Por
Germán Ayala Osorio
Como
consecuencia de la tensión diplomática y política entre Trump y Petro, al ya
caliente escenario electoral de 2026 se suma un ingrediente que con dos narrativas opuestas aumentará la crispación ideológica que ya se vive en
el país desde el 7 de agosto de 2022.
Del
lado de la derecha, sus más visibles voceros insistirán en la idea de que Colombia
debe elegir a un presidente “responsable con las relaciones con los Estados
Unidos y que en lo posible no esté conectado todo el tiempo a la red X”. Más
claro: un candidato presidencial al que no le importe “ponerse de las
rodilleras” e hincarse ante su majestad Donald Trump.
Entre
tanto, del lado de la izquierda y el progresismo sus figuras más descollantes insistirán
en el relato antiyanqui fundado especialmente en las indignas posturas
proyanquis asumidas por Sergio Fajardo, David Luna, Vicky Dávila de Gnecco, Iván
Duque Márquez, Andrés Pastrana, Claudia López Hernández, María Fernanda Cabal,
Paloma Valencia, Federico Gutiérrez, Alex Char y Alejandro Eder, entre otros
más miembros de la derecha nacional. De ese selecto grupo, las y los candidatos
presidenciales buscarán ganarse la simpatía de los millonarios mecenas
expresando públicamente su respaldo al protervo presidente norteamericano, a
pesar del endurecimiento de los controles migratorios a los colombianos que viajan
a la tierra del Tío Sam y del congelamiento de la ayuda militar y de otros rubros
como los destinados a la JEP.
Así las cosas, el enfrentamiento político y electoral de 2026 se dará entre los vasallos de la derecha que prefieren continuar hincados a Trump y los defensores de la dignidad nacional que estén o no de acuerdo con lo hecho por Petro, quedaron convencidos de que la postura asumida por el presidente de la República devino cargada de la dignidad y del orgullo de ser colombiano que jamás ningún nacional experimentó por lo menos durante los 20 años de uribismo. Quizás el movimiento pendular en ese escenario electoral se dé entre quienes les interesa seguir siendo vasallos y los que sueñan con “liberarse de las garras del águila imperial".
Lo
más probable es que la actitud anti colombiana y progringa del cipayo Berni Moreno,
congresista republicano de origen colombiano, sea asumida por los candidatos presidenciales
del establecimiento como una bandera legítima para ganarse el respaldo de la administración
Trump con un objetivo evidente: en caso de alcanzar la presidencia, regresar a la
política antinarcóticos que criminaliza a los campesinos cocaleros, mientras se
protegen las fortunas de los capos invisibles. De igual manera, desconocer cualquier
llamado de atención sobre los efectos del cambio climático y la pluricrisis
climática.
Nuevamente las figuras del espectral centro tendrán la oportunidad de construir su nicho ideológico y político al que puedan llegar los colombianos que no se sienten representados ni por el progresismo, ni por el uribismo. Eso sí, Sergio Fajardo y Claudia López Hernández, auto proclamados políticos de centro, dejaron ver que están más interesados en mantener las condiciones de sumisión al golfo magnate, que acercarse al pueblo colombiano para garantizarles una vida en condiciones de dignidad que al final generen la identidad nacional suficiente para no tener que dejar todo para ir tras el manido "sueño americano".
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