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miércoles, 17 de septiembre de 2025

DESCERTIFICACIÓN, CIPAYOS Y DIGNIDAD

 

Por Germán Ayala Osorio 


Cuando la prensa tradicional destaca que el país no "sufría" una descertificación desde los tiempos de Ernesto Samper, alimenta la animadversión de los partidos de oposición con el único propósito de tratar de deslegitimar al gobierno Petro tal y como lo hizo el partido Conservador hace 30 años, en cabeza de Andrés Pastrana Arango, con el presidente que no "vio entrar un elefante", es decir,  que no se percató, supuestamente, de la entrada de dineros del Cartel de Cali a su campaña presidencial. 

Aunque no hay punto de comparación entre las campañas de Petro y Samper, las empresas mediáticas hablan de la descertificación con el sentido catastrofista con el que suelen mirar ese tipo de decisiones unilaterales, irrespetuosas, intimidantes, arbitrarias, inamistosas y profundamente ilegítimas los sectores políticos, sociales y empresariales que miran a los Estados Unidos desde el indigno lugar en el que siempre los pusieron y asumieron los gobiernos republicanos y demócratas:  como reyezuelos de una república bananera o perfumados administradores de un inmenso y sucio patio trasero llamado Colombia. 

Desde la experiencia, el expresidente Samper le dijo a Petro y al país que la descertificación "no es el fin del mundo”  como lo están viendo y presentando los cipayos que le hacen oposición a Petro, al tiempo que disfrutan de que al país le vaya mal por culpa de una decisión politizada  e ideologizada del convicto y pedófilo presidente Donald Trump, aupado por el renegado Marco Rubio y políticos como Alejandro Eder, Fico Gutiérrez, Vicky Dávila y Efraín Cepeda, entre otros más que viajaron a la tierra del Tío Sam a pedir, con las rodilleras de siempre, sanciones económicas y políticas para Colombia. 

"Colombia ya pasó por una descertificación y puedo asegurar que no es el fin del mundo", dijo Samper en su aludido comunicado. Samper sugiere "volver a mostrar internacionalmente los altos costos económicos, sociales e institucionales que hemos pagado por un problema que no es solo nuestro". Además, solicitó volver a exigir "a los países consumidores como Estados Unidos y muchos de Europa que cumplan su compromiso de reducir la demanda de estupefacientes, precisamente en momentos en que ha bajado el consumo de drogas de origen vegetal y se están sintiendo los efectos devastadores de drogas sintéticas como el fentanilo y otros estupefacientes que no producimos". Y le alcanzó al expresidente para decir que "las peores dictaduras de derecha han sido beneficiadas con la no aplicación de la descertificación mientras que a nuestro país, que ha pagado altos costos humanos en vidas e institucionales, la descertifican cada vez que el gobierno de Colombia aparece como “enemigo” del gobierno de Estados Unidos"

En la postura de Samper se advierte la comprensión de un concepto que los expresidentes César Gaviria y Álvaro Uribe, así como las precandidatas presidenciales Paloma Valencia y Vicky Dávila jamás estudiaron durante sus procesos formativos: Dignidad. Entender y comprender los alcances de dicho concepto es un imposible cuando se actúa como traidor, vendido, lacayo, servil, subordinado, colaboracionista, criado, escudero y espahí. Así como Samper tiene experiencia en descertificaciones y cancelaciones de visa para ir a ver a Mickey Mouse, los arriba señalados la tienen como cipayos perfumados a los que les encanta ir a Washington para sentirse en el primer mundo, mientras que desde sus oficios hicieron y aún hacen ingentes esfuerzos para que Colombia siga sumido en el subdesarrollo, pero sobre todo para que siga siendo una colonia gringa, su patio trasero y el inmenso platanal en el que pueden venir a asperjar glifosato, a jugar a la guerra y a hacer experimentos genéticos con la hoja de coca. Ellos sueñan ver al país como un Estado Libre Asociado de los Estados Unidos, como lo es Puerto Rico.

Lo dicho por 11 partidos políticos en un comunicado público confirma que la clase política y dirigente del país no conoce qué es eso de la dignidad. Esto dijeron: “Constituyen un agravio a una nación que ha respaldado a Colombia en este esfuerzo durante décadas. Reiteramos nuestro respeto por el gobierno de los Estados Unidos y apoyamos la implementación de medidas más severas y efectivas contra el narcotráfico". El presidente Petro los llamó "cipayos". Nada más que agregar. 

Foto Colprensa-AFP, tomada de El Colombiano 

martes, 16 de septiembre de 2025

TRUMP DESCERTIFICÓ A COLOMBIA (II)

 

Por Germán Ayala Osorio 


Conocidas la inamistosa, irrespetuosa, arbitraria e ilegítima decisión del gobierno norteamericano y la fuerte reacción del presidente Petro, es fácil concluir que la descertificación de los gringos no se produjo por la falta de resultados positivos en la lucha de Colombia contra los cultivos de coca y la producción de cocaína, sino por la postura crítica del presidente colombiano frente a temas como el genocidio israelí en Gaza que los Estados Unidos viene legitimando, la limpieza étnica que viene haciendo Trump en la tierra del Tío Sam persiguiendo y expulsando migrantes latinos y por supuesto frente a la lucha antidrogas que no es otra cosa que la patente de corso de los gringos para someter a pueblos en donde se cultiva "la mata que mata" con su hipócrita y fallida política con la que su sistema financiero se sostiene a través del lavado de activos. 

El no haber impuesto sanciones económicas a Colombia permite pensar que  en el fondo los gringos reconocen la lucha librada por el país, con todo y sus víctimas y costos económicos, pero por estar en la Casa de Nariño un hombre crítico de la inmoral y fallida política antidrogas lo mejor es descertificar y de esa manera mandar un mensaje político que sea usado por la derecha en la campaña electoral para generar miedo en agentes económicos y políticos que necesitan del mercado norteamericano. 

Por supuesto que también le están cobrando a Petro sus acercamientos con China a través de la firma del acta de entendimiento en el marco de la Nueva Ruta de la Seda. Los gringos ven en el gigante asiático como un peligro para mantener y extender su política exterior en las Américas, pensada para expoliar recursos genéticos y mantener las sempiternas relaciones de dominación sobre gobernantes cipayos que negocian las soberanías popular y estatal con visas para visitar a Mickey Mouse, con el compromiso de jamás atreverse a criticar las políticas de la inmoral potencia militar del norte del continente americano. Uribe, Duque y Santos fueron y son lacayos que cuentan con el respaldo de las autoridades gringas. Ahora que se vienen las elecciones en Colombia, a esa lista se suman ya Abelardo de la Espriella, Juan Carlos Pinzón, Santiago Botero, Vicky Dávila, Paloma Valencia, María Fernanda Cabal, Sergio Fajardo y Alejandro Gaviria, agentes serviles de los gringos. 

Pero hay quizás un factor que para Trump y Marco Rubio, entre otros les resulta molesto: el reclamo de respeto por la soberanía de Colombia y el trato digno que viene exigiendo el presidente colombiano. Para el Secretario de Estado de USA esa postura de Petro le resulta "errática" porque están acostumbrados a manosear a los jefes de Estado colombianos, que de manera subordinada asienten todas las acciones que el decadente país del norte desee emprender en el territorio nacional. Nunca antes como hoy actuar con dignidad, valor civil y con sentido de humanidad se asume como una apuesta política inamistosa por quienes como los Estados Unidos  promueven y ejecutan guerras, genocidios, invasiones y el sometimiento de pueblos a sus caprichos imperiales. Y aunque no se trata de ser de izquierda o de derecha, los acomplejados cipayos locales reducirán toda actitud soberana y digna de los "zurdos" o "rojos" a una postura altanera, grosera y equivocada frente al poder hegemónico. 

Adenda: la decisión del presidente Petro de no comprar más armas a USA constituye una respuesta digna. Eso sí, habrá que buscar otros proveedores. 


