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sábado, 18 de octubre de 2025

CASA MACONDO Y EL HIJO NEGADO DEL PRESIDENTE DE LA CORTE CONSTITUCIONAL

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Colombia tiene mucho de Macondo, aquel pueblo y universo que García Márquez creó para darle vida a sus personajes, atrapados todos, incluido el propio Nobel de Literatura, en ese realismo mágico en el que acontecen hechos extraordinarios o quizás inverosímiles en los que los límites entre la ficción y la realidad se tornan borrosos por la siempre inquietante, controversial, ladina y contradictoria condición humana. Diría que el realismo mágico en el devenir de Colombia aguarda y guarda también los impactos de decisiones humanas atadas a la sinrazón y a la inmoralidad en la que de cuando en cuando incurren diversas autoridades locales que, como Aureliano Buendía, se mueven entre un merecido prestigio y una relativa probidad.

Los avezados y acuciosos periodistas de Casa Macondo investigaron al presidente de la Corte Constitucional (CC), Jorge Enrique Ibáñez Najar por su negativa de reconocer a un hijo que tuvo por fuera de su matrimonio. Con ese y otros trabajos periodísticos esa casa periodística confirma que en los más altos cargos públicos del Estado macondiano hay cientos de Aurelianos cuyas vidas y reconocimiento social y político oscila entre una probidad imaginada y actos inmorales que en una sociedad confundida moralmente como la colombiana devienen naturalizados.

En el informe de Casa Macondo se lee: «La madre del demandante siempre fue manipulada por el demandado para que no lo demandara, dada su condición de hombre público conocido y evitar igualmente que su hogar se destruyera por encontrarse casado», concluyó el juez José Fernando Osorio Cifuentes, el 18 de mayo de 2004, en la sentencia que declaró a Ibáñez Najar padre extramatrimonial del demandante. El hijo del hoy magistrado nació el 12 de mayo de 1982, el mismo año en que el padre se graduó de abogado en la Pontificia Universidad Javeriana y comenzó a trabajar en el Banco de la República, donde fue asesor jurídico, subdirector de derecho privado y económico y director jurídico, hasta 1994. Ibáñez Najar era militante de las Juventudes Conservadoras, movimiento por el que había sido elegido concejal de Tunja en 1978, con apenas dieciocho años”.

Si Colombia no fuera Macondo, el comportamiento del presidente de la CC sería suficiente para que desde sectores específicos de la sociedad civil se exigiera su renuncia porque Ibáñez negó por largos años los derechos a un niño que llevaba su sangre. Es más, sus mismos compañeros del alto tribunal estarían obligados a exigirle su dimisión por lo que claramente constituye un obstáculo ético y moral para estar al frente de la máxima autoridad judicial en Colombia y garante del cumplimiento de lo ordenado en la Carta Política de 1991.

El “pequeño desliz” de Ibáñez y la investigación de Casa Macondo sirven para cuestionar al presidente de la CC porque acaba de redactar una ponencia negativa con la que se tumbaría la ley de reforma pensional por vicios de forma que el Congreso no subsanó.  Algunos tuiteros espetaron que “un magistrado que negó a su hijo desapareció el expediente judicial y ahora quiere tumbar ayudas sociales a los abuelos…”.  Negar derechos a su vástago y evitar que por lo menos tres millones de abuelitos reciban una ayuda económica del Estado es un hecho incontrovertible del perfil "humanista" del togado Ibáñez. En cuanto a su perfil político, el presidente de la CC es un reconocido detractor del presidente Petro, quien impulsó la reforma pensional que podría ser declarada inexequible por los nueve magistrados que componen el alto tribunal constitucional.

El caso de Ibáñez, las ya condenadas conductas del entonces magistrado de la Corte Constitucional, Jorge Ignacio Pretelt Chaljub y los bochornosos hechos atados a los togados que hicieron parte del Cartel de la Toga me obligan a recordar los tiempos en los que a ese tribunal llegaron juristas del talante de Carlos Gaviria Díaz, Rodrigo Uprimny, Eduardo Cifuentes y José Gregorio Hernández, entre otros. Ellos fueron garantía de pulcritud, seriedad y probidad.

Mientras que al coronel Aureliano Buendía las guerras le endurecieron el corazón, al togado Ibáñez Najar sus férreas convicciones conservadoras, su desprecio por los viejos vulnerables y su moralidad diferenciada en lo privado y en la vida pública lo llevaron a no reconocer a su propio, quien vivió 17 años sumido en la soledad propia de un hijo negado o "natural" como los llamaban hace años en la Colombia pacata, farandulera, morbosa, mojigata, gazmoña, puritana, morronga, clasista, racista, machista, atontada y misógina que se resiste a cambiar. 




Presidente de la Corte Constitucional negó a su hijo y el expediente desapareció en Ibagué | El Cronista | Periodismo de análisis y opinión de Ibagué y el Tolima

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