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martes, 19 de agosto de 2025

PRUEBAS DE SANGRE Y VIAJES DE SUPERIORIDAD MORAL

 Por Germán Ayala Osorio

 

Los viajes de superioridad moral suelen servir para ocultar prácticas, ideas, hechos y la férrea defensa de un sistema económico y un orden social atravesados por un ethos mafioso que los colombianos naturalizaron entre el 2002 y el 2010.

La derecha en Colombia lleva tres años calificando al presidente Petro de “borracho, drogadicto y homosexual” como parte de la narrativa clasista con la que han demostrado su desprecio no tanto por esas “conductas” en las que, según el relato, el jefe del Estado habría incurrido, sino por la persona en sí misma: odian a Petro por ser Petro. Punto.

A Petro no le perdonan su origen de clase, su pasado como miembro del M-19 y mucho menos haberse atrevido a desafiar a los más poderosos agentes del Establecimiento, incluida la prensa y por esa vía, jugársela por la emancipación de un pueblo sometido durante más de 20 años de uribismo a las recetas del neoliberalismo con las que se alimentan el clasismo y el racismo y por supuesto la privatización del Estado para el disfrute de una élite cuyos miembros a lo mejor meten coca, tienen problemas con el alcohol, practican la pedofilia y guardan celosamente secretos de sus reales gustos y orientaciones sexuales.

De cara a las elecciones de 2026, y ante el profundo debilitamiento del relato que aseguraba que nos “volveríamos como Venezuela”, a tres nuevos “faros de la doble moral” se les ocurrió la brillante idea de irse a tomar exámenes de sangre porque “no se puede gobernar ni borracho ni trabado”. Menos mal no hay indicadores sanguíneos que puedan medir “los grados de homosexualidad en una persona”, porque muy seguramente también se harían esa prueba para “demostrar” que están listos para “recuperar a Colombia” porque son heterosexuales, así sea de dientes para afuera.

Blu radio, una cadena uribizada, registró el llamativo hecho, que hace parte de la estrategia moralizante que intentarán imponer para conquistar los religiosos corazones de cientos de miles de colombianos que usan a diario la “doble moral” para descalificar y deshumanizar a sus adversarios, contradictores o simplemente a la “gente de izquierda” o quienes se declaren liberales.

Los exgobernadores Juan Guillermo Zuluaga, Héctor Olimpo Espinosa y el exalcalde de Bucaramanga, Juan Carlos Cárdenas, estuvieron en un laboratorio médico haciéndose un examen de toxicología como documento previo a inscribirse para las elecciones para la presidencia. Entre los exámenes estuvo el procesamiento del panel de drogas por 3 (marihuana-, cocaína- anfetaminas) y panel de alcohol. “No se puede gobernar ni borracho ni trabado” y “para gobernar hay que estar cuerdos”.

Estamos ante una nueva manera de criminalizar a los adversarios, en particular a quienes militan en la izquierda y en el progresismo. Qué nivel más bajo en el que viene cayendo la discusión pública de asuntos públicos en esta Colombia pacata, farandulera, morbosa, mojigata, gazmoña, puritana, morronga, clasista, racista, machista, atontada y misógina.

Menos mal no se necesitan pruebas de sangre para descubrir prácticas corruptas y clientelistas, así como viejos apoyos políticos a quienes convirtieron a Colombia en uno de los países más desiguales del mundo, porque muy seguramente se las harían tomar en sus particulares laboratorios clínicos.  “Con un puntaje de 54,8 en el coeficiente de Gini, Colombia se ubicó en el tercer país con mayor índice de desigualdad, por concepto de ingresos económicos, en el mundo, y posicionándose como el primero en el continente americano”.

Eso sí, poco importa si los artífices de semejante logro socioeconómico consumieron drogas, tomaban decisiones macroeconómicas bajo la influencia del alcohol o en medio de bacanales con prostitutas o niñas. Allí lo relevante, moral, económica y políticamente aceptable es que aplicaron las recetas neoliberales. Lo demás, son ínfimos detalles. 




doble moral uribista en colombia - Búsqueda Imágenes

lunes, 18 de agosto de 2025

¿LA MUERTE DE MIGUEL URIBE ES UN MAGNICIDIO?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Declarar el crimen de Miguel Uribe Turbay como un magnicidio, además del carácter simbólico que acompaña al calificativo, deviene con una suerte de clasismo político con el que la derecha y el Establecimiento en general buscaban consolidar la narrativa catastrofista que indica que fue “asesinado un gran líder social y político y con su desaparición, se mató la esperanza de los colombianos”. El uribismo necesitaba de un mártir para sacudirse moral y políticamente de la condena de 12 años de prisión domiciliaria proferida contra el expresidente Álvaro Uribe. Y para ese propósito, la gran prensa bogotana ayudó complacida.

Y la verdad es que la notoriedad política del finado siempre estuvo asociada a la manera sectaria y violenta con la que asumió la vocería de la oposición en un evidente afán por parecerse al expresidente Uribe Vélez. Miguel Uribe Turbay olvidó o quizás no le interesó jamás saber que un verdadero líder se construye apelando al pensamiento sistémico, pero sobre todo dando muestras de una gran comprensión de los problemas, ventajas y desafíos de un país complejo como Colombia.

El finado siempre vivió en la burbuja que le proveyó ser nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala, circunstancia que para el caso colombiano de inmediato le da el “derecho natural” de aspirar a la presidencia de la República, sin la necesidad de haber labrado un camino de lucha por quienes sufren las consecuencias de haber consolidado en el país una sociedad y un modelo de desarrollo excluyentes, racistas y clasistas que a juzgar por sus últimos discursos y arengas en el Congreso, esas circunstancias poco o nada le incomodaban al conservador político uribista.

Por supuesto que la declaratoria de magnicidio que hizo la Fiscalía se pudo haber dado por la presión ejercida por los medios masivos que convirtieron el atentado y el posterior fallecimiento de Miguel Uribe en un reality show con el firme propósito de mover en las audiencias los sentimientos más primarios y por esa vía sembrar miedo, desesperanza y odio. Apelar a las emociones de los ciudadanos facilitó la tarea de convertir las afueras de la clínica en la que fue atendido en una especie de ermita de la derecha camandulera, clasista y racista que por esos días de vigilia fueron aportando para que finalmente se declarara magnicidio su execrable asesinato.

Con el politizado sepelio, la prensa bogotana, en particular el noticiero Caracol Noticias, logró elevar a Miguel Uribe a la categoría de proto estadista, héroe y líder. Al final, a empellones, el relato periodístico y los lamentos de los presentadores y comentaristas de radio y televisión lo metieron en el mismo lugar que ocupan Luis Carlos Galán Sarmiento y Jorge Eliécer Gaitán Ayala, quienes en el momento de caer asesinados ostentaban la calidad de candidatos presidenciales. Miguel Uribe era precandidato presidencial por el Centro Democrático y al interior de esa colectividad había recelos y enfrentamientos con Paloma Valencia y María Fernanda Cabal que se disputaban el guiño del dueño de ese partido.

La RAE define magnicidio como la “muerte violenta dada a persona muy importante por su cargo o poder”.  La relevancia política de Miguel Uribe estaba en camino de consolidarse, pero el haberse instalado en una orilla ideológica caracterizada por el sectarismo le impidió recorrer los caminos hacia un liderazgo amplio ancorado al reconocimiento generalizado de la sociedad colombiana.

Adenda: Indepaz cometió una ligereza al elevar a Miguel Uribe Turbay a la condición de líder social y político. La organización retiró el trino con la imagen que indicaba que su asesinato correspondía al número 97 de los líderes ultimados en lo que va corrido del 2025.



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¿Y SI CAROLINA CORCHO ES LA CANDIDATA PRESIDENCIAL DEL PACTO HISTÓRICO?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

¿Algún día en la Colombia patriarcal, machista y misógina veremos a una mujer llegar a la Casa Nariño en calidad de presidenta?  Esa es la pregunta que de un tiempo para acá se hacen millones de colombian@as.

El sentido del interrogante por supuesto que va acompañado de la participación cada vez mayor de la mujer en la política, actividad histórica y culturalmente dominada por hombres que en sus ejercicios de poder han dejado ver prácticas machistas y otras muy cercanas a la misoginia.

