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domingo, 28 de abril de 2024

¿LEY MORDAZA PARA ENFRENTAR LAS MENTIRAS DE LOS MEDIOS MASIVOS?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La historia del periodismo dirá dentro de muy poco tiempo que varias empresas periodísticas unieron esfuerzos para deslegitimar al gobierno de Gustavo Petro. Ese pacto editorial, político y periodístico implicaba cumplir a cabalidad actividades como desinformar, mentir, azuzar, alarmar, generar caos, pánico económico, miedo, rabia e incertidumbres en las audiencias. Sin pretender hacer un balance exhaustivo de ese macabro plan de la derecha, hay que reconocer que lo han hecho bastante bien. Baste con recordar las estupideces y mentiras que varios marchantes expresaron durante las movilizaciones del 21 de abril, para saber que se trata de frases y lecturas sesgadas salidas de noticieros radiales y televisivos.  

Al tétrico convite llegaron El Tiempo, El Colombiano, El País de Cali y Semana como medios impresos; se sumaron Noticias Caracol y Noticias RCN y los programas radiales La FM, Blu Radio, y la W. Es decir, toda una bandola de medios y periodistas enfocados en desestabilizar al primer gobierno de izquierda en 200 años de República.

Por estos días, en la red X vuelve a aparecer la propuesta de algunos petristas y de ciudadanos molestos con el sinuoso comportamiento informativo de dichas empresas mediáticas, de imponerles sanciones o de legislar en su contra a través de una ley mordaza que los ponga en cintura y les impida mentir. A esa idea, poco democrática, me opongo rotundamente por varias razones a saber: la primera y más obvia, es que le quedaría muy mal al primer gobierno progresista y de izquierda presentarle al Congreso un proyecto de ley cuyo objetivo sea limitar las libertades de prensa y expresión a los medios y periodistas que diariamente atacan con mentiras la imagen del gobierno de Gustavo Petro. La segunda razón está atada a las obligaciones que cada ciudadano y ciudadana deben asumir para actuar en los ámbitos público y privado. Dudar debe ser una actitud de vida, asumida así por cada colombiano que esté o se sienta afectado directa o indirectamente por la información entregada por las empresas mediáticas. En particular, dudar de su clase política, dirigente y por supuesto, de los medios masivos. Y para hacerlo, deben desconfiar de aquellas empresas mediáticas que hacen parte de conglomerados económicos que están detrás del plan de medios que la derecha está ejecutando como forma de hacerle oposición al presidente de la República.

Los ciudadanos están en la obligación ética de estudiar la historia de su país. De aprender a examinar y evaluar con criterio a los gobiernos nacionales, regionales y locales que durante años hicieron todo para convertir a Colombia en uno de los países más desiguales del hemisferio y en la más fétida cloaca de la corrupción público-privada. Aceptar como verdad incontrastable lo que dicen los medios masivos y sus periodistas vedettes, que suelen fungir como estafetas del régimen de poder, constituye un grave error ciudadano.

Frente a las mentiras que desde el 7 de agosto de 2022 vienen entregando los medios aquí señalados, hay que decir que le corresponde al gobierno de Petro salir a desmentirlos como lo viene haciendo el presidente de la República desde su cuenta de X. Por supuesto que es insuficiente ese esfuerzo, porque no todas las audiencias están metidas en esa red social dispuestas a sacar conclusiones de los enfrentamientos entre Petro y los periodistas que mienten o tergiversan los hechos. Además, ese ejercicio analítico exige unos mínimos criterios para entender de qué se tratan los asuntos allí abordados.

Hay que reconocer que en el manejo de las comunicaciones el gobierno y sus asesores se han equivocado. Tardíamente se impulsó a RTVC como medio oficial para la defensa de la imagen gubernamental. El apoyo a medios alternativos ha sido tibio, a pesar del retiro de millonaria pauta oficial de los medios tradicionales que hoy hacen oposición política. 

La independencia, autonomía y la credibilidad de la prensa siempre serán motivo de discusión, dado que todas las empresas mediáticas defienden intereses políticos y económicos. Es más, suelen fungir como actores políticos lo que hace posible que los límites entre el activismo político y el ejercicio diario de la libertad de prensa se tornen difusos para los periodistas y audiencias.

En sociedades complejas como la nuestra, la responsabilidad de entender la realidad no se la podemos endosar a unas empresas mediáticas con intereses económicos y políticos. Cada uno de nosotros tiene la obligación de leer, estudiar y de sacar tiempo para comprender lo que pasa dentro del país y alrededor del mundo.

Lo que tenemos que hacer como ciudadanos es confrontar las versiones y los discursos de los medios masivos, en particular cuando sabemos que se unieron para erosionar la legitimidad del primer gobierno de izquierda. Y no se trata de aplaudir como focas a esta administración. No. Hay que también estar dispuestos a criticar las malas decisiones, los errores y la corrupción en entidades públicas durante esta administración.

Tener a un exguerrillero como jefe de Estado ha sido una realidad muy difícil de asimilar para los periodistas vedettes y en general para la derecha a la que le sirven. El golpe político fue tan fuerte que hoy lideran las acciones desinformativas; de igual manera lo es para sus patrones, quienes, a partir de presiones editoriales, fueron llevando a los periodistas a actuar como meros estafetas, en simples mandaderos, lo que les viene restando credibilidad en sectores de la opinión pública mejor formados y educados. 

¿Para qué pensar en una ley mordaza al periodismo, cuando lo que menos están haciendo hoy esas empresas es periodismo?



Imagen tomada de la red X. 

domingo, 7 de abril de 2024

EN PERVERSIDAD, NOTICIAS CARACOL QUIERE SUPERAR A RCN

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El noticiero Caracol Noticias está, de tiempo atrás, haciendo ingentes esfuerzos para parecerse y quizás superar a Noticias RCN, un informativo uribista tendencioso y manipulador. Competir bajo esas circunstancias resulta relativamente fácil por cuanto la apuesta es una sola: afectar la imagen del presidente Petro y de su gobierno. Al momento de tener que informar algo positivo, entonces ese hecho debe ser minimizado o para el caso que nos ocupa hoy en esta columna, para confundir a la opinión pública.

Aunque el periodista económico, Víctor Grosso lee de manera correcta el dato con el que se indica oficialmente una baja significativa del índice de inflación, la imagen gráfica que recoge dicho guarismo de 7,36 (del mes de marzo), la pintan de rojo con la firme intención de confundir a su audiencia, pues una cosa es lo que dice Grosso y otra muy distinta es lo que señala la imagen graficada con ese color. Tradicionalmente el rojo se asocia a la idea de peligro y urgencia,  esto es, algo alarmante y negativo, lo que claramente contradice el hecho noticioso originado por el DANE y el propio discurso leído por el periodista económico. En noticias Caracol saben que las audiencias recordarán más fácilmente la imagen graficada, que el texto leído. Y es así porque hay un público poco formado para entender las complejidades de la economía.

Es en este punto en el que la semiótica visual irrumpe para ayudarnos a entender que lo hecho por Caracol Noticias en reciente emisión con el dato entregado por el DANE, con el que nuevamente se muestra el descenso de la inflación, resulta tendencioso, malicioso, sinuoso y propio de un medio interesado más en superar a su competidor, Noticias RCN, que en informar con rigor y veracidad el hecho noticioso que tomaron del informe de la entidad estatal. Pareciera que les molestara el sentido positivo del indicador. Por qué no destacar y aplaudir el manejo macroeconómico del gobierno? Porque es de izquierda, alguien contestará. Sin duda alguna, estamos ante una decisión editorial encaminada a minimizar el impacto positivo que conlleva la rebaja sistemática del índice de inflación en el país, pues ello les implica reconocer el buen manejo macroeconómico del gobierno.

