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viernes, 16 de agosto de 2024

FRENTE NACIONAL EN VENEZUELA

 

Por Germán Ayala Osorio 

La propuesta de diseñar una especie de Frente Nacional (FN) en Venezuela es, por decir lo menos, audaz. Cuando Petro propone semejante salida a la crisis política en el vecino país está reconociendo que efectivamente Maduro instauró un régimen violento que desconoce los mínimos institucionales de la democracia liberal. Incluso, diría que la democracia popular de la que llevan haciendo alarde 25 años está en un proceso de fracturación, a juzgar por el éxodo venezolano y por aquellos chavistas de tradición que en las pasadas elecciones votaron por el "cambio" ofrecido por la Oposición. 

Todos sabemos que el Frente Nacional (FN) en Colombia fue un sistema político caracterizado por el cerramiento democrático, fruto de los acuerdos burocráticos a los que llegaron Liberales y Conservadores para turnarse el poder cada cuatro años. Que le hayan puesto fin a la violencia bipartidista y a la Violencia, no alcanza para ocultar que se trató de una salida política con restricciones democráticas porque no permitieron la participación de otras fuerzas políticas. Colombia vivió en una democracia de papel, justificada por las fuerzas políticas que tardíamente entendieron que era necesario llevar algo de modernidad a un país sumido en la barbarie, fruto de procesos civilizatorios fallidos.  

Instaurar un FN en Venezuela es "abrir" el régimen hacia una salida democrática con limitaciones, pero que bien podría servir para minimizar las presiones internacionales que se ciernen sobre el país petrolero y mejorar la convivencia entre opositores y chavistas.

Le corresponderá a la Oposición, encarnada en María Corina Machado, leer en perspectiva de futuro la propuesta de Petro. Si se queda pensando en el "robo" de las elecciones, podrá quedarse eternamente reclamando el triunfo de su títere, Edmundo González. Nicolás Maduro deberá hacer lo propio, pues sabe que hay un evidente cansancio popular, incluso en las propias huestes chavistas. Quienes aún lo respaldan  están directamente conectados con la burocracia oficial y el poder de los militares, amplificado en esos 25 años de chavismo. 

Les quedan poco menos de 5 meses para sentarse a diseñar el FN con el que ambas partes, ávidas de poder, lleguen a acuerdos en materia económica y política. El problema de fondo está en que las partes enfrentadas defienden modelos distintos de país. Mientras que Maduro insiste en el estatismo, al que llaman socialismo del siglo XXI, María Corina Machado defiende a dentelladas el neoliberalismo. Esa es la mayor talanquera que enfrenta la posibilidad de que se instaure en el vecino país un Frente Nacional. 

Eso sí, antes de cualquier discusión en torno a la audaz propuesta de Petro el régimen de Maduro debe desmontar los colectivos chavistas, liberar a los presos políticos y ponerle fin a la violación de los derechos humanos. 


Imagen tomada de Youtube.com

miércoles, 7 de agosto de 2024

EL RÉGIMEN DE MADURO Y EL RÉGIMEN DE COLOMBIA

 

Por Germán Ayala Osorio


Llevan los medios masivos tradicionales de Colombia más de 10 días dedicados a hablar del "régimen de Nicolás Maduro". No niego la existencia de ese régimen oprobioso que consolidaron civiles y militares con el firme propósito de restringir libertades y derechos. Esta columna apunta a señalar el silencio que guardaron en el pasado esas mismas empresas mediáticas y sus periodistas-estafetas y por esa vía, no referirse a la existencia de un régimen en Colombia. 

Durante los gobiernos de Turbay Ayala, Álvaro Uribe Vélez y el de Iván Duque operó en el país un régimen tan criminal y oprobioso como el venezolano. Comparten los tres gobiernos acciones como la violación de los derechos humanos, la estigmatización y persecución  de los defensores de los derechos humanos y del ambiente y en general, toda suerte de restricciones de libertades y derechos. Al tratarse de gobiernos de derecha, la prensa afecta evitó a toda costa hablar del régimen de Turbay, el de Uribe y el del títere de este último, Iván Duque Márquez. Esos señalamientos los hacía la izquierda.

