Por Germán Ayala Osorio
Después de la alocución del
presidente Petro y las reacciones de la prensa bogotana y de candidatos
presidenciales como Claudia López, Sergio Fajardo y Vicky Dávila, entre otros
quedan varias cosas claras. Identifico por lo menos 4 cuestiones que se coligen
de los datos expuestos por el jefe del Estado y de sus duros cuestionamientos
contra miembros de las familias Pastrana y Vargas Lleras, las EPS, sus juntas
directivas; contra Keralty, dueña de
Sanitas y la Corte Constitucional que tomó la decisión de parar la intervención
del gobierno a esa EPS y devolverla a sus propietarios españoles.
1. Quedó
claro que el sistema de salud en Colombia se creó para dar rienda suelta a la
avaricia de los políticos que de manera directa e indirecta estuvieron y están
conectados con las juntas directivas de las EPS. Durante años se negaron
servicios médicos y atenciones prioritarias debido a que presidentes y gerentes
de las EPS se dedicaron a hacer negocios privados en detrimento de los derechos
de los pacientes a una atención prioritaria y de calidad.
2. Es
apenas evidente la complacencia de los gobiernos que en el pasado a pesar de reconocer
los problemas de viabilidad financiera, fruto de la corrupción al interior de varias
de las entidades que operan dentro del
sistema, siguieron inyectándole recursos públicos al “saco roto” en el que se
convirtió la captación de billonarios recursos de parte de las Entidades
Prestadoras de Salud que además de exagerar con las inversiones de lo que se
conoce como la “integración vertical”, manejaban doble contabilidad y desviaron
cuantiosos recursos económicos que fueron invertidos en proyectos inmobiliarios
y hasta en inversiones fuera del país.
3. El
papel de la prensa hegemónica de muchas maneras sirvió para ocultar o hacer incomprensible
a la opinión pública lo que realmente estaba pasando con el sistema de salud. Y
cuando el presidente Petro señala con el dedo índice y con nombres propios a
los que él considera son los responsables del saqueo al sistema de
aseguramiento en salud, entonces salen las empresas mediáticas, muchas de estas
beneficiadas con pauta publicitaria pagadas por las EPS, entonces sus
periodistas y directores salen a desviar la atención de las audiencias poniendo
el foco en propuestas un tanto disparatadas de Petro como aquella de “trasladar
la Estatua
de la Libertad a Cartagena”. La revista Semana, vocera de la ultraderecha y
líder de la cofradía de medios que le hacen oposición política al gobierno,
recogió la “curiosa” propuesta del presidente en un titular que da cuenta de la
intención de desviar la atención de lo que realmente es importante: “las deudas
de las EPS con clínicas y hospitales sobrepasa los 39,2 billones de pesos; la
cifra, de acuerdo con Petro llegaría a los 100 billones. A esa misma prensa el
presidente Petro los llamó mentirosos, en particular al noticiero Noticias Caracol
que recientemente reconoció que cometió un error al decir que era el gobierno el
que debía a clínicas y hospitales 39,2 billones de pesos, cuando son las EPS
las que deben esa billonaria cifra.
4. Y
finalmente, el uso político y electoral de la crisis del sistema de salud que
vienen haciendo candidatos como Sergio Fajardo, Claudia López y Vicky Dávila,
entre otros, con el apoyo irrestricto de la prensa bogotana, confirma que a la
derecha le preocupan más las “buenas maneras” para decir que hay corrupción,
que las prácticas mafiosas y corruptas encontradas por la Contraloría General
de la República en su reciente informe y denunciadas por Petro en su ya mentada
e histórica alocución presidencial. Fajardo, López y Dávila asumen esa postura
política buscando que varios de los actores institucionales que hacen parte del
sistema de salud aporten millonarios recursos a sus campañas para las
elecciones de 2026. De esa manera, Dávila, Fajardo y López envían este claro
mensaje a los más poderosos agentes del Establecimiento: “estamos dispuestos a
mantener las correlaciones de fuerza y sometiendo el Estado a los intereses
privados. Jamás seremos como Petro en su objetivo de recuperar para el Estado
servicios esenciales como la salud, la seguridad y la prestación de los
servicios públicos”.
Colombia, el país de las “buenas
maneras”, de la “gente de bien” y de los eufemismos que solo han servido para
ocultar o matizar que el ethos mafioso guía la vida de la clase dirigente y empresarial
en su afán de mantener la privatización del Estado para ponerlo al servicio de
sus mezquinos intereses. ¡País inviable! ¡País de mierda!
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