Por Germán Ayala Osorio
La estatua de Luis Carlos Galán Sarmiento fue vandalizada por un grupo de mujeres encapuchadas que participaron de la marcha en conmemoración del Día Internacional de la Mujer. Se trata, sin duda alguna, de una acción política que relativiza el daño a la efigie en la medida en que esta puede ser limpiada y recuperada, mientras que las vidas de las mujeres asesinadas en la capital y en el país no podrán recuperarse jamás. Justo hace un año, el alcalde Carlos Fernando Galán, hijo del inmolado líder político, representado en la imagen afectada, les lanzó el Esmad a las marchantes, medida represiva que no quedó en el olvidó y que por el contrario alentó a las muchachas que ayer 8 de Marzo vandalizaron la estatua.
La godarria bogotana y de otras regiones suele descalificar a
quienes ensucian bustos de políticos por considerarlas acciones temerarias e iconoclastas.
Es tal la defensa de esos símbolos, que las víctimas de feminicidios suelen
asumirse como “cosas del destino”, o porque “les tocó morir así”. O lo que es
peor, suelen responsabilizar a las mujeres asesinadas por hombres por la “forma
como andaban vestidas” o por no “saber reconocer las intenciones de sus
agresores”.
Y por tratarse de un asunto político,
Juan Manuel Galán, hijo de Luis Carlos y hermano del actual alcalde de la
capital, le preguntó al presidente Petro: “Presidente, quiero preguntarle
¿cuál es su reacción frente a este acto?” Por supuesto que la pregunta
de Juan Manuel Galán deviene con una carga emocional e ideológica que alimenta el
enfrentamiento político entre Petro y el alcalde Mayor de Bogotá por asuntos
ecológicos y ambientales atados al decreto ministerial que impone lineamientos para
el manejo de la sabana de Bogotá, afectada de tiempo atrás por los intereses de
constructoras privadas que la vienen sometiendo a un proceso urbanístico
ecológicamente insostenible.
El afán de protagonismo de Juan
Manuel Galán lo hace ver infantil y nostálgico frente a un hecho menor si se compara
con los daños que el machismo y la misoginia en Colombia han dejado en millones
de mujeres violadas, empaladas, manoseadas, instrumentalizadas y asesinadas por
esa parte de la sociedad que defiende a dentelladas unas pinches estatuas que
pueden ser restauradas.
La respuesta de Petro fue la siguiente: “Juan Manuel, no me gusta lo que pasa en el Día de la Mujer en contra del homenaje a un hombre que fue un líder muy importante para el país y que sus ideas ni fueron escuchadas y seguidas en Colombia. El alcalde Carlos Fernando Galán es quien debe garantizar la tranquilidad pública en la capital”.
Detengámonos un momento en la
idea subrayada. Bien puede asumirse como un vainazo que le lanza Petro a los
vástagos de Luis Carlos Galán, quienes de tiempo atrás optaron por acercarse a
los agentes del Establecimiento colombiano que vieron como un riesgo las ideas
y el proyecto político del líder del Nuevo Liberalismo, en lugar de coger las
banderas de su padre y construir u nuevo liderazgo alejado de las mezquindades
y el ethos mafioso que siempre caracterizó a la derecha colombiana.
Su hermano Carlos Fernando llegó
a la Alcaldía de la capital gracias al apoyo de Uribe y Vargas Lleras, agentes políticos
que representan justamente lo que tanto atacó y fustigó su inmolado padre. Con
el reclamo de Juan Manuel Galán, la memoria de Luis Carlos quedó reducida a una
pinche estatua.
Sergio Acero / El Tiempo© Sergio Acero / El Tiempo
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