Con la llegada de Petro a la Casa de Nariño los agentes económicos, sociales y políticos que llevan años permitiendo la operación en esos tres gobiernos de un régimen neoliberal, violento y criminal, varios se replegaron y casi que se fueron a la "clandestinidad" para desde allí incomodar y evitar que el primer gobierno de izquierda lograra cumplir sus objetivos y metas de campaña. Claro, mediada esa toma de distancia de Petro por una lucha de clases alimentada tanto por Petro, como por esos poderosos agentes acostumbrados a poner en el solio de Bolívar a mandatarios obsecuentes y genuflexos con la pobre visión de país y los mezquinos intereses de unas cuantas familias que insisten en manejar a Colombia como una finca.   

Desde el 7 de agosto de 2022 hay una disputa política entre esos agentes económicos, políticos y sociales que hacen parte del "régimen colombiano" y el gobierno de Gustavo Petro. Razón tiene Petro cuando dijo que "había ganado la presidencia, pero no tenía el poder". Esa conclusión, por demás lapidaria, permite concluir que efectivamente en Colombia hay un régimen de poder que en la sombra, le viene haciendo contrapeso al actual gobierno progresista. 

Las diferencias entre los regímenes de Colombia y Venezuela radican en que para el caso nuestro, ese régimen de poder lograba matizar su imagen y su operación con los gobiernos que sus más poderosos agentes económicos lograban poner en la Casa de Nariño. Y claro, al ser dueños de las gran prensa, los colombianos en general no logran identificar la existencia de un "régimen".  No. Solo les alcanza para reconocer que hay un gobierno. Y la más evidente de esas diferencias está en que el régimen colombiano está atado a los intereses de los Estados Unidos y de la derecha internacional. Por el contrario, el régimen venezolano está ancorado a los que tienen Rusia y China en esta parte del hemisferio. En particular los intereses chinos asociados a las "nuevas rutas de la seda". 

Ese régimen oprobioso, calificado así por la prensa colombiana, le apostó a mantenerse en el poder reeligiendo primero a Chávez y luego a Maduro, a través de procesos electorales sobre los que recaen serios señalamientos de fraude. Llevan 30 jornadas electorales (a la Asamblea y presidenciales, entre otras), lo que hace pensar que se trata de una democracia que funciona a la perfección. Una democracia electoral y popular, muy propia de las apuestas socialistas. 

Para nuestro caso, el régimen colombiano, hasta el 7 de agosto de 2022, siempre puso en la Casa de Nariño a los genuflexos presidentes de la República que simplemente ejecutaron los proyectos de ley y las consignas económicas que favorecieran a la élite que los sostuvo en el poder. Hay que reconocer que algunos agentes económicos que hacen parte de ese régimen vienen trabajando de la mano del actual gobierno, pero hay otros que no ven la hora de volver a poner en el Palacio Presidencial a quien obedezca sin chistar sus deseos, propuestas y caprichos. 

Las elecciones de 2026 serán definitivas para aquellos agentes de poder económico, social y político que hacen posible identificar la operación ignominiosa de un régimen de poder en Colombia que logró hacer invisibles los hilos con los que hacen mover a sus financiadas y costosas marionetas llamadas presidentes de la República. 

Lo cierto es que los  regímenes de Colombia y Venezuela operan bajo un inocultable ethos mafioso, responsable en buena medida de la pobreza estructural y la concentración de la riqueza que comparten las dos naciones. 



 

Imagen tomada de El Cronista. 


viernes, 2 de agosto de 2024

BRASIL, MÉXICO Y COLOMBIA: LA PRUDENCIA FRENTE AL RÉGIMEN VENEZOLANO

 

Por Germán Ayala Osorio


El comunicado que suscribieron los gobiernos de Brasil, Colombia y México en relación con la crisis política desatada en Venezuela a raíz de lo acontecido en la jornada electoral del 28 de julio, debe ser examinado para entender sus alcances. 

