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domingo, 9 de marzo de 2025

FEMINISMO Y LA PINCHE ESTATUA DE GALÁN


Por Germán Ayala Osorio

La estatua de Luis Carlos Galán Sarmiento fue vandalizada por un grupo de mujeres encapuchadas que participaron de la marcha en conmemoración del Día Internacional de la Mujer. Se trata, sin duda alguna, de una acción política que relativiza el daño a la efigie en la medida en que esta puede ser limpiada y recuperada, mientras que las vidas de las mujeres asesinadas en la capital y en el país no podrán recuperarse jamás. Justo hace un año, el alcalde Carlos Fernando Galán, hijo del inmolado líder político, representado en la imagen afectada, les lanzó el Esmad a las marchantes, medida represiva que no quedó en el olvidó y que por el contrario alentó a las muchachas que ayer 8 de Marzo vandalizaron la estatua.

La godarria bogotana y de otras regiones suele descalificar a quienes ensucian bustos de políticos por considerarlas acciones temerarias e iconoclastas. Es tal la defensa de esos símbolos, que las víctimas de feminicidios suelen asumirse como “cosas del destino”, o porque “les tocó morir así”. O lo que es peor, suelen responsabilizar a las mujeres asesinadas por hombres por la “forma como andaban vestidas” o por no “saber reconocer las intenciones de sus agresores”.

Y por tratarse de un asunto político, Juan Manuel Galán, hijo de Luis Carlos y hermano del actual alcalde de la capital, le preguntó al presidente Petro: “Presidente, quiero preguntarle ¿cuál es su reacción frente a este acto?” Por supuesto que la pregunta de Juan Manuel Galán deviene con una carga emocional e ideológica que alimenta el enfrentamiento político entre Petro y el alcalde Mayor de Bogotá por asuntos ecológicos y ambientales atados al decreto ministerial que impone lineamientos para el manejo de la sabana de Bogotá, afectada de tiempo atrás por los intereses de constructoras privadas que la vienen sometiendo a un proceso urbanístico ecológicamente insostenible.

El afán de protagonismo de Juan Manuel Galán lo hace ver infantil y nostálgico frente a un hecho menor si se compara con los daños que el machismo y la misoginia en Colombia han dejado en millones de mujeres violadas, empaladas, manoseadas, instrumentalizadas y asesinadas por esa parte de la sociedad que defiende a dentelladas unas pinches estatuas que pueden ser restauradas.

La respuesta de Petro fue la siguiente: “Juan Manuel, no me gusta lo que pasa en el Día de la Mujer en contra del homenaje a un hombre que fue un líder muy importante para el país y que sus ideas ni fueron escuchadas y seguidas en Colombia. El alcalde Carlos Fernando Galán es quien debe garantizar la tranquilidad pública en la capital”.

Detengámonos un momento en la idea subrayada. Bien puede asumirse como un vainazo que le lanza Petro a los vástagos de Luis Carlos Galán, quienes de tiempo atrás optaron por acercarse a los agentes del Establecimiento colombiano que vieron como un riesgo las ideas y el proyecto político del líder del Nuevo Liberalismo, en lugar de coger las banderas de su padre y construir u nuevo liderazgo alejado de las mezquindades y el ethos mafioso que siempre caracterizó a la derecha colombiana.

Su hermano Carlos Fernando llegó a la Alcaldía de la capital gracias al apoyo de Uribe y Vargas Lleras, agentes políticos que representan justamente lo que tanto atacó y fustigó su inmolado padre. Con el reclamo de Juan Manuel Galán, la memoria de Luis Carlos quedó reducida a una pinche estatua.



Sergio Acero / El Tiempo© Sergio Acero / El Tiempo

jueves, 24 de octubre de 2024

PUERTO RESISTENCIA DECLARADO PATRIMONIO NACIONAL

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Declarar patrimonio nacional al monumento a la Resistencia de Cali constituye un gesto ético-político y cultural de reivindicación de la lucha popular en una sociedad históricamente clasista, racista y arribista como la caleña.

Quienes se oponen a esa declaratoria y a la presencia incluso de la colorida escultura exponiendo argumentos estéticos, lo hacen porque les parece que los únicos monumentos, bustos o esculturas estéticamente aceptables obedecen a escuelas o tendencias artísticas aceptadas por la élite dominante. El valor del brazo en forma de lucha está atado a los hechos vividos durante el estallido social provocado por el gobierno de Iván Duque Márquez y a la decisión comunitaria y popular de resistir a las medidas económicas adoptadas por esa administración y por supuesto, a la embestida militar y policial que sufrieron los y las jóvenes de sectores populares como el de Puerto Rellena, hoy conocido como Puerto Resistencia.

Hay otros que se suman al rechazo por lo que significa enaltecer las expresiones de violencia simbólica y física que se exhibieron durante las duras jornadas de protesta en el contexto del estallido social. Para estos colombianos solo es legítimo exaltar a la fuerza legítima del Estado, a pesar de que como orden dominante y estructura de poder arrastra una historia de probada e inquietante ilegitimidad.

El monumento a la Resistencia da cuenta de la historia reciente de la capital del Valle del Cauca, epicentro de las movilizaciones sociales y de los desmanes que se presentaron durante el estallido social. Por ese carácter histórico, el reconocimiento como patrimonio nacional no debería de alimentar los odios que aún manifiestan sectores del poder político y económico de la ciudad de Cali por lo vivido durante las jornadas de protestas y movilizaciones.

Asumir la declaratoria como un triunfo de la violencia popular es negar las responsabilidades políticas que jamás asumió la administración de Iván Duque y los sectores de poder que apoyaron sus medidas represivas.

Eso sí, no se puede negar que darle ese lugar cultural y patrimonial a la sugestiva escultura constituye una acción política con la que el gobierno Petro le cumple a los jóvenes que se “levantaron” contra un Estado local y una sociedad clasista, racista y arribista como la caleña. La decisión ministerial constituye una acción ideológica como lo fue en el pasado la instalación de la figura representativa de Sebastián de Belalcázar en la zona del oeste. A pesar de sus crímenes, la sociedad caleña lo asumió como parte de su historia. Y es que la historia de la humanidad está llena de bustos, monumentos y esculturas que exaltan la violencia y los triunfos de proyectos políticos anclados en apuestas ideológicas. Lo que sucede en este caso es que el monumento a la Resistencia viene atado a la izquierda, orilla ideológica que, durante años de hegemonía de la derecha, pocas veces tuvo la oportunidad de imponer símbolos atados a la lucha popular, pero sobre todo a la resistencia de un colectivo contra un Estado que como el colombiano arrastra una historia de criminalidad y violación sistemática de los derechos humanos, azuzado muchas veces por una élite social, política y económica que aborrece lo popular y lo comunitario porque suele asociarlo con la siempre incómoda izquierda.

Aunque Eder no respaldó explícitamente la decisión del ministro de Cultura, Juan David Correa, señaló que “la reconciliación no se puede imponer”. “Tenemos que buscar un verdadero proceso de reconciliación en Cali”. Queda claro que al alcalde distrital la declaratoria no le gusta. Se equivoca Eder: con dicha declaratoria no se pretende imponer la reconciliación. 


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CARTA AL VIOLADOR DE CLAUDIA MORALES

Esta carta va dirigida al maldito que violó a la periodista Claudia Morales. El acto sexual abusivo se consumó entre el 2002 y el 2006. La p...