Por Germán Ayala Osorio
El juicio que por estos días
enfrenta en calidad de acusado el expresidente Álvaro Uribe Vélez constituye un
hecho periodístico-noticioso que debería de ocupar la atención de los medios hegemónicos
por tratarse del primer exmandatario procesado penalmente por delitos no políticos.
Bajo esa circunstancia, el cubrimiento de semejante hecho jurídico-político debería dar para informes diarios sobre las audiencias, análisis del material probatorio e incluso, la búsqueda de reacciones de los protagonistas después de cada uno de los momentos procesales transmitidos en directo. Se esperaría portadas enteras, sonoros titulares, frases sacadas de las audiencias expuestas para poner a hablar al país de semejante suceso. Eso sí, los medios hegemónicos optaron por llevar las incidencias del juicio a las redes sociales, en particular en la red X, escenarios en los que desde el 7 de agosto de 2022 se expresa con enorme violencia discursiva la crispación ideológica entre la derecha y la izquierda. En esa cloaca llamada Twitter o X, hay cuentas uribistas dedicadas a tratar de desvirtuar las tesis y el material probatorio llevado por las víctimas y la Fiscalía; del otro lado están las de aquellos ciudadanos convencidos de la responsabilidad penal del Señor Acusado.
Va quedando claro que por sus
compromisos políticos y económicos los medios hegemónicos no están cubriendo el
juicio contra Uribe como se esperaría que lo hicieran. De esa manera, están
perdiendo una gran oportunidad para hacer un ejercicio periodístico de calidad
y reconquistar a las audiencias que vienen perdiendo por haber puesto toda su capacidad
instalada a deslegitimar al actual gobierno y a generar incertidumbres en los
colombianos que aún consumen la información publicada a diario por medios como
Noticias Caracol, Noticias RCN, El Colombiano, El País de Cali, así como Blu
radio, La FM y La W.
Debido a que la apuesta editorial
de esas empresas mediáticas es consolidar la narrativa que señala que “el
país va mal por cuenta del comunismo de Petro”, la autocensura aparece
como conducta institucional con la que los periodistas de dichos medios de
comunicación privan a las audiencias de seguir lo que bien se puede considerar
como el “juicio del siglo”. Prefieren seguir ostentando el mote de "medios
uribistas", antes de salir a exponer la gravedad de los señalamientos que
Juan Guillermo Monsalve, el exparamilitar y “testigo estrella” ha hecho contra
el expresidente y expresidiario antioqueño.
Años atrás, todos los medios
hegemónicos se volcaron a cubrir con lujo de detalles los hechos jurídico-políticos
acaecidos en el marco de lo que se conoció como el Proceso 8.000. En dicho
escándalo estuvo comprometida la majestad de la presidencia de la República en
cabeza de Ernesto Samper Pizano. La financiación de la campaña Samper presidente
con dineros del Cartel de Cali fue un hecho político relevante que hizo confluir
a la gran prensa bogotana en el cubrimiento de revelaciones y filtraciones de
piezas procesales que confirmaban la entrada de los dineros de los mafiosos caleños
a la campaña de Samper. La entrada de dineros “calientes” a las cuentas de la
campaña electoral que llevó a Samper Pizano a la Casa de Nariño, al lado de los
delitos de fraude procesal y manipulación de testigos y la vinculación que el testigo
Monsalve ha hecho de Uribe con actividades de narcotráfico y paramilitarismo,
bien puede verse como una pilatuna.
Aunque el Proceso 8.000 fue más
un hecho político que judicial a pesar de las investigaciones y las condenas
proferidas por la justicia, el cubrimiento periodístico-noticioso garantizó que
la opinión pública de la época se acercara a la construcción del relato más
verídico que al final se consolidó como verdad: Samper llegó a la presidencia
patrocinado por el Cartel de Cali.
Por el contrario, los hechos que
tienen a Uribe sentado en el banquillo en calidad de acusado están alejados de
cualquier consideración política, razón suficiente para que la gran prensa
bogotana se volcara a cubrir el juicio contra el expresidente antioqueño con el
mismo fervor con el que sus periodistas cubrieron el Proceso 8.000. Es más, por tratarse de delitos no políticos cometidos
por Uribe de acuerdo con la tesis de la Fiscalía y las víctimas acreditadas, los
registros editoriales y noticiosos de las audiencias a las que comparece el
expresidente deberían de ser más abundantes que los que se dieron para el caso
de Samper Pizano.
Optar por abrir noticieros de
televisión con los conciertos de Shakira da cuenta del particular desinterés de
dichas empresas mediáticas de cubrir el juicio contra Uribe de acuerdo con las
dimensiones penal, ético política y moral que rodean semejante suceso.
Al preferir la autocensura, dichas
empresas periodísticas terminan dándole la razón a sus críticos que los califican
de ser “medios uribistas" que defienden a dentelladas la imagen y el “legado”
de Uribe Vélez, convertidos en una suerte de “patrimonio” cultural para esa
Colombia que valida el Todo Vale y la violencia (I) legítima del Estado. Aunque
no cubren el juicio como se esperaría que lo hicieran, periodistas de Blu radio
y La FM, entre otros, no pierden oportunidad para sugerir que se trata de un
juicio político contra Uribe.
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