Se trata de una postura que bien puede calificarse como "políticamente correcta", pero que de todas maneras deja grietas por las cuales se pueden colar dudas e incluso lecturas que pueden ir en contravía del sentido diplomático y bien intencionado del comunicado. 

Al iniciar felicitando al pueblo venezolano (Párrafo 1), los tres gobiernos reconocen la importancia del voto, de la participación política y en perspectiva histórica y política validan las más de 30 jornadas electorales ocurridas durante 25 años del chavismo y por supuesto, legitiman el proceder democrático del régimen de Maduro al permitir el desarrollo de la elección presidencial, a pesar de los obstáculos y las "jugaditas" que impidieron que María Corina Machado fuera la candidata presidencial de la Oposición y que los venezolanos en éxodo pudieran inscribir sus cédulas para poder sufragar. 

"Los gobiernos de Brasil, Colombia y México felicitamos y expresamos nuestra solidaridad con el pueblo venezolano que acudió masivamente a las urnas el 28 de julio para definir su propio futuro". (Párrafo 1).

En el segundo párrafo, con un tono mesurado, instan a las autoridades electorales de Venezuela para que publiquen los resultados. Sin decirlo directamente, los tres gobiernos vuelven a expresar su confianza en el talante democrático del régimen de Maduro; sin embargo, la solicitud de que los "datos sean desglosados por mesa" constituye un pedido que los representantes de México, Colombia y Brasil saben que no será atendida. 

"Seguimos con mucha atención el proceso de escrutinio de los votos y hacemos un llamado a las autoridades electorales de Venezuela para que avancen de forma expedita y den a conocer públicamente los datos desglosados por mesa de votación"(P2).

En el tercer párrafo el comunicado habla de controversias, pero se abstiene de hablar de fraude, aunque la sospecha de haberse dado está presente en el comunicado en lo que se conoce como Lo No Dicho. Exigir que se publiquen los datos desglosados supone que hay dudas razonables en los tres gobiernos que firman el comunicado, alrededor de la transparencia de los resultados y la proclamación como presidente electo (reelecto) a Nicolás Maduro Moros por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE).

En este mismo párrafo, se vuelve a legitimar la institucionalidad electoral venezolana, a pesar de la militancia del presidente del CNE, Elvis Amoroso, en el chavismo y su cercanía con el gobierno de Maduro. A renglón seguido aluden a la "soberanía popular" como un principio que debe ser respetado, evitando caer en la discusión que está presente en la división interna entre los venezolanos que apoyan al régimen de Maduro, obligados o no, y los otros que quieren un cambio en la dirección del país. Es decir, el comunicado habla de una sola soberanía popular, en un país electoral y políticamente dividido. Quizás en la práctica, lo que se evidencia es la existencia de dos "soberanías" de igual número de "pueblos". Un pueblo capturado por Maduro a través de subsidios y otro, cansado de 25 años de un régimen que jamás fue capaz de llevar a Venezuela a estadios superlativos de desarrollo social, económico y político. 

"Las controversias sobre el proceso electoral deben ser dirimidas por la vía institucional. El principio fundamental de la soberanía popular debe ser respetado mediante la verificación imparcial de los resultados" (P3).

En el cuarto párrafo, los tres gobiernos, reconocen a todos los actores involucrados, tanto a la Oposición, como al Gobierno, para poder conminarlos a que actúen de manera civilizada. De esa manera, los ponen en un mismo nivel y capacidad de negociación, lo que debilita la pretensión de ambas partes de deslegitimarse mutuamente. Mientras que el gobierno de Maduro los descalifica y los eleva a la condición de "enemigo interno" por el supuesto ataque informático ocurrido el día de las elecciones, la Oposición hace lo propio llamando ladrón al régimen y exigiendo de la "comunidad internacional" acciones contundentes, en las que bien pueden considerarse un derrocamiento, o el llamado a que las Fuerzas Armadas le quiten el respaldo a Maduro. O ahondar en las sanciones económicas que para lo único que han servido es para que el régimen de Maduro se atrinchere más y de esa manera consolidar su discurso "antiyanqui", aplaudido por China y Rusia.