Las dinámicas del conflicto armado interno dan cuenta de esas prácticas de dominación y violencia hacia las mujeres. En las fuerzas armadas y en las filas de los narcoparamilitares y las narcoguerrillas: violaciones, empalamientos y asesinatos. Dichos crímenes ocurren a diario en ciudades capitales y zonas rurales.

Esa irrupción de las féminas viene de la mano de la afortunada erosión de la idea de que “solo los hombres” pueden gobernar a un país tan complejo como Colombia, lo que debe entenderse como un momento propicio para que una mujer llegue a gobernar a los colombianos.

En mucho viene ayudando el feminismo como corriente de pensamiento que reivindica a las mujeres y pone en crisis los roles de esposas y madres obedientes dedicadas al cuidado de hijos, de los esposos y del hogar.

Ahora que se acerca la campaña presidencial, en el escenario electoral aparecen varias mujeres que aspiran a ser elegidas candidatas para disputar la hegemonía masculina en el poder político. Eso sí, dentro del ramillete de féminas existen diferencias sustanciales alrededor de cuál debe ser el perfil de una eventual presidenta de Colombia. Todas en mayor o menor medida han sido víctimas de la sociedad patriarcal, misógina y machista en la que crecieron. Es posible, incluso, que varias de ellas se “sientan a gusto” con esas circunstancias de dominación, a otras poco les importe y quizás en el fondo otras las impulse llegar a la presidencia de la República para “refundar la patria” en función de unas nuevas relaciones entre Hombres y Mujeres.

Por el lado de la ultraderecha aparecen las congresistas María Fernanda Cabal y Paloma Valencia, hijas y legitimadoras del machismo en la política y en la vida cotidiana; y es así porque llevan años sometidas al poder, con visos de misoginia y probado machismo de su jefe político el expresidente Álvaro Uribe Vélez, un recio “machito” acostumbrado a domar bestias, en especial yeguas. Recordemos cuando la senadora Cabal descalificó a un grupo de feministas que salió a protestar. Les dijo que eran “un poco de locas, además, feas, horrorosas y empelotas”. Esa forma despectiva de la señora Cabal de referirse a las feministas deviene ancorada a su enfermiza lealtad hacia Uribe, un macho que habla de las mujeres como si se tratara de “yeguas” listas para ser montadas. Los que leyeron el libro de Héctor Abad, El olvido que seremos saben perfectamente de lo que aquí se habla.

Por el lado del progresismo, la exministra de salud, Diana Carolina Corcho Mejía y la congresista María José Pizarro también están enfrentadas al machismo que ronda a la izquierda y esperan el aval de su partido para enfrentar el desafío cultural y político de llegar a la Casa de Nariño.

Ahora que se vienen las consultas internas en los partidos políticos, es más probable que del lado del progresismo se termine eligiendo a una mujer como candidata única de cara a las presidenciales. En particular, creo que la psiquiatra y exministra de salud del gobierno Petro, Diana Carolina Corcho Mejía tiene la solidez académica para enfrentar el desafío de gobernar a un país lleno de machitos cabríos que se oponen a que las mujeres se liberen del yugo patriarcal. Corcho Mejía conoce el sistema de aseguramiento en salud y comprende los factores culturales, ideológicos y políticos que rodearon la operación de dicho sistema, atado a las lógicas neoliberales que se impusieron en el país desde César Gaviria Trujillo,  pasando por Pastrana y las que se entronizaron con Uribe Vélez y continuaron Juan Manuel Santos y el subpresidente Iván Duque Márquez. Dichas lógicas se aplicaron de la mano de un ethos mafioso que debe ser leído no exclusivamente en clave masculina, pues ha sido validado por mujeres que alcanzaron las más altas dignidades del Estado.

Un salto hacia adelante y un verdadero golpe de opinión lo darían el Pacto Histórico, su dirigencia y seguidores si avalan a Diana Carolina Corcho como la candidata única. Ojalá sepan leer el momento histórico por el que atraviesa el país y el creciente cansancio social y cultural de las maneras como los hombres asumen el poder y promueven la hegemonía masculina en el ejercicio de la política, casi siempre en contravía de los derechos de las mujeres a participar de las grandes decisiones.

No caben aquí expresiones como es que “no tiene la experiencia y la formación suficientes para gobernar al país”. ¿Acaso Gaviria, Pastrana, Uribe, Santos y Duque las tuvieron? Estos llegaron a la casa de gobierno validados por el “cacorraje nacional” del que habló en su momento la escritora Carolina Sanín.




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domingo, 17 de agosto de 2025

LOS RETOS DE LA CAMPAÑA PRESIDENCIAL

   

Por Germán Ayala Osorio

 

El asesinato de Miguel Uribe Turbay y su aprovechamiento político, ideológico y mediático marcará la campaña presidencial de 2026. A partir de ese momento, los colombianos afrontaremos el colosal reto electoral de votar por la continuidad del proyecto progresista o por el regreso del dañino uribismo.

Se trata de un desafío monumental que servirá para medir si realmente hubo un cambio evidente e incontrastable en las audiencias a las que el gobierno Petro y su estrategia comunicacional intentaron convencer de las bondades del progresismo y de la necesidad de que el país siga caminando hacia el cambio cultural que conlleva la consolidación de un Estado y de una sociedad modernos. Más claro: si se logró fijar en la conciencia colectiva (popular) que el uribismo es el tenebroso pasado al que jamás se debe regresar.

Como todo reto, hay por supuesto riesgos que aparecen, especialmente cuando ya se propuso del lado del uribismo la amenaza de “destripar a la izquierda” y la que de manera natural se desprende de los discursos de odio y venganza promovidos por el expresidente Uribe y por quienes insistirán en señalar que Petro es responsable, políticamente hablando, del del crimen de Miguel Uribe Turbay. Los impulsa la idea de que a Miguel Uribe “lo asesinó la izquierda petrista”.

Ya el miedo de “convertirnos en Venezuela” murió como relato periodístico y político, a pesar de que el Gran Reo (Álvaro Uribe) siga inventando “categorías”. Después de haber creado la del “Castrochavismo”, ahora habla de “mordaza neocomunista” con el firme propósito de invalidar la legal y legítima decisión de la jueza Sandra Heredia de condenarlo a 12 años de prisión domiciliaria por delitos no políticos.

Si la economía va bien, si no hubo expropiaciones y mucho se nacionalizó la banca, ¿por qué no permitir que se consoliden las apuestas de este gobierno en materia agrícola, ambiental y turística? El hecho de que grandes empresas reporten millonarias ganancias durante el gobierno Petro debería de impulsar a los más poderosos agentes del Establecimiento a tomar la decisión de abandonar al expresidente Uribe para que afronte en soledad sus líos judiciales. Es hora de darle la estocada final al uribismo.

A la derecha uribizada solo le queda apelar a consignas un tanto abstractas y mendaces como “vamos a recuperar a Colombia”, “sin seguridad no hay paz” y “vamos a salvar la democracia de la dictadura”, que continúan siendo respaldadas por la prensa hegemónica y sus propietarios interesados en regresar a los tiempos del unanimismo ideológico y político que se impuso durante los 20 años en los que el uribismo mandó en el país.

Esos tres lemas de campaña apuntan a dos instituciones que resultaron claves para consolidar el uribismo y el ethos mafioso que los identifica: el Congreso y las Fuerzas Armadas.

Quienes vayan a votar por la continuidad del proyecto progresista deben comprender que sin mayorías en el Congreso no será posible consolidar los principios que orientan la promesa del cambio que, a pesar de los escandalosos hechos de corrupción al interior de la UNGRD, sigue siendo una oferta importante para lograr por fin vivir en una República.

Las instituciones castrenses serán el objetivo político-electoral de la derecha y la ultraderecha en la medida en que las estructuras criminales muy seguramente les darán un “empujoncito electoral” con atentados, secuestros, asesinatos de militares y policías, tomas de pueblo... Sin esa colaboración, la consigna “sin seguridad no hay paz” morirá rápidamente a pesar de los esfuerzos de la prensa tradicional de amplificar los hechos violentos que en adelante se presentarán para generar miedo y zozobra en las comunidades rurales, pero sobre todo en ciudades capitales.