Ese comportamiento editorial debe entenderse en el marco de la confabulación mediática de la que hacen parte varias empresas informativas, entre ellas Caracol Noticias, contra el gobierno de Petro. El resultado de ese complot político-informativo ha sido evidente: titulares tendenciosos, información incompleta, medias verdades y por supuesto, mentiras o por lo menos, interpretaciones erróneas de los hechos noticiosos.

Después de los ocho años de la administración Uribe, en los que las mismas empresas mediáticas y periodistas que hoy atacan al gobierno se hincaron ante el poder intimidante del padre de la Seguridad Democrática, criminal política pública que dejó 6402 civiles asesinados a mansalva por agentes estatales, estos cuatro años de la administración Petro serán recordados como los más nefastos de la reciente historia del periodismo colombiano, por sus sesgos ideológicos, asociados a intereses corporativos nacionales e internacionales.  

Si durante los aciagos 8 años de Uribe Vélez los medios masivos y sus periodistas construyeron forzadamente lo que se llamó en su momento el unanimismo ideológico, correlato del pensamiento único, en los 2 años que lleva el gobierno de Gustavo Petro y los que le restan por cumplir, esos mismos agentes informativos le apostaron a consolidar una narrativa apocalíptica y llena de incertidumbres económicas y sociales, con el firme objetivo de deslegitimar y por ese camino ambientar lo que en su momento se llamó “golpe de Estado blando”. En otras circunstancias, podrían ser investigados por generar "pánico económico". 

Sin duda alguna, lo hecho por Caracol Noticias hace parte de la apuesta (des)informativa ideologizada con la que sus propietarios y editores decidieron asumir el trabajo de cubrir todo lo que hiciera o dejara de hacer el primer gobierno de izquierda en Colombia, con el único objetivo de mentir, tergiversar o minimizar lo positivo. Por el contrario, con los hechos negativos, el propósito es agrandar o sobredimensionar sus efectos. Poco a poco se le van acercando a RCN. Pronto veremos un empate en términos de irresponsabilidad informativa.



Imagen tomada de X, Jorge Jaramillo.

lunes, 11 de marzo de 2024

AUDIENCIAS EMBRUTECIDAS: RESPONSABILIDADES COMPARTIDAS

 

 

Por Germán Ayala Osorio  

 

Vuelve Petro a lanzar pullas contra los medios masivos. En particular, contra RCN y Caracol, a los que responsabilizó de “haber embrutecido a la sociedad colombiana”. De inmediato, la reacción de otros medios dio vida a titulares en los que se habla de una ofensa presidencial, de una brutal arremetida y de una acción intimidante hacia la libertad de prensa. Exageraciones de unas empresas mediáticas que hoy hacen oposición política al gobierno, usando sus páginas informativas y editoriales. 

Es muy difícil medir cuánto del estado de “embrutecimiento o adormilamiento” que pueda llegar a sufrir y exhibir un ciudadano colombiano obedece a la acción mediática asociada al consumo de información noticiosa o de otros productos culturales como novelas, reality show o programas de chismes y chistes. Sábados Felices, por ejemplo, es responsable de la naturalización del racismo, del machismo y del clasismo, por las burlas que cada sábado sus humoristas hicieron de los negros, de los pobres, enfermos y de las mujeres. No sé si todavía lo hacen.

Creo más bien que hay una responsabilidad compartida entre las audiencias “embrutecidas”, los medios informativos y las firmas privadas que, a través de la pauta, apoyan el ejercicio periodístico corporativo. Incluso, esa responsabilidad hay que trasladarla a sucesivos gobiernos y al Estado mismo, por los millones de pesos gastados en pauta oficial.

Aunque recientes encuestas aseguran que los niveles de lectura de libros subieron, en general el pueblo colombiano no lee y cuando lo hace, no entiende lo que leyó y mucho menos puede hacer lecturas cruzadas, en el marco del pensamiento complejo y crítico.

Durante el gobierno de Uribe Vélez fue evidente la intención de la Gran Prensa bogotana de consolidar lo que en su momento se llamó el unanimismo ideológico y político en torno a la figura mesiánica del entonces presidente antioqueño. Ese unanimismo es y fue el correlato de lo que se conoce como el pensamiento único.

En universidades privadas era común ver estudiantes “uribizados” a los que les molestaba que algunos de sus profesores criticaran la Seguridad Democrática o se cuestionara al político paisa por su pasado en la Aeronáutica Civil o se expusieran en clase apartes de libros en los que se señalaba al jefe del Estado como responsable de las masacres del Aro y La Granja y el asesinato de José María Ovalle; o las chuzadas a los magistrados de la entonces Corte Suprema de Justicia y la operación del DAS como la policía política de ese gobierno. Recomiendo leer dos libros en los que se explican las circunstancias de lo que se vivió en Colombia en materia de construcción de una opinión pública acrítica, adormecida y de acuerdo con Petro, “embrutecida”. Las ficciones del poder, de Fabio López de la Roche y Medios de comunicación y seguridad democrática: de la democracia radical, al unanimismo ideológico (Ayala O, G. et al).

Lo sucedido entre 2002 y 2010 puede servir para señalar que efectivamente RCN y Caracol, en gran medida son responsables de haber construido durante muchos años unas audiencias incapaces de sentir respeto y empatía por los más vulnerables y, de manera selectiva, por afros, indígenas y campesinos; de hacer lecturas complejas de los hechos noticiosos y confrontar los reduccionismos y los ocultamientos periodísticos expresados durante años. Por ejemplo: esos medios, junto a otros, nos hicieron creer que el único problema del país era la existencia de la guerrilla, lo que permitió ocultar que es la corrupción, el ethos mafioso, la gran problemática cultural que no nos deja avanzar como sociedad y Estado modernos. Bastó con el silenciamiento de los fusiles cuando las Farc-Ep firmaron el armisticio con el Estado para darnos cuenta de que lo que reina en Colombia es la impunidad y la corrupción público-privada.

Está muy bien que los colegas de otras empresas mediáticas salgan a defender a RCN y a Caracol, pero deberían todos sentarse por un momento a hacer un mea culpa. Lo podrían hacer, una vez lean las dos investigaciones aquí recomendadas y miles de libros de análisis de los tratamientos periodísticos a hechos noticiosos que la Academia ha publicado desde hace mucho tiempo.

Dentro de las audiencias embrutecidas de las que habla el presidente Petro, no se puede incluir a quienes por, actitud de vida, poco o nada les importa lo que pasa en su país. Muchos de estos “importanculistas” lo hacen por conservar la salud mental. Lo que no se puede negar son los efectos negativos que los media producen en las audiencias, en particular aquellos ciudadanos que consumen noticias, novelas y programas de chismes, entre otros, con un bajo o nulo capital cultural. Allí puede empezar el proceso de embrutecimiento. 

No podemos olvidar que cientos de miles de colombianos salieron berracos a votar en el plebiscito por la paz, porque creyeron que al votar Si al acuerdo de paz de La Habana, corrían el riesgo de convertirse en homosexuales, por ser víctimas de un rayo homosexualizador. Sin duda, un claro ejemplo de unas audiencias ignorantes, además de homofóbicas. 

Adenda: importanculistas se refiere a las personas a las que les importa un reverendo jopo lo que pase en el país. 




