Por Germán Ayala Osorio
La malograda, farandulera,
irresponsable, inconveniente y lujuriosa entrevista que Eva Rey le hizo a Emilio
Tapia y a su esposa la congresista Saray Robayo Bechara es un buen ejemplo de
lo que no se debe hacer en periodismo.
Hay unas líneas rojas que el
periodista-entrevistador está obligado a trazar al momento de dialogar con politicastros
e incluso con miembros de las “guerrillas” o de otras estructuras armadas ilegales.
La primera de línea roja y quizás la más importante es evitar risitas, coqueteos
e incluso aprobaciones que le permitan a las audiencias pensar que la
periodista aprueba o minimiza los delitos cometidos por el político o los
miembros de las organizaciones al margen de la ley.
Para el caso del diálogo entre
Eva Rey y el corrupto de Emilio Tapia el trato afable, las risitas y el tono
cercano y familiar de la periodista resultaron grotescos en la medida en que el
entrevistado fue hallado culpable de corrupción y lo que menos se espera es que
esas conductas dolosas terminen validadas por el tratamiento farandulero que
Rey le dio al encuentro con la curiosa pareja que da cuenta de la estrecha
relación entre crimen y política. “Aunque sigue estando vigilado por el
Inpec, Emilio Tapia se da la gran vida en Montería mientras planea su
siguiente movida. Conocida su ambición, está asfaltando el camino
para las elecciones de 2026 donde aspira que su esposa Saray de el gran salto
al Senado y por la puerta grande con 200 mil votos, que quedaron
marcados en la torta de la celebración de la celebración privada que le festejó
en plena Feria Ganadera”.
Las circunstancias que aparecen
en el texto citado debieron ser tenidas en cuenta por Eva Rey antes de
contactar al putrefacto contratista y a su esposa la congresista del partido de
la U. Darle semejante vitrina a un ladrón,
como si se tratara de un artista, resulta a todas luces imperdonable. Invitar a
un corrupto para conversar de temas “calientes” es una conducta
periodísticamente irresponsable, propia de una periodista que parece
naturalizar el ethos mafioso que guía la vida de Emilio Tapia.
Al preguntar por las condiciones
en las que la pareja tuvo relaciones sexuales durante el tiempo en el que Tapia
estuvo preso, Eva Rey intentó distraer a la audiencia que ocasional o
tradicionalmente consume sus ridículas entrevistas, por la imagen de corrupto de
Emilio Tapia, la misma que arrastrará hasta el final de sus días. Al ver que no
lo logró y de recibir una andanada de críticas la periodista farandulera optó
por retirar los cortos de la entrevista, al tiempo que reconoció que la “cagó”.
Para hacer periodismo serio y riguroso no se necesitan 70 mil millones de líneas rojas. Basta con mantener una prudente distancia con los entrevistados, pues cualquier risita, coqueteo o gesto de asentimiento por parte del periodista corren el riesgo de ser leídas como conductas cómplices con quienes han violado la ley. Haría bien que Eva Rey revise con cuidado la deontología del oficio porque su estilo farandulero de entrevistar claramente va en contravía del deber ser.

Imagen tomada de Con parranda, el corrupto Emilio Tapia anunció que su esposa Saray Robayo será la baronesa electoral de la Costa
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