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viernes, 6 de diciembre de 2024

PETRO Y OTRA VEZ LA BANDERA DEL M-19

  

Por Germán Ayala Osorio

 

Como animal simbólico, el presidente Petro nuevamente alborota a la derecha y en particular a sus enemigos ideológicos y políticos con la bandera del M-19. En esta oportunidad, aunque un poco confusa la exhibición del lábaro indicado, lo hizo en medio de la entrega de la Cruz de Boyacá, en territorio del Uruguay, al expresidente Pepe Mujica, quien, como Petro, se alzó en armas contra el Estado. Mujica hizo parte de la guerrilla de los Tupamaros (MLN-T), mientras que Petro militó en la guerrilla urbana del M-19.

Lo curioso es que las reacciones de los “ofendidos” se limitan a decir que Petro revictimiza a quienes sufrieron y fueron víctimas de los funestos hechos ocurridos dentro del Palacio de Justicia en 1985. No se les ocurre nada más porque su condición de animales simbólicos parece devenir atrofiada por las comodidades que les ofreció siempre el ser hijos de una élite privilegiada que jamás intentó comprender las razones históricas que legitimaron el levantamiento armado en los turbulentos años 60 en América Latina.  

Hasta donde se sabe, no fue por cuenta directa de la toma del edificio por parte de un piquete del M-19 que se produjeron las víctimas civiles y los desaparecidos. Por el contrario, los hechos violatorios de los derechos humanos estuvieron a cargo de los militares que lideraron el operativo de retoma de la edificación. En cualquier caso, el acto simbólico siempre resultará provocador e indeseable para quienes a pesar de no ser víctimas directas del M-19, aprovechan cada gesto simbólico del presidente Petro para exponer lo que corresponde realmente a un fastidio personal y no a la comprensión real del dolor de las familias que perdieron a sus seres queridos durante el holocausto del Palacio de Justicia.

Pocos o casi ninguno de los “ofendidos” se atrevió a responderle a Petro con un acto simbólico similar. Por ejemplo, izando la bandera de Colombia para exaltar la pluralidad, la diversidad cultural y el orgullo de venir todos de un proceso de mestizaje en el que aparecen como dominantes los genes de negros e indígenas. Por desconocer ese mestizaje, los exaltados ciudadanos solo pueden apelar a ese restringido sentido patriótico que les despierta la Selección de fútbol.

Provocador o no, Petro es un hombre simbólico que parece comprender muy bien lo dicho por Ernest Cassirer: “[el hombre] no encuentra un mundo de objetos físicos sino un universo simbólico, un mundo de símbolos. Debe aprender, antes que nada, a leerlos, pues todo hecho histórico, por muy simple que parezca, no se determina y comprende más que mediante un análisis previo de símbolos”.

Lo cierto es que Petro vive aún en ese universo simbólico del que jamás se desprenderá porque es el que le da sentido a su vida: la lucha armada, su pasado revolucionario y sus luchas contra la desigualdad, la pobreza y especialmente contra aquellas características de la oligarquía colombiana: el racismo y el clasismo.

Bien podrían los detractores de la entrega de la bandera del M-19 a Pepe Mujica intentar comprender las conductas y los actos simbólicos del presidente Petro, en lugar de desgastarse de esa manera. Es más, podrían sentarse a escribir columnas para tramitar de esa manera las molestias provocadas por este acto simbólico, por los anteriores y por los que muy seguramente vendrán de aquí al 7 de agosto de 2026 cuando abandone la Casa de Nariño. Recordemos que, durante la conmemoración del día del trabajo, el primero de Mayo del año en curso, prácticamente las banderas de Colombia y del M-19 se “fusionaron” con la complicidad del viento.  Posteriormente, fue el reconocimiento al sombrero de Pizarro como símbolo de paz por parte del Ministerio de Cultura. O ese 7 de agosto de 2022 cuando ordenó a la Guardia Presidencial, en su primer acto como jefe del Estado, traer la espada de Bolívar, la misma que el M-19 había hurtado y devuelto al país. 

