Por Germán Ayala Osorio
Las temerarias, desobligantes y
violentas reacciones en contra de la jueza Sandra Liliana Heredia por proferir condena
de 12 años de prisión domiciliaria en contra del expresidente Álvaro Uribe
Vélez devienen atadas a las formas tradicionales en las que una parte de la sociedad
colombiana y agentes poderosos del
Establecimiento político y económico se acostumbraron a resolver sus
diferencias, conflictos y a imponer las lógicas mafiosas con las que hoy
intentan lapidar a la jueza Heredia por “haberse atrevido” a fallar en contra de uno de los intocables de
la vida pública nacional.
El proceso de deslegitimación de
la jueza 44 Sandra Heredia que ya hace carrera en las huestes uribistas, en
las redes sociales y en la prensa hegemónica que le sirve de caja de resonancia
a los actores políticos interesados en regresarnos a los tiempos aciagos en los
que Pablo Escobar y otros criminales ordenaban el asesinato de jueces, les permitió
a los fieles y obcecados seguidores
del condenado dejar salir la misoginia que los acompaña de tiempo atrás.
El fallo condenatorio, en cuanto pieza
procesal y documento jurídico no les interesa confrontarlo porque justamente en
las mesnadas uribistas
la lectura y la argumentación brillan por su ausencia. A lo que sí le apuestan
es a denigrar de la jueza en tanto su naturaleza femenina por una razón fundamental:
no se acepta en este país de violentos machos cabríos que justamente una
mujer le ordene al hasta ayer intocable, que cierre la boca, “que se calle” y
que guarde compostura. Se suma a lo anterior el episodio en el que la
misma mujer se dirigió a una de las “tigresas” de Uribe para que dejara de
hablar en la audiencia: "Señora Cabal, puede por favor guardar
silencio", le exigió la jueza 44.
Recordemos cuando la senadora
Cabal descalificó a un grupo de feministas que salió a protestar. Les dijo que
eran “un poco de locas, además, feas, horrorosas y empelotas”.
Esa forma despectiva de la señora Cabal de referirse a las feministas deviene
ancorada a su enfermiza lealtad hacia Uribe, un macho que habla de las mujeres como
si se tratara de “yeguas” listas para ser montadas. Los que leyeron el libro de
Héctor Abad, El olvido que seremos saben perfectamente de lo que
aquí se habla.
El llamado que recién hizo la Defensora
del Pueblo, Iris Marín, debe servir para que los enfurecidos fieles del condenado
“Mesías” eviten azuzar a quienes advierten estar dispuestos a asesinar a la jueza
44 por haber proferido el referido fallo condenatorio. Todos sabemos que en varias
ciudades operan oficinas de sicarios con las que miembros de la clase política
y económica tienen finas relaciones. Esto dijo la funcionaria: “El país
observa con atención un proceso judicial de gran trascendencia que involucra al
expresidente de la República Álvaro Uribe. La Justicia se honra con respeto a
las formas del proceso y a quienes tienen el mandato constitucional de tomar
estas decisiones. Estigmatizar a quien cumple con su deber constitucional de
impartir justicia socava la independencia judicial y su legitimidad
institucional. Las decisiones judiciales se pueden debatir, pero por la vía del
Estado de derecho”.
El Estado está en la obligación
de proteger la vida de la jueza Sandra Heredia y por supuesto, cuidar a su
familia. Eso sí, el tibio
comunicado que publicó la Corte Suprema de Justicia puede terminar alentando a las
tropas uribistas a amedrentar o asesinar a la jueza, porque asumen que institucionalmente
está sola, circunstancia que les facilita el objetivo de “hacer respetar la
memoria de su amada deidad”.
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