La campaña electoral arrancó con el particular olor a gladiolo mustio. Ya veremos si como sociedad civilizada seremos capaces de dejar atrás ese aroma o si por el contrario lo asumiremos como la esencia de nuestras violentas e históricas maneras de resolver las diferencias y los conflictos.


PETRO Y LA DERECHA - Búsqueda Imágenes

sábado, 16 de agosto de 2025

¿JUAN CARLOS PINZÓN, “EL GENERAL SIN SOLES” QUE LE GUSTA A URIBE?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Con la muerte de Miguel Uribe Turbay el dueño del Centro Democrático deshoja margaritas en su lugar de reclusión mientras decide quién estaría deseoso de convertirse en su segundo títere. En su afán por mantener el poder político, el reo y expresidente Álvaro Uribe Vélez parece desesperado por encontrar una figura política dispuesta a ser su sirviente en la Casa de Nari tal y como lo fue Iván Duque Márquez, a quien el país recuerda como el subpresidente o el pasante que pernoctó por cuatro años en la casa de gobierno.

Al parecer, Uribe Vélez ya se habría decidido por el nieto de Turbay Ayala, quien había hecho méritos suficientes para ser el ungido y  llevar las banderas del uribismo: gritaba, insultaba, repetía como loro seguridad, seguridad y seguridad y se oponía sin argumentos a las reformas sociales del gobierno Petro. Además, le decía “presidente” al padre de la Seguridad Democrática.

Al no estar Miguel Uribe, el recién condenado se ve un tanto desesperado porque no ve en el panorama político a un hombre (macho) capaz de recoger las raídas banderas que identifican al uribismo: neoliberalismo, militarización del Estado y naturalización de un pérfido ethos.

Todo el país sabe y en particular dentro del Centro Democrático que al Gran Reo le gustan las mujeres en la política para organizar eventos o para arengar, pero no como candidatas presidenciales. A Uribe no le convencen sus precandidatas María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Paola Holguín. Quizás las asuma como animadoras del debate político, esto es, una especie de “bastoneras” que gritan en coro “fuera Petro y vamos a recuperar el país”. Andrés Guerra viene siendo como una especie de monaguillo. Uribe no cuenta con él para nada.

Mientras deshojaba las margaritas, a su finca-prisión llegó quien al parecer sería el candidato presidencial que realmente convence al “presidente eterno” y exdirector de la Aerocivil: Juan Carlos Pinzón. Esto dijo el condenado expresidente:

Me he reunido con el Dr. Juan Carlos Pinzón. Tengo el más alto concepto sobre él. Trabajó en nuestro gobierno como representante de Colombia en el Banco Mundial y viceministro de Defensa. Pido a nuestros compañeros militantes del Centro Democrático que se supere cualquier prevención porque fue ministro de Defensa en el Gobierno que me sucedió, que hizo bastante daño a Colombia y también al Dr. Pinzón. He explicado al Dr. Pinzón la realidad del partido, que tiene cuatro candidatos que estaban en emulación con el Dr. Miguel Uribe Turbay, nuestro mártir. También manifesté al Dr. Pinzón que la candidatura del Centro Democrático tendrá el compromiso de contribuir a una coalición que gane la elección de 2026 para hacer transición hacia la recuperación democrática de Colombia. Con el Dr. Pinzón identificamos puntos comunes fundamentales en seguridad, exigencia de transparencia, impulso al emprendimiento privado, Estado austero y pequeño y política social”.

Juan Carlos Pinzón Bueno es un político con poco carisma, monotemático (solo habla de seguridad y bala), piensa y habla como chafarote y es un admirador de Uribe Vélez, condiciones estas suficientes para llevar las banderas del uribismo. Ya veremos qué decisión toma el expresidente, caballista, hacendado y domador de bestias. Cualquiera sea su ungido, el país sabe que Uribe Vélez gobernará en cuerpo ajeno como lo hizo con el subpresidente Iván Duque Márquez y ya sabemos cómo terminó el “gobierno” de Iván Duque. Lo cierto es que la trayectoria política de Pinzón Bueno no da para ubicarlo como una persona formada para administrar lo público y mucho menos conocedor de los problemas del país. Eso sí, se ve arrogante, clasista, racista y obediente defensor del vetusto Establecimiento. Igualito a Iván Duque.

En las 2 Orillas se publicó en el 2015 un perfil de Pinzón bajo un titular que hoy le debe gustar mucho a Uribe: Juan Carlos Pinzón, un general sin soles. En la nota periodística se lee que “Juan Carlos Pinzón nació con los sonidos militares de La Diana en el hospital militar de Bogotá. Incluso, aprendió a caminar a los tres años -por allá en 1974- en la sede de la Infantería Mecanizada ‘General Antonio Nariño’ en Barranquilla, justo cuando su papá, Rafael Pinzón, había sido trasladado para trabajar en el departamento administrativo de dicha guarnición. Incluso, el coronel (R) Rafael Pinzón también pasó toda su infancia en batallones porque su progenitor, Roberto Pinzón, estuvo en el Ejército hasta finales de 1950. Su abuelo y su padre siempre se vistieron con los camuflados del Ejército colombiano, imagen con la que creció el ministro de Defensa”.



Álvaro Uribe Vélez y Juan Carlos Pinzón durante la reunión en la que el expresidente destacó coincidencias políticas y abrió la puerta a una posible alianza de cara a 2026 - crédito Álvaro Uribe Vélez/X

viernes, 15 de agosto de 2025

EDITORIAL DE TEP A PROPÓSITO DE LA INSTRUMENTALIZACIÓN DE LA MUERTE DE MIGUEL URIBE TURBAY

 

MURIÓ MIGUEL URIBE TURBAY: DOLOROSO, PERO EL PAÍS SIGUE ADELANTE


Escuchen la versión de este editorial aquí: 🛑 EDITORIAL TEL | EL USO POLÍTICO DEL ASESINATO DE MIGUEL URIBE 


La muerte del precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay no puede usarse como instrumento político e ideológico para ahondar el clima de polarización que vive el país, el mismo que supieron aprovechar los autores intelectuales del atentado sicarial para generar caos, miedo, animadversión, incertidumbre e incluso, intentar desestabilizar al actual Gobierno.

Como en anteriores editoriales, desde TEP noticias exhortamos a los candidatos presidenciales y a los colegas de los medios masivos de información a no instrumentalizar el doloroso suceso para sacar réditos políticos los primeros y mejorar el rating, los segundos.

Buscar las reacciones de los políticos, expresidentes de la República y líderes empresariales hace parte de la lógica periodística, circunstancia que termina sirviendo para fijar titulares llamativos que muy seguramente serán leídos en clave de odio y venganza.

Al decir que con el fallecimiento del senador Miguel Uribe Turbay “Mataron la esperanza", el negativo mensaje que se envía a la sociedad alimenta sentimientos catastrofistas que alientan la incertidumbre, la rabia y la venganza en una sociedad que exhibe graves problemas en sus procesos civilizatorios, a juzgar por las maneras como históricamente venimos tramitando las diferencias políticas.

Por supuesto que el asesinato de Miguel Uribe Turbay es trágico y doloroso, pero no puede usarse para alentar el pesimismo y mucho menos estimular el siempre primitivo sentimiento de la venganza.

Como colectivo exhibimos graves problemas para reconocer al Otro como un sujeto de derechos, entre los que se encuentran los de poder disentir, contradecir y opinar en condiciones de igualdad y seguridad. Ese Otro que piensa y actúa distinto lo estamos mirando como un potencial enemigo al que debemos someter o desaparecer. Y como en el fondo estamos hablando de diversidad y pluralidad, huelga recordar la frase de Carlos Pizarro Leóngomez: “que la vida no sea asesinada en primavera”.

Paz en la tumba de Miguel Uribe Turbay y desde este canal periodístico enviamos a su esposa y a su extenso grupo familiar y de amigos un mensaje de solidaridad.

jueves, 14 de agosto de 2025

HABLEMOS DE PRECANDIDATOS PRESIDENCIALES POCO SERIOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La violencia política, pero sobre todo la verbal que desde los tiempos del plebiscito por la paz viene incrementándose en redes sociales y en otros espacios societales, no van a detenerse por cuenta de los llamados que se hacen desde partidos, el sector empresarial y los propios medios de comunicación, estos últimos responsables en gran medida de la polarización política la misma que están ayudando a extender hasta las próximas elecciones.

