Por Germán Ayala Osorio
Este Primero de Mayo de 2025 será
recordado por tres hechos políticos: el primero, como el día en el que el presidente
de la República Gustavo Petro Urrego se “graduó” de caudillo
y líder único y absoluto del progresismo en Colombia, lo que de inmediato lo
pone sin ser aún expresidente, en carrera de convertirse en el más grande
elector de todos los tiempos, superando incluso al expresidente y expresidiario
Álvaro Uribe; el segundo, como la ocasión en la que ese mismo presidente le “tiró
el pueblo encima” al Congreso y a la oligarquía a la que el grueso de
los congresistas-lobistas históricamente viene representando. Y el tercero, como
el momento en el que se adelanta y oficializa el inicio de la campaña
presidencial de 2026.
Con un discurso al que la derecha
muy seguramente calificará de “veintijuliero” y “amenazante”, con la plaza de Bolívar
a reventar, y al mejor estilo de Jorge Eliécer Gaitán Ayala, el jefe del Estado
tomó la espada del Libertador y se dirigió al Congreso para radicar el
documento con el que exhorta al Senado a darle trámite a la Consulta Popular
para que el constituyente primario salga a votar para aprobar las 12
preguntas que lo componen. “Aquí llegamos con la espada de Bolívar”
dijo Petro mientras radicaba la Consulta Popular, al tiempo que volvía a exigirle
a los senadores aprobar sin dilaciones y “jugaditas” el cuestionario.
Con marchas multitudinarias en Bogotá,
Cali y Medellín, Petro volvió a señalar con el dedo índice a quienes archivando
la reforma laboral obligaron al presidente de la República a “tirarles
encima” a un pueblo que da muestras de haber tomado conciencia del
momento histórico por el que atraviesa el país y de la oportunidad de confrontar
a un régimen de poder que para el caso deviene mafioso, criminal y corrupto. Esta
frase de Petro ilustra muy bien el segundo hecho que deja la jornada de marchas
en el país: “el
pueblo de Colombia se levanta y los revoca”.
Informado del vil asesinato de
Alberto Peña, militante de la Colombia Humana que salió con megáfono a invitar
a los habitantes de Miranda (Cauca) a marchar y a decirle Sí a la Consulta
Popular, de inmediato el jefe del Estado “responsabilizó” de su muerte a los
senadores de la Comisión
Séptima y en particular a su presidenta, Nadia Blel.
Hoy se vio a un pueblo cargado de dignidad,
guiado por quien cree posible profundizar la democracia como lo propuso en su
momento Chantal Mouffe. A propósito del asunto, Petro espetó: “Hay democracia en Colombia o
cambiamos las instituciones”. Sin duda alguna, una clara
advertencia- o amenaza- a los sectores de poder que por años usaron aquello de
que somos la democracia más antigua del hemisferio como
parapeto y trinchera política para ocultar desmanes, crímenes, masacres,
desplazamientos forzados y la sempiterna corrupción público-privada a través de
la captura del Estado.
La “indiamenta”
marchó y mandó un mensaje claro a los racistas y clasistas que por estos días
se volvieron tendencia en las redes sociales por cuenta de María Jimena
González Amaya, socia del Club El Nogal, quien, en un rifirrafe con el
exalcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, expresó su molestia por la
presencia del exmandatario local, preguntándose “qué hace esa
indiamenta aquí” en referencia al Club al que solo pueden entrar “arios”
y “caucásicos” como ella.
Quedó claro que Petro "le tiró
encima el pueblo” a la oligarquía bogotana, a los partidos tradicionales, al
Congreso, al HP[1] de
Efraín
Cepeda, al propio Sarmiento Angulo y a los expresidentes Gaviria, Santos,
Uribe y Pastrana (Petro no aludió a Iván Duque Márquez, quizás por haber sido “subpresidente”). Quedaron notificados. ¿Se atreverá el Senado a negar el
llamado a la Consulta Popular? ¿O le darán trámite y buscarán hacerle campaña
al No, como lo hicieron con el plebiscito por la paz de 2016?
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