Imagen tomada de EL TIEMPO

lunes, 15 de septiembre de 2025

TRUMP DESCERTIFICÓ A COLOMBIA (I)

 

Por Germán Ayala Osorio 


Sin conocerse aún el pronunciamiento oficial de la Casa Blanca, el presidente Petro informó que Estados Unidos descertificó al país, aunque sin sanciones. Estamos sin duda alguna ante un golpe político y moral del "principal aliado y socio comercial" de Colombia, que tiene por lo menos tres lecturas: la primera, que Trump entra a jugar duro en las elecciones de 2026 como aliado de la derecha uribizada; la segunda, el gringo le envía un mensaje al candidato presidencial que finalmente prometa continuar con el proyecto político progresista, incluida las maneras de afrontar la fallida lucha antidrogas: la extensión de la descertificación está garantizada si resulta electo. Y la tercera, se trata de una inamistosa y cuestionable decisión que hace retroceder las relaciones entre Bogotá y Washington a los aciagos años 90 y en particular a las sostenidas con  el gobierno de Ernesto Samper Pizano. Cada una de esas lecturas tiene unos desarrollos que a continuación presento:

La descertificación al país constituye un espaldarazo a la derecha colombiana que cuestiona la dignidad con la que el gobierno Petro quiso reconstruir las relaciones con los Estados Unidos. Y es así porque  el sometimiento de los mandatarios anteriores a los caprichos de las autoridades estadounidenses históricamente se asumió como una condición natural. De allí que para mandatarios como Uribe, Pastrana, Santos y Duque comportarse como cipayos no les demandó ningún esfuerzo. Les salía natural. 

Así las cosas, los precandidatos y finalmente los candidatos presidenciales de la derecha ya deben estar alistándose para gritar  "vamos a recuperar la relación con los Estados Unidos" prometiendo abrir más bases militares como ya lo hizo Paloma Valencia, de volver al uso indiscriminado del glifosato para acabar con los cultivos de pan coger y por supuesto perseguir al campesinado que cultiva la mata de coca obligado por los grupos al margen de la ley. Volver a la aspersión y a la forzada erradicación de los cultivos de uso ilícito guarda el doble propósito de criminalizar al campesinado y echar para atrás la incipiente reforma agraria del gobierno Petro. 

Con la descertificación a Colombia en su lucha contra las drogas, el gobierno del convicto presidente de los Estados Unidos acaba de poner a la administración Petro en el mismo nivel de inmoralidad y de ilegitimidad que en su momento Bill Clinton puso al gobierno de Ernesto Samper Pizano por haber sido elegido con los dineros del cartel de Cali. Al "Samperizar" las relaciones con Washington, el gobierno republicano de Donald Trump pone al jefe del Estado colombiano en el mismo nivel de animosidad que se profesa desde la tierra del Tío Sam hacia presidentes como Nicolás Maduro Moros y Lula Da Silva. 

De acuerdo con lo que trascendió desde la Casa de Nariño la descertificación llegaría sin sanciones políticas. Petro señaló: "La descertificación no implica sanciones, hasta ahora no es oficial, pero sale así, sin sanciones. Vamos a medir el efecto. Esto tiene implicaciones, porque los Estados Unidos han dicho que todo lo que hicimos, incluidos los 13 policías muertos en Amalfi, se acabó eso”. 

Si los Estados Unidos logra incidir en las elecciones de 2026 y poner en la Casa de Nariño a cualquiera de los cipayos que saldrán a gritar a voz en cuello que están dispuestos a cumplir con lo ordenado por Washington, el país regresará a los tiempos del Plan Colombia, Plan Patriota y su naturalización con la política de seguridad democrática. Al final, volverán los masivos desplazamientos de campesinos, marchas de cocaleros y la respuesta militar del Estado. En materia económica, cesará la persecución a los narcos que de tiempo atrás siempre tuvieron relaciones con agentes económicos y políticos de la sociedad civil. Y no volveremos a escuchar a "empresarios del campo" decir que "el gobierno no está dejando trabajar" en alusión directa al presidente Petro. Volverá el contrabando y las otras mafias legitimadas por la crema y nata de la sociedad colombiana. "Hay personas ligadas al narcotráfico que habrían hecho 'lobby' en EE. UU. para que Colombia fuera descertificada”, señaló el jefe del Estado colombiano. 


Imagen tomada de El Tiempo. 

martes, 15 de julio de 2025

CAZA COMERCIAL DE LOS CHIGÜIROS: UN INDESCIFRABLE LÍO ESTÉTICO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Más allá de si se pensó o no en emitir un decreto con el que se autorizaría la caza comercial de los chigüiros y si otro gobierno se atreverá a hacerlo, en la polémica hay una discusión estética que parece no advertirse o llamar la atención de los defensores y por supuesto en quienes la rechazan.

La bióloga Brigitte Baptiste dijo en su cuenta de X que “la fauna silvestre, allá afuera, NO ES DE PELUCHE”. Quienes se oponen a cualquier actividad de caza comercial de los carpinchos quizás lo hacen basados en una “estética infantil” legitimada por las películas y por las mismas formas estéticas de estos preciosos mamíferos. Baptiste de alguna manera caricaturiza la defensa de los ponchos (se conocen así en Panamá) al usar el término peluche, negando-quizás sin querer- que detrás de esa postura hay una actitud ética-estética frente al hábitat en el que los chigüiros sobreviven a diversas amenazas entre estas a la potrerización y a los monocultivos como el arroz.

Hablo de la estética en el sentido propuesto por Schopenhauer que, en voz de Marta Tafalla, apunta a ser “una vía para construir una relación más ética y pacífica con los otros seres humanos y con la naturaleza en la que vivimos”.

La caza comercial está dentro de las lógicas y dinámicas de la racionalidad instrumental que nos acompaña como especie dominante, bajo la cual, en aras de nuestra supervivencia (económica), creemos que es posible tomar distancia de la Naturaleza y desde ese lugar de enunciación y dominación como especie “inteligente”, decidimos intervenir unas veces desde la investigación científica y otras desde el pesar y los sentimientos estéticos en las dinámicas de los ecosistemas naturales-históricos. Tafalla cree que “nuestra cultura nos inculca desde la infancia una racionalidad instrumental que nos impide conocer el mundo en su complejidad y riqueza”.

Entonces, el lío estético en el que estamos alrededor de la propuesta de autorizar la caza comercial de los tiernos y hermosos capibaras está atado a las formas estéticas de aquellos que creen que es posible diseñar actividades de caza sostenibles y quienes anteponen la valoración estética sobre la búsqueda desenfrenada de conseguir dinero matando a los carpinchos en razón a que están ahí para ser aprovechados por la especie dominante, aviesa y estúpidamente inteligente: el ser humano.

Termino con esta de idea de Tafalla, no sin antes decir que la caza comercial de los capibaras, así como otras actividades de intervención humana soportadas en la búsqueda de riqueza, nos envilecen como especie, de la misma manera como lo hacen las guerras.

La estética es una de las mejores vías que tenemos para superar la soledad ontológica a las que nos condena la individualidad y a la vez para vencer la racionalidad instrumental que no nos permite descubrir el mundo en toda su riqueza. Nos ofrece la posibilidad de salir del encierro en nosotros mismos y encontrarnos con lo diferente”.




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miércoles, 28 de mayo de 2025

PETRO Y LOS CONGRESISTAS QUE SE APROPIARON DE TIERRAS BALDÍAS

Por Germán Ayala Osorio

 

La lucha por la tenencia y explotación de la tierra hacen parte de los sempiternos problemas de inequidad, inseguridad alimentaria, sostenibilidad ecológica y socio ambiental que arrastra el país, de la mano de las múltiples formas de violencia social y política que parecen perennes. Se suma a lo anterior la disputa entre quienes le apuestan a un tipo de desarrollo económico basado en el modelo de la gran plantación con monocultivos y ganadería extensiva de baja producción y los que abogan por uno de corte agrarista para beneficio del campesinado y la consolidación de la soberanía y la seguridad alimentarias.

De los históricos procesos de concentración de la tierra en pocas manos participan familias presidenciales, poderosos banqueros, empresas multinacionales y sus filiales en el país, comunidades menonitas, ganaderos, congresistas, agentes narcoparamilitares y guerrilleros.

Durante la transmisión del Consejo de ministros el presidente Petro dio a conocer la lista de políticos[1] que estarían apropiándose de manera irregular o ilegal de terrenos baldíos. “Mientras miles de campesinos luchan por un pedazo de tierra para vivir y producir, algunos congresistas han estado ocupando ilegalmente tierras que le pertenecen a la Nación. Tierras baldías que por ley son para los campesinos, no para enriquecer a los poderosos de este país. Estos congresistas no están del lado del campesinado. Están del lado del despojo, del privilegio, del enriquecimiento a costa de la ilegalidad. Utilizan su poder para blindar sus intereses, para arrebatarle a las comunidades lo que les pertenece por derecho”, señaló Andrés Felipe Harman, director de la Agencia Nacional de Tierras.