En el sepelio de Miguel Uribe Turbay quedó claro que no habrá desescalamiento de la violencia verbal y en la pugnacidad ideológica. Y ese parece ser el escenario predilecto para los precandidatos Daniel Quintero, Vicky Dávila y Abelardo de la Espriella.

Ya las audiencias reconocen que los tres políticos le están apostando a caldear más los ánimos con sus actos de habla cargados de animosidad y desinterés por presentar sus propuestas de gobierno, en caso de que resulten elegidos en las consultas internas de sus colectividades como candidatos presidenciales. Los une la irresponsabilidad, la ligereza, pero sobre todo la ceguera para leer la actual coyuntura política, aún más enrarecida con el fallecimiento y el politizado sepelio de Miguel Uribe Turbay y el declive del uribismo.

Si los comportamientos públicos y la “verborrea” de Quintero, Dávila y De la Espriella son el fruto de las recomendaciones recibidas de sus asesores de campaña, entonces hay que decir que están muy mal asesorados. Que Dávila y el abogado defensor de DMG lo hagan hace parte de las formas como la ultraderecha y el uribismo suelen plantear soluciones a los problemas del país: bala, señalamientos y viajes de superioridad moral que lo único que dejan ver es el cinismo de los intrépidos viajeros, reconocidos por su clasismo y racismo.  

Pero si Quintero quiere recoger las banderas del progresismo, sus acciones simbólicas le están quitando seriedad a las ideas políticas y a toda la narrativa reivindicante y contestataria con la que el presidente Petro viene confrontando a los agentes del vetusto Establecimiento colombiano.

Eso de viajar hasta el Amazonas a izar la bandera de Colombia en la disputada isla de Santa Rosa y aparecerse con la bandera de Palestina en la asamblea de la Andi pueden resultar espectaculares al ojo de los fanáticos, pero resultan poco serias y convenientes porque, de un lado, aumenta las tensiones diplomáticas entre Perú y Colombia; y del otro, acrecienta el odio de los empresarios hacia todo lo que huele a progresismo. Y claro que son legítimos los reclamos que hace el político antioqueño, el problema está en las maneras como pretende luchar por las dos causas.

Eso sí, la campaña de Carolina Corcho está sirviendo para consolidar la imagen de una mujer aplomada, inteligente y formada para el debate de las ideas. Todo lo contrario están haciendo el exalcalde de Medellín, el maltratador de gatos y la periodista-periodista. Los tres están construyendo una imagen de políticos inmaduros e incapaces de discutir con argumentos porque sus incontrastables egos los están llevando a hacer el ridículo.

 



abelardo de la espriella, daniel quintero y vicky davila - Búsqueda Imágenes

miércoles, 13 de agosto de 2025

El POLITIZADO SEPELIO DE MIGUEL URIBE TURBAY

Por Germán Ayala Osorio

 El expresidente Álvaro Uribe Vélez, la prensa hegemónica y Miguel Uribe Londoño, padre del asesinado precandidato presidencial convirtieron el sepelio del recién ungido “héroe y mártir” del uribismo, Miguel Uribe Turbay, en un acto electorero, cargado de consignas que en lugar de apuntar a desescalar el lenguaje y la pugnacidad ideológica, invitan a la venganza política, de la mano del Estado militarista que operó en Colombia entre 2002 y 2010. Con el politizado sepelio de Miguel Uribe Turbay, la contienda electoral de 2026 inició con olor a gladiolo mustio y el aroma triste de los tintos que sirven en las funerarias.

Tanto el discurso enviado por el exmandatario antioqueño, como las palabras del padre del senador conservador constituyen un llamado a regresar al pasado, esto es, a los tiempos de la temida política de seguridad democrática, la misma que dejó 6402 jóvenes asesinados por militares que monetizaron sus vidas siguiendo aquella instrucción presidencial con la que se pedía “más y mejores resultados operacionales y que aquel que no los diera, que fuera pidiendo la baja”.

El papá del senador mandó un mensaje claro al caballista, reo, exdirector de la Aerocivil y domador de bestias: “Este país nunca saldrá de donde está sin seguridad […], en los próximos meses escojamos el triunfo abrumador de ese liderazgo, que tome las banderas de Miguel para que en Colombia vuelva la seguridad. Esta guerra tiene culpables y responsables, lo sabemos, no tenemos ninguna duda de dónde viene la violencia, no tenemos duda de quién la promueve, no tenemos duda de quién la permite. Tenemos que plantar cara a esto y decir no más, no más y no más…”

Mientras transcurrían las honras fúnebres, los periodistas de varias empresas mediáticas optaron por cubrirlas con un lenguaje periodístico lastimero con el claro objetivo de mover las fibras y las emociones de las audiencias para irlas llevando, de la mano de los discursos del expresidente recién condenado y del adolorido padre de Miguel Uribe Turbay, hacia sentimientos primitivos como la venganza y el odio, muy propios de las huestes uribistas desde donde brotaron frases tristemente célebres como en “donde lo vea le voy a dar en la cara marica, se callan  o los callamos”, o las más recientes, “a la izquierda hay que destriparla o son una plaga y la vamos a exterminar en el 2026”.

Ya el uribismo imaginó y le propuso al país cómo quiere que transcurra el escenario electoral de 2026. Ahora solo falta que los colombianos decidan cómo van a pintarlo, si de color rojo como la sangre que se derramó en los años 90 o de verde esperanza. Ya veremos si el 7 de agosto de 2026 los colombianos deciden poner en la Casa de Nariño a un president@ con espíritu gansteril o si por el contrario eligen a quien con un genuino ánimo conciliador le dé a la sociedad la oportunidad de superar y proscribir esa enfermedad que corroe los cimientos de la civilidad y la razón: el uribismo. Razón le cabe al expresidente Santos y al presidente Petro cuando aseguran que Uribe Vélez está cargado de odio. “Álvaro Uribe está lleno de veneno, desconoce el genocidio de la UP y la participación del estado en él”, dijo el jefe del Estado.





Imagen de Mauricio Alvarado Lozada, tomada de El Espectador.com

martes, 12 de agosto de 2025

¿QUIÉN ORDENÓ ASESINAR A MIGUEL URIBE TURBAY?

 

Por Germán Ayala Osorio

Convendría que la Fiscalía pusiera toda su capacidad investigativa a tratar de dar con los autores intelectuales que ordenaron asesinar a Miguel Uribe Turbay. Como en otros casos, lo más seguro es que se llegue a conclusiones genéricas como que lo mandaron a matar “las disidencias de Iván Márquez, la Segunda Marquetalia”, la histórica “mano negra responsable de otros crímenes políticos”, o un “sector de la derecha o de la izquierda”. 

O lo que puede resultar para muchos escandaloso e improbable: la comunión de esfuerzos entre esas estructuras criminales y sectores de poder político de la capital del país.  Lo más probable es que el caso Miguel Uribe termine en una de esas conclusiones que terminan por no aclarar quiénes están detrás y qué fue lo que realmente pasó.

No se puede descartar que la Junta del Narcotráfico esté detrás del crimen del político neoliberal y conservador. 

Lo que sí parece unir a todas esas líneas de investigación es el interés de desestabilizar al gobierno Petro y ponerle la enorme mácula que ya varios candidatos presidenciales, con la anuencia de la prensa hegemónica, poco a poco convirtieron en una narrativa conclusiva: Petro es el responsable político del “magnicidio” de Miguel Uribe Turbay. La candidata uribista de los clanes Gilinski y Gnecco, Vicky Dávila ya dijo que Petro es el “responsable político” del crimen del precandidato presidencial del Centro Democrático.

Vamos a suponer que las disidencias de Iván Márquez ordenaron el crimen. ¿Cuál podría ser su objetivo? ¿Imaginaron acaso que con su muerte se generaría en el país una “guerra civil” o un movimiento desestabilizador tan fuerte que terminara sacando de la Casa de Nariño a Petro? No creo que hayan sido tan estúpidos- que lo son- de imaginar semejante escenario, justamente porque Miguel Uribe Turbay no era el líder político, ni mucho menos ostentaban un gran poder o era el caudillo popular que hoy le reconocen al momento de calificar su asesinato como un magnicidio. El finado congresista no tenía tal dimensión social y política. Eso sí, estaba haciendo carrera para reemplazar en el corto plazo a su patrón Álvaro Uribe.

