Por Germán Ayala Osorio
Los viajes de superioridad moral
suelen servir para ocultar prácticas, ideas, hechos y la férrea defensa de un
sistema económico y un orden social atravesados por un ethos mafioso que los
colombianos naturalizaron entre el 2002 y el 2010.
La derecha en Colombia lleva tres
años calificando al presidente Petro de “borracho, drogadicto y
homosexual” como parte de la narrativa clasista con la que han
demostrado su desprecio no tanto por esas “conductas” en las que, según el
relato, el jefe del Estado habría incurrido, sino por la persona en sí misma:
odian a Petro por ser Petro.
Punto.
A Petro no le perdonan su origen
de clase, su pasado como miembro del M-19 y mucho menos haberse atrevido a
desafiar a los más poderosos agentes del Establecimiento, incluida la prensa y
por esa vía, jugársela por la emancipación
de un pueblo sometido durante más de 20 años de uribismo a las recetas del
neoliberalismo con las que se alimentan el clasismo y el racismo y por supuesto
la privatización del Estado para el disfrute de una élite cuyos miembros a lo
mejor meten coca, tienen problemas con el alcohol, practican la pedofilia y guardan
celosamente secretos de sus reales gustos y orientaciones sexuales.
De cara a las elecciones
de 2026, y ante el profundo debilitamiento del relato que aseguraba que nos “volveríamos
como Venezuela”, a tres
nuevos “faros de la doble moral” se les ocurrió la brillante idea de irse a
tomar exámenes de sangre porque “no se puede gobernar ni borracho ni
trabado”. Menos mal no hay indicadores sanguíneos que puedan medir “los
grados de homosexualidad en una persona”, porque muy seguramente
también se harían esa prueba para “demostrar” que están listos para “recuperar
a Colombia” porque son heterosexuales, así sea de dientes para afuera.
Blu
radio, una cadena uribizada,
registró el llamativo hecho, que hace parte de la estrategia moralizante que intentarán
imponer para conquistar los religiosos corazones de cientos de miles de colombianos
que usan a diario la “doble moral” para descalificar y deshumanizar a sus
adversarios, contradictores o simplemente a la “gente de izquierda” o quienes
se declaren liberales.
“Los exgobernadores Juan
Guillermo Zuluaga, Héctor Olimpo Espinosa y el exalcalde de Bucaramanga, Juan
Carlos Cárdenas, estuvieron en un laboratorio médico haciéndose un examen de
toxicología como documento previo a inscribirse para las elecciones para la presidencia.
Entre los exámenes estuvo el procesamiento del panel de drogas por 3
(marihuana-, cocaína- anfetaminas) y panel de alcohol. “No se puede gobernar ni
borracho ni trabado” y “para gobernar hay que estar cuerdos”.
Estamos ante una nueva manera de
criminalizar a los adversarios, en particular a quienes militan en la izquierda
y en el progresismo. Qué nivel más bajo en el que viene cayendo la discusión
pública de asuntos públicos en esta Colombia pacata, farandulera, morbosa,
mojigata, gazmoña, puritana, morronga, clasista, racista, machista, atontada y
misógina.
Menos mal no se necesitan pruebas
de sangre para descubrir prácticas corruptas y clientelistas, así como viejos
apoyos políticos a quienes convirtieron a Colombia en uno de los países más
desiguales del mundo, porque muy seguramente se las harían tomar en sus particulares
laboratorios clínicos. “Con un
puntaje de 54,8 en el coeficiente de Gini, Colombia se ubicó en el tercer país
con mayor índice de desigualdad, por concepto de ingresos económicos, en el
mundo, y posicionándose como el primero en el continente americano”.
Eso sí, poco importa si los
artífices de semejante logro socioeconómico consumieron drogas, tomaban
decisiones macroeconómicas bajo la influencia del alcohol o en medio de
bacanales con prostitutas o niñas. Allí lo relevante, moral, económica y
políticamente aceptable es que aplicaron las recetas neoliberales. Lo demás,
son ínfimos detalles.
doble moral uribista en colombia - Búsqueda Imágenes
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