No se les haga extraño que el simbólico y provocador presidente de la República le dé por hacer un acto público por el hallazgo de los restos del exguerrillero del M-19 Guillermo Elvencio Ruiz quien dirigió la toma del Palacio de Justicia y murió durante la retoma. No olviden que Petro anda en "modo de lucha simbólica contra la historia oficial-castrense" con la que se busca desprestigiar a esa guerrilla. Eso sí, no se puede negar que los entonces comandantes del M-19 se equivocaron en las formas y en el objetivo trazado al momento de planear la toma del edificio del Palacio de Justicia. Al parecer no contaron con que la cúpula tropera de la época estaba harta de sus actos simbólicos. A lo mejor ese odio visceral les hizo obviar la versión que indicaba que el M-19 estaba planeando semanas atrás tomarse la edificación, para actuar de la manera como actuaron al recuperar el edificio: a sangre y fuego, asesinando magistrados, empleados de la cafetería y por supuesto, a los subversivos. 

Adenda: pareciera que Petro es el único guerrillero “malo” del M-19, a juzgar por la militancia de varios de sus compañeros en las inmorales mesnadas del Centro Democrático. 




domingo, 3 de marzo de 2024

POLÍTICOS “VISAJOSOS Y LÁMPARA”: EL ENVILECIMIENTO DE LA POLÍTICA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La política, como actividad pública, se sostiene del ejercicio del poder, sea este legítimo y legal, pero también puede soportarse en acciones y decisiones ilegales, pero legítimas. Y a la política llegan toda clase de individuos que, en el marco de la democracia representativa, contradictoriamente, poco o nada aportan a la consolidación del régimen democrático y mucho menos a la dignificación de la política. Han llegado borrachos y patanes al Concejo de Bogotá, como el concejal Lucho Díaz; al Congreso llegan figuras “simpáticas” como Anatolio Hernández, recordado porque le “soplaron” cómo tenía que votar un proyecto; o el recordado “manguito”. Por estos días caminan por el legislativo nacional, personajes como Jota P Hernández y Polo Polo, ignaros de la cosa pública, pero “reconocidos” en las redes sociales por su lenguaje procaz, racista, fascista y violento.

A lo largo de la historia de Colombia hemos escuchado en el Congreso de la República a congresistas con gran oratoria, asociada a una gran capacidad discursiva. Baste con recordar a Jorge Eliécer Gaitán Ayala, Horacio Serpa Uribe y el hoy presidente de la República, Gustavo Petro Urrego. Sus magistrales intervenciones, en términos argumentativos, dignificaron el debate como función y actividad propia de los congresistas. Hoy, quedan muy pocos, porque varios están interesados en desbaratar el quorum para no tener que escuchar a quienes desprecian, pero, sobre todo, lo hacen por miedo a que los terminen convenciendo por la calidad de los argumentos esgrimidos.

Ahora vemos desfilar por concejos y en el mismo Congreso, pistoleros como el concejal Escobar de Cali, “influenciadores” y “youtubers” que, de la nada, se volvieron virales y por arte de birlibirloque, en políticos “visajosos y lámpara” en busca de likes con los que ocultan su precaria formación académica, pero, sobre todo, su bajo capital cultural.

No pasó mucho tiempo para que aquellos llegaran a la política: nacieron más o menos en el 2004 los llamados “youtuber” o “influenciadores”. Por estos días aparecieron en la vergonzante escena pública los concejales Julián Forero, alias Fuchi, y Ángelo Shiavenato. El primero, lo hizo enfrentando a la policía desde la sempiterna expresión “Usted no sabe quién soy”; y  tomados de la mano, los concejales subieron una moto al edificio legislativo para demostrar que son “visajosos” y “lámpara”. Ambos llegaron al Concejo de la capital del país con el apoyo electoral y político de Rodrigo Lara Restrepo. Hay que recordar la escena en la que Lara Restrepo quiso enfrentarse a golpes con un vigilante.

La posibilidad de ver en el Congreso a personajes como Polo Polo y Jota P Hernández dice mucho de la apertura del cerrado régimen democrático, pero también habla de un ascenso social y político que contrario a lo que se pueda pensar, empobrece el ejercicio de la política y en particular, anula la posibilidad de debatir con argumentos, en una sociedad que se acostumbró a que gane el más macho, el más violento, el más patán.

