Por Germán Ayala Osorio
Nicolás Maduro Moros (NMM) se
juramentó, hoy 10 de enero, como presidente de la República Bolivariana de Venezuela.
Espuria o no su posesión, esta extiende en el tiempo la disputa internacional
por el control de sus reservas de petróleo y gas librada entre el bloque que
conforman China y Rusia y el bloque que lidera los Estados Unidos. Veamos
lo que se podría venir para Colombia en materia electoral a menos de dos años
de las elecciones presidenciales.
La reelección de NMM le seguirá
sirviendo a la derecha colombiana, en particular al uribismo para insistir en
la narrativa que indica que Uribe Vélez es el “muro de contención del comunismo”,
razón por la cual en el 2026 el país debe votar por el que indique el sub
judice ciudadano para evitar la llegada del castrochavismo, una suerte de
correlato o versión "moderna" del comunismo. Se trata de un fantasmita que supo
crear y recrear el ladino político antioqueño en los tiempos del plebiscito por
la paz porque “Santos le iba a entregar el país a lafar”. La derecha que representa el expresidente y expresidiario
vive y necesita de la existencia de “enemigos” internos y externos para poder
sobrevivir política y electoralmente.
En las elecciones de 2022
asustaron a cientos de miles de ingenuos, ignorantes y pendejos que creyeron
a pie juntillas que con el triunfo de Gustavo Petro el país se “convertiría en
Venezuela”, es decir, que nos volveríamos comunistas. Dos años después de la
llegada de Petro, el país sigue atendiendo las recetas del FMI, esto es, el
modelo económico sigue operando bajo las lógicas del capitalismo. Aunque el
fantasma del comunismo ya perdió la capacidad de espantar, la permanencia del
régimen de Maduro y la negativa de Petro de romper relaciones con el vecino
país, como se lo exigieron varios agentes políticos, serán usados como instrumentos ideológicos para insistir en la presencia
fantasmal de algún enemigo interno que solo el uribismo puede derrotar.
Antes de terminar el 2024, el
expresidente Uribe dio vida al “nuevo” fantasma. Lo llamó “petrosantismo”. La
periodista Cecilia Orozco Tascón, en reciente columna, señaló que “el
“petrosantismo” es otro término de estrategia electoral que inventa Uribe Vélez
para manipular la opinión electoral. Pero ese remoquete
despreciativo –como tantos suyos– alude a una alianza inexistente”.
Santos y Uribe estuvieron de acuerdo
en exigirle a Petro “mano dura” contra el régimen de Maduro. A pesar de esa
circunstancia, el nuevo y maléfico espectro creado por el Gran Manipulador hará
su presencia en las elecciones de 2026. No es que el expresidente paisa sea un
consagrado hechicero, lo que sucede es que aún hay millones de imbéciles en Colombia
que le tienen miedo a un comunismo que como sistema social, político y
económico jamás vieron ni siquiera por televisión; o al castrochavismo y ahora
al “petrosantismo”. Eso sí, para poder que dicha figura cumpla con el propósito
político de espantar al electorado, Uribe necesitará conectarlo con el régimen
venezolano. Lo más probable es que recurra a la narrativa que señala que Venezuela
protege al ELN y a las disidencias de las Farc, guerrilla a la que Santos
Calderón “le entregó el país” hace ya ocho años. En cualquier caso, la derecha
uribizada insistirá en posicionar la idea de que el presidente Petro apoya la
dictadura de Maduro y que es incoherente con su defensa de la democracia. Así las cosas, el candidato
presidencial del Pacto Histórico y del progresismo para las elecciones venideras
constituyen un peligro para el país porque ponen en riesgo las relaciones con
los Estados Unidos al apoyar dictaduras de izquierda.
En su pretensión, la derecha colombiana sabrá ocultar su selectivo apoyo a la dictadura de Bukele, en El Salvador, convertido por el uribismo en una especie de héroe porque les permite revivir la fracasada y criminal política de seguridad democrática, la misma que dejó cientos de miles de desaparecidos, los 6402 jóvenes ejecutados por agentes estatales y los asesinatos selectivos de académicos, defensores de DDHH y de la naturaleza. Lo mismo harán con su defensa a ultranza del genocidio que viene cometiendo Israel, socio de USA, en Gaza.
Veremos en las elecciones
presidenciales de 2026 si el número de ingenuos y pendejos que le siguen
creyendo a Uribe aumentó o disminuyó en Colombia. También sabremos si las ideas
progresistas y el proyecto progresista logró calar en todos los sectores del
electorado.
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