domingo, 3 de agosto de 2025

SE VIENE LA VENGANZA URIBISTA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Los efectos políticos y culturales de la condena de 12 años de prisión proferida contra el temido expresidente Álvaro Uribe Vélez sin duda alguna se sentirán con rigor si la derecha recupera el poder en el 2026. Independientemente de si el Tribunal Superior confirma o no la ejemplarizante condena, la venganza del uribismo se convertirá en una política de Estado si el condenado logra, nuevamente, poner en la Casa de Nariño a uno de sus “muñecos” o quizás logre poner a una de sus “muñecas” o "tigresas". 

El proceso de estigmatización, deslegitimación y las amenazas contra la jueza 44, Sandra Liliana Heredia son apenas una muestra de lo que es capaz el uribismo para vengar semejante “agravio” que recibió el político antioqueño una vez recuperen el poder político. Destripar a la izquierda y a todos aquellos que festejaron el fallo condenatorio justificará el regreso de la política de seguridad democrática.

En ese escenario posible, volverían los tiempos del “Embrujo autoritario” que se expresaría en contra de todos aquellos que guardaron silencio frente al fallo condenatorio y por supuesto, contra quienes celebraron jubilosos la esperada condena contra el poderoso político. Los exministros, exmilitares, medios de comunicación hegemónicos, columnistas y periodistas que hayan salido a rechazar el juicio y el fallo de la operadora judicial muy seguramente serán tenidos en cuenta por los integrantes de la “primera línea” uribista encargada de reconocer a los amigos de Uribe y de señalar con el dedo índice a los enemigos del expresidente. Para los primeros habrá contratos y puestos burocráticos; para los segundos, muy seguramente atropellos, persecuciones y finalmente el objetivo de la copia criolla del londinense “Jack El Destripador”: destripar a la izquierda. O quizás como  repiten en las redes sociales los amigos y fieles seguidores del Mesías antioqueño: lo que se viene es bala, bala y más bala.

En el plano internacional, los amigos norteamericanos, fieles de Uribe que ya se indignaron con la condena proferida por la jueza 44, naturalizarán la injerencia gringa en las elecciones de 2026 y asegurarán el retorno a las oprobiosas relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Colombia. Así entonces, adiós a la carta de intención firmada con la Nueva Ruta de la Seda y los proyectos de infraestructura que se logren poner a andar en el actual gobierno.

Si en el 2026 la derecha uribizada recupera el poder, no solo la Casa de Nari volverá a ser el máximo símbolo del poder atemorizador de Uribe, sino que la maquinaria del Estado militarista que operó entre el 2002 y el 2010 será aceitada y engrasada para acabar “con los nuevos amigos del terrorismo, del castrochavismo, de la izquierda neocomunista o el petrosantismo”.

El proyecto progresista, entendido como el esfuerzo social y estatal de llevar a la sociedad a estadios de civilidad y modernidad está más que justificado después de conocida la sentencia a doce años de prisión domiciliaria contra el hacendado y domador de bestias, nacido en Salgar, Antioquia.




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