Estamos ante una práctica consuetudinaria en el país, facilitada por circunstancias como la debilidad de las instituciones estatales en el control de los baldíos de la Nación y la captura mafiosa de instituciones como el Incora, Incoder y ahora la ANT. Esas condiciones hacen posible la apropiación ilegal e irregular de las tierras que por ley deberían pasar para el aprovechamiento del campesinado, previa evaluación de su valor ecológico y ambiental. Se trata de procesos de acumulación por desposesión, captura mafiosa institucional o apropiación irregular o ilegal de baldíos e incluso de terrenos que hacen parte del sistema de parques nacionales naturales. 

En un informe de la Contraloría General de la República, en los tiempos de Sandra Morelli, se dio a conocer los nombres de los agentes económicos que se apoderaron de tierras baldías en la altillanura. En dicho informe están las familias Sarmiento Angulo y los Eder con los casos Aceites Manuelita y Manuelita - San Martin, así como las empresas Riopaila Castilla, Poligrow Colombia; los casos de los familiares del ministro Iragorri, de la Familia Lizarralde Ocampo y el caso de la Multinacional Cargill, entre otros más. Los narcoparamilitares también se apropian de tierras que hacen parte de parques nacionales naturales. Al final, los perfumados congresistas y banqueros terminan pareciéndose a los narcoparamilitares. 

Por fuera de ese informe se presentaron otros casos de apropiación irregular de baldíos, en los que están involucrados miembros de la comunidad Menonitas en la Orinoquia y el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez. Este último se apropió los terrenos del baldío El Laguito 2. Después de años de aprovechamiento y de solicitudes institucionales para que lo devolviera, tan solo en el 2022 el poderoso y temido político antioqueño devolvió al Estado los terrenos que había anexado a su hacienda El Ubérrimo.

Así las cosas, lo “denunciado” por Petro en su habitual Consejo de ministros constituye una prueba más de que en Colombia hay procesos continuados de robos de la tierra por parte de agentes políticos (congresistas, empresarios, multinacionales y presidentes) que han contribuido en gran medida a que el campesinado, comunidades negras e indígenas sufran las consecuencias de la avaricia provocada por la “fiebre de la tierra”. Son, justamente, esos actores políticos los que se oponen a que el Estado y en particular el actual gobierno logre hacer la reforma agraria que el país necesita para superar el oprobioso indicador de concentración de la tierra en pocas manos, del 0.84[2]. Con sus acciones, los congresistas que hacen parte del listado de acaparadores de tierras baldías aportan a que la violencia en Colombia se extienda en el tiempo.






[1] Estos son los congresistas señalados por el presidente de la República: Marcos Daniel Pineda

Liliana Ester Bitar, Lidio García Turbay, Carlos Cuenca, Familiares de Paloma Valencia, Juan Samy y Habib Merheg, Ana Paola García, Luis Eduardo Díaz

[2] Gini, entre más cerca a uno, mayor es el nivel de concentración de la propiedad.

domingo, 1 de diciembre de 2024

LAS VERGONZANTES ALBORADAS EN CALI Y MEDELLÍN

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Las alboradas en Cali y Medellín representan los efectos perniciosos que dejaron las prácticas de los carteles de la droga que hicieron famosas a estas urbes. Una vez aceptados social y políticamente los mafiosos, quemar pólvora se asoció desde entonces con el poder económico de los traquetos y matones que trabajaron para los Rodríguez Orejuela y Pablo Emilio Escobar Gaviria. Esa demostración venía atada socialmente al carácter escandaloso, vulgar e indecoroso de las rutinas de esos machitos armados que se acostumbraron en esas dos ciudades a hacer lo que les diera la gana con la anuencia de las autoridades.

Darle “la bienvenida al mes de diciembre” es el falaz argumento o la disculpa de un sinnúmero de ciudadanos que son felices imponiendo su voluntad y deseos sobre los demás. Esa conducta es insociable y deviene violenta en tanto que a ella se suma el consumo de licor, lo que hace imposible cualquier diálogo en la búsqueda de disminuir el impacto de la pólvora. Imagino que a estos “ejemplares ciudadanos” (en su mayoría machitos con exceso de testosterona) no les atrae usar pólvora insonora porque de alguna manera desean, en el fondo, recrear las vidas bulliciosas, las jaranas y las algazaras que armaban los antiguos capos y que hoy a los pequeños e invisibles traquetos no les alcanza para imitar. Por supuesto que hay mucho de esnobismo en aquellos que les parece el gran plan “reunirse para darle la bienvenida al mes de diciembre”.

En las alboradas de Medellín y Cali se nota a leguas que a las autoridades les quedó grande controlar el expendio de la pólvora. El Estado fracasó en la tarea de poner en cintura a los fabricantes y comercializadores de dicha mercancía.

Las alboradas hacen parte de los graves problemas culturales que arrastramos como sociedad. Diría que estas obedecen a una de las tantas taras que sobrellevamos en la medida en que hacen parte natural de nuestros truncos o fallidos procesos civilizatorios. Es así de claro y de preocupante pues ya en Jamundí acogieron la misma estúpida práctica de tirar cohetes, petacas y culebras, entre otros artefactos que, al explotar, afectan a animales domésticos y en general a la fauna circundante. Además, perturban la tranquilidad de menores de edad y ancianos.

“Hacer lo que nos da la gana” al momento de celebrar cualquier cosa, como la llegada del mes de diciembre, hace parte de la premodernidad en la que estamos instalados como sociedad. Cada individuo eufórico en Colombia es un potencial criminal al que solo le basta estar acompañado para salir a festejar sin límites porque llegó diciembre. “Llegó diciembre con su alegría” o “desde septiembre se siente que llegó diciembre” son viejas cuñas radiales que para cientos de miles de ciudadanos se convierten en la patente de corso para joderle la vida a los demás tirando pólvora a diestra y siniestra.

Telepacífico Noticias reportó en su cuenta de X que “Cali registró un total de 62 animales afectados por la pólvora, marcando así un incremento de 26 casos más en comparación con el año pasado. Entre los reportes recibidos, se encontraron 41 animales desorientados, 18 extraviados, 3 con episodios de estrés en sus hogares y 1 perro aparentemente atropellado. Hasta el momento, solo dos de estos animales han logrado regresar a sus hogares. Cabe resaltar que las comunas 6, 8, 19, 7 y 2 fueron donde hubo mayor reporte de casos”.

Adenda: los quemados hacen parte de la estupidez de aquellos que insisten en quemar pólvora porque "llegó diciembre". Lo peor de todo es que para la estupidez aún no hay vacuna. Quedan 30 días más para que la estulticia se siga tomando ciudades y pueblos de Colombia. 


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domingo, 3 de noviembre de 2024

COLOMBIA NECESITA DE UN VERDADERO PARTIDO VERDE

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El crudo racionamiento de agua que padecen los capitalinos es la oportunidad inmejorable para que desde el viejo ambientalismo, el ecofeminismo y las otras maneras de asumir los crecientes conflictos socioambientales del país, nazca un movimiento social y un partido político Verde capaces de poner en cuestión el paradigma del desarrollo sostenible y las ideas urbanísticas que lograron sembrar en la opinión y plasmar en el suelo bogotano los inefables e irresponsables alcaldes distritales, Enrique Peñalosa y Claudia López.

El único partido que parece llevar la bandera del ambientalismo es la Alianza Verde, pero la  verdad es que esa colectividad de la centroderecha está alejada de cualquier posibilidad de articular un discurso ambientalista capaz de cuestionar, por ejemplo,  el crecimiento urbanístico de Bogotá, caracterizado por haberle declarado “la guerra” a los humedales, y a otros cuerpos de agua sometidos a procesos de transformación y sometimiento vinculados a intereses urbanísticos privados y alejados de cualquier intención de aceptar que las pluricrisis que confluyen en el cambio climático son reales.

Las ciudades colombianas en general fueron pensadas de espaldas o en contra del recurso agua. Cali, la ciudad de los siete ríos, es otro ejemplo de una urbe diseñada desde una lógica desarrollista insostenible para los nuevos tiempos y realidades que nos plantea el cambio climático. Y ni hablar de Medellín.

Los daños ecológicos y socio ambientales que vienen sufriendo y acumulando el Amazonas, el Chocó Biogeográfico y la Orinoquia constituyen un llamado de alerta para que los defensores de la Naturaleza, ecólogos, botánicos, ingenieros forestales, sociólogos, politólogos y políticos profesionales, entre otros más,  se junten para consolidar un movimiento ambientalista y un partido político Verde capaz de ofrecerle al país nuevas maneras de relacionarnos con los ecosistemas naturales-históricos y por esa vía modificar sustancialmente los principios paradigmáticos de una visión de desarrollo capitalista que viene usando y reduciendo lo sostenible y la sostenibilidad a unas simples etiquetas al servicio del greenwashing.

