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viernes, 21 de junio de 2024

JESÚS BENDIGA LA COPA AMÉRICA

 

Por Germán Ayala Osorio


En la inauguración de la Copa América la organización del evento deportivo permitió que un par de pastores leyeran, en inglés y español, una corta pero emotiva alusión a Dios o al Señor Jesús. Con frases como "Dios bendiga a América" y el "mensaje de Cristo es de paz y perdón" los enviados de dios en la tierra sorprendieron a más de uno con la invitación a creer y a confiar en la palabra divina. 

Desconozco si los periodistas deportivos colombianos que exigen a sus colegas no meterle política al deporte, hicieron algún comentario a lo sucedido durante la ceremonia de apertura del torneo continental que en esta oportunidad se realiza en territorio de los Estados Unidos de América. Imagino que no, porque muy seguramente la FIFA o las cadenas radiales y televisivas previamente les hicieron la "recomendación" de guardar silencio ante la piadosa inclusión (o intromisión) de la Fe en un evento que presenciaron millones de seres humanos en el continente americano y otros tantos millones en el resto del mundo. Una ceremonia deportiva que se da en medio del genocidio en Gaza contra el pueblo palestino, perpetrado por el ejército sionista del Estado de Israel. El fútbol debe servir para ocultar la barbarie y la estupidez humana a gran escala, parece ser el mensaje. 

A pesar de la llamativa presencia de los mensajeros de Cristo, no se puede negar que el fútbol está atravesado como ningún otro deporte espectáculo por la política y la religión. La FIFA, en su ejercicio como órgano rector del fútbol mundial es un poderoso actor político capaz de incidir en decisiones al interior de los Estados miembros, en particular aquellas decisiones que intenten minar el poder de ese monstruo extraterritorial, adoptadas por jueces, mandatarios locales y por supuesto, por los presidentes de la República. En consecuencia, el balompié está inexorablemente atado al poder político. 

Son muchas las figuras de ese deporte que agradecen a "Dios" por haberles dado la gracia de hacer goles, ganar partidos, de permitirles jugar o por haberse recuperado de una lesión, entre otras tantas "razones" atadas a la fe individual y colectiva. En las entrevistas, los jugadores suelen decirlo sin ninguna prevención: "primero, gracias a Dios..." repiten sin cesar los más creyentes. Otros se persignan antes de entrar a la cancha. Otros miran al cielo en señal de agradecimiento y admiración. De igual manera los hinchas se encomiendan a su santo de devoción o de manera directa al Señor para que les ayude a conquistar un título. Todas esas expresiones y demostraciones de la fe individual arrastran la intención de universalizar (imponer) una idea única de Dios. No hay lugar al politeísmo y mucho menos se puede permitir creer en otra deidad. Por supuesto que el derecho a no creer o a dudar está proscrito.  

La presencia de los dos pastores en la inauguración de la Copa América podría atarse a los intereses de los sectores más conservadores de los Estados Unidos, interesados en mostrarse como una nación piadosa, creyente y sobre todo, que promueve la paz en el mundo tal y como lo predicó Jesús, según la narrativa de la iglesia Católica, una multinacional tan poderosa como la propia FIFA. Claro, se trata de una paz sepulcral, resultado del genocidio que el propio gobierno de Biden patrocina al brindarle todo el apoyo político, económico y militar a su socio Israel, el Estado que está detrás del objetivo de borrar de la faz de la tierra al pueblo palestino. 

El mensaje de los dos pastores era para el resto del mundo y no tanto como una forma de bendecir al fútbol, a los jugadores, técnicos y las selecciones. Lo sucedido ayer se compara, en la intención de universalizar una única verdad, cuando después de los ataques del 9/11 en territorio americano, de inmediato el presidente Bush lanzó una "cruzada contra el terrorismo". Así, entonces, en la inauguración de la Copa América se usó el fútbol y ese especial momento, para universalizar la existencia de un Dios para Occidente. Un Dios que se opone a Alá y a cualesquiera otra deidad que un pueblo en el mundo se atreva a exponer como guía espiritual. Esa decisión es política y es al mismo tiempo, un acto de Fe. Y todos sabemos que ante la Fe no hay la posibilidad de razonar,  pues la razón misma se torna débil. 

Como invención humana, cualquier idea que se tenga de Dios siempre estará conectada con la política, el poder,  y por supuesto, con la Fe, como hilo conductor; y qué mejor si se usa un deporte de masas como el fútbol, para invocar la presencia  de esa deidad y garantizar su existencia a través de un único relato universal y universalizante que representa al siempre piadoso y bienintencionado Occidente. 