Dice la escritora y columnista, Piedad Bonnet, que “esta es una época que ama lo chirriante y desmesurado. De ahí que un tipo como Trump seduzca a medio mundo a punta de cinismo, grosería, rudeza, y mal gusto –los tennis dorados que acaba de lanzar para recoger fondos han sido perfectamente calculados por sus asesores-. A su público le divierten sus expresiones machistas, xenófobas, racistas, y lo tiene sin cuidado que haya estafado, engañado al fisco o promovido descaradamente el asalto al capitolio”.

En Estados Unidos deben lidiar con los millones de Donald Trump que aman la patanería, la xenofobia, el machismo y el racismo. Por los lados de Colombia la cosa no es muy diferente. A pesar del debilitamiento de la figura de Uribe Vélez, una parte importante de la sociedad sigue pensando que lo que este país necesita es “mano dura, un Padre violento, un Macho cabrío”.

Es cierto que una parte importante de la sociedad americana se siente cercana a las patanerías y al discurso básico de Trump. Ahora, si comparamos este momento histórico por el que atraviesa los Estados Unidos y su particular ejercicio de la política, con lo sucedido en Colombia en el 2002 con la irrupción de Álvaro Uribe Vélez, podríamos pensar que el país del Sagrado Corazón está superando esas formas azarosas, arcaicas, premodernas, desmesuradas y violentas maneras de entender y asumir la política. En su momento de mayor aceptación, la patanería de Uribe Vélez se legitimó de tal manera, que desde varios sectores de poder económico, mediático y político les pareció razonable que gobernara 12 años. Se sumó a la gran aceptación social, mediática y política, el presentarse como “un macho cabrío, capaz de dar en la cara marica” y el único decidido a acabar militarmente a las guerrillas, sin importar los costos y los daños “colaterales” que al final produjo su política de Seguridad Democrática: 6402 falsos positivos, millones de desplazados, cientos de desaparecidos y la degradación misional del Ejército nacional por aceptar en sus filas a unidades paramilitares.

En las elecciones de 2022 quedó probado que una parte de la sociedad colombiana sigue atada a las malas maneras, a la vulgaridad, al mal gusto, pero, sobre todo, a hombres públicos básicos en sus maneras de expresarse. Recordemos que la derecha le apostó a elegir como presidente de la República a Rodolfo Hernández, un “cucho” mal hablado, grosero, básico, parroquial, machista y con una gran dosis de cinismo. Fue, para muchos, nuestro Donald Trump. Por fortuna, fue derrotado.



Imagen tomada de Pulzo.

sábado, 16 de diciembre de 2023

INFORME DE LA COMISIÓN DE LA VERDAD: EMPATÍA, MEDIOS MASIVOS Y LA EXPERIENCIA DEL CAGUÁN (I)

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La lectura del Informe Final que la Comisión de la Verdad le entregó al país, de manos del padre Franciscos de Roux, debería de ser obligatoria en colegios y universidades. Paralelo a ello, el gobierno de Gustavo Francisco Petro Urrego debería de diseñar una estrategia pedagógica que haga posible la divulgación masiva de su contenido y la discusión académica y socio política en espacios escolarizados y no escolarizados.

Como bloguero asumo la tarea de leerlo y comentarlo, en la medida de lo posible, a partir de citas extraídas sobre las cuales es posible decir algo. Esta primera columna y lo citado, no agota al extenso documento. Esta es la primera columna.

Con lo dicho en el Informe Final se puede estar en desacuerdo o por el contrario, aceptar sin reparos, la interpretación que allí se hace de lo acontecido en 60 años de conflicto armado interno. Una primera idea que llamó mi atención es esta: “La falta de empatía con ese dolor es parte de lo que Colombia necesita transformar, como una energía para la construcción de la paz” (1. La Colombia herida, p.21). Por ello es urgente desplegar una estrategia pedagógica multimodal que nos lleve como sociedad a revisarnos y a sentir vergüenza por el silencio, el “importanculismo” con el que miramos por televisión los horrendos crímenes cometidos por todos los actores armados que participaron del conflicto armado interno. Construir una sociedad más empática es el derrotero que debería de guiarnos como colectivo.  