Es urgente dejar de pensar en una sostenibilidad funcional al desarrollo agro extractivo (minería, monocultivos y ganadería extensiva), para darle paso a una Sostenibilidad Sistémica que recoja factores étnico-culturales-identitarios diversos que se opongan de raíz a la racionalidad “blanca” con la que por ejemplo unas cuantas familias sometieron, violentaron y transformaron valiosos ecosistemas a lo largo y ancho del valle geográfico del río Cauca, para instalar el monocultivo de la caña de azúcar.

Es tiempo, entonces, de que las ecofeministas y los defensores de los derechos de la Naturaleza lideren la creación de un partido político que en clave biocentrista compita con los vetustos partidos tradicionales del país, que vienen operando desde la arena pública para dar continuidad al dañino modelo de desarrollo que hoy tiene en racionamiento de agua a los capitalinos.

Finalizada la agridulce COP16, es tiempo de confiarle a los ambientalistas la tarea de repensar la política y por esa vía insistirle a los colombianos que de continuar aplicando a raja tabla el actual modelo de desarrollo agro extractivo, como sociedad estaremos inmersos en graves conflictos socioambientales a los que muy seguramente les intentaremos dar solución a través de formas de violencia (física y simbólica) para defender en últimas la violencia estructural (Galtung) que deviene atada a ese capitalismo salvaje en el que seguimos instalados.




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miércoles, 23 de octubre de 2024

PREGUNTAS Y RIESGOS DEL PAGO DE DEUDA POR ACCIONES CLIMÁTICAS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En el marco de la COP16 vuelve a plantearse la idea de que los países biodiversos como Colombia salden sus deudas con el sistema financiero internacional a través de acciones climáticas que coadyuven a minimizar los graves impactos que ya vienen dejando las pluricrisis (cambio climático) que se  registran tanto en el sur como en el norte global. Intercambiar deuda por acciones climáticas tiene sus riesgos y de eso hablaré en esta columna.

Toda propuesta económica o ambiental que se haga desde América del Sur para paliar los efectos negativos de la impagable deuda externa de países como Colombia, trae enormes riesgos políticos y comunitarios. El presidente Petro le propuso al Norte opulento negociar deuda externa por acciones climáticas. Esto es, cuidar las selvas amazónicas y las del Chocó Biogeográfico, pulmones del mundo y ejes sobre los que gravita hoy el ya golpeado equilibrio climático del planeta.

En principio, nadie tendría por qué oponerse a semejante propuesta tan audaz. Pero surgen varios interrogantes que se deben resolver antes de que el FMI y el Banco Mundial empiecen a discutir la viabilidad de la propuesta y la creación de otro mecanismo de dominación igual o más poderoso que aquel que obliga a países como Colombia a pagar los intereses que genera su creciente deuda externa. No podemos ser ingenuos: que al presidente de los Estados Unidos le suene la propuesta de Petro y con ese aval, los organismos multilaterales de crédito asuman su estudio no significa que las relaciones de dominación Norte-Sur llegarán a su fin. No. Por el contrario, afinarán las formas, instrumentos o mecanismos de dominación y de expoliación.

Cuidar nuestras selvas para beneficio de la humanidad suena loable y responsable desde una ética ecológica fundada en valores como la corresponsabilidad política, lo que nos obligaría a cuidar la vida en todas sus manifestaciones en beneficio de la biodiversidad, lo que minimizaría los impactos del cambio climático. Ética ecológica que los países desarrollados jamás tuvieron como guía al momento de aplicar sus políticas extractivas y de máximo aprovechamiento de los recursos del suelo y el subsuelo. Incluso,  cuando de apoyar el modelo de la gran plantación en países de América Latina se trató. 

Expongo a continuación algunas preguntas que habría que hacerse como país amazónico y biodiverso. ¿Qué pasará con la soberanía nacional en cuanto al aprovechamiento racional de los recursos que guarda ese ecosistema boscoso? ¿Qué piensan las comunidades ancestrales que durante años y años han cuidado el Amazonas y las selvas del Chocó Biogeográfico de continuar cumpliendo con esa acción climática, atada a su cosmovisión? ¿Qué derechos se otorgarían a organismos como el FMI y BM y a su principal agente político y económico, los Estados Unidos, cuando se diseñen los mecanismos para cambiar deuda externa con acciones climáticas? ¿De qué tipo de acciones climáticas estamos hablando? ¿Cuidar, conservar o restaurar? Y si los Estados Unidos y otras potencias económicas proponen acciones de aprovechamiento racional de los recursos genéticos que ofrece las selvas colombianas, ¿qué papel jugarían la academia, las multinacionales farmacéuticas, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y todos los organismos que hacen parte del Sistema Nacional Ambiental (SINA)? ¿Y si las comunidades ancestrales se oponen, cuál sería la reacción de dichos organismos financieros? ¿A la biopiratería, legal e ilegal, se le pondrán límites?

Como es de público conocimiento, en los territorios amazónicos y del Chocó Biogeográfico hacen presencia narcotraficantes, elenos y disidencias de las Farc. Estas últimas dedicadas recientemente a la ganadería extensiva; de igual manera, empresas nacionales y extranjeras que explotan oro y coltán, así como agentes agroindustriales interesados en instalar monocultivos de caña de azúcar y palma africana. ¿Acaso la ONU estaría dispuesta a intervenir en esas regiones con una fuerza armada (cascos verdes) con capacidad para neutralizar a esos agentes ilegales y de negociar con los actores legales que de todas maneras aportan a la degradación de esos complejos ecosistemas boscosos? La operación criminal de actores armados es un factor que claramente se opone a cambiar deuda externa por acciones climáticas. 

Mientras la propuesta es pensada y madurada a la sazón de los intereses de los países responsables de las crisis climáticas que hoy confluyen en lo que se conoce como Cambio Climático, la sociedad colombiana debe seguir en el proceso de reconocer la importancia de contar con los pueblos indígenas y afros como protectores naturales de la biodiversidad y agentes de acciones climáticas responsables.

Las altas cortes, junto con los aportes de los ambientalistas, deben adelantarse a la discusión de cuáles serán esas acciones climáticas a las que nos vamos a comprometer como Estado, cuando el FMI y el BM acepten la propuesta del presidente Petro y la pongan en marcha. Una pregunta final: si se aprueban los mecanismos de reducción del pago de la deuda externa, ¿qué pasará con esos dineros que juiciosamente se separan para abonar al pago de intereses de dicha deuda? Esta pregunta es clave por los altos niveles de corrupción público-privada en Colombia, uno de los países más corruptos del mundo. 

Adenda: en el pasado multinacionales como Chiquita Brands patrocinaron a los grupos paramilitares para que estos les quitaran las tierras a los campesinos. ¿Aparecerán otras empresas de ese tipo con el objetivo de cooptar a las comunidades ancestrales para aprovecharse de los recursos genéticos que aún se conservan en nuestras selvas?


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domingo, 20 de octubre de 2024

COP16, PAZ CON LA NATURALEZA Y LOS REDUCCIONISMOS MEDIÁTICOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El eslogan de la COP16, Paz con la Naturaleza, es una frase, un lema, que sirve para esconder, mimetizar, camuflar y matizar los graves impactos que como especie dominante y tardíamente sentipensante le venimos y seguiremos infringiendo a los ecosistemas naturales. En particular en el sur del Valle del Cauca y el norte del Cauca con el monocultivo de la caña de azúcar con el que se afectaron fuentes hídricas que sirvieron durante años a comunidades ancestrales, en particular a los afros, para gozar del río y de sus aguas a través de las llamadas “comitivas”.

Mientras que en Cali y el Valle del Cauca están “en modo COP16”, el planeta entero hace rato está en “modo” Antropoceno, circunstancia definitiva que le pone límites temporales a esa utopía de hacer la paz con la naturaleza. Para enfrentar las pluricrisis que confluyen en eso que llaman cambio climático se van a necesitar esfuerzos superiores en materia tecnológica y técnica, mismas variables con las que el ser humano viene poniendo en riesgo la supervivencia de cientos de especies, incluyendo por supuesto a la humana.

No se trata de negar la importancia del evento global. De lo que se trata es de evitar los reduccionismos en los que suelen caer el periodismo al momento de cubrir este tipo de reuniones ambientales que deberían de servir para hacer pedagogía en torno a la necesidad de pensar y actuar desde la complejidad. Claro que la responsabilidad es compartida con la academia al momento de seguir los derroteros de una modernidad fragmentadora. Agentes académicos se han atrevido a llamar a los extensos monocultivos de caña de azúcar como “ecosistemas emergentes”, desconociendo todas las rupturas que en términos de conexiones ecológicas produce la agroindustria cañera.

