Por Germán Ayala Osorio
Tanto el discurso enviado por el exmandatario
antioqueño, como las palabras del padre del senador conservador constituyen
un llamado a regresar al pasado, esto es, a los tiempos de la temida política
de seguridad democrática, la misma que dejó 6402 jóvenes asesinados por militares
que monetizaron sus vidas siguiendo aquella instrucción presidencial con la que
se pedía “más y mejores resultados operacionales y que aquel que no los
diera, que fuera pidiendo la baja”.
El papá del senador mandó un
mensaje claro al caballista, reo, exdirector de la Aerocivil y domador de
bestias: “Este país nunca saldrá de donde está sin seguridad
[…], en los próximos meses escojamos el triunfo abrumador de ese
liderazgo, que tome las banderas de Miguel para que en Colombia
vuelva la seguridad. Esta guerra tiene culpables y responsables,
lo sabemos, no tenemos ninguna duda de dónde viene la violencia, no
tenemos duda de quién la promueve, no tenemos duda de quién la permite.
Tenemos que plantar cara a esto y decir no más, no más y no más…”
Mientras transcurrían las honras
fúnebres, los periodistas
de varias empresas mediáticas optaron por cubrirlas con un lenguaje periodístico
lastimero con el claro objetivo de mover las fibras y las emociones de las audiencias
para irlas llevando, de la mano de los discursos del expresidente recién condenado y
del adolorido padre de Miguel Uribe Turbay, hacia sentimientos primitivos como
la venganza y el odio, muy propios de las huestes uribistas desde donde brotaron
frases tristemente célebres como en “donde lo vea le voy a dar en la cara
marica, se callan o los callamos”, o
las más recientes, “a la izquierda hay que destriparla o son una plaga y la
vamos a exterminar en el 2026”.
Ya el uribismo
imaginó y le propuso al país cómo quiere que transcurra el escenario electoral
de 2026. Ahora solo falta que los colombianos decidan cómo van a pintarlo, si
de color rojo como la sangre que se derramó en los años 90 o de verde esperanza.
Ya veremos si el 7 de agosto de 2026 los colombianos deciden poner en la Casa
de Nariño a un president@ con espíritu gansteril o si por el contrario eligen a
quien con un genuino ánimo conciliador le dé a la sociedad la oportunidad de
superar y proscribir esa enfermedad que corroe los cimientos de la civilidad y
la razón: el uribismo.
Razón le cabe al expresidente Santos y al presidente Petro cuando aseguran que Uribe
Vélez está cargado de odio. “Álvaro Uribe está lleno de veneno, desconoce el
genocidio de la UP y la participación del estado en él”, dijo el jefe del
Estado.
Imagen de Mauricio Alvarado Lozada, tomada de El Espectador.com
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