Y para cualquier proyecto pedagógico que se quiera emprender, contar con el concurso del periodismo y de las empresas mediáticas resulta clave. Pero antes de cualquier estrategia mediática, urge que periodistas, editores y propietarios de las empresas mediáticas hagan un mea culpa por los errores cometidos, la autocensura y la toma de partido, en el cubrimiento de los hechos relacionados con las perversas dinámicas del conflicto armado.

Sobre el papel de los medios masivos, en el Informe se lee: “El papel de los medios de comunicación ha sido clave en la investigación de las violaciones de derechos humanos y del DIH, pero también lo ha sido en la reproducción de los estereotipos que contribuyen frecuentemente a la polarización social. Las maneras de hacer esto son la representación dominante de unas violencias frente a la minimización de otras, el uso de pánicos morales («es una humillación a las víctimas», «es una traición a la patria»), la estigmatización con categorías de enemigo («no hay diálogo con terroristas») o la tergiversación de las situaciones utilizando elementos emocionales («es un engaño», «se van a tomar el poder»). (1.4.6, p. 84).

El sentido de aquella célebre frase que dice que la primera víctima de las guerras es la verdad, calza perfecto y dice mucho del tipo  de periodismo que se viene haciendo en Colombia: acrítico, oficialista, de declaraciones y con un inconveniente sentido corporativo, a lo que se suma, un ejercicio ideológica y políticamente comprometido con los mezquinos intereses de la élite tradicional.

Sobre los procesos de paz y sus lógicas, en el documento se lee que “Andrés Pastrana lo intentó y claramente se jugó todo su capital político en El Caguán. Se rodeó de los partidos políticos, los empresarios, la Iglesia, Estados Unidos, la comunidad internacional; es decir, todos esos factores de poder que tradicionalmente toman parte de las decisiones en el país. Pero cada uno de estos actores fue abandonando el barco a medida que observó que era un momento adverso para el Estado y quizás aún favorable para la insurgencia” (P.117).

Es posible que más adelante se amplíe la lectura sobre ese hecho político. Esta primera reacción al sentido del Informe se hace en virtud de que la lectura llegó hasta la página 125 (2.5, La Paz, ¿estable y duradera?). En este punto,  considero que el Informe es benévolo con el entonces presidente Andrés Pastrana. Es posible que haya llegado a los diálogos del Caguán con ese apoyo institucional. Lo cierto es que este hijo de Misael Pastrana Borrero planteó una negociación cuyo final trágico preveían él y las propias Farc, pues ambos llegaron sin la madurez política necesaria para asumir una negociación seria. Se suma a lo anterior, que el Ejército, una histórica rueda suelta en este tipo de escenarios dialógicos, jamás vio con buenos ojos la negociación y mucho menos, la agenda de 12 puntos, en la que se tocaba el tamaño de las fuerzas armadas y el modelo económico. Una agenda inabordable.

El solo hecho de haberle entregado a las entonces Farc 42 mil kilómetros cuadrados sin verificación internacional alguna, constituyó un error político y un factor de alejamiento del Ejército de esa aventura de paz. No creo que Pastrana haya sido tan sagaz de pensar la entrega de semejante territorio, como parte de una “trampa” diseñada para que las Farc cayeran. Trampa o no, se dio un final negativo para esta guerrilla, pues quedaron ante la comunidad internacional como una agrupación dedicada al intercambio de drogas por armas. Trampa o no, lo cierto es que la experiencia del Caguán sirvió para alentar los odios hacia las Farc, los mismos que supo aprovechar Uribe Vélez para imponer su seguridad democrática y erigirse, gracias a la acción mediática, en el Mesías que acabaría con la guerrilla.

lunes, 7 de agosto de 2023

PETRO NUEVAMENTE INVITA A UN ACUERDO NACIONAL

 

Por Germán Ayala Osorio

En la conmemoración de la batalla de Boyacá, hoy 7 de agosto de 2023, nuevamente el presidente Petro insiste en la idea de hacer un gran acuerdo nacional. Por lo menos, en tres oportunidades lo hizo y las fuerzas políticas y económicas, enemigas de su gobierno, guardan sospechoso silencio. El mismo silencio que se evidenció cuando Juan Manuel Santos y las Farc-Ep consignaron en el tratado de paz de La Habana, la necesidad de establecer un pacto político nacional. ¿A quién le habla el presidente y quiénes son los que no lo quieren escuchar?