"En ese contexto, hacemos un llamado a los actores políticos y sociales a ejercer la máxima cautela y contención en sus manifestaciones y eventos públicos con el fin de evitar una escalada de episodios violentos". (P4).

Estamos ante un comunicado "políticamente correcto" que al apelar a Lo No Dicho, permite pensar que las conversaciones entre Petro y Maduro efectivamente  pueden estar girando en torno a dos ideas: la primera, la búsqueda de una salida institucional a la crisis, lo que supondría un nuevo llamado a la elecciones con una mejor verificación internacional. O quizás, la posible retirada de Maduro del poder, brindándole garantías de que él y su cercano círculo de poder no serán procesados al interior del país y mucho menos por instancias internacionales. 

Del comunicado también se colige que hay una toma de distancia de la postura de los Estados Unidos. Qué México y Brasil lo hagan resulta importante geopolíticamente porque sus economías tienen un gran peso regional y mundial. El mensaje es claro: USA se equivocó con las sanciones impuestas y no resultan bienvenidas sus presiones y mucho menos el reconocimiento como presidente electo a Edmundo González Urrutia. Entre tanto, Colombia corre el riesgo de que con esa postura, EEUU no le permita comprar gas a Venezuela, asunto que hace parte de las consideraciones de Petro para darle un manejo prudente a la compleja situación del vecino país.  



Imagen toma de EL PAÍS

jueves, 1 de agosto de 2024

GOLPE DE ESTADO EN CUATRO MESAS

 

Por GERMÁN AYALA OSORIO


En un restaurante ubicado en un sector popular de Cali escuché el diálogo entre dos cocineras y el ayudante de mesas. Al comedero lo llamaré "Cuatro mesas". Todos en edades que oscilaban entre los 40 y los 65 años. El tema: Venezuela y un posible golpe de Estado para sacar a Maduro del poder. El ayudante les dijo a las señoras: "la única manera de bajarlo es con un golpe de Estado". Esta última parte de la frase obligó a las damas de la cocina a preguntar: ¿Qué es un golpe de Estado?

El ayudante les explicó así: "bajarlo a tiros". Las señoras guardaron silencio por un instante y luego sonrieron. La conversación terminó así. Como comensal ocasional, me pregunté: ¿Es "obligación saber qué es un golpe de Estado? ¿Por qué ninguno de los tres hizo referencia a los golpes de Estado en Chile. Bolivia y Argentina para nombrar solo tres ejemplos? Lo más probable es que ninguno de los tres se haya enterado o recuerde esos hechos políticos acaecidos en  nuestra América del Sur.

Esta disquisición apunta a que el bajo capital socio cultural en diversas capas de la sociedad colombiana abre la puerta para que los medios masivos y en particular los periodistas tendenciosos terminen por consolidar una opinión pública que puede sentirse informada con lo que le entregan a diario las empresas mediáticas, pero con un vacío conceptual que al final no les permite hacer lecturas propias, fundadas en un dominio mínimo de categorías de uso común en noticieros. Hablo de términos como legitimidad, golpe de Estado, comunidad internacional, política, relaciones internacionales y geopolítica, entre otras. 

Caracol Noticias viene posicionando la narrativa que señala que efectivamente hubo fraude electoral en Venezuela en las elecciones del 28 de julio. Y lo hace sin hacer el más mínimo esfuerzo pedagógico para explicarles a sus audiencias el significado de palabras, vocablos o términos como golpe de Estado, que desconocían los tres personajes de "Cuatro mesas". Y eso que Caracol Noticias tiene como reciente eslogan "primero la gente". Pero no les interesa la gente para formarla políticamente, sino para que repitan como "loras" las interpretaciones de sus comentaristas, analistas y periodistas. 

