martes, 27 de junio de 2023

PERIODISTA NORTEAMERICANO LAPIDÓ A IVÁN DUQUE MÁRQUEZ

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El rifirrafe que protagonizaron el periodista norteamericano Dan Cohen y el expresidente Iván Duque Márquez debe servir para discutir y comprender varios asuntos que al parecer no tuvieron en cuenta quienes salieron a defender al exmandatario y por esa vía, atacar a Cohen; igualmente, quienes aplaudieron a rabiar lo hecho por el ciudadano americano.

El primero de esos asuntos tiene que ver con la acción misma de increpar. Dicha acción está respaldada por el derecho que protege a Cohen y a cualquier ciudadano a expresar su opinión con total libertad. Ese derecho se llama libertad de expresión. La reprimenda verbal que Dan Cohen le dio a Duque puede no gustar a quienes suelen, hipócritamente, abogar por la conservación de las “buenas formas o maneras”, para dirigirse a un presidente o expresidente, cuando guardaron silencio ante el colega colombiano que llamó “imbécil” al actual presidente de Colombia. Y a diario, los periodistas defensores morales de Iván Duque legitiman a quienes le gritan “guerrillero y terrorista” al presidente Petro.

Aquellos periodistas y ciudadanos del común que suelen plegarse a eso de las “buenas maneras, o a las formas”, lo hacen para evitarse el trabajo y el problema de mirar el fondo de las cosas. Y en el fondo del rifirrafe protagonizado por Cohen y Duque está la mala gestión del expresidente, su estolidez, arrogancia y el haber sido el títere de Álvaro Uribe Vélez y del establecimiento colombiano. Ese mote de títere lo usó la periodista Ángela Patricia Janiot para preguntarle al propio Duque, y al aire, si él era el títere del expresidente antioqueño. No podemos olvidar que, por sus decisiones, Iván Duque es el responsable del estallido social y de haber enfrentado las movilizaciones con un desbordado y criminal uso de la “violencia legítima del Estado”.

Sin duda alguna, Cohen actuó llevado por una evidente animadversión hacia Iván Duque, un gris político y expresidente que cargará sobre sus hombros la responsabilidad de todo lo que hizo mal durante cuatro años. Hubiera preferido que los reclamos del periodista se hubieran tramitado a través de un diálogo sereno.

El segundo asunto tiene que ver con el ejercicio periodístico. Sin duda alguna, lo hecho por Cohen no hace parte del ejercicio periodístico. No. Insisto en que su actuación debe desligarse del oficio, así sea difícil separar el ejercicio de la profesión, de los sentimientos humanos.

El que Cohen haya grabado el bochornoso episodio y lo echara a andar en esas calderas de la doxa que son las redes sociales, confirma su animosidad hacia el político colombiano. Cohen quiso recoger a los millones de colombianos que detestan a Duque por todo lo malo que le hizo al país y lo logró con el video, porque lo volvió viral y lo convirtió en noticia y oportunidad para reconocer que hay periodistas colombianos dispuestos a defender a dentelladas a un expresidente del establecimiento, y por esa vía ocultar su desastrosa administración.

Hay otro elemento que hace parte del trasfondo que algunos colegas no quieren ver: los momentos de crispación ideológica por los que atraviesa el país se mantendrán hasta el 2026, salvo que el presidente Petro decida repartir pauta publicitaria a los medios y periodistas que a diario lo atacan. Eso sí, tendrá que asegurarse de que sea millonaria la cifra, y quizás mayor a los 20 mil millones de pesos que el fatuo del Iván Duque gastó en pauta y posicionamiento (Fundación para la Libertad de Prensa). No conozco cuánto ha gastado en pauta el gobierno, en este primer año.

A los que les gustan las formas, deben reconocer que Duque se puso en el mismo nivel de su contradictor. Cayó en la trampa. No supo guardar la compostura y utilizó frases de grueso calibre. Deberá acostumbrarse a que más ciudadanos como Cohen lo aborden para señalarlo y lapidarlo. Eso pasa por haber pernoctado en la Casa de Nariño por cuatro años, para cumplir las órdenes de sus mentores y del Gran Titiritero. Jamás gobernó, solo siguió al pie de la letra el guión que le mandaron de El Ubérrimo.

Eso sí, Iván Duque pudo mostrarle al país, nuevamente, que habla un perfecto inglés, callejero, pero al fin y al cabo inglés. Esta vez no habló de los 7 enanitos. Esta vez un lobo feroz lo atacó en la lengua en la que suele hablar consigo mismo, porque en el fondo, se avergüenza de habitar en la lengua española. 

Imagen tomada de Infobae

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