Al llegar a su primer año, jamás en la historia reciente del país un gobierno enfrentó a la descomunal fuerza desestabilizadora en la que confluyen agentes económicos de la sociedad civil, con sus medios masivos como puntas de lanza, partidos políticos y políticos profesionales.

Expongo la siguiente tesis con la que pretendo explicar las razones políticas que esos sectores de poder tienen, pero que no exponen abiertamente para negarse a pactar un acuerdo nacional para hacer las transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales que necesita el país, para ver si algún día, como Estado y sociedad, arañamos estadios de modernidad.

Gustavo Petro lidera un proyecto de país que no le conviene al “viejo” establecimiento que sufrió derrota electoral. Tratar de recuperar el Estado para que actúe con el carácter colectivo y cumpla con lo consignado en la carta política de 1991 constituye la mayor afrenta política para quienes capturaron el Estado, justamente, para hacerlo funcional exclusivamente a sus intereses de clase. Les resulta inaceptable que se intente desmontar el “doble Estado” que opera en el país desde hace décadas. Igualmente, desaprueban cualquier acción institucional orientada a frenar los procesos de defaunación y deforestación que, asociados a la idea de acabar con el campo, el campesinado y la seguridad alimentaria, promueven quienes, desde esas instancias de poder, insisten en acaparar y concentrar más y más la tierra para especular con ella y sembrar agrocombustibles.

A lo anterior se suma, el carácter contestatario e insumiso del presidente de la República, en particular con aquellos “Cacaos” acostumbrados a que los mandatarios se sienten a manteles para que estos les cumplan la directriz de seguir privatizando el Estado.

Petro, sin duda, está en una encrucijada. Y no por cuenta de los escándalos político-mediáticos que le está armando la Fiscalía de Barbosa, su archienemigo y mandadero de ese viejo establecimiento, de la mano de su primogénito. No, el asunto es estructural y compromete, por supuesto, asuntos ideológicos, políticos, económicos y culturales.

Algunos gremios económicos y las fuerzas políticas asociadas a los insepultos partidos políticos, el Liberal y el Conservador, así como otras microempresas electorales como Cambio Radical y la U, no aguantan más y están entrando en la peligrosa etapa de la resistencia activa que bien puede estar ancorada a la idea de tumbar a Petro o por lo menos, a la acción temeraria de “hacer invivible la República”. Si es así, le quedan tres años al presidente para seguir insistiendo en un acuerdo nacional que jamás llegará.

A sus voceros les molesta que el gobierno de Petro haya ayudado a frenar la deforestación de la selva amazónica; o que garantice el agua para la gente de La Guajira; o que entregue subsidios a madres cabeza de familia en condiciones de vulnerabilidad; también les incomoda que disponga de los ingenieros militares, para recuperar vías terciarias y secundarias en mal estado desde hace décadas; pero quizás lo que más les fastidia es que esté tratando de recuperar la Fiscalía y otras instituciones, para el Estado y la sociedad.

Mientras el presidente de la República siga golpeando a las redes del narcotráfico, los Estados Unidos no lo dejarán solo en esta coyuntura. Llama la atención de los opositores del gobierno, el silencio frente a las incautaciones de drogas, dinero y las acciones de interdicción marítima. Los imagino cruzando los dedos para que la Paz Total fracase, en beneficio de quienes están prestos a acaparar más tierra por desposesión.