Los medios masivos tienen un componente y un compromiso educativo que, a juzgar por el diálogo en "Cuatro mesas", no estarían cumpliendo a cabalidad. Claro que no podemos achacarle toda la responsabilidad a los medios masivos. Cada ciudadano debería mostrarse mínimamente interesado en comprender lo que pasa dentro y fuera de su país. Eso sí, mantenerse al margen, esto es, ignorar lo que sucede en Venezuela y lo que pasa en Colombia también es una opción de vida que debemos respetar. Muy seguramente, esa forma de estar en el mundo les proporciona mayor tranquilidad porque sus preocupaciones están a otro nivel. A lo mejor  a los tres personajes de "Cuatro mesas" no les interese tener dominio conceptual sobre los vocablos aquí expuestos. Y lo más probable es que la "definición" que les dio el ayudante de mesa es suficiente para saber qué es eso de golpe de Estado: "bajar a tiros a un presidente".


Imagen tomada de Youtube.com

 

martes, 30 de julio de 2024

PRIMERA LÍNEA, VENEZUELA Y LA DERECHA COLOMBIANA

 

Por Germán Ayala Osorio


Lo sucedido en Venezuela da para todo. Por ejemplo, para dejar ver la coherencia moral y política de la derecha colombiana, golpeada de manera directa por el "triunfo" de Maduro Moros. 

Ahora que la Oposición venezolana hace ingentes esfuerzos para sacar al pueblo a las calles para rechazar el fraude electoral, periodistas y políticos colombianos ven con buenos ojos que se organice la "Primera Línea" en las protestas callejeras en Caracas y otras ciudades del vecino país. A sus miembros los alientan desde perfumadas oficinas y climatizadas salas de redacción de magacines e informativos como Blu Radio y la FM: los llaman "héroes y patriotas" que sabrán cumplir con el objetivo de sacar de Miraflores a Nicolás Maduro Moros. 

Convertidos los hechos electorales acaecidos en Venezuela en un asunto interno de Colombia, periodistas, expresidentes y otros agentes sociales aplauden las movilizaciones en Venezuela. Eso sí, no se atreven a decir que lo hagan "juiciosos por los andenes para no afectar la movilidad y la economía". "Nada de bloquear avenidas y calles". Como tampoco se atreverán a decir que "si van a protestar, que por favor  lo hagan desde sus casas", como propuso la congresista de ultraderecha, María Fernanda Cabal en los tiempos de las movilizaciones sociales en Colombia. No. Lo que realmente esperan es que haya saqueos, muertos, desaparecidos y ojalá, que todo termine en una guerra civil. 

Recordarán las y los lectores de esta columna que con las anteriores consignas los periodistas y expresidentes, entre otros agentes de la derecha colombiana que hoy apoyan las movilizaciones en la patria bolivariana, intentaron quitarle legitimidad al estallido social en Colombia. A los miembros de la Primera Línea los calificaron de "terroristas, vándalos y hordas de salvajes". Muchos fueron judicializados bajo el delito de "terrorismo urbano" por la fiscalía de Francisco Barbosa. 

Y todo lo anterior se explica porque es muy fácil olvidar aquello del contexto y sus circunstancias cuando se hacen lecturas parcializadas e interesadas de esos hechos y de particulares coyunturas. En el fondo, quienes fustigaron las movilizaciones en Colombia en el marco del llamado estallido social lo hicieron desde la naturalizada legitimidad que le reconocen al Estado como forma de dominación. Poco les importó que ese mismo Estado haya asesinado a 6402 jóvenes pobres, arrastre fama de maltratador y sea también un agente desplazador. 

Eso sí, al tratarse del Estado venezolano, entonces ahí sí la legitimidad no viene dada de forma natural. No. Esa legitimidad hace rato la perdió el Estado bolivariano, a juicio de la derecha colombiana, por cuenta de la dictadura chavista que lleva 25 años y por lo menos 30 jornadas electorales. 

Dado lo anterior, las lecturas acomodaticias de los hechos acaecidos tanto en Colombia como en Venezuela suelen dejar ver y hacer caer a muchos en contradicciones conceptuales, morales y políticas. Insisto en que los contextos resultan definitivos al momento de querer ofrecer respaldos a causas sociales, políticas e ideológicas aparentemente cercanas.  