Es posible que los señores de la Segunda Marquetalia decidieron sacar del camino electoral a Miguel Uribe al considerar que se convertiría en presidente de la República en el 2026. En cualquier caso, si esa línea de investigación permite a las autoridades concluir que efectivamente son los responsables del crimen, ese cierre seguirá siendo genérico y proclive a ocultar la identidad de los determinadores políticos que, a lo mejor, usan corbata perfumada y se mueven a sus anchas en los círculos de poder de Bogotá.

Lo que sí queda claro es que el crimen de Miguel Uribe Turbay tendrá efectos políticos y electorales en las elecciones de 2026. La derecha lo usará como bandera ideológica para hacerse nuevamente con la Casa de Nari; al progresismo le quedará muy difícil quitarse de encima la mácula que la prensa hegemónica ya les puso. De allí que se requerirá mucha inteligencia de parte de los precandidatos del Pacto Histórico para soportar y erosionar la narrativa lastimera que los medios tradicionales ya crearon para ambientar las elecciones de 2026 que sin duda girarán en torno al crimen del político conservador. Eso sí, todos los que están en la contienda electoral corren el riesgo de sufrir atentados similares porque a la histórica “mano negra” no le convendría otros cuatro años más de progresismo en la Casa de Nariño.

Los candidatos que ofrecen “balín y destripar a la izquierda” podrían tener éxito electoral en un escenario en el que el odio y la venganza terminen imponiéndose en una sociedad que a pesar de las evidencias, aún no reconoce que entre los colombianos nos odiamos gracias al clasismo y al racismo estructural que nos hace propensos a tramitar nuestras diferencias a madrazos y  balazos, siempre con la intención de eliminar al diferente, al que no piensa igual que nosotros. 

Adenda: el 18 de agosto el ELN, en respuesta a un señalamiento del presidente Petro, negó haber ordenado el asesinato de Miguel Uribe y soltó la tesis de que el crimen se habría producido por un lío del padre del congresista asesinado con una red de esmeralderos. "El debate en torno al magnicidio de Miguel Uribe Turbay sumó un nuevo y controvertido capítulo. En la mañana del 18 de agosto de 2025, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) se desligó del crimen contra el senador y precandidato presidencial, ocurrido el pasado 7 de junio en Bogotá, y lanzó una grave acusación: según la guerrilla, detrás del atentado podrían estar involucrados esmeralderos". 



Imagen tomada de El Espectador. Así puede asistir a la velación en cámara ardiente de Miguel Uribe en el Congreso

lunes, 11 de agosto de 2025

LA MUERTE DE MIGUEL URIBE TURBAY Y SU INSTRUMENTALIZACIÓN POLÍTICA Y MEDIÁTICA

  

Por Germán Ayala Osorio

 

Como era de esperarse, el fallecimiento del precandidato presidencial del Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay está siendo utilizado por la prensa hegemónica y por la oposición para caldear aún más los ánimos y el ambiente de polarización política y crispación ideológica que se respira en el país desde los tiempos del plebiscito por la paz.

El reo y expresidente Álvaro Uribe Vélez desde su lugar de reclusión espetó que "Mataron la esperanza". Nadie niega que el crimen del precandidato es una tragedia y un hecho prepolítico que sirve para reconocer que como sociedad afrontamos graves problemas en los procesos, casi truncos, de construcción de civilidad y de las condiciones mínimas para vivir en democracia, esto es, reconocer y respetar a los que piensan y actúan distinto. Pero de allí a decir que con su fallecimiento se desvaneció la esperanza de todo el país constituye una exageración y un peligroso llamado a la venganza, a la rabia y la desesperación. Hay que recordar que Uribe Turbay ostentaba la condición de precandidato presidencial y que al interior de su partido-secta había un duro enfrentamiento con Paloma Valencia y María Fernanda Cabal en torno a una encuesta al parecer pagada por el nieto de Turbay Ayala. Las dos “tigresas” del expresidente antioqueño dijeron que su compañero estaba corriendo la línea ética. Vicky Dávila, la otra “tigresa” del Gran Condenado también confrontaba a Miguel Uribe enrostrándole su linaje, tal y como lo hizo también en su momento el presidente Petro. Esto dijo la candidata de los clanes Gilinski y Gnecco, quien además lo llamó "candidatito": “algunos nietos de políticos se sienten con derechos adquiridos como en el usted no sabe quién soy yo, serían triturados por la izquierda en una segunda vuelta”.

Los tratamientos periodísticos lastimeros, ideologizados y tendenciosos que viene haciendo la prensa de la mano de los candidatos presidenciales y otras “personalidades” de la vida pública del país que salen a dar su opinión sobre la muerte del precandidato aportan a la consolidación de la narrativa que indica que el responsable del crimen es el actual gobierno y en particular el presidente Petro por el lenguaje con el que confrontó al combativo senador del Centro Democrático.

Y no se trata de negar que hay trinos que el presidente de la República lanzó que pueden ser leídos en clave de estigmatización. Quizás el carácter contestatario de Petro explique de alguna manera el sentido de sus pronunciamientos en la red X. Eso sí, los ataques moralizantes que viene sufriendo el presidente y su familia hablan muy bien del tipo de oposición que el Centro Democrático y la derecha política y mediática decidieron hacer. Petro ha sido señalado de “borracho, drogadicto y homosexual”, condiciones estas con las que desde el mismo partido de Miguel Uribe se pidió declarar indigno al jefe del Estado.

En el marco de la discusión de la consulta popular, Petro y Miguel Uribe se cruzaron estos actos de habla que deben mirarse a la luz de un debate político caldeado. Esto dijo el presidente: “¡Dios mío! ¿el nieto de un presidente (Julio César Turbay Ayala) que ordenó la tortura de 10.000 colombianos, hablando de ruptura institucional?” La señora Dávila le recordó su condición de “nieto”, pero eso no es considerado como una actitud estigmatizante. La respuesta de Uribe Turbay fue esta: “Nosotros no nos vamos a rendir y le pedimos a ustedes que tampoco lo hagan. No podemos caer en los juegos de intimidación y amenazas de este Gobierno. Lo que está en juego es Colombia y la vamos a defender”.

En ese camino de poner al asesinado precandidato como la “esperanza del país” ya la prensa hegemónica habla de “magnicidio”. Se trata, sin duda, de un apelativo exagerado, clasista y periodísticamente tendencioso. Que la Fiscalía lo califique de esa manera quizás obedezca a una lectura políticamente correcta, para evitar cualquier señalamiento desde las mesnadas uribistas muy dadas a deslegitimar las instituciones cuando sus decisiones no les conviene. El fallo condenatorio contra Uribe Vélez se produjo en una fiscalía distinta a la de Francisco Barbosa, quien, huelga recordar que usó todo su poder para defender la cuestionada honorabilidad del hoy condenado expresidente de la República.

Miguel Uribe siempre quiso parecerse a su jefe, el recién condenado caballista y domador de bestias: vociferaba, gritaba y hacía una oposición sectaria y con visos de clasismo y racismo. Por supuesto que esas características no justifican el atentado criminal y cobarde del que fue víctima. Paz en la tumba del periodismo por cuenta de los tratamientos tendenciosos de la prensa hegemónica. Y para Miguel Uribe, que “brille la luz perpetua”. 


domingo, 10 de agosto de 2025

LA CRISIS DEL URIBISMO Y EL DESPERTAR DE UN PUEBLO

 

Por Germán Ayala Osorio

Se necesitaría de un profundo estudio sociológico para encontrar las razones y circunstancias que ayuden a explicar lo que en la calle llaman “el despertar de un pueblo frente al régimen uribista”. Mientras ese estudio se realiza, revisemos algunos hechos que en el pasado pudieron contribuir a ese despertar. 