“… el mundo académico ha generado su propia racionalización de la situación para reducir las explicaciones científicas de la realidad a unas pocas causas, a unos pocos factores, a unas pocas variables, todo ello empacado en unas pocas disciplinas. Entre los siglos XVIII y XIX, la economía y las ciencias políticas propusieron e impusieron la mayor simplificación de la realidad: su reducción a dos instrumentos: monedas y armas” (Carrizosa, 2014, p. 240). Ya lo había advertido Morin (1994) cuando dijo que “…la patología moderna del espíritu está en la hiper-simplificación”.

Las notas periodísticas publicadas por Caracol Noticias son la mejor expresión de esa realidad moderna de reducir y fragmentar la realidad, en particular, lo que ha significado e implicado haber tomado distancia de la naturaleza y habernos convertido en una especie depredadora. Presentan la COP16 como una fiesta, restándole importancia a dos elementos que son claves: la evaluación de los viejos compromisos que asumió el país en términos de protección de la biodiversidad y los nuevos que vaya a adquirir; así como los desafíos que enfrenta como Estado en razón a la presencia de la minería ilegal-legal en amplios territorios del país, en particular en la zona alta de Suárez (Cauca) y la llegada de los monocultivos de caña de azúcar y palma africana a la Orinoquia. Y claro, el monocultivo ilegal de la mata de coca y la operación mafiosa de estructuras armadas que se hacen llamar “guerrillas”.

Por estar preocupados por reducir la COP16 a detalles, los periodistas de Caracol Noticias y de otros canales no preguntan por ejemplo quiénes tienen el músculo financiero para importar la maquinaria amarilla que usan las mafias mineras y que las autoridades queman en los lechos de los ríos. Si estas máquinas son importadas, qué seguimientos se hacen de las mismas para evitar que lleguen a las zonas selváticas a modificar los cauces de los ríos y afectar negativamente la calidad de las aguas de los afluentes.

Nadie cuestiona los procesos de potrerización y la instalación de hatos de baja producción, minería y monocultivos legales e ilegales que se emprendieron en los territorios selváticos que las Farc-Ep abandonaron debido al acuerdo de paz de La Habana. Es mejor no preguntar, porque estamos en modo COP16, y las periodistas deben sonreír, mientras que la minería ilegal-legal le gana terreno a los Farallones de Cali; los ingenios azucareros siguen quemando cañaduzales; y las multinacionales mineras siguen extrayendo oro y otros minerales de la “Madre Tierra”.

Si los jefes de emisión de Caracol Noticias decidieron editorialmente volcarse para cubrir la COP16 como una fiesta ambiental, les recuerdo que Estanislao Zuleta dijo que la guerra también era una fiesta y que “solo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra” está maduro para la paz. Hacer la Paz con la Naturaleza pudo hacer parte de la última utopía de la humanidad, pero el greenwashing siempre estará presente a la hora de examinar las responsabilidades colectivas y corporativas que se deben asumir para poder firmar esa paz con Naturaleza de la que tomamos distancia para poder dominarla y someterla. 

cop16 y la flor de inirida - Búsqueda Imágenes

lunes, 23 de septiembre de 2024

SEQUÍA, CAMBIO CLIMÁTICO Y SOBREEXPLOTACIÓN DEL AGUA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El racionamiento de agua que soportan los bogotanos debe asumirse como un campanazo de alerta para todas las autoridades ambientales y en particular para la clase empresarial y política, responsables en gran medida por los efectos negativos que arrastra el vigente modelo agro extractivo en Colombia.

Embotelladoras como Coca-Cola y los ingenios azucareros tienen concesiones de agua por las que pagan irrisorias sumas de dinero, lo que compromete cuencas y microcuencas, incluidos los acuíferos. Se suma al acaparamiento del agua los cultivos de aguacate Hass.

El valle geográfico del río Cauca es un vasto territorio en el que la sobre explotación y el acaparamiento de aguas superficiales y subterráneas viene de tiempo atrás. La ola de intenso calor y la sequía en varias zonas del país, incluida la capital del Valle del Cauca ameritan que organismos como la CVC asuman la tarea de revisar las condiciones de explotación de las concesiones de agua y el estado de las cuencas y microcuencas que padecen ya el “estrés hídrico” por el alto consumo para regar la caña de azúcar, el aguacate Hass y el café.

Hay técnicas de riego eficientes que no todos los azucareros usan para regar sus cultivos. La técnica por goteo puede resultar costosa para aquellos dueños de fincas a los que solo les interesa alquilarles la tierra a los ingenios y recibir los millonarios pagos. Estos siguen llevando el agua que extraen de ríos y acuíferos por las viejas canales en tierra, a sabiendas de que una parte del agua termina filtrándose.

Quizás llegó el momento de que el Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible y las Corporaciones Autónomas Regionales empiecen a pensar en exigirles a aguacateros y cañicultores licencias ambientales. Esa discusión hay que darla cuanto antes. Entre los criterios a discutir están las concesiones de agua, el aumento del precio que pagan por el agua utilizada, límites a las hectáreas sembradas y el compromiso de asumir tareas de restauración de los ecosistemas afectados de tiempo atrás como humedales. Lo anterior, en el ámbito de lo rural.

En el ámbito urbano, hay que empezar por ponerles más controles a las constructoras. Para el caso de Cali, es urgente detener los procesos de ocupación y deforestación que vienen sufriendo los Farallones de Cali. La minería ilegal se suma a las graves problemáticas que se ciernen sobre ese valioso ecosistema boscoso.

El cambio climático es una realidad insoslayable. Justamente, muchos de los negacionistas hacen parte de las agremiaciones que insisten en seguir potrerizando las selvas y en la extensión del modelo de la gran plantación, esto es, la hegemonía de la caña de azúcar, palma africana y el aguacate Hass.

En mi tesis doctoral, intitulada ESTADO, AGROINDUSTRIA CAÑERA Y AFECTACIONES SOCIO-AMBIENTALES: SOSTENIBILIDAD ASISTÉMICA FUNCIONAL Y ONTOLOGÍAS DE LA RESISTENCIA EN MUNICIPIOS DEL NORTE DEL CAUCA Y SUR DEL VALLE DEL CAUCA, recomiendo revisar de manera profunda la institucionalidad ambiental y las lógicas de su operación, atadas a los intereses de los agentes privados. De forma concreta se recomienda dar mayor autonomía a las entidades ambientales locales y regionales y el establecimiento de una Superintendencia Ambiental que, con carácter sistémico, vigile las actuaciones de entidades como la CVC y la CRC, al tiempo que haga las veces de defensa máxima de los intereses de las comunidades ancestrales y campesinas, víctimas de ese continuum de hechos, procesos de sometimiento ontológicos y de los ecosistemas liderados por la agroindustria cañera.

Dicha Superintendencia Ambiental estaría compuesta por profesionales de todas las disciplinas, y por representantes de los tres grupos “subalternos”: campesinos, comunidades afros y pueblos indígenas. A lo anterior se suma, lo que líneas atrás se propuso alrededor de la creación de la Licencia Ambiental para Plantaciones (LAP), en virtud del traslado de la agroindustria cañera al sur del país, en particular a la Orinoquia. Dichas recomendaciones se hacen en virtud a las conclusiones a las que se llegó después del proceso investigativo. "que la operación de la agroindustria y del monocultivo de la caña de azúcar, viene dejando sistémicos y sistemáticos efectos negativos en el valle geográfico del río Cauca y en el propio funcionamiento del Estado, en particular en sus órdenes locales y regionales. Quedó claro y se puede palpar en la realidad que las instituciones estatales funcionan gracias a relaciones clientelares, asociadas estas a una forma particular de concebir lo público- estatal y lo público, es decir, lo que nos interesa a todos, de los cañicultores. 




Foto: Germán Ayala 









 

domingo, 15 de septiembre de 2024

¿POLÍTICA ELECTORAL O PAZ CON LA NATURALEZA?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

¿Quién recogerá el discurso ambiental que viene exponiendo el presidente Petro? No veo a ningún líder de la izquierda o del progresismo hacerse cargo de las alertas y los llamados de Petro a modificar sustancialmente y cuanto antes las maneras como venimos poblando el planeta y relacionándonos con la Naturaleza. Es más, tampoco veo a la Alianza Verde en esa tónica. La verdad es que a sus miembros poco les interesó agitar la bandera del ambientalismo. Todo en ellos es una pose. El apellido Verde hace parte de esa pose. 