Justamente, sobre ese mutismo opera el “doble Estado” del que vengo hablando aquí en esta tribuna. Por eso, quizás, las resistencias de algunos gremios y fuerzas políticas para apostarle a un proceso de reindustrialización: las economías ilegales son las grandes aliadas del sistema financiero nacional, circunstancia que no se quiere cambiar desde las huestes de ese viejo y anacrónico establecimiento.

Petro debería de hablarles más claro cuando hace el llamado a un “acuerdo nacional”. Si se trata de abandonar la idea de recuperar el Estado para todos o de permitirles seguir manejando algunos de los hilos de ese entramado de intereses que hacen posible la operación mafiosa de ese “doble Estado”.

 

Imagen tomada de Youtube.com

UN AÑO DE PETRO: SE ENTERRÓ EL CASTROCHAVISMO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Por estos días, siguen los balances del primer año del gobierno de Gustavo Petro. Los medios no hablan de “un año de aprendizaje” porque no solo están en contra del gobierno, sino porque saben que en el Solio de Bolívar no está sentado un títere, homúnculo o un incapaz. Por el contrario, está sentado un político con una gran capacidad oratoria y de análisis sistémico de los hechos locales y de los que rodean al mundo. También, un presidente contestario que usa su cuenta de Twitter para enfrentar las narrativas mediáticas adversas, mentirosas y la maledicencia que se fabrica en los laboratorios de marketing político y propaganda sucia: los medios de comunicación.

Hay un logro simbólico que vale la pena destacar en este primer año del gobierno de Petro:  haber enterrado la narrativa mentirosa e infantil que construyó el uribismo, en cabeza del Gran Imputado, Álvaro Uribe Vélez, que señalaba que nos íbamos a convertir en Venezuela porque había llegado el castrochavismo.

El castrochavismo apareció de la tenebrosa mano derecha de Uribe Vélez y fueron los medios de comunicación afectos a este nefasto político los que permitieron su posicionamiento social y político, hasta casi convertir el término en una categoría política.

Una y otra vez Uribe y sus áulicos usaron el vocablo para meter miedo en sectores societales ignaros. Ese lamentable estado de ignorancia de millones de colombianos en buena medida se debe a los tratamientos periodístico-noticiosos de una prensa que se hincó al poder intimidante del hijo de Salgar y expresidiario y se dedicó a mentir, tergiversar los hechos y a lavarle la imagen al régimen mafioso que opera en Colombia de tiempo atrás, lo que permite señalar que en este país funciona un “doble Estado”.

La escasa lectura y capacidad de análisis de esos cientos de miles de connacionales les facilitó a los uribistas la tarea de crear ese “coco” con el que más de uno se asustó al ver la llegada a la Casa de Nariño del primer presidente de izquierda.

En una rápida búsqueda en la red, encontré varios titulares en los que aparece el término castrochavismo, en boca del inefable expresidente de la República y hoy procesado por los delitos de fraude procesal y manipulación de testigos.

1.      Hay peligro de "Castro-Chavismo" en Colombia.

2.      Álvaro Uribe: «Santos abre la vía del castrochavismo al pactar con las FARC»

3.      Álvaro Uribe: rechazamos el castro-chavismo

4.      Castrochavismo en Colombia, sube tono

5.      Cuidado con esa izquierda, ellos empiezan muy queriditos. Chávez empezó muy amable y acabó Venezuela. Cuidado con los Chávez de aquí: Uribe.

6.      Uribe: acuerdo con las FARC promueve «castro chavismo en Colombia»

 

Quizás este logro no sea tenido en cuenta en los análisis económicos de los expertos y mucho menos, en quienes insisten, con razón, en mostrar las debilidades y las malas decisiones que el presidente tomó en este tiempo. Porque hay que decirlo: Petro se equivocó, por ejemplo, al haber permitido la entrada de gente como Benedetti y otros políticos.

Haber sepultado esa narrativa del uribismo constituye un enorme triunfo simbólico y cultural, porque detrás de esta victoria temprana está el desprestigio y la pérdida de credibilidad de los grandes medios masivos y por supuesto, la decadencia moral de eso que se conoce como el uribismo.

