás visto en el país: un presidente de la República
enfrentado a un poderoso mecenas que se acostumbró a poner en la Casa de Nariño
a presidentes-títeres y en el Congreso, a congresistas-marionetas; juntos,
todos, terminaron legislando a favor de los intereses del banquero, hoy señalado
de corrupto, porque él mismo reconoció ante los gringos el pago de millonarios
sobornos para que se le adjudicara a su filial Corficolombiana, la construcción
de la Ruta del Sol II.
¿O será posible que Petro le esté
mandando un mensaje a los empresarios y al banquero mismo, para que obliguen a
sus congresistas-lobistas a modificar sus posturas frente a las reformas
laboral, pensional y de salud?
Hay que recordar que, desde la
campaña presidencial, las relaciones entre Gustavo Petro y el banquero, Luis
Carlos Sarmiento Angulo, no son buenas. El magnate le mandó un mensaje directo
al entonces candidato presidencial: “Primero que todo, se respetan los
derechos adquiridos. Aquí no se viene con el cuentico de que vamos a cambiar
todo esto y vamos a expropiar a todo el mundo, no señor”.
Acostumbrado el banquero a poner en
la Casa de Nariño a sus sirvientes, los mismos que el resto del país llama presidentes,
Sarmiento Angulo se tropezó con Gustavo Petro, un mandatario digno, que no se
le arrodilló como sí lo hicieron Pastrana, Uribe, Santos y Duque.
A lo anterior se suma las también
regulares, por no decir malas relaciones entre el jefe del Estado y el presidente de la Andi, Bruc
Mac Master. Estamos ante un pulso ético-político que no sabemos cómo terminará.
No creo que estemos ante una amenaza de parálisis por parte de ese sector financiero y productivo que representan Sarmiento Angulo y el presidente
de la Andi. No sé si en estos momentos alguien esté tratando de acercar a las
partes, lo cierto es que a esos sectores de poder económico les saldrá bastante
costoso el mandato de Gustavo Petro. Y todo, por cuenta de que el actual
presidente de la República optó por gobernar sin las rodilleras que el régimen
de poder esperaba que se pusiera una vez pisara la Casa de Nariño.
Imagen tomada de Youtube.com
Más claro no canta un gallo. Como siempre, sobrado en tu análisis Señor Ayala. Gracias
ResponderEliminarArgel, gracias a vos por leer.
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