Ocupados desde ya por las elecciones de 2026, los políticos de la izquierda, la derecha y el fantasmagórico centro parecen no preocuparse por lo que está pasando en Europa con las altas temperaturas y tampoco por la inquietante sequía y el consecuente racionamiento en el consumo del líquido que sufre la capital del país. Menos aún discuten sobre el pago irrisorio (11 millones de pesos al año) y el gran consumo de agua en La Calera por parte de la multinacional Coca-Cola. Pensarán en la posibilidad de que la embotelladora les patrocine sus campañas políticas. La CAR es una entidad que como todas las Corporaciones Autónomas Regionales está pensada para ser observadora del consumo irracional de la oferta ambiental. Y el alcalde de Bogotá, un pusilánime que prefiere someter a los bogotanos, antes de exigirle a la multinacional mayor responsabilidad ambiental. 

El cambio climático es una realidad incontrastable que amerita sentarse a pensar qué haremos en Colombia en el inmediato futuro. Urge diseñar un pacto político con la Naturaleza. Las altas temperaturas en varias regiones del país, incluidos el Valle del Cauca y su capital debería de ser un tema de discusión en el marco de la COP16. El eslogan de esa cumbre por la biodiversidad, Paz con la Naturaleza, puede quedar convertido en una simple frase si no se toman prontas y radicales decisiones en política ambiental.

Los amigos, propietarios y patrocinadores del desarrollo agro extractivo y beneficiarios del modelo de la gran plantación deberían de ser convocados a esa discusión. Eso sí, siempre y cuando estén dispuestos a abandonar la actitud negacionista de las crisis ambientales que confluyen en eso que se conoce como el cambio climático.

Ya hay problemas de abastecimiento de agua en zonas como Bolívar, en el Valle del Cauca, por culpa de los monocultivos de aguacate Hass y caña de azúcar. Y de continuar la falta de lluvias en el valle geográfico del río Cauca, vendrán racionamientos en ciudades como Cali, sede la COP16.

Colombia ha venido incumpliendo compromisos en materia de conservación de la biodiversidad, realidad que tiene una explicación sociopolítica: la derecha colombiana jamás se interesó en comprender las dinámicas y las relaciones sistémicas que se dan entre los ecosistemas naturales-históricos. Azucareros y palmicultores, ganaderos, mineros y narcotraficantes son en gran medida los responsables de la deforestación en las zonas selváticas del sur del país. Dentro de las ciudades capitales, las constructoras también tienen su grado de responsabilidad en el proceso de irle ganando terreno, por ejemplo, en Cali, a los Farallones. Y en todo ese complejo panorama, aparece la política en forma de una institucionalidad ambiental débil y capturada por los intereses de todos los anteriores agentes de poder. Para el caso del Valle del Cauca, la CVC es una entidad que arrastra una historia de protección de los intereses de los azucareros, en contravía de los intereses comunitarios.

Mientras llega el día de la inauguración de la COP16, la inercia del desarrollo agro extractivo nos irá llevando al punto de no retorno del que hablan los científicos.  Anoche se vio la quema de caña de azúcar dentro de la ciudad de Cali. La pavesa y la acción misma de escaldar los cultivos de caña de azúcar contribuyen a la contaminación del aire y la generación de problemas respiratorios en menores de edad y adultos mayores. ¿En dónde están las autoridades? Vuelvo a preguntar: ¿Quién recogerá el discurso ambiental que viene exponiendo el presidente Petro? La respuesta es esta: nadie, porque a la Derecha solo le interesa recuperar la Casa de Nariño para continuar en la misma tónica depredadora. Los del Centro son tan medrosos y pusilánimes, que les resulta más cómodo continuar siendo amigos de la Derecha, que acercarse un poco a la Izquierda. Y esta última está enfocada en volver a ganar las elecciones, sin avizorar que necesitan consolidar un discurso socio ambiental y civilizatorio que aporte salidas a la crisis climática. 


Imagen tomada de la cuenta de X de Aldemar Domínguez Espinosa. 


lunes, 2 de septiembre de 2024

Autoridad Territorial Económica y Ambiental- ATEA- y los imponderables culturales

 

Por GERMÀN AYALA OSORIO 

Con el decreto-ley 1094 del 28 de agosto de 2024 el Estado colombiano salda una deuda histórica con los indígenas del Cauca y en particular con el CRIC, al reconocer a sus pueblos como autoridades ambientales dentro de sus territorios. El artículo primero de dicho instrumento legal tiene como objeto "reconocer el Mandato de la Autoridad Territorial Económica y Ambiental - ATEA como un instrumento de derecho propio de las autoridades tradicionales de los pueblos indígenas que conforman el Consejo Regional Indígena - CRIC, así como las competencias de sus autoridades y establecer mecanismos de coordinación y operativización entre y las entidades en armonía con la política indígena integral de la autoridad territorial y ambiental, como de la Constitución, y demás instrumentos normativos que económicos y ambientales los pueblos indígenas"

Sin duda alguna se trata de un avance importante en materia de conservación ambiental y ecológica de los ecosistemas presentes dentro de los resguardos. Eso sí, la aplicación del decreto-ley enfrenta varios imponderables que superan el sentido del instrumento legal y que ameritaría la inclusión de una ruta interna para enfrentarlos. Uno de esas contingencias está asociada a la presencia de colonos o comunidades afros en las inmediaciones de los resguardos o zonas de amortiguación de ecosistemas, en especial los boscosos en los que están asentados los indígenas. Esa puede ser en adelante una fuente de conflicto en razón a las diferencias existentes entre la cosmovisión ancestral y las ideas que los colonos arrastran en materia de goce y relacionamiento con el territorio y la naturaleza.

Otro de esos inconmensurables tienen que ver con los procesos de "erosión" cultural (aculturación) que se puedan presentar con el paso del tiempo dentro de las comunidades indígenas y que representen cambios en las maneras históricas como se fijaron las relaciones con la naturaleza. El monocultivo de la marihuana por ejemplo es ya un problema cultural, ecológico, socioambiental y estético para los indígenas en Jambalò (Cauca). Así lo han reconocido los mayores. 

A partir de la experiencia acumulada con la siembra de la marihuana dentro de los resguardos es importante que los mismos dirigentes del CRIC y sus mayores  generen los mecanismos internos que les permitan controlar los impactos psicosociales y culturales que pueda estar generando en los jóvenes indígenas el proceso de siembra, control y cosecha del cultivo de la cannabis. 

Por lo anterior, en el Decreto-ley bien se pudo incluir un mecanismo de diálogo interétnico e interinstitucional que permita enfrentar procesos culturales erosivos que terminen cambiando la cosmogonía de los Nasa y otros pueblos asentados en el Cauca y las maneras de relacionarse con los ecosistemas. 



Imagen tomada de la red. 

miércoles, 28 de agosto de 2024

LA CAÑA DE AZÚCAR: ¿PAISAJE CULTURAL?



 Por Germán Ayala Osorio

Proponerle a la Unesco que reconozca a Cali y al Valle del Cauca, o quizás al valle geográfico del río Cauca como "paisaje cultural de la caña de azúcar" es pretender invalidar, desconocer, ocultar  o minimizar los graves impactos socio ambientales, ecológicos y paisajísticos generados por el monocultivo de la señalada gramínea en ese vasto territorio. 

Semejante propuesta salió de un "acuerdo marco" entre los alcaldes de Palmira, Pradera, Candelaria, Florida y Cali, territorios asediados y cercados por el monocultivo de la caña de azúcar. Imagino que el exabrupto histórico-cultural salió de boca del alcalde de Cali, reconocido hijo de la élite azucarera. 

Como sede de la COP16, sus autoridades no pueden maquillar la realidad que agobia a los caleños y  a los vallecaucanos. Cali enfrenta grandes desafíos socio ambientales y ecológicos. Sus 7 ríos mueren lentamente. En cuanto a los Farallones, la minería y las constructoras amenazan su estructura ecosistémica y los servicios ambientales que de allí se derivan. Y la situación ambiental del Valle del Cauca no es la mejor. Candelaria, por ejemplo, en los 90 ya enfrentó una crisis en sus aguas subterráneas, resultado de la sobreexplotación azucarera. La infraestructura vial está sometida a los pesados tracto camiones y los habitantes de los cinco municipios a millones de partículas suspendidas por cuenta del polvo que levantan las tractomulas. 

Si semejante propuesta nace porque está por comenzar la COP16, ello solo confirma que dicho evento solo servirá para seguir debatiendo y debatiendo, como parte del "turismo académico", mientras el actual modelo agro extractivista y la construcción desordenada de la ciudad ponen en riesgo la sostenibilidad sistémica de la ciudad y la vida de caleños y caleñas.  

