Por Germán Ayala Osorio
Colombia es el país del absurdo y
de la belleza. En el 2016 el triunfo del No en el plebiscito por la paz confirmó
que cuando ese tipo de ejercicios democráticos se llevan a cabo en medio de la
desinformación, el odio, la ignorancia y la estupidez, orquestadas desde la
gran prensa y el uribismo
unidos, lo inverosímil ocurre: el No ganó
con 6'431.376 votos. Aunque fue un triunfo pírrico por la diferencia de
50 mil votos con respecto a quienes votamos Sí al proceso de paz de La Habana para desactivar la máquina de producción de víctimas, sus
efectos políticos obligaron a hacerle ajustes al Acuerdo firmado por el Estado
y las Farc-Ep. Los efectos psicosociales que dejó esa derrota originaron la
polarización política y la crispación ideológica que hoy tiene al país dividido
entre el uribismo y el petrismo. El mundo miró con asombro lo ocurrido: millones de colombianos negándose a la paz. Vaya ¡absurdo!
Nueve años después, sin la engañosa,
ruin y mentirosa campaña mediática del comité uribista por el No, la Registraduría
acaba de darle el aval administrativo a un movimiento ciudadano que impulsa un
referendo para derogar el Acuerdo de Paz con las Farc. Nuevamente los hijos de
la Colombia absurda aparecen como por arte de birlibirloque buscando protagonismo
y confirmando que son los vástagos de la irracionalidad, de lo irrazonable, de
lo inadmisible y de lo ilógico.
El entonces jefe negociador del
Acuerdo Final, Humberto de la Calle reaccionó ante semejante absurdo jurídico y
estolidez política: “En lo jurídico, el referendo contra el Acuerdo de Paz
es apenas una comedia. Un acto de prestidigitación pseudojurídica”. Traducción:
se trata de una payasada de dos ciudadanos que a lo mejor disfrutaban por
televisión de las tomas guerrilleras en donde caían humildes soldados, así como
mujeres, niñas y niños víctimas de todos los actores armados involucrados.
Eso sí, a pesar de la
inviabilidad jurídica del llamativo referendo con el que se pretende erosionar
el bloque de constitucionalidad que ampara al Acuerdo de Paz y obliga al Estado
a cumplir lo acordado, no sería extraño que el uribismo apapache a los dos promotores
dado que sus miembros son hijos legítimos de lo absurdo y representantes de la
estolidez que los hace propensos a exigir el regreso de la política de (in) seguridad
democrática, con todo y sus 6402 falsos
positivos, y lo que es peor, defender a rabiar al condenado
expresidente Uribe Vélez, quien cometió graves delitos no políticos. ¿Habrá algo más absurdo que salir a marchar por quien violó la ley?
Juan Fernando Cristo, exministro, víctima del ELN y por tanto amigo de la paz y la reconciliación respondió a los ingeniosos promotores del comité derogatorio del Acuerdo de Paz de La Habana: “Quieren usar la firma de los colombianos para hacer campaña pensando en 2026 y derogar los Acuerdos de Paz! Los invito a no firmar. Miremos hacia el futuro, no nos quedemos en el pasado”.
Vuelvo a recordar a Zuleta: “para mí una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos. De reconocerlos y de contenerlos. De vivir no a pesar de ellos, sino productiva e inteligentemente en ellos. Que sólo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el conflicto, es un pueblo maduro para la paz”.
No creo que los promotores de semejante absurdo hayan leído al gran Estanislao Zuleta.
Creo más bien que sí escuchan, y a diario, al columnista Felipe
Zuleta Lleras, quien llamó “plaga” a la congresista María José Pizarro,
hija del asesinado comandante del M-19, Carlos Pizarro León-Gómez. O quizás admiren
a Poncho Zuleta. Por gente así es que somos el país del absurdo… y de la “belleza”
de cafres, bárbaros, zafios y brutos que nacen y se reproducen en este
platanal buscando hacer eterna esta guerra fratricida.
Adenda: no culpo a los dos ciudadanos que están detrás del comité que pretende derogar el Acuerdo de Paz, pues algo parecido intentó hacer el abyecto subpresidente Iván Duque Márquez con su política pública Paz con Legalidad. Véase en este enlace: LA OTRA TRIBUNA: SOSTENIBILIDAD CULTURAL, PAZ Y GUERRA
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