Por Germán Ayala Osorio
Con la despachada de Trump
contra el presidente Petro a quien llamó “líder del narcotráfico”, el anaranjado
pederasta y convicto norteamericano le apunta a incidir en las próximas elecciones
en Colombia para que la derecha regrese a la Casa de Nariño. El Departamento de
Estado y la Casa Blanca dan por descontado que se tratará de un presidente
cipayo, que en la primera reunión bilateral muy seguramente dejará claro hasta
dónde estará dispuesto a entregar la soberanía y amplias zonas del país para el
control gringo con tal de recomponer las relaciones
diplomáticas (o de dominación) entre los dos países.
Bajo esas circunstancias, el
candidato de la derecha no saldrá tanto de consultas interpartidistas o de
negociaciones entre Uribe y Vargas
Lleras, sino de las reuniones que específicos agentes del Establecimiento
colombiano tendrán con Marco Rubio y Trump para que finalmente entre estos dos sheriff
de la moral regional decidan cuál de todos los candidatos les conviene más para
recuperar lo que Petro les quitó por asumir este último una postura digna
frente a las siempre irrespetuosas relaciones
con los Estados Unidos.
Ya el precandidato uribista, Juan
Carlos Pinzón Bueno dijo que “la relación con Estados Unidos, la
arreglo en una sentada. Mi experiencia y compromiso están a la altura
de lo que el país necesita”. Este mensaje de Pinzón Bueno será determinante
para definir los apoyos del empresariado y la clase política tradicional ante
el terror que les generan las amenazas de Trump de subir aranceles y bloquear
a Colombia. Así las cosas, los agentes económicos colombianos están obligados a financiar al candidato más cipayo que les devuelva la tranquilidad de seguir con sus negocios y mantener las visas para visitar los Parques en Orlando. Esto dijo el ladino político de la derecha uribizada: “Reputación,
acceso e influencia, son indispensables para recomponer las relaciones con EE.
UU. El próximo presidente debe tener
estas características, y eso solo se logra cuando uno ha
trabajado y construido relaciones estrechas”.
Ya varios precandidatos presidenciales
optaron por ponerse las rodilleras de manera anticipada con el objetivo de
asegurar la bendición de la CIA, el Departamento de Estado, la DEA y la Casa
Blanca. Vicky Dávila, Abelardo de la Espriella
y Juan Manuel Galán
se mostraron dispuestos a hincarse frente al poder y el ímpetu del Águila Calva.
Los tres apoyan a Israel y sus prácticas genocidas en Gaza, aceptan sin chistar
volver al uso del glifosato y a perseguir al campesinado obligado a sembrar la “mata
que mata”; y lo más importante creen que lo mejor es que los Marines invadan
Venezuela y derroquen a Nicolás Maduro. De la Espriella fue más allá y dijo en
su cuenta de X que “El presidente Trump, afirma, tal como lo denuncié
ante el gobierno norteamericano, que Petro, en compañía del narco dictador
Nicolás Maduro, es líder de narcotráfico. Así es, Petro es cómplice y líder
del Cartel de los Soles porque ha facilitado, aupado, permitido, colaborado en
la expansión del narcotráfico desde Colombia”. Justamente esa postura progringa
confirma al precandidato De la Espriella como un cipayo dispuesto a todo con
tal de ganarse la simpatía de Trump y de Marco Rubio.
Una postura contraria y sorpresiva
asumió Claudia López,
quien exigió al presidente de USA “respeto por las instituciones de
Colombia", y lo exhortó a resolver las diferencias "con espíritu
democrático y de cooperación, no con insultos ni amenazas". Aunque parece
sincera, ya el país conoce que la exalcaldesa de Bogotá se acomoda fácilmente.
Lo cierto es que Petro desafió a
los Estados Unidos al querer gobernar a Colombia y tener relaciones
internacionales basados en la defensa de las soberanía estatal y popular, el
respeto mutuo y bajo condiciones de dignidad. Se suman sus acercamientos a
China con la Nueva Ruta de la Seda,
el episodio de los dos aviones militares que Petro no permitió aterrizar en el
país por traer esposados y humillados a colombianos deportados de USA;
igualmente sus discursos en la ONU, en particular el último en el que llamó
genocidio lo hecho por Israel en Gaza, con el apoyo de los Estados Unidos. Y la
exhortación que Petro
les hizo, megáfono en mano y en las calles de New York a los Marines para que desobedecieran
a Trump fue colmando la paciencia del convicto presidente de los Estados
Unidos. Finalmente, las críticas a la presión militar sobre Venezuela en el mar
Caribe y a los bombardeos a los tripulantes de lanchas cargadas con droga
terminaron por molestar al tirano
supremacista por el que votaron republicanos, demócratas y cientos de miles
de latinos ignorantes que hoy sufren la persecución y la estigmatización del poderoso
pederasta y pedófilo inquilino de la Casa Blanca.