Si semejante propuesta la hizo el alcalde de Cali, debemos hacer memoria para entender que efectivamente semejante solicitud a la Unesco constituye un exabrupto. 

El alcalde de Cali, Alejandro Eder es miembro de la familia latifundista y cañicultora, responsable en buena medida de la violenta transformación del paisaje biodiverso que ofrecía la región antes de la llegada de la caña de azúcar. Entre 1967 y 1976 Henry Eder fue director de la CVC y continuó haciendo parte de la junta directiva de dicha "autoridad" ambiental que prácticamente "le hizo y le hace aún el cuarto" a los azucareros que sobreexplotan las aguas superficiales y las subterráneas y abusan de la quema del follaje de la caña que produce lo que se conoce como la "nieve negra" o la insoportable pavesa. 

Lo que se ha vivido en el norte del Cauca y el sur del Valle del Cauca es un proceso violento de sometimiento social y cultural de las comunidades campesinas (afros e indígenas) que vivían del pan coger. Cuando se asentó el Ingenio del Cauca en jurisdicción de Miranda (Cauca), bajo la dirección de Harold Eder, esos cultivos de pan coger empezaron a desaparecer para darle paso a la presencia extensiva e incontrastable de la caña de azúcar. Murieron árboles frutales como zapote, caimo y la naranja lima y cultivos de millo, entre otros más. El hermoso paisaje natural fue pereciendo ante la fuerza invasora de la gramínea. Lo que tenemos hoy en el valle geográfico del río Cauca es un paisaje artificial monótono, que aburre a quienes recorren las vías principales y las secundarias rodeadas por el monocultivo. 

La presencia hegemónica de la caña de azúcar en el norte del Cauca y en todo el Valle del Cauca y los alrededores de la ciudad de Cali obedece a un proceso de sometimiento de los ecosistemas naturales-históricos con todo y las territorialidades que allí florecían de la mano de las comunidades allí asentadas y que fueron desarraigadas a través del uso de la violencia física, la inundación de predios para que perdieran sus cosechas, para obligarlos a vender barata la tierra; otros fueron víctimas de engaños judiciales de todo tipo. 

En el valle geográfico del río Cauca no hay un paisaje cultural. Lo que hay es un paisaje monótono, fruto de un largo proceso de sometimiento socio ambiental, ecológico y cultural. 

Adenda: sugiero buscar las investigaciones y los artículos científicos de los profesores Mario Pérez y Hernando Uribe Castro. Pueden también consultar mi tesis doctoral intitulada "Estado, agroindustria cañera y afectaciones socio-ambientales. Sostenibilidad asistémica funcional y ontologías de la resistencia en municipios del Norte del Cauca y Sur del Valle del Cauca".  





lunes, 19 de agosto de 2024

NEUTRALIZACIÓN DE LABORATORIOS DE COCAÍNA Y RESTAURACIÓN AMBIENTAL

 

Por GERMÁN AYALA OSORIO

El gobierno de Gustavo Petro asumió como ningún otro, dos tareas importantes que muy seguramente la opinión pública citadina no valora: la primera, detener la deforestación de ecosistemas naturales-históricos como Chiribiquete, sometido a disruptivos procesos de sometimiento y transformación a manos de narcos y ganaderos; y la segunda, atacar las economías ilegales que benefician a narcos, "guerrillas", paracos y empresarios, a través del decomiso constante de toneladas de cocaína.   

En lo que toca a la segunda tarea, hay que señalar que la interdicción de sumergibles y de otras formas por las que se logra sacar la cocaína procesada en zonas selváticas, expone dos objetivos sobre los que debería también de enfocarse la actual administración: la destrucción de los laboratorios para evitar justamente que se produzca el clorhidrato de cocaína y el inicio de la restauración de los ecosistemas afectados tanto por la adecuación de las zonas para instalar las "cocinas", como la quema misma de esas instalaciones rudimentarias. 

Hasta el momento no he escuchado de boca del presidente Petro y mucho menos de las autoridades ambientales y de la policía ambiental, el inicio de actividades de restauración o recuperación de los ecosistemas afectados. Lo peor que le puede pasar al país es abandonar los territorios intervenidos por las mafias, pues detrás de ellos siempre vienen la construcción o el mejoramiento de vías irregulares o ilegales y la llegada de colonos. 

Si bien se aplauden los resultados positivos obtenidos en la cumplimiento de las dos tareas, se echa de menos una política de restauración de los ecosistemas afectados. Si existe, debe el gobierno hacerla pública para que los expertos ofrezcan sus servicios para recuperar esas zonas afectadas.

Justamente, en Chiribiquete la Policía nacional anunció hace unos días que había destruido 5 puentes e igual número de vías construidos al interior del parque Chiribiquete. ¿En dónde estaban las autoridades cuando los ilegales hicieron el trazado e intervinieron la zona? 

Otro asunto del poco o nada se habla cuando se reportan esos hechos:¿ a los detenidos con la cocaína o los narcos que están detrás de esas actividades ilícitas se les imputan delitos contra el medio ambiente? 

Si estamos viviendo los efectos del cambio climático, no será hora de tipificar de una mejor manera los delitos ambientales y empezar hablar de "violencia ambiental" o "terrorismo socio ambiental"; habría que pensar en un aumento significativo de las penas para todos los agentes que participan del entramado criminal de deforestar para ganadería extensiva y la instalación de laboratorios de cocaína. 



Imagen tomada de Confidencial Colombia. 

jueves, 4 de julio de 2024

¿ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE O CAMBIO CULTURAL?

 

Por GERMÁN AYALA OSORIO

Vuelve y juega el tema de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Con los ajustes a su gabinete, el presidente Gustavo Petro giró un tanto a la derecha (otros dirán que al centro), con el claro objetivo de lograr un "acuerdo nacional" que permita el llamado a esa ANC, para ajustar, nuevamente, el contenido de lo prescrito en la carta política. 

Hay que recordar que en el primer año de su mandato, Petro creyó posible gobernar con el apoyo de esa parte del establecimiento que representan liberales, conservadores y el uribismo. Después de un año largo de su mandato, Petro se radicalizó y la respuesta del "viejo" régimen fue poner a funcionar sus fichas en el Congreso para no aprobar las reformas sociales propuestas por Petro en campaña y someter a su gobierno al más infame acoso y hostigamiento mediático de las empresas periodísticas afines al establecimiento colombiano. 

Con la llegada de Juan Fernando Cristo, el presidente vuelve a coquetear a esos sectores de la derecha que pueden haberle entendido y aceptado que el modelo de país que se desprende de la Carta Política necesita ajustes a través de una ANC acotada en los temas a abordarse a través de esa instancia jurídico-política. 

La Constitución de 1991, con todo y su espíritu garantista y liberal ha sufrido más de 40 enmiendas en 33 años de vigencia. Esas modificaciones y las que se intentaron hacer y que no se lograron aprobar por diversas razones bien pueden dar cuenta de que su espíritu y carácter liberal no fue del todo asumido dentro del pacto político que permitió la derogación de la carta de 1886 y el nacimiento de la del 1991. 

Convocar a una ANC en los momentos de crispación ideológica que vive el país y con unas empresas mediáticas que acordaron deslegitimar al gobierno progresista puede salir muy mal para la izquierda y el progresismo que ve a la ANC como la única alternativa para cambiar todo lo que está mal en el país y que de alguna manera está conectado con las reglas constitucionales vigentes. 

En lugar de insistir en ese escenario constituyente, el acuerdo nacional o el pacto político que se logre a dos años de terminar el periodo presidencial debería de apuntarle a proscribir el ethos mafioso que la derecha naturalizó en el país desde hace más de 50 años. Ese es el gran problema del país y de los colombianos. No es otro. Ninguna carta política, por garantista que sea, jamás logrará el bienestar y la concreción de los derechos allí prescritos, mientras lo más importante para empresarios, colombianos de a pie, clase política, jueces y magistrados, rectores de universidades privadas y públicas; militares y policías sea enriquecerse robando el erario, aprovechándose de las políticas públicas y sacando provecho de las relaciones sociales y políticas. Esa matriz cultural oprobiosa, sucia, criminal y mafiosa debe cambiarse y para ello, los marcos jurídicos vigentes deben modificarse, pero primero debe haber la voluntad política de proscribir el ethos mafioso. 

