Por Germán Ayala Osorio
Con la negativa de Sergio Fajardo
de presentarse a las consultas interpartidistas para definir candidaturas presidenciales, la
derecha va decantándose en una centro derecha que de todas maneras será
efímera, llegue o no a la Casa de Nariño el reconocido político antioqueño y gestor turístico para el
avistamiento de ballenas. No existe en Colombia la cultura política y mucho
menos la tradición de un centro político por culpa de la hegemonía de los
partidos Liberal y Conservador en los tiempos del Frente Nacional; y recientemente,
por la irrupción de Uribe y Petro, líderes populistas de derecha e izquierda convertidos
en grandes electores.
Con su decisión de ir
directamente a la primera vuelta presidencial, el exgobernador de Antioquia envía
un mensaje de independencia y toma de distancia del expresidente y
expresidiario Álvaro Uribe Vélez, representante de la derecha neoliberal,
retardataria, violenta y premoderna que con su influencia gobernó al país durante
20 años. Se trata de una jugada política, más no electoral, de quien siempre fue
un cercano admirador de Uribe. Si la campaña de Juan Carlos Pinzón Bueno no
despega, entonces el uribismo terminará apoyando al profesor y matemático, lo
que evitará la consagración del fantasmal centro que dice representar Fajardo.
Sergio Fajardo Valderrama, con la
ayuda de varias empresas mediáticas, está buscando posicionar la narrativa que
señala que el país deviene polarizado entre dos extremos irreconciliables que
promueven odio en medio de incertidumbres y problemas sociales y económicos por
resolver. Y lo que es peor: no ofrecen soluciones reales. De esa manera, el exalcalde
de Medellín se presenta como el líder capaz de superar no solo la crispación
ideológica y la violencia política, sino las históricas dificultades de una
República que deviene en “obra negra”. ¿Realmente Fajardo conoce el país, pero sobre todo será capaz de reconocer que más allá de la evidente polarización política lo que hace rato emergió en el país es un movimiento social y popular que ya no le come cuento al tenebroso e injusto proyecto de país que siempre propuso y ejecutó la derecha?
La existencia de los extremos
ideológicos suele verse como un grave problema político, cuando claramente
habla de dos ideas de país: la aplicación a rajatabla de la amplia receta neoliberal
de parte de la derecha terminó por darle vida a una izquierda progresista que,
sin romper con los agentes económicos y financieros internacionales y
nacionales responsables del diseño de la señalada fórmula, está intentando
mejorar las condiciones de vida de los trabajadores asalariados y del campesinado
desde la idea romántica del Estado de Bienestar europeo.
Fajardo deberá luchar contra sí mismo, esto es, contra la imagen que él mismo generó con célebres frases como “yo no inspiró nada” y por supuesto contra el remoquete de “tibio” que se ganó con creces en la campaña presidencial de 2018 cuando se fue a ver ballenas, a lo que se suma su débil carácter para criticar a los agentes privados que se robaron los billonarios recursos de la salud y tomar distancia del uribismo, sector de poder en gran medida responsable de los problemas que arrastramos como sociedad.
Fajardo debe saber que en Colombia hay más de un pueblo: el pueblo de la derecha y el de la izquierda. Pensar que hay una sólida unidad es pensar en la posibilidad de unas comunidades rurales y urbanas bien informadas de sus derechos y formadas para sostener diálogos respetuosos sustentados en el dominio de conceptos claves como democracia, Estado social de derecho, progresismo, liberalismo y neoliberalismo, entre otros más. No es despreciable el negativo impacto que por años generaron las empresas mediáticas, instrumentos ideológicos del Establecimiento que Fajardo defiende a dentelladas.
He aquí varias frases espetadas por Fajardo Valderrama que resultan indescifrables
para un pueblo que poco lee y que es muy dado a dejarse llevar por las
emociones y que en los últimos años se ha movido entre los discursos populistas
de Petro y Uribe.
“Yo no soy un caudillo, yo no
inspiro odio ni miedo, yo inspiro confianza.” ¿Se tratará
exclusivamente de la confianza inversionista, uno de los tres huevitos de
Uribe? “Yo no grito, yo no polarizo, yo no soy el mesías que viene a
salvarlos.” Yo no levanto masas, yo levanto ideas.” “No soy el
líder que los va a llevar de la mano, soy el que les va a dar herramientas
para que caminen solos.” Yo no genero emociones fuertes, genero confianza a
largo plazo.”. ¿Caminar solos bajo un régimen presidencialista y en medio de un débil aparato productivo?; ¿Caminar
solos cuando la política es un negocio para los más ricos que financian campañas para privatizar el Estado, mientras que
los más pobres y la clase media intentan arañar ganancias cada cuatro
años a través de contratos de prestación de servicios?