Por Germán Ayala Osorio
La autocensura, la farandulización,
el desprecio por la deontología del oficio y la consecuente confirmación como actores
políticos son las cuatro “enfermedades” que padecen las empresas mediáticas en
Colombia. Se trata de padecimientos atados al nacimiento mismo del periodismo,
asumido como una forma de poder político. Eso sí, a pesar de la evidente metástasis, no alcanza a provocar el colapso del
sistema informativo privado porque las audiencias en general no están calificadas
para darse cuenta de la gravedad de la situación por la que hoy atraviesan empresas
como El Tiempo, Semana, El Colombiano, El País de Cali; así como Blu radio, La
FM, La W y los noticieros nacionales Caracol Noticias y Noticias RCN.
Con la llegada de Gustavo Petro a la Casa de Nariño, esas “enfermedades” se volvieron catastróficas. Los periodistas vedettes de dichos medios masivos se han dedicado a esculcar y cuchichear en torno a los "gustos" sexuales del presidente de la República. De esa manera, los consejos y las salas de redacción, las cabinas de radio y los sets de noticias se convirtieron en espacios predilectos para los cuchicheos y la generación de bochinches que, investidos de interés periodístico y general, les ha servido para atacar, ridiculizar y deslegitimar al jefe del Estado como nunca se hizo contra otro presidente en ejercicio.
“Petro es maricón”
es una de las expresiones más “decentes” que circulan en esos laboratorios en
donde se construyen narrativas y verdades atadas políticamente a los intereses
de los propietarios de dichas empresas informativas. El episodio de Panamá
sirvió para que varios de los más visibles periodistas bogotanos cayeran en la
banalización y farandulización del oficio. La homosexualidad, como práctica
social, solo está permitida para un selecto grupo de políticos, periodistas y
empresarios que aún siguen sobreviviendo en sofocantes closets o haciendo gala
de sus "gustos" como una forma hipócrita de hacer creer que como sociedad superamos
la homofobia.
Además de servir de cajas de
resonancia, operar como agentes
culturales de un orden hegemónico inmoral, sucio y corrupto y de ser
encubridores de los síntomas la decadencia de los sectores privilegiados de la
sociedad colombiana, iguales a los descritos por Tom Wolfe en la novela “La Hoguera
de las Vanidades”, las señaladas empresas mediáticas actúan, desde el 7 de
agosto de 2022, como “policías y fiscales de la moral colectiva”, lo que les permite
especular, con fines políticos, sobre las aventuras, gustos o tendencias
sexuales del presidente de la República. Lo curioso y problemático del asunto
es que las actuaciones de estos “nuevos policiales” se da en el marco de una
sociedad que además de homofóbica, transfóbica, racista, aporofóbica y clasista,
arrastra la fama de ser morronga, mojigata, ladina, simuladora, farisea, melindrosa,
puritana, timorata, cachonda, goda, premoderna y rígida.
Dejadas de lado las especulaciones
sobre los "gustos" sexuales de Petro, enfilaron baterías sobre una posible adicción
a las drogas, versión echada a rodar por la periodista María Jimena Duzán y el
exministro conservador y mojigato, Álvaro
Leyva Durán. Para poder “graduar” a Petro de “vicioso” la prensa abrió micrófonos
y prendió los reflectores a los enemigos del jefe del Estado para que estos exigieran
que se sometiera a exámenes de sangre para probar si había consumido cocaína.
Eso sí, solo el presidente debía someterse a esos exámenes porque a los periodistas
se les tiene prohibido sugerir lo mismo a presidentes de compañías, congresistas,
futbolistas y otros miembros de la “gente de bien”.
Como suele pasar con los escándalos
y los sucesos de la farándula criolla, la moralizante algarabía mediática se
fue desvaneciendo hasta que el presidente Petro concedió en la Casa de Nariño
una entrevista a Juanpis González, personaje creado por Alejandro Riaño. El
perfil del personaje de ficción habla de un “hombre blanco, de familia adinerada,
corrupto, enamorado de la guerra, racista, violento, clasista, aporofóbico, consumidor
de "perico" y trago en reuniones sociales”. Juanpis González es la representación
viva y clara de la versión criolla de La Hoguera de las Vanidades.
A los periodistas de Blu radio les
pareció periodísticamente relevante retransmitir pasajes de la entrevista para
insistir en el objetivo de desprestigiar al jefe del Estado aludiendo, nuevamente, a sus “debilidades
y adicciones”. De esa manera, por varios minutos Néstor Morales convirtió la
mesa de trabajo de dicha emisora en un espacio para el chismorreo al mejor
estilo de la “Negra Candela”.
Y para terminar de exponer las graves “enfermedades” del oficio, a varias periodistas defensoras de oficio de las "cochinadas" de “La Hoguera de las Vanidades” criolla, optaron por exponer en la red X el “costoso reloj Rolex” que exhibió Petro durante su discurso en la Plaza de Bolívar a propósito de las marchas del Día del Trabajo. El mandatario de los colombianos publicó una imagen del dichoso reloj, con este mensaje: "No tengo problema en publicar la marca de mi relog. Como ven, no es un Rolex. No me gustan esas estridencias codiciosas". Así, con sexo, mentiras y videos los periodistas vedettes en Colombia arruinaron el bello oficio.
Nota: se escribe reloj.
petro es vicioso y gay - Búsqueda Imágenes
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