Por Germán Ayala Osorio
En el afán por ganar simpatizantes,
likes o por el fragor de las disputas ideológicas y políticas en las
redes sociales, los candidatos presidenciales suelen hacer propuestas irrealizables,
estúpidas, irracionales o traídas de los cabellos. Pues bien, la candidata de
los clanes Gnecco y Gilinski, Victoria Eugenia Dávila de Gnecco, más conocida
como Vicky Dávila, propone construir una cárcel en la selva para encerrar en
esta a los corruptos de cuello blanco.
Vicky Dávila lanzó la estólida
propuesta en medio de un enfrentamiento verbal con el exalcalde de Medellín y candidato
presidencial, Daniel Quintero. Esto dijo la señora de Gnecco: “Vamos a
construir una cárcel en la selva, de las más modernas, para
llevar a todos los corruptos. Muchos funcionarios de su gobierno terminarán
allá y si a usted lo condenan por su proceso de corrupción, también irá allá. Entiendo
por qué le toca alabar a la Fiscal Camargo, como hizo con Barbosa. Porque tiene
miedo, porque tiene rabo de paja al estar IMPUTADO. Conmigo habrá justicia. En
la SELVA haremos El Centro de Reclusión para Corruptos (CRC). El sitio
adecuado para los bandidos de cuello blanco y los politiqueros ladrones. Será
construido en los primeros 12 meses de gobierno”.
La señora Dávila no es precisamente
una mujer leída capaz de comprender desde el pensamiento crítico y el enfoque
de sistemas las complejidades del país. Proponer construir un penal en un
ecosistema boscoso va en contravía de los compromisos ambientales que asumió el
Estado colombiano, entre los que se encuentran proteger justamente selvas como
la Amazonia y las que aún subsisten en el Chocó Biogeográfico. Mientras que el
mundo habla de cambio climático, la candidata uribista le apuesta a afectar
negativamente un ecosistema frágil y estratégico para el mundo y por supuesto
para el país y ciudades como Bogotá que acaba de salir de un racionamiento de
agua, justamente porque los “ríos voladores” están desapareciendo de la mano de
los procesos de intervención humana insostenibles en selvas y páramos.
En su afán por auto proclamarse
como un “faro moral” anticorrupción, la periodista candidata desecha las luchas
que dieron los ambientalistas y los defensores de los derechos humanos para que
fuera cerrada la cárcel en la isla Gorgona. Lo más probable es que Vicky Dávila
desconozca la historia de la isla prisión, la misma que muchos la compararon
con lo vivido en la famosa ergástula Alcatraz, en los Estados Unidos. En la
isla prisión Gorgona se violaron los derechos humanos y se afectó el ecosistema
con la construcción del famoso penal y la presencia de los reclusos y los
guardianes. En 1984 fue cerrada de manera definitiva.
El bufido lanzado por Dávila de
Gnecco se explica porque ella está alineada – ¿o alienada? – con las ideas
libertarias del presidente de Argentina, Javier Milei, quien hace parte del
extenso grupo de negacionistas del cambio climático. Qué bueno sería que los ambientalistas
reaccionaran frente a la “propuesta” de Vicky Dávila. Quizás le hagan entender
que su idea es irracional, estúpida e irresponsable. Por este tipo de proposiciones
es que su candidatura cada vez se hace más inviable. El país no se puede dar el
lujo de llevar a la Casa de Nariño a quien propone exabruptos como el de
construir una cárcel en plena selva.
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