Hay quienes aseguran que el estallido social fue el punto de quiebre de lo que en su momento se llamó el unanimismo ideológico vivido entre el 2002 y el 2010. No necesariamente fue ese acontecimiento el parteaguas del que aquí se habla, aunque sí fue determinante especialmente en los sectores populares que luego terminaron apoyando la candidatura presidencial de Gustavo Petro y el discurso del Cambio, que de todas maneras venía asociado a la superación de los aciagos años que vivió el país en los 20 años que duró el uribismo en el poder: disímiles formas de violencia contra los jóvenes, privatización del Estado, aumento de la pobreza, abandono del campo y estigmatización del campesinado, incluidas las comunidades afros e indígenas), deforestación de las selvas por la vía de la potrerización y la consolidación del modelo de la gran plantación (monocultivos) y la minería legal-ilegal.  

En los tiempos del Embrujo Autoritario, en universidades privadas y públicas se vivieron las primeras acciones de ese “despertar” consistente en hacer contra discurso a las narrativas periodísticas que insistían en que, a pesar de escándalos y posteriores condenas de sus más cercanos colaboradores ministeriales, Álvaro Uribe Vélez seguía siendo el Gran Colombiano, esto es, un “político honorable, el muro de contención del comunismo y el que les devolvió la tranquilidad a los colombianos”.

En esos espacios universitarios se vivieron enfrentamientos entre profesores críticos de Uribe y estudiantes uribizados que llegaban a las aulas convencidos de todas las bondades morales y éticas con las que la prensa hegemónica coadyuvó a la construcción de esa invención mediática que se llama Álvaro Uribe Vélez. Las directivas de varias de esos claustros privados se hicieron sentir relegando a valiosos, estructurados profesores que cometieron el “error” de atreverse a criticar a Uribe. En reuniones de padres de familia realizadas en varias universidades privadas, los acudientes expresaban sus preocupaciones a las directivas porque sus hijos contaban que les había tocado ver clases con profesores “anti uribistas”.

Los docentes críticos de la seguridad democrática y que investigaban los hechos del Plan Colombia y la Seguridad Democrática y hurgaban en el pasado de Uribe en su paso por la Aerocivil eran vistos como “amigos de los terroristas” por los alumnos que ciegamente creían en la propaganda mediática y recogían como única verdad lo que escuchaban en sus hogares.

Al poner a Santos en la presidencia, Uribe pensó que podría dar continuidad a su temida política de seguridad democrática y por supuesto consolidar la captura perniciosa del Estado para el disfrute de unos pocos. Aunque Santos se la jugó por ponerle fin al conflicto armado con las entonces Farc-Ep, las dos señaladas apuestas y banderas del uribismo se ejecutaron tal cual lo planeado. La molestia del Patrón con Santos obedece a que la negociación política en La Habana empezaría a aportar a lo que más le teme Uribe: a la verdad que la JEP ayudaría a rescatar de la frágil memoria de todos los combatientes (legales e ilegales) y de las tumbas con cientos de miles de NN; al final se confirmaría que efectivamente el conflicto armado interno se degradó y convirtió a unos y otros en criminales de guerra, en particular durante el periodo presidencial de Uribe, quien salía a gritar a voz en cuello que quería “más y mejores resultados operacionales”, mientras sus generales, unos verdaderos chafarotes, exigían a sus subalternos “litros de sangre, a mi no me traigan detenidos”.

Un punto que en particular hizo que el político antioqueño montara en cólera fue la desmentida que le hicieron las Farc-Ep:  negaron tener que ver con la muerte de su padre y lo invitaron a hablar de las verdaderas circunstancias en las que fue asesinado. Recordemos que el crimen de Alberto Uribe Sierra lo usó Álvaro Uribe como estrategia electoral y político-militar al sostener la tesis de que a su progenitor lo había asesinado “lafar” para borrar sindicaciones en su contra. De allí que usara el poder militar del Estado para “vengarse” de las Farc-Ep.

Después vendría la reelección presidencial, hecho político que fue aportando al señalado “despertar” por todo lo que rodeó a la modificación de la Constitución política con la llamada “Yidispolítica”. A pesar de ello, el teflón de Uribe seguía funcionando, aunque a las universidades llegaban ya estudiantes menos uribizados y mejor informados.

Llegaría luego el desvergonzado y nefasto gobierno del subpresidente Iván Duque Márquez y con este el estallido social y la irrupción de Petro como opción de poder. Hablar de poder popular, ocuparse de los sectores poblaciones y económicos que el uribismo maltrató y desconoció durante 20 años ha venido aportando al “despertar de un pueblo frente al régimen uribista”.

La ejemplar condena contra el machito antioqueño y las celebraciones a rabiar en ciudades como Cali, Bogotá y la propia Medellín hacen parte de ese despertar que es hoy, quizás, el mayor obstáculo con el que se enfrentará la derecha uribizada en las elecciones de 2026. Pero ojo que, si el progresismo le incumple al pueblo que recién “despertó”, en unos años estaremos hablando no de un despertar en las condiciones en las que se dio como respuesta al régimen uribista, sino de un malestar social y una profunda desconfianza en las ideas progresistas asumidas hoy como la esperanza en que algún día Colombia opere como una verdadera República y por esa vía logre un desarrollo económico que garantice bienestar para todos los colombianos.



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sábado, 9 de agosto de 2025

CASO URIBE VÉLEZ EN SEGUNDA INSTANCIA: ¿QUÉ PASARÁ?

 Por Germán Ayala Osorio

 

Después de la lectura de la ejemplar condena a 12 años de prisión domiciliaria contra el expresidente Uribe, su reseña ante el INPEC y las movilizaciones en rechazo a la decisión adoptada por la jueza 44, Sandra Heredia, el país y el tablero político-electoral entran en una etapa crucial que se dará una vez se confirme o se anule dicha condena. En cualquier caso, ese hecho jurídico-político irá a la correspondiente instancia de casación que podría poner fin al caso cuando el país esté sumergido en las elecciones de 2026.

Si el Tribunal Superior de Bogotá confirma la condena proferida por la jueza Heredia la derecha uribizada, encarnada en los más poderosos agentes del Establecimiento, deberá tomar la decisión de abandonar políticamente al caído expresidente, no sin antes agradecerle por haberles facilitado capturar el Estado para sacarle provecho económico y político durante los últimos 20 años; o por el contrario, dar continuidad a una lucha jurídica y política que no valdría la pena seguir dando por el desgaste de la propia imagen del exmandatario y la de ellos como sus patrocinadores. El fortalecimiento del progresismo y quizás del petrismo como una real opción de poder, pero, sobre todo, como narrativa que derrotó a lo que el país conoce como el uribismo, son variables y una realidad que la derecha uribizada deberá tener en cuenta al momento de tomar esa trascendental decisión.

Si por el contrario el Tribunal Superior de Bogotá decide meterse en el berenjenal social, jurídico y político de anular la decisión de la jueza 44, entonces la derecha uribizada saldría fortalecida y el país entraría en la peligrosa etapa de “venganza política” con el regreso de la seguridad democrática y la aplicación a rajatabla de la receta neoliberal. Echar para atrás todo lo actuado por el gobierno Petro en materia de salud, reforma pensional, laboral y entrega de tierras, entre otras, harían parte del proyecto político y económico de esa derecha que no quiere desmarcarse del lúgubre ethos que representa el temido expresidente y reo.

En esas hipotéticas circunstancias, los candidatos presidenciales del medroso centro político estarán atentos para saber qué decisión tomar: si mantener sus simpatías con el expresidente antioqueño o por el contrario tomar distancia y asumir la tarea de dar por fin vida  a esa franja ideológica y política que se resiste a florecer por la cobardía de aquellos que temen reconocer los daños que Uribe Vélez le hizo al país, pero sobretodo darle la razón a Petro de las condiciones de postración en las que la derecha ha mantenido al Estado, al aparato productivo y a millones de colombianos.

Eso sí, hay una derecha no uribizada que está cansada del tóxico liderazgo de Uribe Vélez, pero no tiene el suficiente músculo económico y mucho menos el carácter para salir públicamente a exigirle al temido reo que “suelte al país” y que se vaya a “chocholiar” a sus nietos. Hay empresarios “mamados” de Uribe. Ojalá salgan públicamente cuando se confirme la sentencia en segunda instancia. Ese será el momento preciso para ponerle fin al uribismo.