 

 

Imagen tomada de Youtube

jueves, 20 de julio de 2023

PETRO Y LAS RÉPLICAS DE LA OPOSICIÓN EN LA INSTALACIÓN DE LA NUEVA LEGISLATURA

 

Por Germán Ayala Osorio

El discurso que pronunció Gustavo Petro durante la instalación del nuevo periodo legislativo tuvo un talante académico, políticamente correcto, pero también le sirvió para hacer un balance de su gestión en este primer año gobierno.

Eso sí, solo la bancada gobiernista aplaudió su bien hilvanado discurso que por momentos no parecía dirigido a un Congreso, sino a una comunidad académica. En el marco del Estatuto de la Oposición sus detractores tuvieron la oportunidad de confrontar lo dicho por el mandatario en su larga pero interesante intervención. En representación de ese sector que se opone a las ideas y al gobierno del presidente, aparecieron los congresistas María Fernanda Cabal, Erika Sánchez y Marelen Castillo, ex fórmula vicepresidencial del entonces candidato presidencial Rodolfo Hernández, Daniel Carvalho y David Luna.

La señora Cabal, del Centro Democrático, en su intervención les habló a los militares, sector que en el pasado le sirvió a esa colectividad para consolidar la política de seguridad democrática, la misma de la que emergió la más terrible práctica criminal: los falsos positivos. Criticó, con razón, las masacres y los asesinatos de líderes sociales que aún se presentan en el país, asunto que Cabal y sus colegas del CD asocian con una equivocada idea de la paz que tendría el presidente, en el sentido en que es permisivo con los grupos criminales al margen de la ley con los que plantea sentarse a negociar. Volvió la señora Cabal sobre el tema del “odio de clase” que el presidente insiste, según ella, en consolidar entre los colombianos.

Sobre el mismo tema del orden público, David Luna le pidió al presidente Petro que le quite las amarras a la fuerza pública y que no desmoralice a la tropa. Luna también se refirió al tema de “estatizar la salud” y de unos supuestos riesgos económicos advertidos por economistas independientes y por la gerencia del Banco de la República. También, el político de Cambio Radical, partido de Vargas Lleras, le pidió al presidente Petro que no polarice más al país y que respete a los medios de comunicación y a la libertad de prensa. En este último punto, hay que decir que hay plenas garantías para el ejercicio periodístico, pero ante la evidente toma de partido por parte de periodistas y empresas mediáticas afectas al “viejo” régimen, lo que ha hecho el presidente es defenderse desde su cuenta de Twitter, desde donde los desmiente y confronta.

También intervinieron Erika Sánchez quien hizo referencia a la situación de abandono de la niñez, sin mayores cifras.  A su vez, Marelen Castillo, pidió transparencia y un manejo ético de lo público. Lo curioso es que Castillo fue fórmula vicepresidencial del ladino Rodolfo Hernández, sancionado por la Procuraduría, justamente, por actos de corrupción. Entre tanto, Daniel Carvalho dedicó los pocos minutos de su intervención, a hacer un balance de la gestión hecha por él y su compañero Humberto De la Calle Lombana.

Dichas intervenciones hay que entenderlas en el marco del Estatuto de la Oposición que les permite a los partidos que se hayan declarado en independencia o en oposición, a replicar los discursos del presidente, incluidas las alocuciones.

De los intervinientes, el único que agradeció al presidente Petro por haberse quedado en el recinto a escuchar a sus detractores fue David Luna. Lo que si compartieron todos los que hicieron uso de la réplica fue un rictus que indicaba molestia y hasta rabia por las ideas y el balance que de su gestión hizo el mandatario de los colombianos.

Al final, quedó claro que las réplicas de la Oposición y de los Independientes deben acercarse más al talante del discurso expresado por el presidente. Las 5 intervenciones de los detractores del gobierno y del presidente poco o nada confrontaron la esencia o el hilo conductor del discurso hilvanado que pronunció Petro. Haría bien la Oposición en consolidar una sola intervención, capaz de desmontar las ideas centrales del discurso presidencial. En eso, deben prepararse más y mejor.