Por ahora, la Blu radio, la FM y Caracol estarán entretenidos con lo que vaya ocurriendo en Venezuela. Si nada extraordinario sucede, tendrán tema para debatir, opinar y alentar luchas intestinas en Venezuela, hasta enero de 2025, cuando finalmente asuma como presidente reelecto Nicolás Maduro Moros. Es poco probable, pero no imposible, ver a Edmundo González Urrutia asumir la jefatura del Estado, mientras tras bambalinas María Corina Machado se alistará a mover los hilos del poder. 


Adenda: el silencio de Petro ante los hechos acaecidos en el vecino país bien se pueden explicar desde la mesura y el interés de no afectar las economías, legales e ilegales, que se mueven en la extensa frontera entre Venezuela y Colombia. No creo que se trate de un silencio por  simpatías ideológicas y políticas. Es posible pensar también que Petro esté guardando prudencia por petición de Washington. Incluso, de tornarse aún más difícil la situación internacional y local para el régimen de Maduro, es probable que Petro juegue un papel clave en la salida del poder Maduro Moros e incluso, en la suerte que podrían correr una vez abandone Miraflores y territorio venezolano. Es probable que los diálogos de paz con el ELN estén detrás de la prudencia del gobierno frente al espinoso asunto. Mientras tanto, da risa el desespero que expresan los periodistas estafetas de la derecha colombiana, por el silencio del presidente Petro. La declaración del Canciller estuvo ajustada a los cánones de la diplomacia. 








lunes, 29 de julio de 2024

MADURO MOROS Y EL GUIÓN CHAVISTA

 

Por GERMÁN AYALA OSORIO 

El resultado electoral en Venezuela hace parte de un guión que el régimen lleva aplicando 25 años. Y les funcionó nuevamente. Bajo ese esquema, siempre dejaron ver un profundo desprecio por la democracia liberal, las relaciones internacionales y la diplomacia, la legitimidad, en particular por la exigida por USA a quien siguen viendo como el "imperio" y la legalidad cuando esta se convierte en un problema para la continuidad de la "revolución bolivariana". Resulta muy llamativo que Maduro, Cabello y el presidente del Consejo Nacional Electoral, Elvis Amoroso, siempre llevan en sus manos la constitución de Venezuela en versión bolsillo. ¿Será acaso porque es casi imposible leerla por la letra tan pequeña o quizás por lo fácil que resulta llevarla-manosearla- en las bolchacas rojas?

Maduro y Diosdado Cabello hablan de democracia popular, anclada a la idea de un pueblo sometido a las presiones de ese gran empleador que se llama Estado.  Desde ahí lograron construir una ciudadanía agradecida  y obediente que prefiere estar sometida a presiones y amenazas,  que darse la oportunidad de pensar y cuestionar lo que han hecho en 25 años de "revolución". Hay hechos tozudos que no permiten hacer una evaluación positiva, como los más de 6 millones de venezolanos que deambulan por toda América y que creyeron, con el concurso de los medios masivos de la derecha, que esta vez sí sacarían de Miraflores al fatuo del Nicolás Maduro Moros. 

En cuanto al modelo estatista que opera en Venezuela, al que llaman socialismo del siglo XXI, sigue al pie de la letra el viejo esquema de la antigua URSS: un solo partido, nula separación de poderes, control ideológico y educativo del Estado que termina en adoctrinamiento en escuelas y colegios y persecución a los críticos, a los que califican como traidores. Los colectivos chavistas son una especie de policía política popular de hombres pobres que persiguen a mujeres y hombres pobres.

Tomaron distancia de los yanquis, pero se acercan como corderos a China y a Rusia, potencias militares y económicas poco o nada interesadas en sacar adelante a Venezuela, convirtiéndola en un milagro económico. Lo que hizo Maduro, en particular, fue cambiar de "patrón". Cuando el petróleo se puso a 100 dólares el barril, en lugar de invertir para convertir a Venezuela en una potencia exportadora de bienes y servicios, "invirtieron" millones y millones de dólares en países como Cuba y Nicaragua: se malgastaron una fortuna en propaganda y en comprar simpatías políticas de repúblicas bananeras. 