En lo que respecta a los candidatos presidenciales, por ahora la serpenteante Claudia López Hernández parece proclive a tomar distancia del sujeto condenado, apelando a su pasado como académica, lugar de enunciación desde el que desenmascaró a Uribe y el proyecto paramilitar que lo llevó al poder en el 2002. Eso sí, López Hernández no es de fiar. En cualquier momento gira a la derecha o hace creer que lo hará hacia el progresismo.

El caso de Vicky Dávila es diferente en la medida en que la “periodista-periodista” siempre fue una ficha de los agentes del Establecimiento y es defensora de oficio de Uribe Vélez de tiempo atrás.  En lo que toca a Sergio Fajardo y a pesar de su silencio estratégico, su condición de paisa, exgobernador de Antioquia y exalcalde de Medellín el país sabe que su corazón es uribista. No vale la pena hacer referencia a los precandidatos De la Espriella y Santiago Botero Jaramillo, pues Colombia sabe que sus “propuestas de dar balín y destripar a la izquierda” hacen parte del “ADN uribista”. 


uribe y las marchas del 7 de agosto - Búsqueda Imágenes

miércoles, 6 de agosto de 2025

EL CULEBRERO ÁLVARO URIBE VÉLEZ AHORA HABLA DE “MORDAZA NEOCOMUNISTA”

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En su cuenta de X el expresidente Álvaro Uribe Vélez confirmó que hizo presencia en el juzgado de Rionegro (Antioquia) para formalizar su encarcelamiento, fruto de la condena a 12 años de prisión domiciliaria que le impuso la jueza Sandra Heredia.  En su acostumbrado tonito de cura pueblerino y en uso de la habilidad discursiva de los conocidos paisas culebreros o buhoneros, el Gran Condenado acaba de “inventar” la frase o fantasma con la que hará campaña el Centro Democrático en el 2026: “mordaza neocomunista”.  

Esto dijo el más grande vendedor de mentiras y enredador de Antioquia: “…con la identificación de preso continuaré y aumentaré la lucha para que Colombia, en el 2026, derrote la naciente mordaza neocomunista porque si se consolida acabará con la nación y el halago a los trabajadores se convertirá en un fracaso social total”.

Durante el plebiscito por la paz y su maliciosa campaña por el No, Uribe Vélez acuñó el término “Castrochavismo” con el que logró atemorizar a millones de ignaros que años después se tragaron el cuento de que, de llegar Petro a la presidencia, “seríamos la segunda Venezuela”. A falta de un año para terminar su mandato, no hubo expropiaciones masivas, como tampoco nacionalizaciones y muchos menos la estatización de servicios estratégicos como la salud. Colombia sigue haciendo parte de la OEA y acepta la jurisdicción y la injerencia económica del Fondo Monetario Internacional. Mejor dicho, no “nos convertimos en Venezuela” como pregonaban los uribistas.  

Como buen paisa mentiroso, exagerado y timador, capaz de vender una gata ciega y embarazada, el expresidente antioqueño cree que es posible volver a enredar a millones de colombianos con el cuentico de que de ganar el progresismo las elecciones del 2026 a Colombia llegará el comunismo, el castrochavismo o el neocomunismo, todas juntas, una especie de “coco” con el que Uribe insistirá en asustar a sus fieles y aconductados seguidores, vistos por el resto del país como unos verdaderos “atolondrados”.

Uribe crea vocablos o figuras retóricas que la ciencia política no reconoce por tratarse, justamente, de invenciones del temido “cucho” al que le falta salir con un megáfono y en tonito paisa a gritar “cuidado ome que llegó el neocomunismo para acabar con los huesitos y las carnitas de millones de neas”.

No creo que en la historia reciente del país haya una persona que le haya hecho tanto daño a eso de “ser paisa” como Uribe. Eso sí, lo realmente preocupante es que todavía hay colombianos que creen a pie juntillas en lo que vocifera y en lo que, en tono de cura recién salido del Seminario, proclama o susurra el Gran Culebrero.

Este año, un buen número de colombianos y colombianas, se han detenido frente a las pantallas para ver y escuchar las audiencias de acusación contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez. Y no podría esperarse otra cosa, si consideramos que dichas audiencias son una suerte de “novela negra” en la cual es posible internarse en tiempo real. La “novela negra" se caracteriza, por la exploración de cuanto ocurre a oscuras -de ahí proviene su nombre- y del envilecimiento humano; dos elementos fundamentales en el mundillo del expresidente acusado. No obstante, cabe subrayar que aparte de lo atractivo que resulta asistir con asombro a un festín de mentiras y mentirosos, el interés subyacente de los colombianos por el desenlace del mentado proceso está fundado en algo muy serio para nuestra armonía social, como lo es la búsqueda del conocimiento de la verdad. Esto, porque en Colombia la mentira reina impunemente y, dependiendo de la resolución de este juicio, serán las “consecuencias morales y sociales”. De ganar Uribe, sacaría pecho la cultura traqueta, y de perder, triunfaría una cultura afín al país de la belleza (https://www.pares.com.co/post/la-mentira-y-los-mentirosos).

Termino con esto y por favor léase en "habladito paisa": Oye, Álvaro, dejá de decir bobadas ome, cuál mordaza neocomunista, te embobaste?


Foto: EFE - Luis Eduardo Noriega A. Tomada de El Espectador.com

domingo, 3 de agosto de 2025

LAS ARGUCIAS CON LAS QUE DEFIENDEN A URIBE VÉLEZ

 Por Germán Ayala Osorio

 

Los defensores de oficio del expresidente Uribe, recién condenado a 12 años de prisión domiciliaria, vienen apelando a una serie argucias argumentativas que sirven al propósito político de desvirtuar el carácter jurídico del juicio y de la misma sentencia y por esa vía construir la falsa narrativa de que el fallo condenatorio es fruto de una “venganza de la izquierda neocomunista”.

Cuando sus cortesanos defensores dicen que “la justicia condena a quien debilitó a las Farc, que enfrentó con ardentía a los terroristas y que estos hoy gozan de libertad y curules” de manera perversa conectan las interpretaciones jurídicas que realizó la jueza 44 Sandra Heredia después de analizar el material probatorio allegado y presentado en el juicio, con las funciones del entonces presidente Uribe Vélez cuando fungió como comandante en jefe de las fuerzas armadas entre el 2002 y el 2010.

No hay manera de que esa conexión a todas luces ideologizada y politizada sobreviva a un mínimo análisis de validez y lógica por una razón clara: los delitos por los cuales fue encontrado culpable el expresidente antioqueño no los cometió durante su ejercicio como jefe de Estado y mucho menos guardan relación alguna con la decisión de confrontar militarmente a la guerrilla de las Farc-Ep. Es más, los delitos por los que fue procesado y condenado no tienen naturaleza política.  Los cometió siendo senador de la República y fruto de una denuncia que él mismo interpuso en contra del también congresista Iván Cepeda por una presunta manipulación de testigos para que vincularan a Uribe con grupos paramilitares. Otra cosa es que durante las pesquisas adelantadas por los magistrados de la Corte Suprema de Justicia aparecieran indicios y luego certezas de que quien estaba realmente manipulando testigos era el exsenador Uribe Vélez.

Otras de las falacias a las que vienen apelando los agraciados áulicos del condenado expresidente es que “Uribe es un patriota cuyo único delito es amar a Colombia”. Este infantil truco de la derecha conlleva un evidente engaño en la medida en que sugiere que quien se declare “patriota y diga amar a su país” como varias veces lo ha dicho Uribe Vélez, está exento de que sus conductas sean revisadas a la luz del código penal. De acuerdo con el veredicto de la jueza Heredia, el exsenador y exdirector de la Aerocivil cometió los delitos de fraude procesal y soborno en actuación penal. Conclusión: ningún patriota está por encima de la justicia y amar a la Patria no es una patente de corso para violar la ley.