Imagen tomada de la red internet. 

jueves, 7 de marzo de 2024

NÉSTOR MORALES Y LUIS CARLOS VÉLEZ ESTÁN "PETROFICADOS"

 Por Germán Ayala Osorio

 

Las agendas informativas de varios medios masivos se Petrificaron o se Petroficaron. Es decir, rondan casi que exclusivamente alrededor de lo que hace, dice, deja de hacer, tuitea o repostea en la red X el presidente de la República, Gustavo Petro.  

Blu radio, orientada en las mañanas por el tendencioso periodista-estafeta, Néstor Morales, es uno de esos medios con agenda Petrificada. Todos los días se despachan en contra del gobierno, pero en particular, contra la figura presidencial, de la que no pueden ocultar su desprecio.

El sesgo de Morales es tan evidente, que su versión de los hechos se impone sobre los matices o lecturas más responsable que Héctor Riveros intenta presentar. Este último, junto a Álvaro Forero, mantienen la cordura, lo que les permite hacer juicios más elaborados, que los de sus compañeros de cabina. Los demás asienten y aceptan sin chistar las interpretaciones particulares de Morales, convertido de tiempo atrás en el nuevo punisher del periodismo Petrificado o anti-Petro. Su antipetrismo, un tanto enfermizo, le resta credibilidad a Morales y a sus compañeros, al tiempo que los expone ante una audiencia que, a pesar de las manipulaciones periodísticas, cada vez más acude a informarse de otras fuentes que les ofrezcan menos sesgos y tratamientos tendenciosos como los que a diario entrega Blu radio. Por andar Petrificados, dejaron de hacer periodismo, para dedicarse al activismo político.

Junto a Semana, El Colombiano, El País, El Heraldo y El Tiempo, Blu radio y La FM consolidan el grupo de periodistas y empresas mediáticas que todos los días, muchas veces sin contrastar con las versiones del gobierno, entregan a sus audiencias una información contaminada de un inocultable clasismo y de una lectura amañada de los hechos políticos, asociada a los intereses de los propietarios de dichas empresas y los de los agentes que pautan en esos espacios. Valdría la pena que en los Observatorios de Medios de varias universidades se diseñen investigaciones académicas para corroborar lo que digo en esta columna. La hipótesis está servida.

Si la vigilancia y la crítica despiadada que hoy ejercen sobre el gobierno progresista hubiera sido aplicada al nefasto gobierno de Iván Duque Márquez e incluso, sobre las acciones y decisiones tomadas en los dos periodos de Álvaro Uribe Vélez, entonces sería muy difícil verles el sesgo y en ocasiones, la perversa intención de tergiversar los hechos.  

Bajos esas circunstancias, dichos medios y periodistas son responsables en gran medida de la crisis de credibilidad que los acosa y la estampida de miembros de sus audiencias, cansados de ver y oír todos los días la misma narrativa antipetrista. Y lo peor de todo es que no hay auto crítica y mucho menos tienen la figura de un press ombudsman que defienda a las audiencias que a diario se exponen a la ojeriza con la que examinan al actual gobierno.

A Blu radio le vendría bien dar más visibilidad a Riveros y a Forero. Para el caso de La FM, valdría la pena que invitaran a hacer parte de la mesa de trabajo a un periodista, abogado, economista o filósofo, que contraste y confronte los tratamientos tendenciosos de Luis Carlos Vélez. Este joven locutor, en un ataque ideológico y al aire, le sugirió al entonces candidato Joe Biden, “tener un acto de caballerosidad y conceder en que gane Donald Trump”. De ese talante suelen ser sus “análisis”.

Adenda: imagino que Morales y Vélez no echan gasolina a sus vehículos en estaciones de Petrobas.




Imagen tomada de la red X

miércoles, 14 de febrero de 2024

MEDIOS HEGEMÓNICOS VS MEDIOS ALTERNATIVOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Sin que exista una declaración pública que así lo confirme, se advierte un claro enfrentamiento  entre periodistas que trabajan para medios hegemónicos y los colegas que lo hacen para medios alternativos. Se trata, por supuesto, de un contrapunteo sutil, casi imperceptible, pero que con el correr de los días puede volverse más serio. Esa situación se presenta por las preguntas y las dudas que periodistas afectos al régimen de poder hicieron recaer sobre la Revista Raya, medio alternativo que irrumpió con revelaciones de documentos oficiales que darían cuenta de prácticas dolosas de la vicefiscal Martha Mancera, hoy encargada de la Fiscalía, gracias a los magistrados de la CSJ que insisten en dilatar la elección de la nueva fiscal general de la Nación.

El hecho noticioso que daría vida a las dudas, al inadvertido enfrentamiento entre alternativos y hegemónicos y a los interrogantes sobre el origen de la financiación de un medio como la Revista Raya tiene que ver con los informes periodísticos con los que los reporteros de varios medios independientes y alternativos, como Raya, cuestionan a Martha Mancera, por cubrirle las espaldas a alias “Pacho Malo” y por sus presuntas relaciones con mafiosos del norte del Valle del Cauca, de acuerdo con los informes publicados.

Las preguntas las hicieron públicas La W y la periodista María Camila Díaz de Mañanas Blu, quienes confrontaron a los periodistas de la Revista Raya sobre quiénes los financian, si reciben aportes estatales o del gobierno de Petro; su cercanía con RTVC (medio estatal) y en general, por sus investigaciones sobre las andanzas de Mancera.

Mientras que La W invitó al director de Raya, Edinson Bolaños y a Sonia Cifuentes, productora,  para que despejaran las dudas sobre “quiénes están detrás de la revista”, María Camila Díaz lanzó las dudas al aire sin darle la oportunidad a sus colegas de contar de dónde surgió el proyecto periodístico y la creación de la fundación que lo sostiene. Cifuentes fue categórica al decir que no hay nadie detrás de la Raya y que son ellos, un puñado de profesionales, que decidieron apostarle a un periodismo distinto, alejado claro está, de las dinámicas y los intereses corporativos y políticos de los medios y los periodistas tradicionales.

La pérdida de legitimidad y credibilidad de los medios hegemónicos, como RCN, Caracol, Semana, El Colombiano, El País y El Tiempo, entre otros más, viene generando la irrupción de proyectos periodísticos quijotescos como Raya, Cuestión Pública, Vorágine y La Nueva Prensa, entre otros, con el objetivo claro de hacer el periodismo que sus colegas de los medios tradicionales no pueden hacer porque las políticas editoriales están sujetas a los intereses políticos y económicos de los conglomerados económicos que los patrocinan y sostienen.

Mientras que La Nueva Prensa, Cuestión Pública y la Revista Raya se han puesto a la tarea de develar las andanzas de Mancera, medios del establecimiento colombiano, como La FM, y El Colombiano, hacen ingentes esfuerzos por lavarle la cara a la fiscal general (e), poniendo en duda las versiones de los funcionarios de la propia fiscalía que señalan y cuestionan a Mancera.

Sin duda alguna, la irrupción de medios alternativos constituye un hecho periodístico de gran valía por cuanto estamos ante la democratización de la información, pero lo más importante quizás sea que dichos medios están haciendo la tarea que sus colegas no pueden hacer. El periodismo puede ser uno solo deontológicamente hablando, pero en su praxis diaria emergen dos tipos de periodistas: los que se paran en la raya hasta que la verdad de los hechos la conozcan las audiencias y otros que están para ser estafetas y servirle al viejo establecimiento, con el firme propósito de ocultarle a sus audiencias las maneras como viene operando el régimen de poder en Colombia, desde tiempos inmemoriales. Es claro que hay medios tradicionales que le están apostando a que la interinidad de Mancera se extienda en el tiempo en beneficio de poderosos agentes económicos y políticos que hacen parte de eso que se llama el establecimiento colombiano.