Para destacar, que el presidente se quedó y escuchó los reclamos de sus detractores. De inmediato, los colombianos recordaron que el entonces presidente-títere, Iván Duque Márquez, una vez instaló el Congreso, salió corriendo del recinto para no escuchar a los congresistas que conformaban la entonces oposición. El país recuerda el insuceso como la última jugadita del nefasto, ignaro y pueril congresista del Centro Democrático, Ernesto Macías.

Lo que sí hay que lamentar es que no parece haber dentro de la Oposición un o una congresista con la capacidad oratoria y el dominio conceptual del presidente Gustavo Petro. Será por eso que, por momentos, pareció que Petro no le estaba hablando a unos congresistas, sino a jóvenes que poco o nada saben de cambio climático, de lo planteado por los economistas clásicos y neoclásicos y de descarbonizar la economía.



Imagen tomada de El Espectador. 

domingo, 25 de junio de 2023

LAS ALOCUCIONES DE PETRO QUE NO SON ALOCUCIONES

 Por Germán Ayala Osorio

 

Las más recientes alocuciones del presidente Petro tienen la particularidad de que no están dirigidas al pleno de los colombianos y están soportadas en discursos dados en escenarios disímiles en los que ha participado el presidente. Si bien se escucha el himno nacional y se interrumpe la programación habitual, estas “novedosas” alocuciones pueden resultar ineficaces por cuanto el presidente de la República no se está dirigiendo a sus compatriotas.

La de esta noche del 25 de junio constituye un ejemplo claro de una alocución cuyo directo público receptor no fueron los colombianos residentes en Colombia, sino los que viven en Francia, que lo escucharon gracias a la visita oficial del mandatario colombiano a ese país europeo. Aunque se trató de un discurso fuerte y directo en contra el Congreso, los banqueros colombianos y en general contra la oligarquía, sus efectos en las audiencias pueden ser relativos en la medida en que el presidente Petro no les habló a los colombianos residentes en el país, sino a los connacionales que pueden estar viviendo circunstancias bien distintas a las que viven el grueso de los colombianos.

En su alocución de hoy 25 de junio, Petro hizo énfasis en la codicia de los grandes ricos y es claro que le estaba hablando a Sarmiento Angulo, del Grupo Aval, su principal contradictor y opositor político. La entrega de millones de pesos que hizo Sarmiento Angulo a partidos políticos que unieron esfuerzos para tumbar la reforma laboral hace pensar y decir al presidente que hay congresistas serviles a los intereses del magnate colombiano. Petro aludió a congresistas que se hicieron elegir no para defender los derechos de sus votantes y de los colombianos en general, sino para cuidar los intereses de sus poderosos patrocinadores. Hablamos, entonces, no de senadores y representantes a la Cámara, sino de lobistas con investidura y sueldo de congresistas.

No hablarles directamente a las audiencias aleja la posibilidad de que el mensaje llegue y se comprenda como es lo esperado. Es un error hacer pasar como una alocución lo que es un discurso que tiene una situación comunicativa muy diferente a la que se puede generar cuando el objetivo de la intervención presidencial es hablarle al país. Ejemplo de ello fue la pasada alocución soportada en el discurso de Petro en La Habana con el que anunció el cese bilateral al fuego con el ELN.

Debería de revisar la estrategia el presidente y su discreto equipo de comunicaciones porque este tipo de alocuciones devienen impersonales, frías y sin un propósito claro, pues las audiencias no están viendo a un presidente que les está hablando de manera directa, sino que están escuchando un discurso con intencionalidades distintas.

Los colombianos pueden estar acostumbrados a que las alocuciones presidenciales siempre están pensadas para que el presidente explique y justifique decisiones trascendentales; también se asumen para llamar a la calma ante versiones o hechos catastróficos; igualmente, para generar confianza y mandar un mensaje de tranquilidad. Y lo más importante, están pensadas para que el mandatario le hable a su pueblo, a sus dirigidos, mirándolos a los ojos. Es claro que con las últimas alocuciones esto no sucede.  


Imagen tomada de El Colombiano. 

“VAMOS A RECUPERAR EL PAÍS”

  Por Germán Ayala Osorio   En el ejercicio de la política suelen aparecer frases que bien pueden servir como eslogan de futuras campañ...