Por Germán Ayala Osorio
Después de conocerse la millonaria
sanción o multa que deberá pagar el Grupo Aval por violar la ley de prácticas
corruptas en EE. UU., el país político y económico esperaría dos reacciones
institucionales: del lado del conglomerado, un mea culpa por parte de la
familia Sarmiento Angulo y el anuncio, a manera de compromiso ético, de no
volver a pagar coimas para obtener contratos, tal y como lo asumió ante las
autoridades de los Estados Unidos de Norteamérica; y la segunda, el viaje del
fiscal general de la Nación, Francisco Barbosa a territorio americano para conocer
de primera mano el proceso penal y bursátil que terminó con la sanción pecuniaria
en contra del Grupo Aval y su filial Corficolombiana.
Pero como estamos en Colombia, ni
lo uno ni lo otro parece que se producirá, pues el gran banquero se acostumbró
a manejar al país como si fuera su tienda, su finca. Su arrogancia y avaricia
le alcanzaron para someter a instituciones como la Fiscalía, desde los tiempos
de Néstor Humberto Martínez Neira, y a la misma entidad durante la
administración del ladino Francisco Barbosa. El silencio corporativo confirma no
solo la arrogancia de los miembros visibles de la familia Sarmiento, sino la
subvaloración de la ética empresarial como factor clave para construir, desde
el ejemplo, una mejor sociedad.
En adelante, la narrativa que
dice que “si los de arriba son corruptos y pagan coimas, por qué nosotros no
podemos hacer lo mismo” se naturalizará de tal manera, que el ethos mafioso
guiará en adelante la vida de cada uno de los colombianos. No habrá campaña política
contra la corrupción que valga la pena si el gran banquero colombiano insiste
en negarse a hacer una declaración pública de perdón y de compromiso ético y moral
de no volver a corromper funcionarios y políticos para obtener millonarios
contratos.
De la terna enviada por el
presidente de la República a la Corte Suprema de Justicia deberá salir una
fiscal capaz de reabrir los procesos que Martínez Neira y Barbosa cerraron para
favorecer la imagen y los intereses de la familia Sarmiento y del conglomerado.
¿Será posible que la Fiscalía por fin esté en manos del Estado y no en las
sucias garras de clanes y familias capaces de pagar millonarias coimas y
reconocer esos delitos únicamente ante las autoridades americanas? De no darse
ese esperado escenario, la millonaria multa que deberá pagar el Grupo Aval se
entenderá en Colombia como una fianza, con preclusión incluida. Otro motivo más
para que se extienda en el tiempo el tutelaje gringo sobre la Colombia mafiosa
y criminal.
Mientras llega ese momento, el escandaloso episodio que protagoniza la dirigencia del Grupo Aval apenas si trascendió a la opinión pública gracias a la autocensura de los grandes medios masivos, proclives a hacer tratamientos altamente bulliciosos y espectaculares de hechos que tocan, por ejemplo, al actual gobierno. Varios ejemplos al respecto: el plan para asesinar al fiscal general, anunciado por el propio Francisco Barbosa, hoy cada vez más desestimado por las autoridades de inteligencia del Estado. O los “análisis periodísticos” de las llegadas tardes del presidente, hasta sus ausencias en fotos protocolarias, pasando por las andanzas de su primogénito, el inefable Nicolás Petro Burgos. Baste con recordar el espectáculo circense que la Fiscalía le montó al hijo del jefe del Estado para capturarlo. Al final, un juez lo dejó en libertad condicional y advirtió de la no entrega de pruebas que confirmaran la entrada de dineros sucios a la campaña Petro presidente. Y lo más llamativo es que ese proceso se les fue enfriando porque en uno de los chats que expuso en la diligencia el fiscal Burgos, apareció el nombre de Alex Char.
Semejante caso de corrupción reconocido
por el propio Grupo Aval ameritaría la exposición diaria de titulares,
reacciones y análisis económicos, financieros, culturales y políticos en torno
a los efectos de semejante sanción que recibió la familia Sarmiento Angulo.
Pero no. Varios noticieros de televisión y medios impresos como EL ESPECTADOR, entre otros, optaron por desplegarse en elogios
hacia la selección femenina de fútbol, para evitar el registro del hecho
noticioso más importante del año. Sin duda alguna, empresas mediáticas y sus
periodistas le están cuidando la espalda al gran banquero, quizás presionados
por el retiro de la pauta publicitaria o por el simple hecho de conservar
buenas relaciones con el poderoso mecenas electoral, mediático y político.
Imagen tomada de El Unicornio
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