lunes, 26 de junio de 2023

PETRO, SU DISCURSO Y LA MIRADA MEDIÁTICA

 

Por Germán Ayala Osorio

Varios periodistas afectos al viejo régimen que sufrió derrota electoral en 2022 salieron esta mañana, por la radio, a banalizar lo dicho por el presidente Petro en su alocución de ayer 25 de junio. Y lo hicieron, preguntándose entre ellos: ¿usted es esclavista, arribista? Y preguntando si en la Casa de Nariño sirven tintos. Ante la respuesta positiva, entonces en la sede presidencial son esclavistas.

Incapaces de dar una discusión conceptual, pero, sobre todo, impedidos moral y éticamente por la política editorial que están obligados a seguir, estos amanuenses del viejo establecimiento reducen lo dicho por el presidente a una confrontación ideológica; que sin duda lo es, pero que está sustentado teórica, objetiva y políticamente en un concepto de Estado que arrasa con el modelo que tienen en sus cabezas los banqueros y la oligarquía a la que aludió el presidente en su discurso.

Petro tiene una idea maximalista del Estado y de la Paz Total. Cree profundamente en la idea de un Estado benefactor, en la posibilidad de que haya pleno empleo y en una sociedad solidaria; de la misma manera, el presidente de la República tiene una idea igualmente maximalista alrededor de aquello de ser ciudadano. Es claro que sus ideas no calzan con una realidad social, económica, política y cultural que, aunque naturalizada, no deja de ser oprobiosa, violenta y criminal.

Al ver que el Estado deviene privatizado por cuenta de las ideas neoliberales aplicadas por César Gaviria en los 90 y afianzadas por Uribe en su aciago periodo de gobierno (2002-2010). Petro intenta reversar esa condición, exponiendo públicamente a quienes son los responsables de haber consolidado un Estado premoderno, violento e incapaz de garantizar para las grandes mayorías una vida digna. El asunto de fondo que plantea Petro es eso: vivir con dignidad, que no es otra cosa que tener un empleo digno, salud, recreación y educación de calidad.

Molestos por las alusiones presidenciales a la esclavitud, al arribismo, al clasismo y a la avaricia de los magnates, estos periodistas-estafetas tratan de invalidar políticamente un discurso que, aunque confrontador, nadie puede discutir su solidez fáctica. Baste con recorrer los cinturones de miseria de ciudades insostenibles como Cali, Medellín, Bogotá y Barranquilla para comprender  la dimensión de las múltiples violencias que desde el Estado, de la mano de sectores privilegiados, se implementaron para hacer de Colombia una sociedad premoderna, víctima de un orden establecido construido a imagen y semejanza de la codicia y el ethos mafioso de unas cuantas familias y clanes que lo capturaron para extender en el tiempo sus privilegios y el odio hacia los connacionales más pobres.

Una sociedad política que opera a través de clanes como los que operan en la Costa Atlántica, Antioquia y el Valle del Cauca, para nombrar los más sobresalientes, jamás permitirá consolidar un Estado moderno o un Estado social y democrático de Derecho. Ser premoderno, para el caso colombiano y de su clase dirigente y empresarial, es una apuesta ideológica de los más privilegiados.  El discurso de Petro es ideológico como lo califican los colegas de la radio, porque responde a esa apuesta ideológica de unos cuantos que, al acumular privilegios, sobre la base de explotar a sus trabajadores, terminaron odiando a quienes les ayudaron a construir sus fortunas.




Imagen tomada de la BBC

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