Imagen tomada de Internet. 

domingo, 11 de febrero de 2024

CRIMEN DE DON GUILLERMO CANO: TARDÍA PETICIÓN DE PERDÓN

 

Por Germán Ayala Osorio

En plena conmemoración del Día del Periodista y de manera tardía, el Estado colombiano pidió perdón al país, a los periodistas de El Espectador y a la familia de la víctima por el magnicidio de don Guillermo Cano Izasa, director del prestigioso y combativo periódico liberal.

La petición de perdón que hizo el ministro de Justicia, Néstor Osuna, llegó casi 38 años después de perpetrado el atroz crimen contra el periodismo independiente, la ética periodística y la vida digna de un agudo reportero comprometido, como pocos, con la búsqueda de la verdad. El verdugo: Pablo Emilio Escobar Gaviria, el más sanguinario asesino serial de la historia de Colombia. Sus cómplices: agentes estatales, una parte de la sociedad, empresarios corruptos y Luis Carlos Molina y la empresa Confirmesa. De esa empresa, aparece Álvaro Uribe Vélez como miembro principal de la Junta Directiva. Resulta macabramente curioso y llamativo que la empresa de donde salió el cheque con el que se pagó a los sicarios de don Guillermo Cano aluda a la postura firme, sólida y consistente del gran reportero. De vaina, dicha sociedad no se registró bajo el nombre de Confirmeza.

El ruego de perdón de Osuna sonó sincero y sentido, hecho que hace pensar que no se trató de una simple ceremonia en cumplimiento de una orden de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Por el contrario, el país entendió que el encuentro constituye un compromiso para que la justicia siga ahondando en el esclarecimiento del crimen, hasta llegar a quienes desde el poder político coadyuvaron a que se perpetrara el magnicidio contra el único medio de la época que se le “paró a Pablo Escobar” y a varios bandidos de cuello blanco.

Así como hubo periodistas como don Guillermo Cano que no se dejaron amedrentar del cruel asesino antioqueño, otros hicieron parte de las nóminas de los carteles de Medellín y Cali: locutores, periodistas deportivos y judiciales se dejaron cooptar por las mafias de la época. Quizás desde allí viene la crisis de credibilidad del periodismo en Colombia.

Es tiempo de empezar a erosionar las narrativas heroizantes que pusieron a Pablo Escobar a caminar, después de muerto, en gorras, camisetas, llaveros y series de televisión. Y la mejor forma de hacerlo es construir un relato lo suficientemente universal que ponga en el centro de la admiración social a periodistas con el talante de don Guillermo Cano.

Resulta excremental que haya una ruta turística para conocer de las fechorías y crímenes de Pablo Escobar, y no una que lleve a propios y extraños a conocer la férrea formación ética y moral de la familia periodística que se enfrentó a poderosos agentes económicos que, con la amenaza del retiro de la pauta publicitaria, quisieron evitar que se publicaran sus cochinas maniobras financieras.




Imagen tomada de Infobae

viernes, 9 de febrero de 2024

DÍA DEL PERIODISTA: ¿ALGO PARA CELEBRAR?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En el Día del Periodista bien vale la pena hacer un ejercicio analítico alrededor de la realidad de un oficio que siempre fue y será el espejo en el cual el poder político y económico hegemónico se mira a diario, para saber hasta dónde puede estirar la siempre elástica y acomodaticia ética periodística.

Si se hace un corte diacrónico en 1998, cuando nacen los canales privados de televisión, entonces podemos decir que ahí se afianzaron los problemas de credibilidad en los medios tradicionales. De ahí en adelante, la compra de periódicos como El Tiempo y El Espectador por parte de conglomerados económicos naturalizó la mercantilización de la información y la manipulación de los hechos noticiosos, incluida su invisibilización.   

Aunque las condiciones en las que operan hoy esas dos casas periodísticas son distintas, lo cierto es que su condición de actores políticos la comparten plenamente, aunque siga siendo imperceptible para una parte importante de la opinión pública.

El Tiempo en manos de Sarmiento Angulo no es ni la sombra de lo que fue en los años 70 y 80 con su Unidad Investigativa. A través de sus páginas, hoy se miente, tergiversa y se minimizan hechos noticiosos. Recuérdese cómo El Tiempo ocultó la responsabilidad de Coviandes en la caída del puente Chirajara. El titular fue este: Desplome de puente deja 9 muertos en vía al Llano. Lo contrario hizo El Espectador al apelar a este titular de cita: Coviandes debe responder por caída de puente: Mintransporte. Las diferencias son tan evidentes que no es necesario decir nada más. Coviandes hace parte del conglomerado económico de Sarmiento Angulo. 

En cuanto a los periodistas es bueno también decir que, si bien el oficio es uno solo, hay muchos tipos de periodistas. Están los y las vedettes del periodismo nacional, especie de mercaderes y estafetas del régimen de poder o de manera directa de sus patronos. Normalmente ocupan cargos de dirección dentro de los medios masivos desde donde se auto censuran.

Hay quienes conducen programas de opinión en la radio y televisión que los presentan hábilmente como espacios de información, pero que realmente operan como trincheras ideológicas y políticas. La FM, Blu Radio y la W son buenos ejemplos de cuarteles generales desde donde hoy se promueven procesos de desestabilización del actual gobierno, a través de la entrega de información sesgada, la consulta de fuentes tendenciosas o simplemente, evitando reconocerle algo positivo a la actual administración. Muchos de estos colegas actúan más como activistas políticos y agitadores, que como reporteros responsables con el mandato constitucional de informar con veracidad y responsabilidad social con las audiencias.

Están los independientes que desarrollan una labor titánica en sus medios alternativos. En estos momentos de crispación ideológica y política son los únicos en los que se puede confiar. Eso sí, la lista no es muy larga, pero hay que decir que la calidad periodística los desborda: todos los periodistas de los equipos de Cuestión Pública, Revista Raya, Vorágine, La Nueva Prensa y Noticias Uno son ejemplo de profesionalismo. Aparecen también esfuerzos editoriales como El Unicornio y La Oreja Roja que tienen como objetivo generar estados de opinión divergentes.

Así las cosas, cada 9 de febrero se conmemora el Día del Periodista, pero poco se advierte sobre las precarias condiciones laborales, las presiones a las que están sometidos y a la falta de garantías de seguridad en las que trabajan los periodistas de las “provincias”.

El oficio va perdiendo su belleza cada que un reportero tergiversa los hechos tal cual como sucedieron. Se “afea” el bello oficio cuando los propietarios ordenan a los editores y directores no cubrir un hecho en específico o minimizar su trascendencia. A pesar de todo lo anterior, siempre habrá quienes se destaquen informando con veracidad y buscando la verdad de los hechos. Feliz día para aquellas y aquellos.



Imagen tomada del Concejo de Pereira. 

domingo, 4 de febrero de 2024

PERIODISTAS SERIOS EN MEDIO DE LA CRISIS DE CREDIBILIDAD DEL PERIODISMO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Hasta antes de la llegada de Gustavo Petro a la Casa de Nariño, las casas periodísticas tradicionales gozaban de una generalizada credibilidad, fruto, en muchos casos, de la no existencia de medios alternativos y por supuesto, de la incapacidad de una parte importante de las audiencias de confrontar o entender sus siempre parcializadas narrativas periodísticas, cargadas de intereses políticos.