Los puntos de ese acuerdo son de una enorme sencillez. No se necesitan expertos constitucionalistas para lograrlo, bastaría la voluntad para cambiar lo que culturalmente viene mal.  Y hay varios puntos: el primero, dejar de robar el erario. Y para ello, los partidos políticos, con todo y sus directores, militantes y congresistas, deberán dejar de operar como burdeles burocráticos en donde se negocian cuotas políticas y contratos con los patrocinadores de las campañas, esto es, los contratistas, el eslabón más peligroso, sucio y abyecto de la cadena de intereses que se desprende del ethos mafioso. 

El segundo punto es que las élites le mermen un poquito a la avaricia, y por ese camino, que por fin se sienten a pensar  en sacar adelante el país, siguiendo los ejemplos de países como los llamados "tigres asiáticos". Y para llegar allá, deben de dejar atrás ese espíritu rentista que los hace ver como élites miserables y visión anacrónica y pobre.

El tercer punto tiene que ver en general con una profunda revolución cultural que toque y convoque a todos los estamentos de la sociedad alrededor de temas como el crecimiento económico bajo criterios de sostenibilidad sistémica, dejando atrás la idea de una  sostenibilidad asistémica, funcional al modelo de desarrollo agro extractivo imperante en el país. 

Apuntarle a una revolución cultural requerirá de una gran dosis de desprendimiento de intereses, mezquindades y privilegios. ¿Estarán dispuestos los "cacaos" a hacerlo? Esa debería de ser la pregunta que guíe las discusiones para lograr un acuerdo nacional que permita a quienes lo van a liderar, sacar al país de la miserable condición de ser un platanal con bandera. 


Imagen tomada de Red más noticias

miércoles, 1 de mayo de 2024

COLOMBIA: UN PAÍS DE OSOS, PERRAS, ABEJAS, CONEJOS, CEBRAS Y ELEFANTES BLANCOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El lenguaje suele dar cuenta de lo que somos como individuos y sociedad. Cuando hablamos o escribimos, dejamos ver nuestras partes pudendas. “Habitamos” en él, dijo un filósofo. Y en los usos particulares de una lengua como la que compartimos en Colombia, encontramos curiosas asociaciones entre palabras y unos hechos fácticos que responden a ejercicios metafóricos, muchos de estos con fines eufemísticos.

Desconozco de dónde viene la “costumbre lingüística” de conectar los nombres de animales con normas, actos de corrupción o para descalificar a específicas personas. No creo que esos usos muy particulares de nuestra lengua respondan a un alto nivel de conciencia por ser uno de los países más biodiversos del mundo. Si por algo se caracteriza el colombiano promedio es por no saber qué es eso de la biodiversidad, animales o plantas endémicas y mucho menos, ecosistemas frágiles y estratégicos protegidos.

Una de esas asociaciones con nombres de animales es el “Elefante blanco”. La usamos para referirnos a casos de corrupción y negligencia expresados en la no terminación de obras civiles como la construcción de hospitales, acueductos y colegios, entre otros. Aunque hay que advertir, que en el país los elefantes no hacen parte original de nuestra fauna. Por estos días, el gobierno anuncia que encontró por lo menos 100 de esos “elefantes blancos”. Algunos de esos los están intentando recuperar del deterioro físico al que han sido sometidos por el paso del tiempo. Lo interesante de esa asociación es que siempre habrá “elefantes blancos” en Colombia porque los políticos son quienes se aseguran de que jamás falten. Esos curiosos paquidérmicos son hijos del ethos mafioso que guía la vida de muchos miembros de la clase dirigente, política y empresarial de Colombia.

El “Lobo” es otro animal que sirve para descalificar la vestimenta y los gustos de personajes públicos. Por ahí anda un abogado colombiano muy mediático él, a quien suelen molestarlo por sus llamativas “pintas” (ropa que usa a diario), las mismas que le han permitido a sus detractores calificarlo como “lobo”.

El “Sapo” es quizás el animal más odiado en términos socio lingüísticos puesto que la gente asocia su presencia con una persona soplona, delatora o que se mete en donde la han llamado. También sirve para referirse a quien busca protagonismo, extendiendo su lengua para lamerle al jefe, quizás buscando un ascenso o para congraciarse con una decisión tomada.

La “Cebra” nos recuerda al hermoso animal rayado, pero también al paso peatonal pintado sobre las vías, con el propósito de que los transeúntes pasen con seguridad y orden. Hay que decir que hay animales humanos que prefieren no atravesar por la cebra por pereza o simplemente porque los desborda la incultura y la estupidez.

 La “Abeja” como imagen nos recuerda al útil animalito no humano, conocido por los expertos como un bioindicador de los ecosistemas en los que aún sobrevive. Pero sirve para que socialmente pensemos en personas hábiles para los negocios o quizás para intentar salirse con la suya, incluso, por fuera de la ley o las normas sociales. Caben en esa asociación ladrones, trabajadores mañosos y “avispados”. También políticos, porque hay unos que son unas verdaderas abejas. 

La imagen del dócil Conejo no solo se asocia a los numeritos circenses de magia, sino a la acción de no pagar una cuenta o de estafar a otra persona. Entonces, le “hicieron conejo” se asume como una acción negativa para quien sufre la estafa o el incumplimiento de algo previamente pactado.

Cuando se busca trabajo, entonces los colombianos azotados por el desempleo hablan de “buscar Camello”. También, para dar cuenta de dónde están o para dónde van: “voy para el camello o estoy en el camello”, para indicar que estamos en el lugar de trabajo.  

Los llamativos Lagartos los asociamos a políticos o a quienes suelen asistir a reuniones políticas, preferiblemente en campañas electorales, para “sobar chaquetas” o mendigar un contrato o un trabajo a un político clientelista y corrupto. “Lagartear” es la acción verbal reconocida a esos curiosos “Lagartos”. “Me estoy lagarteando un cargo en el gobierno” suele ser la expresión más común entre estos asqueantes especímenes.

La expresión “trabaja como una Hormiga” es positiva en la medida en que con esta se reconoce el trabajo laborioso e incansable de un empleado y por supuesto, de las Hormigas. Se trata de un trabajador eficiente y eficaz en el cumplimiento de sus obligaciones laborales. La pequeñez del animal no humano llamado Hormiga, sirve para engrandecer a quien se merece dicho reconocimiento.

El precioso Oso también es usado para hacer referencias a hechos culturales. Expresiones como “hizo el oso” sirve para dar cuenta de una situación vergonzosa y vergonzante que nadie más quiere volver a vivir o experimentar. En Colombia contamos aún con el Oso de anteojos (Tremarctos ornatus) en selvas y  páramos. Eso sí, asediado por colonos y ganaderos, que los asesinan porque los osos suelen atacar al ganado cuando tienen hambre. Olvidan que las selvas y los páramos son hábitat y que los intrusos son ellos y nos los osos. 

Y en un país machista, misógino y patriarcal como el nuestro, la “Zorra” sirve como epíteto para descalificar a las mujeres liberales o simplemente, aquellas que optaron por dejar a su pareja. Entonces, vieja “zorra” es un descalificativo muy usado por machitos violentos. Hay que recordar que esa expresión también estuvo asociada a los vehículos de tracción animal, halados por caballos. Entonces, se decía, en Bogotá especialmente, “contrate a un zorrero o ahí viene una “zorra”.

Para los propósitos de esa misma asociación se usa el vocablo Perra, referido como todos sabemos a esas hermosas caninas que alegran las vidas de millones de animales humanos en todo el mundo.  Por fortuna, el término “Perro” sirve para dar cuenta del hombre que se cree muy conquistador o es un picaflor consumido. De allí que anda enamorando mujeres. Hay por supuesto, un desbalance entre los efectos psicosociales que se generan cuando se usan las expresiones "perra" y "perro". Cosas del lenguaje machista. 

Y la Paloma, asociada a la idea de paz y cordialidad, sirve para señalar a aquellas personas que en su actuar cotidiano no le hacen mal a nadie o que trabajan en búsqueda de la anhelada paz en Colombia. Por eso, los primeros se llaman mansas Palomas y los segundos, soñadores. Claro que hay en la política una Paloma que suele entregar mensajes de odio. Es la Paloma mensajera de la violenta derecha colombiana, manejada por un vulgar caballista. 

Un extranjero podría pensar, después de comprender el sentido de esos particulares usos de nuestra lengua, que efectivamente somos una sociedad formada para respetar a los animales salvajes y domésticos. Pero no. Hay cientos de miles de compatriotas que asesinan a Osos de anteojos y envenenan perros callejeros y domésticos. Bueno, no podríamos esperar nada distinto en una sociedad violenta, cuyos miembros son capaces de matarse por una camiseta de un equipo de fútbol, o por ser de izquierda o de derecha o, porque simplemente se nos dio la gana.


 

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