Al contar con el respaldo de la China comunista (más bien se trata de un socialismo de mercado) y Rusia, cualquier exigencia de legitimidad y legalidad por parte de los Estados Unidos al proceso electoral vivido,  les parece a Maduro y su combo, un mal chiste. La reacción de retirar embajadores y romper relaciones con  varios países de América del sur hace parte del juego: declararse perseguidos por la derecha internacional. Y sí, hay mucho de eso, pero también hay responsabilidades internas que aunque no estén dispuestos a asumir, estarán ahí presentes para el juicio de la historia.  

La derecha venezolana deberá asumir la responsabilidad de haber permitido la irrupción de Hugo Rafael Chávez Frías. El entonces coronel es respuesta a la avaricia, a la torpeza y al ethos mafioso que esa élite "blanca" representada por Capriles, María Corina Machado, Juan Guaidó y Leopoldo López y su esposa, Lilian Tintori, instaló en la Venezuela de los años 80 y 90. La presidencia interina de Guaidó costó millones de dólares que bien pudieron invertir en trabajos comunitarios contra "revolucionarios". 

Van 25 años. De no ocurrir nada extraordinario, como un golpe militar o una incursión americana, el régimen seguirá consolidándose porque tienen petróleo y gas, factores con los que se dan el lujo de "burlarse" de los Estados Unidos con el tratado de Barbados. El juego de las sanciones y el retiro temporal de las mismas, continuará. Eso también hace parte del guión de una película en la que USA representa a los "malos" y Venezuela, es su víctima. Rusia y China seguirán con el papel de "enemigos" de los americanos. Estos últimos, tratando de jugar una renovada "guerra fría". 


Imagen tomada de Infobae.


viernes, 26 de julio de 2024

MADURÓ LA DICTADURA VENEZOLANA



Por Germán Ayala Osorio 

Maduro ganó. O por lo menos, eso fue lo que dictaminó el Consejo Nacional Electoral, la máxima autoridad electoral de Venezuela, entidad manejada directamente por el régimen. Se habla de que hubo fraude. Hacia la media noche, se proclamó vencedor al títere de Diosdado Cabello. 

La jornada electoral en Venezuela terminó como se sospechaba: la permanencia en el cargo del actual mandatario, a pesar de las esperanzas que tenían la derecha local y colombiana de que la oposición, en cabeza del candidato presidencial Edmundo González Urrutia, por fin derrotara al férreo régimen venezolano. La continuidad del chavismo, en la mente infantil de Nicolás Maduro Moros confirma que la dictadura del vecino país ya "maduró". Y alcanzar ese nivel de "madurez" significa que no habrá poder político que sea capaz de sacar del palacio de Miraflores a Diosdado Cabello, quien es el que realmente gobierna, de la mano de los militares. 

El único camino posible, pero indeseable, es que los gringos les dé por diseñar y aplicar una intervención militar quirúrgica, que en menos de 48 horas desmonte el régimen bolivariano y el modelo estatista llamado socialismo del siglo XXI, para devolverle el control a la derecha venezolana para que haga posible el regreso del modelo neoliberal y el consecuente clasismo que llevó a que millones de venezolanos pobres y mestizos asumieran a Hugo Rafael Chávez Frías como el líder político que les devolvió "la dignidad y les dio el lugar que la élite "blanca" les negó durante décadas.  

Enfrentar en las urnas a un gobierno que controla las instituciones electorales, a los jueces, que intimida a la oposición y que manosea la democracia constituye de tiempo atrás toda una odisea para María Corina Machado, Juan Guaidó, el malogrado presidente interino y Leopoldo López, tres de las figuras más relucientes de la derecha venezolana. Insisto en que esa élite que representan de tiempo atrás Machado, Guaidó y López es responsable en gran medida de la irrupción de Hugo Chávez Frías como el mesías que buscó reivindicar los derechos de millones de venezolanos empobrecidos y olvidados que esa élite tradicional generó con sus políticas económicas y sociales, pensadas para excluirlos y segregarlos geográficamente. 