Con la irrupción de las redes sociales, medios como El Tiempo, El Colombiano, El Espectador, Semana y un número importante de informativos radiales y televisivos perdieron poder de penetración en las audiencias, en particular en los jóvenes universitarios. Aunque no se puede negar que aún imponen sus agendas y ponen al país a hablar de lo mismo cada vez que se ponen de acuerdo para minimizar hechos noticiosos poco favorables a los intereses corporativos que defienden.

La llegada del primer presidente de izquierda obligó a los propietarios de los medios masivos tradicionales a tomar partido y a exhibir sin tapujos sus intereses corporativos y políticos. Ejemplo de ello son El Tiempo, del banquero Sarmiento Angulo y Semana, de los Gilinski, convertidos hoy en agentes de la Oposición política. El Colombiano juega también en la arena política como un agente de poder regional desde donde se hace oposición al actual gobierno. Todos tres, junto con otros, hacen periodismo militante.

En varias ocasiones, las informaciones entregadas por estos medios fueron desmentidas o matizadas por el propio presidente Petro. Hay que decir que han caído en la dolosa práctica de las fake news, y en tratamientos periodísticos sesgados o alejados de los principios éticos de sus propios manuales de redacción y actuación.

Bajo esas circunstancias, varios periodistas considerados como “vedettes” del periodismo nacional terminaron enfrentados políticamente.

Daniel Coronell es un periodista judío que jamás comulgó con las prácticas de Álvaro Uribe Vélez y las que este logró extender a través de lo que se conoce como el uribismo, especie de doctrina política seguida por personajes como Iván Duque Márquez, el fiscal Francisco Barbosa Delgado, empresarios, militares, artistas, políticos y millones de ciudadanos del común que siguen de manera fiel al mesías paisa; se suman a esa congregación,  una docena de periodistas que se mantienen en los grandes medios porque demostraron admiración hacia el caballista y latifundista nacido en Salgar. Otros, simplemente, actúan con una gran dosis de pragmatismo para mantener el trabajo. Unos fungen como directores de noticieros de televisión, otros como conductores de programas radiales. Valga señalar a medios como La FM y Blu radio, en cabeza del infantil de Luis Carlos Vélez y el fatuo de Néstor Morales.

Las indagaciones, denuncias y columnas de Coronell, en contra del expresidente y hoy expresidiario, Álvaro Uribe Vélez, se explican por una vieja disputa jurídica entre los dos. Desde su salida de Semana, Coronell tomó distancia de Vicky Dávila, periodista de derecha, afín al ideario del expresidente antioqueño y de Barbosa Delgado. Incluso, la vieja amistad entre los dos comunicadores quedó hecha añicos por las notables diferencias éticas en el ejercicio del oficio.

A la par del trabajo de Coronell, de desnudar las andanzas y cochinadas de todo lo que rodea a Uribe Vélez, aparece Yohir Ackerman, quien, a través de sesudas columnas, logra exponer las divagaciones y mentiras del fiscal Barbosa, miembro activo de esa cofradía que se conoce como uribismo.

En otra mesa, pero con el mismo afán de investigar y encontrar la verdad, aparece el periodista Gonzalo Guillén quien conoce la trayectoria criminal, según él mismo, de Uribe Vélez desde cuando este fue director de la Aerocivil. Guillén tiene especial interés en denunciar a criminales de cuello blanco. Y al igual que Coronell y Ackerman, sus investigaciones están al servicio de develar todo lo oscuro que se produce al interior de eso que se llama uribismo.

Así las cosas, y a pesar de los buenos oficios de los periodistas aquí reseñados, el país político, académico y periodístico asiste a la más grave crisis de credibilidad de la gran prensa colombiana. Se constata, por ejemplo, que El Tiempo pasó de ser un periódico liberal e históricamente gobiernista, a ser un medio derechoso, interesado en deslegitimar a diario al actual gobierno, por cuenta de las diferencias ideológicas y ético-políticas que separan a Sarmiento Angulo con el presidente Petro. Entre tanto, Semana pasó de ser una prestigiosa revista de investigación y opinión, a servir a los intereses oscuros del fiscal Francisco Barbosa, quien usa a la revista para filtrar información delicada de procesos penales.

En el 2026, cuando Petro entregue el poder, la crisis de credibilidad de la gran prensa en Colombia no cesará de crecer, pues enfilarán sus baterías para que sus mecenas recuperen el poder que la izquierda les arrebató en franca lid.

Termino recordando un par de frases célebres de Ryszard Kapuscinski que bien sirven para comprender todo lo malo que pasa hoy con el periodismo y los periodistas colombianos: “Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”. “Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos”.


Adenda: resalto el trabajo de medios como Revista Raya, Cuestión Pública, El Unicornio, La Oreja Roja y el del periodista Julián Martínez y, claro, el de Noticias Uno. 



Imagen tomada de la red internet. 

viernes, 26 de enero de 2024

MILEI, PETRO, JANIOT Y EL LLAMADO A CONSULTAS DEL EMBAJADOR ROMERO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Con el llamado a consultas al embajador de Colombia, en Argentina, Camilo Romero, es probable que se dé el enfriamiento o quizás la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Argentina y Colombia. Ojalá la calentura política pase rápidamente y ese escenario no se dé.

Como se sabe, en una entrevista concedida a la periodista colombiana, Ángela Patricia Janiot, el presidente de los argentinos se refirió a su homólogo, Gustavo Petro como un “comunista asesino que está hundiendo a Colombia”.

Más allá del cruce de misivas diplomáticas que produzca la arremetida de Milei, resulta interesante reflexionar en torno a los perfiles de los dos mandatarios y al propio de la periodista que lanzó el anzuelo y que Milei picó sabiendo de los efectos políticos y mediáticos que iba a provocar.

Lo primero que hay que decir, antes de ir a mirar el carácter de los dos mandatarios es que la política y el periodismo se parecen mucho. Al fin y al cabo, sus ejercicios son formas del poder.  En lo que toca a las personalidades de Petro y Milei hay que advertir que ambos son unos provocadores profesionales. Los dos son subversivos, en el sentido en el que le apuntan a subvertir, radicalmente, los órdenes establecidos y dominantes en Argentina y Colombia.

El presidente colombiano es considerado por una parte importante del “viejo” establecimiento colombiano, como un político que llegó a perturbar la operación del ethos mafioso que por siglos le funcionó a la clase política y empresarial que lidera eso que se conoce como el régimen de poder tradicional. Después del estallido social y las crisis generadas por la pandemia del Covid19, la pobreza y el malestar social crecieron de tal forma, que el discurso reivindicativo al que apeló Petro en campaña, lo catapultó para llegar al Solio de Bolívar. Petro tiene en su cabeza el modelo de Estado de Bienestar europeo, pero olvida que aún la sociedad colombiana, incluida las élites, deviene premoderna, incivilizada, goda, aporofóbica, misógina, machista, violenta, tramposa, miserable, clasista y racista, circunstancias estas que hacen casi imposible pensar en que funcione el Estado bajo esos parámetros del bienestar colectivo.

