Por Germán Ayala Osorio
La Universidad como institución
moderna no está alejada de los intereses políticos y electorales, en particular
cuando estas son de carácter privado. Es bajo esa circunstancia que debe
entenderse la presencia de la candidata presidencial de la ultraderecha colombiana,
Vicky Dávila de Gnecco en el campus de la Universidad Autónoma de Occidente,
alma máter de donde se graduó de comunicadora social-periodista.
Que la Autónoma de Occidente
acoja a la aspirante presidencial, ficha de los clanes Gnecco y Gilinski, se
explica porque esta institución educativa históricamente milita en la misma
orilla ideológica desde donde Dávila ejerció el periodismo y pretende llegar a
la Casa de Nariño. Por ello, millones de colombianos la identifican como una
periodista afecta al Establecimiento colombiano, cercana al expresidente y
expresidiario Álvaro Uribe Vélez y fiel defensora de la doctrina neoliberal y la
consecuente captura del Estado por parte de conglomerados económicos.
Los temas a los que hizo rápida
referencia, sin asomo de intentar siquiera un somero análisis son los mismos a los que apeló Uribe para cautivar a los millones de
colombianos que creyeron a pie juntillas en su Mano Firme, Corazón Grande. La periodista-candidata
habló con ligereza de seguridad, salud, corrupción, bajar impuestos y un Estado
austero. Recordemos algunos de los puntos del Manifiesto Democrático de Uribe,
hoy en juicio por soborno, fraude procesal y manipulación de testigos: “7. La
Presidencia será austera para dar ejemplo. Gastará menos en burocracia
para invertir más, por ejemplo, en pequeña empresa. 24. El padre de
familia que da mal ejemplo, esparce la autoridad sobre sus hijos en un desierto
estéril. Para controlar a los violentos, el Estado tiene que dar ejemplo,
derrotar la politiquería y la corrupción. 27. La seguridad será
democrática. Para proteger a todos, al trabajador, al empresario, al campesino,
al sindicalista, al periodista, al maestro, frente a cualquier agresor. 97.
Ofrezco un Gobierno serio, eficaz, honrado, no milagroso. Temo a la demagogia y
al populismo porque la frustración de las promesas electorales afecta la
credibilidad democrática”.
La invitación que le cursó la Universidad
se hizo desde el espacio académico conocido como La Hora del periodismo.
De acuerdo con las opiniones de varios estudiantes, se trató de un evento político
en el que no se hizo mayor referencia al oficio. “Lo único cierto es que fue
una hora…pero se acabó el periodismo en la UAO”. Otro estudiante espetó lo
siguiente: “Nos invitan a la hora del periodismo y es un acto de
proselitismo político”. Al final y como por decir algo que conectara con La
Hora del periodismo, la señora Dávila de Gnecco dijo que “lo más
importante como periodista es ser decente e incorruptible”. Por supuesto
que no hubo espacio para debatir esa idea y mucho menos para que alguien del auditorio
la confrontara por el manejo amarillista que hizo de los hechos relacionados
con el escándalo de la “comunidad del anillo” y el manejo ideologizado que hizo
del periodismo durante el tiempo que fungió como directora de la revista Semana.
Al parecer, lo que se pensó como
un evento académico terminó convertido en una actividad proselitista en la que
la “periodista-periodista” se sintió libre de expresar su ya conocido discurso,
lleno de los lugares comunes a los que suelen apelar quienes no conocen el
país, ni cómo funciona el Estado y mucho menos tienen un proyecto político sólido,
como es el caso de Dávila de Gnecco.
Para algunos de los corresponsales
que me enviaron sus comentarios del evento electoral, la Universidad “peló el cobre”, es decir, dejó ver de manera temprana que hará esfuerzos
institucionales para promocionar a los candidatos de la derecha y la ultraderecha. Empezó con su
egresada.
Lo más recomendable es que la universidad cree un comité electoral, con la participación de estudiantes, de cara a diseñar un espacio académico y político en el que sea posible confrontar a los candidatos presidenciales que muy seguramente se presentarán en la Universidad. Al negarse a hacerlo, la Universidad pierde el norte y se acerca a los peligrosos estadios del adoctrinamiento político e ideológico de cara a las elecciones de 2026.
Adenda: el vertedero UAO
es un espacio no institucionalizado que los estudiantes crearon para expresar
sus opiniones.