Se cumplió entonces la amenaza del arrogante del Nicolás Maduro cuando vociferó que "vamos a ganar las elecciones, por las buenas o por las malas". Y las ganaron "por las buenas", es decir, a través de la mascarada democrática que de tiempo atrás supieron montar y que tiene en su "eficiente" sistema de votación biométrico a su mejor exponente de legitimidad y legalidad. 

Petro ya había advertido en su cuenta de X que cualquiera fuera el resultado, reconocería el triunfo. Eso sí, el llamado que hace la cancillería a que se se despejen todas las dudas sobre el resultado conocido, hace pensar en que efectivamente hubo fraude o inocultables irregularidades. Se entiende la cautela del presidente colombiano porque desea mantener las relaciones comerciales, la frontera abierta, por el bien de los colombo-venezolanos que viven, sobreviven y se auto reconocen étnica y socialmente en esa vigorosa frontera. No puede caer en la tentación de romper relaciones y cerrar la frontera como lo hizo el fatuo de Iván Duque Márquez, decisión que terminó por afectar la vida cotidiana de cientos de empresarios y de otros tantos que viven del rebusque en los pasos fronterizos legales e ilegales. Las horas contadas de la dictadura venezolana que espetó el títere-presidente Duque dan la medida de las peligrosas y anti democráticas pretensiones de la derecha colombiana.

Eso sí, la continuidad del chavismo en el vecino país no depende exclusivamente del poder intimidatorio que ese Estado ha usado para sacar a los empleados públicos a votar por Maduro, heredero de una "revolución bolivariana" truncada por el bloqueo americano y por la propia incapacidad de la dirigencia política venezolana de llevar a ese país petrolero a un desarrollo económico que evitara el masivo éxodo de venezolanos empobrecidos.   

Mención aparte merecen las reacciones de Claudia López, Angélica Lozano y Martha Lucía Ramírez, exponentes de la derecha colombiana, porque el régimen de Maduro les impidió entrar a territorio venezolano. Queda claro que las dos muñecas y la ex vicepresidenta Ramírez no las motivó viajar a Venezuela para defender la democracia. Sabían de antemano que el torpe de Nicolás Maduro les impediría el ingreso, de ahí que la exposición mediática de la indignación que les produjo a las tres politiqueras haga parte de las estrategias de la derecha colombiana de desprestigiar a un gobierno como el venezolano al que poco o nada le interesa que lo expongan ante el mundo como un régimen violento y poco democrático. 

Con su actuación, Claudia López está pensando en ganar las simpatías de la derecha colombiana de cara a las elecciones de 2026.  Esa misma derecha que durante el gobierno de Duque le prestaba aviones a Guaidó en calidad de presidente interino, fantasiosa figura que lo convirtió en un meme o en un personaje propio del reino de Narnia.  

Eso sí, la izquierda colombiana hizo lo propio con la presencia en Venezuela de Clara López Obregón y Gloria Flórez. Las militantes del Pacto Histórico fueron a darle un espaldarazo al régimen de Maduro, que se suma al que ya le ha brindado el presidente Petro. Así las cosas, el viaje de las congresistas a territorio venezolano constituye una innecesaria provocación interna y un desatino político. Tanto las representantes de la derecha, como de la izquierda se equivocaron al convertir la jornada electoral en el vecino país en un asunto político interno que terminará alimentando el clima de crispación ideológica y política en Colombia. 

En cuanto a la presencia de Rodrigo Londoño, firmante de la paz de La Habana, esta se explica porque él y sus compañeros de lucha siempre creyeron en ese modelo socialista que supo montar Hugo Chávez, convirtiendo al Estado en un gran empleador y un agente estatizador. 

Vuelvo a decirlo: la dictadura venezolana ya maduró. Y esa madurez les permitirá ir pensando en quién remplazará al inefable de Nicolás Maduro Moros, porque  la jornada electoral de hoy dejó ver a cientos de miles de venezolanos agotados de un régimen que ya completa 25 años. 



Imagen tomada de Semana.com

PERIODISMO Y LA CONSULTA COTIDIANA DE BANDIDOS DE CUELLO BLANCO

  Por Germán Ayala Osorio   El periodismo, como forma de poder, está atado a una lógica noticiosa y a unas rutinas de producción y repr...