Entre tanto, Milei llegó a la Casa Rosada para alterar los planes de una casta política que dice defender ideas peronistas, sin que ello les fuese óbice para consolidar mafias clientelistas responsables en buena medida de la debacle económica que sufren hoy los argentinos. De ese malestar social brotaron los votos que llevaron a Milei a sentarse en el sillón de Rivadavia. Macri (derecha) y la familia Kirchner (izquierda) son responsables de la crisis socio económica que hoy ahoga al pueblo gaucho. Milei, con su discurso neoliberal, expone su clara animadversión contra todo lo que huela a socialismo y comunismo. Para el mandatario argentino, ambos modelos son una “enfermedad del espíritu y quienes los promueven son basura, o excremento humano”.La verdadera enfermedad argentina se llama socialismo. En la medida que un país abraza esas ideas, lo único que le va a ocurrir es ser cada vez más pobre”.

Entonces, Petro y Milei se parecen mucho, así ideológicamente estén parados en orillas ideológicas distintas. Eso sí, esta crisis diplomática no se hubiera presentado si la periodista Ángela Patricia Janiot no actuara también como una provocadora profesional. Eso sí, su actuar resulta comprensible cuando se asume el ejercicio periodístico para suscitar enfrentamientos ideológicos y políticos y crisis diplomáticas como la que está en camino de producirse con el llamado a consultas que acaba de hacer Colombia. En una anterior oportunidad, Janiot sacó de casillas al entonces presidente Iván Duque Márquez. Y lo hizo, preguntándole que si él era el títere de Uribe. Janiot, hija de un exfutbolista argentino, molestó al entonces presidente-títere y cumplió así con el principio periodístico de incomodar a quienes ostentan poder. 

Al ver la entrevista con Milei, Janiot la manejó muy a su estilo, esto es, sin confrontar las ideas y las explicaciones económicas que le estaba dando Milei a sus preguntas. Prácticamente, se trató de un monólogo que parecía disfrutar Janiot, periodista que bien podríamos ubicar a la derecha del espectro ideológico y político.

Janiot sabía que no podía dejar que la entrevista-monólogo terminara de esa manera. Por ello, acudió a la “vieja escuela del periodismo farandulero” y le lanzó el anzuelo con el que hoy millones de argentinos y colombianos acudieron a las redes para reproducir el video de la entrevista o por lo menos a escuchar los minutos finales en los que se produjo la arremetida de Milei. El presidente argentino aprovechó la oportunidad que le brindó Janiot para revivir el enfrentamiento político con Petro que se produjo durante la campaña que lo llevó a la Casa Rosada. Recordemos que Petro lo comparó con Hitler, en respuesta a Milei por haber dicho que el socialismo y los socialistas son excremento. Así las cosas, Petro, Milei y Janiot son tres provocadores profesionales. Y ninguno va a cambiar. 

 

Adenda: resulta inconveniente y poco diplomática la reacción del embajador, Camilo Romero, al calificar al presidente Milei de “hipócrita”.




Imagen tomada de Telam

jueves, 18 de enero de 2024

PERIODISMO INCISIVO SOLO CON EL GOBIERNO DE IZQUIERDA

 

Aunque se advierte un descenso considerable en el consumo de los hechos noticiosos creados por los medios masivos, en especial en la gente más joven, los efectos psico sociales de las empresas mediáticas sigue siendo alto en quienes aún consumen la información sin mayor capacidad crítica.

También es cierto que las redes sociales le hacen un fuerte contrapeso a la información noticiosa, en particular cuando esta deviene contaminada por los sempiternos intereses de los propietarios de los medios, sus editores y los de los anunciantes que pautan a diario.

Con la llegada del primer presidente de izquierda, la gran prensa capitalina, de la mano de los medios regionales, asumió la tarea de deslegitimar al gobierno de Gustavo Petro, como nunca se intentó hacer con gobiernos anteriores. Reconocidas empresas mediáticas como RCN, Caracol, Semana, El Colombiano, El País, Blu Radio, La W y La FM asumieron dicha tarea creando una agenda política compartida que tiene como objetivo debilitar al gobierno de Gustavo Petro e incluso, si posible, desestabilizarlo a través de fake news y tratamientos periodísticos-noticiosos amañados ideológicamente.

Los efectos psicosociales generados por las intrigas, análisis sesgados y las maliciosas interpretaciones de hechos y decisiones de gobierno, que a diario hacen los periodistas de esas casas periodísticas, serían mayores de no contar con las respuestas que el presidente Petro a diario hace de las notas que publican sobre sus actos de gobierno. De ahí la molestia de los comunicadores, que nunca encontraron en un presidente de la República que confrontara sus versiones e interpretaciones a través de la red X.

Lo cierto es que no hay día en el que dichas empresas informativas ataquen al gobierno, con o sin razón. Confrontar y molestar al poder es, sin duda alguna, una tarea clave e irrenunciable en el ejercicio periodístico. El problema radica cuando en el cumplimiento de esa tarea, se apela a la mentira y a sesgadas interpretaciones de los hechos que llaman la atención de la prensa. Ese comportamiento confrontacional de la prensa bogotana no se dio jamás con anteriores gobiernos, lo que permite concluir que efectivamente esas empresas mediáticas comparten un mismo objetivo: deslegitimar al gobierno de Petro y si es posible, desestabilizarlo.

Asistimos, entonces, a un ejercicio periodístico violento. Generar una opinión pública negativa y adversa constituye una forma de violencia discursiva que bien podría matizarse haciendo un ejercicio periodístico equilibrado, sensato y evitando las fake news.

Esos medios y periodistas que hoy hurgan en los gastos del gobierno en sus traslados y promociones de Colombia como el “país de la belleza”, guardaron silencio y aún mantienen el mutismo frente a casos de corrupción política en los que estuvieron comprometidos los nombres de varios políticos y banqueros. Por ejemplo,  el entonces presidente-títere Iván Duque y su señora madre, conocida en algunos medios como “la madrina”, en referencia a un caso de corrupción con los bienes de la SAE. Así mismo, con la escandalosa fortuna alcanzada por los hijos de Uribe en tan poco tiempo y las propias andanzas del expresidente y expresidiario antioqueño, con el que se cuidaron de confrontarlo directamente por asuntos como los falsos positivos, la apropiación irregular de un baldío, el mismo que devolvió no presiones de la prensa bogotana, sino por las del senador Wilson Arias Castillo; también, por el recibo de una millonaria suma de dinero de la política  Agro Ingreso Seguro; de igual manera, esas empresas mediáticas guardaron silencio frente a la corrupción del grupo AVAL, reconocida ante las autoridades americanas. Fue evidente la intención de los periodistas de esas empresas mediáticas de evitar el escándalo que supone debe darse ante el pago de coimas en la construcción de la Ruta del Sol 2 que se pagaron con la aprobación de directivos de ese grupo financiero y empresarial.  

Por estos días, varios medios radiales se dedicaron al tema de los costos del alquiler de la “casa Colombia” en Davos, Suiza y a la conmemoración del robo de la espada de Bolívar por parte del M-19.  En los tratamientos periodísticos de ambos casos, cayeron en exageraciones y lecturas amañadas. Periodistas como Néstor Morales, de Blu radio, cuñado del expresidente Iván Duque Márquez, todos los días deja ver su animadversión hacia todo lo que le huele a izquierda y progresismo. En la mesa de trabajo de Blu radio varios de sus compañeros hacen ingentes esfuerzos por generar un mal ambiente social y político en sus oyentes. Es decir, generar una opinión pública no solo adversa al gobierno de Petro, sino una que provoque desazón, rabia e incertidumbre en las audiencias.