Adenda: imagino que los problemas con el sonido que se presentaron durante el show del artista colombiano no fueron cosas de Dios, sino de un inolvidable error técnico.  


Imagen tomada de Youtube.com

sábado, 8 de junio de 2024

PETRO SUSPENDE VENTA DE CARBÓN A ISRAEL


Por Germán Ayala Osorio


El anuncio presidencial de suspender la exportación de carbón térmico hacia Israel "hasta tanto no detenga las prácticas genocidas perpetradas en Gaza contra el pueblo palestino", pone de presente el eterno dilema moral y ético entre las relaciones comerciales y el respeto a la vida y a la dignidad humanas, afectadas en materia grave por el ejército israelí en ese disputado territorio del mundo en el que "conviven" dos pueblos diferentes. 

Más allá de los efectos económicos negativos que producirá el no volver a recibir los millones de dólares  por la venta del mineral y de las sanciones que se puedan venir contra Colombia por incumplir el TLC firmado con el Estado de Israel, la decisión del presidente Petro inaugura en las relaciones comerciales internacionales que Colombia sostiene con el resto del mundo una prerrogativa que siempre fue privilegio de las potencias del norte opulento: la de poder sancionar económicamente a países subdesarrollados que giraron hacia el socialismo o que estuvieron involucrados en la violación sistemática de los derechos humanos. 

Petro cree posible que Colombia juegue un papel protagónico en el mundo, apartándose drásticamente de ese orden internacional caracterizado por la hegemonía militarista de los Estados Unidos y de Israel, potencias militares responsables de la extensión en el tiempo de varios conflictos internacionales, incluido el que se escenifica en Gaza y Oriente Medio, e internos como el que sufre Colombia desde hace más de 50 años, a través de la venta de armamento y de la injerencia militar directa. El Plan Colombia es el mejor ejemplo de la injerencia militar de los Estados Unidos en las dinámicas del conflicto armado colombiano, convertido en un jugoso mercado para las empresas israelíes que fabrican armas y pertrechos, así como aquellas especializadas en vender servicios de seguridad. 

Con la decisión de suspender el envío del mineral hacia el Estado sionista de Israel el presidente Gustavo Petro cree que Colombia tiene la capacidad económica para soportar el desequilibrio en la balanza comercial entre los dos países y el hueco fiscal que generará la negativa de vender el carbón térmico. Ante semejante medida, se esperaría que el gobierno tuviese un plan para buscar otros mercados que suplan el millonario negocio que se suspenderá con la medida adoptada, que afecta a empresas privadas colombianas que participan del negocio de la exportación del carbón. 

A Petro parece interesarle posicionar la narrativa que señala que como gobierno y Estado tiene la suficiente autoridad moral para "castigar" a un Estado poderoso y aliado de los Estados Unidos por incurrir en prácticas genocidas. Esa narrativa moralista y moralizante niega de manera rotunda la posibilidad de hacer negocios cuando estos comprometan la vida de civiles  o estén manchados de sangre de niñas, niños y mujeres inocentes asesinados. El mundo es testigo que Israel, en su objetivo (in)moral de vengar la también criminal acción perpetrada por Hamás, sigue masacrando civiles sin ningún remordimiento.  

La medida de Petro es audaz, riesgosa, temeraria, peligrosa y aleccionante, pero coherente con las razones expuestas por el presidente colombiano cuando tomó la decisión de romper previamente relaciones diplomáticas con Israel por los hechos ya referidos asociados al genocidio al que viene sometiendo al pueblo palestino. 

Eso sí, la coherencia ideológica, política y moral del presidente Petro va en contravía de las lógicas y dinámicas de un orden internacional que le sigue haciendo el juego criminal a Israel y a los Estados Unidos en contra de los palestinos. Como dije en anterior columna, el mundo necesita de personajes como Netanyahu. Los genocidas sirven para que la humanidad se mire en esos ignominiosos espejos, para que al final triunfe la racionalidad económica, los mercados y las oportunidades de negocios que se abren cuando las guerras terminan y se inician los procesos de reconstrucción de ciudades y pueblos sometidos a bombardeos sistemáticos. La reconstrucción de Gaza se dará bajo principios de una gentrificación tan inmoral, como las guerras y los genocidios. Muy seguramente, bajo esa misma racionalidad económica aparecerá, más temprano que tarde, otro país que le venda el carbón térmico que necesita Israel. 




