martes, 15 de julio de 2025

CAZA COMERCIAL DE LOS CHIGÜIROS: UN INDESCIFRABLE LÍO ESTÉTICO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Más allá de si se pensó o no en emitir un decreto con el que se autorizaría la caza comercial de los chigüiros y si otro gobierno se atreverá a hacerlo, en la polémica hay una discusión estética que parece no advertirse o llamar la atención de los defensores y por supuesto en quienes la rechazan.

La bióloga Brigitte Baptiste dijo en su cuenta de X que “la fauna silvestre, allá afuera, NO ES DE PELUCHE”. Quienes se oponen a cualquier actividad de caza comercial de los carpinchos quizás lo hacen basados en una “estética infantil” legitimada por las películas y por las mismas formas estéticas de estos preciosos mamíferos. Baptiste de alguna manera caricaturiza la defensa de los ponchos (se conocen así en Panamá) al usar el término peluche, negando-quizás sin querer- que detrás de esa postura hay una actitud ética-estética frente al hábitat en el que los chigüiros sobreviven a diversas amenazas entre estas a la potrerización y a los monocultivos como el arroz.

Hablo de la estética en el sentido propuesto por Schopenhauer que, en voz de Marta Tafalla, apunta a ser “una vía para construir una relación más ética y pacífica con los otros seres humanos y con la naturaleza en la que vivimos”.

La caza comercial está dentro de las lógicas y dinámicas de la racionalidad instrumental que nos acompaña como especie dominante, bajo la cual, en aras de nuestra supervivencia (económica), creemos que es posible tomar distancia de la Naturaleza y desde ese lugar de enunciación y dominación como especie “inteligente”, decidimos intervenir unas veces desde la investigación científica y otras desde el pesar y los sentimientos estéticos en las dinámicas de los ecosistemas naturales-históricos. Tafalla cree que “nuestra cultura nos inculca desde la infancia una racionalidad instrumental que nos impide conocer el mundo en su complejidad y riqueza”.

Entonces, el lío estético en el que estamos alrededor de la propuesta de autorizar la caza comercial de los tiernos y hermosos capibaras está atado a las formas estéticas de aquellos que creen que es posible diseñar actividades de caza sostenibles y quienes anteponen la valoración estética sobre la búsqueda desenfrenada de conseguir dinero matando a los carpinchos en razón a que están ahí para ser aprovechados por la especie dominante, aviesa y estúpidamente inteligente: el ser humano.

Termino con esta de idea de Tafalla, no sin antes decir que la caza comercial de los capibaras, así como otras actividades de intervención humana soportadas en la búsqueda de riqueza, nos envilecen como especie, de la misma manera como lo hacen las guerras.

La estética es una de las mejores vías que tenemos para superar la soledad ontológica a las que nos condena la individualidad y a la vez para vencer la racionalidad instrumental que no nos permite descubrir el mundo en toda su riqueza. Nos ofrece la posibilidad de salir del encierro en nosotros mismos y encontrarnos con lo diferente”.




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