No es posible que logremos en Colombia la reconciliación que se exige desde los micrófonos de Blu radio. En este punto, en la mesa de trabajo de Blu radio plantearon la necesidad de que el presidente Petro pidiera perdón por haberse levantado en armas en los años 70, en el marco del conflicto armado interno. De igual manera, por los hechos del Palacio de Justicia, toma de la que no participó el actual mandatario y el robo de la espada de Bolívar.  Morales, por ejemplo, solo ve los problemas en la izquierda. De manera maliciosa oculta la operación de la derecha como orilla ideológica y los daños culturales que dejaron en el país quienes militan en ese espectro ideológico: neoliberales como César Gaviria, Santos, Duque y Uribe Vélez. En particular, sobre la incontrastable corrupción política en los gobiernos de Uribe y Duque, la gran prensa bogotana y periodistas como Morales fueron cautelosos y nada incisivos.

La violencia discursiva en la que incurren a diario los señalados medios y periodistas es el mayor obstáculo para construir un mejor país y la anhelada reconciliación. La prensa afecta a los intereses del “viejo” régimen de poder en Colombia en buena medida es responsable de los niveles de violencia discursiva que se registran a diario en el país.

No se trata de que oculten lo que este gobierno viene haciendo mal y mucho menos, evitar exponer los casos de corrupción de los funcionarios. Lo que se les pide es rigor y sobre todo que la acción de confrontar a los poderosos se haga con todos, incluyendo a los Cacaos y propietarios de las empresas mediáticas. Comprar empresas mediáticas para poner a sus periodistas a taparles la corrupción y los pérfidos intereses de sus propietarios recrea el escenario propicio para que en Colombia opere la auto censura mediática y se logre así el empobrecimiento de la opinión pública y el ejercicio amañado- corporativo- del periodismo.



Imagen tomada de Semana.com

jueves, 11 de enero de 2024

LUIS CARLOS VÉLEZ Y EL RIFIRRAFE CON EL EXPRESIDENTE RAFAEL CORREA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La entrevista que el expresidente del Ecuador, Rafael Correa concedió al periodista colombiano Luis Carlos Vélez de la FM de RCN, terminó en un enfrentamiento verbal- en una grotesca garrotera- en el que quedaron en evidencia varios hechos. De un lado, la chabacanería, soberbia y grosería del entrevistador y la intemperancia del entrevistado. Al final, los afectados fueron los oyentes que no lograron comprender el punto de vista de Correa, quien no solo defiende su gestión como mandatario, con cifras y realizaciones, sino que en varios medios explicó el desmonte que los sucesivos gobiernos de derecha hicieron de sus programas sociales y de políticas que permitieron durante su administración disminuir el poder del crimen organizado que hoy tiene en jaque al gobierno del presidente Noboa.

Luis Carlos Vélez es un periodista-estafeta del “viejo” régimen, acostumbrado a increpar a quien no comparte su misma ideología. Es pretencioso y está acostumbrado a hacer ligeros análisis, los mismos que sus compañeros aplauden y asienten muy seguramente para no contradecirlo.  Vélez convirtió la FM en una trinchera política desde la que todos los días, con la ayuda de los mensajes de sus oyentes, consolida una imagen negativa del gobierno de Gustavo Petro. En sus formas periodísticas no hay lugar a matices y mucho menos al reconocimiento de algo que se haya hecho bien desde la Casa de Nariño. Vélez practica un periodismo parcializado y tendencioso. En palabras del expresidente ecuatoriano, se trata de un periodismo mediocre, el mismo al que Rafael Correa se enfrentó durante su largo mandato como presidente de la República.

En la entrevista al exmandatario ecuatoriano el locutor de la FM le preguntó a Rafael Correa si estaba interesado en volver a ser presidente del Ecuador. Ante la molestia del expresidente, Vélez lo increpó y le cuestionó preguntándole “si tenía o no los cojones para responder la pregunta”. Este no es el tipo de lenguaje que se espera de un periodista que tiene la obligación de entregar información veraz y oportuna y de ofrecer a sus oyentes análisis o por los menos, explicaciones razonables sobre asuntos y problemáticas coyunturales como las que afronta hoy el Ecuador.  

En el malogrado diálogo al aire, Correa dejó ver su clara molestia por los periodistas de RCN, medio de derecha que defiende los intereses de lo que se conoce como el “uribismo”. Y del lado de Vélez, este dejó ver su animadversión hacia todo lo que le huela a izquierda y progresismo. Como expresidente, Correa está en la obligación de conservar la calma y la altura. Pudo poner en su sitio al entrevistador, con argumentos, evitando así caer en un innecesario enfrentamiento verbal.

Luis Carlos Vélez es el tipo de periodistas-estafetas que saben escoger muy bien las preguntas y afinar los cuestionamientos, de acuerdo con la calidad, el talante o la importancia del entrevistado. Cuando entrevistó a Iván Duque, en plena campaña electoral, en lugar de cuestionar o de confrontar las ideas del invitado, optó por hablar de música rock, en una clara intención de banalizar hechos públicos y salvaguardar la imagen de quien se convertiría en el presidente-títere del expresidente y expresidiario, Álvaro Uribe Vélez.

Por el contrario, cuando invitó al set radial a Gustavo Petro, fue incisivo en sus preguntas y cuestionamientos. Ese doble rasero para entrevistar convierte a Luis Carlos Vélez en un estafeta y mandadero de quienes tienen que ver directamente con la política editorial de la FM y de RCN, canal históricamente defensor del uribismo.

Al final, perdieron los oyentes y se afectó la imagen del oficio. Vélez bien pudo hacer una carrera periodística que le permitiera convertirse en un referente para estudiantes. Pero no, optó por ser un bufón del poder político. Su arrogancia le alcanzó para hacer la más estúpida recomendación que un periodista le puede hacer a un candidato presidencial de los Estados Unidos. Al entonces candidato, Joe Biden, le recomendó “que, en un acto de caballerosidad, renunciara a su aspiración” para dejar que ganara Donald Trump. Ese tipo de salidas dan cuenta de un periodista que poco lee y al que le parece suficiente tener el poder de sentarse todas las mañanas, desde un micrófono, a construir realidades sobre dudosos hechos o desde sus mezquinos intereses de clase.

Sería bueno que alguien en el canal RCN llamara la atención al locutor Luis Carlos Vélez, porque su patanería y su evidente sesgo ideológico y político no solo confirma al canal como un medio derechoso, sino que empobrece el ejercicio del periodismo.



Imagen tomada de Semana.com 

sábado, 25 de noviembre de 2023

PERIODISTAS CON FAMILIARES CONDENADOS: NO HAY DELITO DE SANGRE, PERO…

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En Colombia el delito de sangre no existe, lo que se traduce en que las infracciones o violaciones cometidas por un familiar no tendrían por qué manchar el nombre de un ciudadano y por esa vía, impedir que aspire a ser elegido, en el marco del ejercicio pleno de sus derechos políticos.  El pero a esa circunstancia social y jurídica aparece cuando a sabiendas de las condenas proferidas por jueces de la República en contra de los familiares insertos en la política, sus hijos, nietos, primos, esposas o sobrinos le sirvan de parapeto a los condenados para seguir haciendo lo mismo: robar el erario para enriquecerse, usando las mismas estrategias corruptas y mafiosas.  

Si dentro de un núcleo familiar uno de sus miembros tiene como profesión la política y fue condenado por corrupción o cualquier otro delito, lo que se esperaría, desde una ética maximalista, es que su primo, esposo, esposa, hermano o cualquier otro que sea el vínculo que los une, tome distancia pública del condenado, para evitar suspicacias, pero sobre todo, para hacer de la esfera pública (política) un escenario de discusión de asuntos que nos interesan a todos, guiado por un ethos contrario al que guió a los familiares a cometer delitos.