Por supuesto que se entiende que se apela a ese tipo de argucias desde la lealtad, el miedo, los intereses económicos y la razón instrumental que orienta las vidas de aquellos que hoy buscan deslegitimar a la valiente jueza que fue capaz de vencer a Uribe en un juicio justo y de negarse a reconocerlo durante las audiencias como expresidente o de llamarlo “presidente” como lo hacen todo el tiempo sus serviles defensores de oficio. La jueza, en representación de todo el aparato judicial y con el concurso de los abogados de las víctimas acreditadas en el juicio, sometieron a quien por más de 10 años se burló de la majestad de la justicia. 

En varias ocasiones la jueza 44 lo llamó procesado, señor acusado o señor Uribe. Incluso, a la juez le alcanzó para ordenarle que se callara y que mantuviera la compostura. Y eso, para una sociedad machista y misógina como la colombiana, y en particular para un “domador de bestias y machito” como Uribe, resulta inaceptable y provocador. Recordemos lo dicho por Sandra Heredia el día histórico en el que leyó la condena contra el temido expresidente: “… la conducción de este proceso ha estado a cargo de mujeres que, desde sus roles, en cada una de las etapas del proceso, ha enfrentado han enfrentado con valentía incluso ataques machistas y cuestionamientos que no se habrían formulado quizás si quien decidiera fuera un hombre evidenciando que la toga no tiene género, pero sí carácter”.

Así las cosas, convendría a los palaciegos uribizados que tomaran un curso no rápido de argumentación jurídica y política, pero sobre todo que fueran honrados con los cientos de miles de ignorantes uribistas que repiten como loros sus falacias. Al final, están quedando como indignos defensores de oficio del temido condenado.




SE VIENE LA VENGANZA URIBISTA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Los efectos políticos y culturales de la condena de 12 años de prisión proferida contra el temido expresidente Álvaro Uribe Vélez sin duda alguna se sentirán con rigor si la derecha recupera el poder en el 2026. Independientemente de si el Tribunal Superior confirma o no la ejemplarizante condena, la venganza del uribismo se convertirá en una política de Estado si el condenado logra, nuevamente, poner en la Casa de Nariño a uno de sus “muñecos” o quizás logre poner a una de sus “muñecas” o "tigresas". 

El proceso de estigmatización, deslegitimación y las amenazas contra la jueza 44, Sandra Liliana Heredia son apenas una muestra de lo que es capaz el uribismo para vengar semejante “agravio” que recibió el político antioqueño una vez recuperen el poder político. Destripar a la izquierda y a todos aquellos que festejaron el fallo condenatorio justificará el regreso de la política de seguridad democrática.

En ese escenario posible, volverían los tiempos del “Embrujo autoritario” que se expresaría en contra de todos aquellos que guardaron silencio frente al fallo condenatorio y por supuesto, contra quienes celebraron jubilosos la esperada condena contra el poderoso político. Los exministros, exmilitares, medios de comunicación hegemónicos, columnistas y periodistas que hayan salido a rechazar el juicio y el fallo de la operadora judicial muy seguramente serán tenidos en cuenta por los integrantes de la “primera línea” uribista encargada de reconocer a los amigos de Uribe y de señalar con el dedo índice a los enemigos del expresidente. Para los primeros habrá contratos y puestos burocráticos; para los segundos, muy seguramente atropellos, persecuciones y finalmente el objetivo de la copia criolla del londinense “Jack El Destripador”: destripar a la izquierda. O quizás como  repiten en las redes sociales los amigos y fieles seguidores del Mesías antioqueño: lo que se viene es bala, bala y más bala.

En el plano internacional, los amigos norteamericanos, fieles de Uribe que ya se indignaron con la condena proferida por la jueza 44, naturalizarán la injerencia gringa en las elecciones de 2026 y asegurarán el retorno a las oprobiosas relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Colombia. Así entonces, adiós a la carta de intención firmada con la Nueva Ruta de la Seda y los proyectos de infraestructura que se logren poner a andar en el actual gobierno.

Si en el 2026 la derecha uribizada recupera el poder, no solo la Casa de Nari volverá a ser el máximo símbolo del poder atemorizador de Uribe, sino que la maquinaria del Estado militarista que operó entre el 2002 y el 2010 será aceitada y engrasada para acabar “con los nuevos amigos del terrorismo, del castrochavismo, de la izquierda neocomunista o el petrosantismo”.

El proyecto progresista, entendido como el esfuerzo social y estatal de llevar a la sociedad a estadios de civilidad y modernidad está más que justificado después de conocida la sentencia a doce años de prisión domiciliaria contra el hacendado y domador de bestias, nacido en Salgar, Antioquia.




jueves, 31 de julio de 2025

PRECANDIDATOS PRESIDENCIALES: ENTRE PROPUESTAS INSOSTENIBLES Y AMENAZAS DE MUERTE

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Aunque falta mucho tiempo para las elecciones presidenciales de 2026, varios precandidatos de la derecha ya dejaron ver cuál será el talante de sus gobiernos en caso de resultar electos para dirigir los destinos del país. Mientras que la candidata-periodista Vicky Dávila propuso construir una “mega cárcel en la selva para encerrar a los corruptos”, Juan Manuel Galán dijo que su primer acto de gobierno sería reestablecer las “relaciones diplomáticas con Israel”. Si bien las propuestas de Dávila y Sarmiento resultan polémicas ambiental, ecológica y políticamente, lo dicho por el precandidato presidencial del uribismo, Abelardo de la Espriella, constituye una inconveniente y peligrosa amenaza que en nada contribuye a pacificar el país y mucho menos a bajar los altos y peligrosos niveles de polarización política y crispación ideológica por los que atraviesa el país: el abogado de la Espriella prometió “destripar a la izquierda”. Esto dijo: “sepan ustedes señores de la izquierda que en mi tendrán siempre un enemigo acérrimo que hará todo lo que esté a su alcance para destriparlos como corresponde porque ustedes no merecen un trato diferente”.

La amenaza de Abelardo de la Espriella fue rechazada de inmediato por el presidente Petro quien solicitó “a la Fiscalía de Colombia y a la justicia de los EE. UU., iniciar investigación contra esta persona que amenaza de muerte a un grupo poblacional con identidad política, que es crimen contra la humanidad”.

Al tiempo en el que De la Espriella lanzaba su ultimátum, en redes sociales la precandidata presidencial del progresismo, María José Pizarro recibía improperios y amenazas de muerte por parte de tuiteros. El tuitero Carlos Castaño Gil, le dijo a la congresista: “cállese perra hijueputa, vamos a subir a Botero (precandidato que ofreció dar balín), para les llene la jeta de plomo”.

Como hombre, periodista y politólogo rechazo con vehemencia las amenazas proferidas por los tuiteros contra María José Pizarro por su rol de mujer y congresista, así como las del abogado Abelardo de la Espriella, por considerarlas violentas, cargadas de misoginia y un odio visceral hacia el progresismo y a quienes militan en la izquierda democrática. El respeto a la diferencia y a la pluralidad son principios democráticos que no se pueden en cuestión por el desespero de los precandidatos de la derecha de volver a hacerse con la Casa de Nari.  Frente a la propuesta de Vicky Dávila de construir una mega cárcel en la selva, como Doctor en Regiones Sostenibles la considero ecológica y ambientalmente improcedente en tiempos del cambio climático en los que el mundo clama por la protección de los ecosistemas selváticos por resultar claves para minimizar los impactos sistémicos del calentamiento del planeta. Y en lo que respecta a lo propuesto por Juan Manuel Galán, considero que el genocidio en Gaza perpetrado por Israel amerita mantener la ruptura diplomática. Considero que las prácticas genocidas implementadas por Netanyahu constituyen un retroceso humanitario que nos acerca, como especie, a la barbarie y a despreciar la vida de los palestinos.

 Vicky Dávila, Juan Manuel Galán y Abelardo de la Espriella representan con claridad y preocupación los deseos y valores de una derecha a la que poco o nada le importa arrasar los ecosistemas naturales con ganadería extensiva, monocultivos y minería a cielo abierto; y mucho menos les interesa respetar la vida de mujeres y menores de edad perseguidos y “cazados” como animales por el sionista Estado de Israel.



COLOMBIA: EL PAÍS DEL ABSURDO, LA ESTOLIDEZ Y LA BELLEZA

  Por Germán Ayala Osorio   Colombia es el país del absurdo y de la belleza. En el 2016 el triunfo del No en el plebiscito por la paz co...