Por Germán Ayala Osorio
Hasta el 7 de agosto de 2026, la
prensa y sectores de la oligarquía y la aristocracia bogotanas insistirán en su
propósito político de deslegitimar y desestabilizar al gobierno Petro y consolidar
la imagen de un presidente “drogadicto, borracho y homosexual”.
Esas tres conductas “pecaminosas”, con todo y sus prácticas parecen ser
reclamadas como propias y exclusivas por hijos de la aviesa y goda oligarquía y
aristocracia colombianas. Estos vástagos no le perdonan a Petro su pasado
guerrillero y mucho menos haber llegado a la Casa de Nariño, territorio
reservado para hombres perfumados y de finas maneras al momento de consumir
alimentos, licor y droga en exclusivos clubes, cócteles y fiestas.
Lo dicho por el excanciller
Álvaro Leyva Durán en la misiva que le envió al presidente Petro hace parte del
innoble y poco republicano propósito de agentes del Establecimiento que el jefe
del Estado llamó a colaborar con su gobierno en altos cargos públicos. Leyva
Durán es un político conservador que en la señalada epístola dejó ver su esencia
moralizante, muy propia de quienes suelen codearse con la crema y nata del
poder bogotano, aceptando sus conductas pecaminosas que históricamente devienen
naturalizadas y validadas bajo estrictos criterios de clase.
En su carta, Leyva confiesa que “fue
en París donde pude confirmar que usted tenía el problema de la drogadicción.
Fue una situación embarazosa para mí y más cuando supe en dónde había
estado”. Sin duda alguna, estamos ante un cuestionamiento moral y
santurrón del octogenario político en un país en el que perfumados hombres y en
lujosos clubes suelen firmar acuerdos políticos y millonarios contratos, muchos
de estos leoninos y contrarios a la constitución y a las leyes.
Leyva Durán hace pública su misiva con la
clara intención de entregarle a los medios masivos y a la moralizante lógica periodística
el tercer señalamiento que acumula el presidente de la República: primero se le
señaló de borracho, luego de homosexual por el episodio aquel en Panamá y ahora
de vicioso. Más claro: Leyva le arrojó a las “fieras” del correveidile los pedazos
de una imagen presidencial hecha añicos por cuenta de la deslealtad de quien
hizo parte del gobierno. Cuando los más importantes medios internacionales
recojan lo publicado por las empresas mediáticas colombianas, entonces Leyva y la
godarria bogotana podrán brindar y celebrar el daño proferido. Ya el Financial
Times tituló Colombia’s president is a drug addict, claims ex-minister”.
Esas “fieras”, micrófono en mano,
hablan de la adicción del presidente como un hecho incontrovertible y probado.
Estos mismos periodistas en el pasado guardaron silencio cómplice frente a las
conductas inmorales y crímenes perpetrados por los “adictos” al uso de las
motosierras, al desplazamiento forzado; al poder y a la apropiación indebida-ilegal-
de baldíos. Se trata de los mismos
medios y periodistas que le guardaron por años la espalda al famoso colega de
un medio importante de Bogotá que tenía el “vicio” de buscar niños para
tocarlos.
La epístola de Leyva Durán confirma
que la lealtad, en escenarios políticos y relaciones de poder siempre estará en
riesgo. La traición por celos, expectativas y promesas no cumplidas o el simple
interés de llamar la atención de la morbosa prensa hegemónica hacen parte de la
política, en particular cuando el traicionado no hace parte del círculo de
poder que reclama la exclusividad para sus miembros al momento de consumir droga, buscar niñ@s
para tocarlas y violarlas o salir del closet de cuando en cuando, manteniendo
las apariencias frente a la farándula criolla.
Al final no se cuestiona
únicamente que un presidente de un país productor de cocaína sea adicto; el
problema está en que ese jefe de Estado venga de la izquierda, esté instalado
en el progresismo, hable de cambio climático e intente zafarse del dominio
ejercido por décadas por los Estados Unidos sobre Colombia y el resto de las
Américas.
Como Leyva está de salida, con su
carta quizás le esté asegurando el futuro político a su hijo, siempre y cuando
en el 2026 la derecha regrese al poder y sus amigos del Establecimiento
colombiano le premien su asqueante deslealtad. Así entonces, Lealtad ya no
escribe con L de Leyva. Eso sí, Deslealtad sí se escribe con D de Durán y
Asqueante, con A de Álvaro.
alvaro leyva duran y petro juntos - Búsqueda Imágenes
No hay comentarios:
Publicar un comentario