Debería de funcionar igual para el ejercicio periodístico, en particular cuando quien ejerce la profesión de informar de manera masiva, hace parte de clanes políticos cuyos miembros hayan sido condenados por corrupción e incluso, por delitos aún más graves. Desde una ética de máximos, se esperaría que el o la periodista que guarda parentesco con aquellos condenados o procesados, tome distancia de sus familiares y sea capaz de asumir el costo social y político que implica pertenecer a una familia de corruptos y criminales.

Justamente, por la complejidad de la situación, el periodista que tiene vínculos de sangre con los condenados y procesados no puede tratar de presentarse como un faro moral para la sociedad, mientras mantenga un diálogo fluido y cercano con aquellos ciudadanos penados, privados de la libertad o requeridos por la justicia. O lo que es peor: que use el medio de comunicación o la política editorial, para defender, ocultar o minimizar los delitos perpetrados por sus familiares.  Por el contrario, si rompe públicamente con todo tipo de relación con los convictos o exconvictos, podría servir de luz a una sociedad que, como la colombiana, deviene de tiempo atrás confundida moral y éticamente.

En escenarios de crispación política e ideológica, los detractores y enemigos del periodista suelen exponer las filiaciones de sangre en las redes sociales, especie de hornos en los que es cremada a diario la dignidad humana, lo que, por supuesto, contamina el debate público que el periodista desea o debe dar. Eso sí, lo que no debe hacer el periodista es salir a defender lo que social, ética, política y moralmente resulta indefendible: la corrupción, el ethos mafioso y criminal que guió a sus familiares a violar las leyes.

En Colombia pululan los casos de periodistas con vínculos de sangre con políticos corruptos. Varios de ellos, en las redes sociales son lapidados a diario por las condenas proferidas en contra de sus familiares. Eso sí, la decisión de tomar o no distancia de sus familiares da cuenta del nivel de eticidad de los comunicadores comprometidos. Insisto: los delitos de sangre no existen, pero siempre habrá un, pero.  

Adenda: no es necesario listar aquí a los periodistas con familiares condenados y procesados. Ya el país sabe quiénes son. Recuerdo el caso del periodista "Poncho" Rentería, ícono del periodismo de farándula, quien dijo haber tomado distancia de su hermano, el narcotraficante, Beto Rentería. 


Tomado de Hacemos Memoria. 

miércoles, 25 de octubre de 2023

GUSTAVO BOLÍVAR SE CALENTÓ Y D’ARCY QUIIN QUEDÓ EN EVIDENCIA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Si de algo se vienen dando cuenta las audiencias, en particular quienes consumen redes sociales y se forman en escuelas de periodismo en donde se hacen análisis críticos del trabajo de la prensa, es que las empresas mediáticas tienen intereses económicos y políticos, lo que significa que la información que publican deviene contaminada por los lixiviados que producen la mezcla de esos dos intereses.

Debido a esos intereses y los compromisos que de estos se derivan, los periodistas suelen traspasar los límites de la decencia y el decoro, en ese camino de convertirse en estafetas del régimen de poder o mandaderos de los editores, quienes cumplen con la tarea de satisfacer a los propietarios de las empresas mediáticas.

Lo debates televisivos que se vienen realizando, han servido para evidenciar conductas tendenciosas y preferencias de los periodistas y de las casas periodísticas para las que trabajan. Por ejemplo, el director del noticiero Caracol Noticias, dejó ver con claridad su sesgo político y favoritismo por el candidato a la alcaldía de Medellín, el uribista, Federico Gutiérrez, alias Fico.

Pues bien, anoche, en el debate televisado entre los candidatos a la alcaldía de Bogotá, organizado por EL TIEMPO y City Tv, la periodista D’Arcy Quiin, esposa del empresario Alberto Ríos Velilla, conocido con el zar de las basuras en Bogotá, hizo la tarea de incomodar al candidato de la izquierda y del gobierno, Gustavo Bolívar, con el recurrente tema de los muchachos de la Primera Línea.

A decir verdad, Quiin cumplió con un principio básico del periodismo: molestar y confrontar, en este caso, al candidato que le preocupa al sector de clase que representa la periodista y a los medios EL TIEMPO, SEMANA, EL COLOMBIANO y EL PAÍS de Cali, y, en particular, a La FM de RCN, programa radial para el que trabaja la reconocida comunicadora.

La crítica que le cabe a la pregunta que le lanzó a Bolívar se funda en cuatro aspectos: el primero, por la recurrencia del interrogante que, cargado de mala leche, busca, de manera tendenciosa, que sectores de la sociedad bogotana asocien a Bolívar con los hechos vandálicos ocurridos en ciudades como Cali y Bogotá, y el miedo que se generó durante los días del estallido social en 2021;  el segundo aspecto tiene que ver con la narrativa que promovió el gobierno del presidente-títere, Iván Duque Márquez, con la que se calificó a los muchachos de la Primera Línea como terroristas urbanos, tesis esta que recoge el general de la Policía en uso de buen retiro, Jorge Luis Vargas, también candidato a la alcaldía de la capital del país; el tercero aspecto aparece porque queda la sensación, al escuchar la pregunta, que la Primera Línea, como organización, se mantiene en pie de lucha, lo que significa que Bolívar sería, de llegar al Palacio Liévano, su representante y amigo; y el cuarto y no por ello el menos importante, porque a los demás candidatos no se les incomodó de esa manera. Es decir, Quiin no aplicó el principio de molestar, a todos los candidatos: fue selectiva y por lo tanto, tendenciosa.

Esta fue la pregunta que le sacó el bloque al candidato del Pacto Histórico: “Si usted es elegido alcalde de Bogotá, ¿cuál va a ser la relación de la administración distrital con los integrantes de la ‘primera línea’, les va a dar subsidios, los va a integrar o qué va a hacer con ellos?”.

Por supuesto que la reacción de Bolívar es legítima porque el interrogante viene cargado de mala leche y con el hedor de los lixiviados que se producen cuando los intereses, políticos y económicos, se mezclan y aparecen en este tipo de debates.

Esta fue la respuesta del escritor y candidato, en un tono airado, que terminó por opacar el debate y dejar mal parada a la periodista en cuestión: “Los medios de comunicación deberían disimular las encerronas que siempre me hacen con el mismo tema. Siempre me traen a los debates a preguntarme por la ‘primera línea’ como si yo la hubiera financiado”.

De contera, Quiin trató de pasar por chistosa, al llamarle la atención al candidato Jorge Enrique Robledo porque se estaba durmiendo. La reacción de Robledo no se hizo esperar y exigió respeto de la conductora del debate. En este caso, Quiin irrespetó al excongresista, pero también a la audiencia que estaba apreciando el debate. A pesar de las disculpas presentadas por la periodista, su patanería la dejó ver como una periodista poco profesional.

Al final, fue una noche para olvidar para la periodista. Las maneras en el periodismo son importantes. Y en esta ocasión, Quiin se equivocó de cabo a rabo, pues fue impertinente y grosera con Robledo y tendenciosa con Bolívar.


Imagen tomada de Pulzo


CIRO RAMÍREZ Y PIERRE GARCÍA SE CONOCIERON EN LA PICOTA

    Por Germán Ayala Osorio   Sorprendió a propios y extraños, pero no pasó desapercibida la confesión del excongresista uribista, Cir...