Imagen tomada de Semana.com

viernes, 20 de octubre de 2023

MODERNIDAD, CONDICIÓN HUMANA Y CONFLICTO HAMÁS Y ESTADO DE ISRAEL

 

Por Germán Ayala Osorio

Las dos guerras mundiales pusieron en crisis el proyecto de la Modernidad. En adelante y a pesar de los horrores registrados, vistos y estudiados en esos dos lamentables escenarios de confrontación armada, la vida en el planeta continuó bajo la misma premisa que constituye a la vez, el más grande riesgo para la humanidad: la condición social de una especie que necesita de otros en una soñada solidaridad, para demostrar poder de intimidación y dominación a través de históricas y diversas estratagemas: las religiones y sus dioses, la política y el mercado (poder económico).

Aunque inconclusa, de la idea asociada al proyecto de la Modernidad pasamos rápidamente a la Postmodernidad sin haber comprendido del todo las causas y los efectos de esos dos cruentos escenarios en los que se probó que la pulsión de asesinar y someter es connatural a nuestra especie. El desarrollo económico y el progreso nos hicieron olvidar esas guerras y el Holocausto Nazi.

Las luchas ideológicas y militares en el marco de la Guerra Fría sirvieron también para probar la estupidez humana. Colombia aún sufre las consecuencias de esa ebullición y confrontación de ideas, contaminadas por la consecución de poder económico, en un mercado ilegal-legal, en el que se negocian armas, droga, vidas humanas, tierra y recursos naturales.

Luego vimos por televisión incursiones militares de los Estados Unidos, con el apoyo de países europeos en Afganistán e Irak, teatros de operaciones en los que se desató, en forma de Tormenta del Desierto, el instinto agresivo y la capacidad auto destructiva de los seres humanos. Claro, se hicieron bajo la égida de Estados “legítimos” que, ondeando una supremacía cultural Occidental, sometieron a pueblos enteros a la ignominia. Sus víctimas asumieron a los ejércitos invasores como defensores de pueblos pecadores, impíos, que requieren ser castigados y convertidos por otros dioses. Entonces, los expertos hablaron de la “guerra entre civilizaciones”.

El terrorismo de Estado nacería como una forma de degradación política de esa forma de dominación con la que se inauguró la modernidad: el Estado. Y el terrorismo de las guerrillas, milicias y de organizaciones calificadas como terroristas, también sirvió para confirmar que aquella pulsión es real y que las tres estratagemas usadas, también. Baste con recordar lo hecho por ETA, IRA y las guerrillas colombianas. Y por supuesto, el terrorismo de Estado, durante los gobiernos de Turbay Ayala (1974-1982), Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) y el de Iván Duque (2018-2022).

Cómo olvidar los ataques terroristas del 11/9 en los Estados Unidos y la reacción temeraria del gobierno americano de entonces, que inició una “Cruzada internacional contra el terrorismo”, para castigar a quienes, según las fuentes oficiales, se atrevieron a atacar al más grande gendarme del mundo. Nuevamente, religión, poder militar y su intocable mercado y la política validando el carácter avieso de la condición humana.

Y detrás de todo lo anterior, el histórico conflicto entre Palestina e Israel seguía vigente, lo que implicó la consolidación de odios de lado y lado y la confluencia del terrorismo como arma política y moral, usada tanto por el Estado de Israel, como por la organización Hamás.

Con los brutales ataques de Hamás y del ejército israelí, vuelven los espectadores y los pensadores del mundo a poner de presente la preocupación de siempre: la posibilidad de que, el día de mañana, alguien obture “el botón rojo” que borre un continente entero.

Israel va camino a borrar del mapa a Palestina y a su pueblo, creyendo que así va a desaparecer a Hamás. Saben que Hamás no es una simple organización, sino un sentimiento, una visión de vida, auspiciada por Alá o por cualquier otro dios o Mesías. La permanencia de Hamás alimenta el mercado de las armas, el poder político de criminales de guerra como Netanyahu y la legitimidad de dioses que solo existen en las atormentadas vidas de miles de millones de seres humanos que necesitan de un dios para justificar sus animadversiones y resquemores contra aquellos que, por cualquier razón, no estamos dispuestos a soportar. Y la mejor forma de probarlo es ver cómo presidentes y comandantes militares, después de orar, salen a dar órdenes de asesinar; y otros, en la vida cotidiana, van a misa los domingos, para salir a maltratar vecinos, violar mujeres y violentar menores de edad.

Creo que es tiempo de ir pensando en dejar de lado religiones y Dioses salvadores y castigadores. Los problemas no los resolverán Alá o Jesucristo o cualquier otra idea de dios. Es más, los problemas no se van a resolver porque la especie humana, en sí misma, es el problema.



Imagen tomada de https://jesuschristformuslims.com/es/quien-es-nuestro-senor-dios-o-ala/


“VAMOS A RECUPERAR EL PAÍS”

  Por Germán Ayala Osorio   En el ejercicio de la política suelen aparecer frases que bien pueden servir como eslogan de futuras campañ...