sábado, 8 de junio de 2024

PETRO SUSPENDE VENTA DE CARBÓN A ISRAEL


Por Germán Ayala Osorio


El anuncio presidencial de suspender la exportación de carbón térmico hacia Israel "hasta tanto no detenga las prácticas genocidas perpetradas en Gaza contra el pueblo palestino", pone de presente el eterno dilema moral y ético entre las relaciones comerciales y el respeto a la vida y a la dignidad humanas, afectadas en materia grave por el ejército israelí en ese disputado territorio del mundo en el que "conviven" dos pueblos diferentes. 

Más allá de los efectos económicos negativos que producirá el no volver a recibir los millones de dólares  por la venta del mineral y de las sanciones que se puedan venir contra Colombia por incumplir el TLC firmado con el Estado de Israel, la decisión del presidente Petro inaugura en las relaciones comerciales internacionales que Colombia sostiene con el resto del mundo una prerrogativa que siempre fue privilegio de las potencias del norte opulento: la de poder sancionar económicamente a países subdesarrollados que giraron hacia el socialismo o que estuvieron involucrados en la violación sistemática de los derechos humanos. 

Petro cree posible que Colombia juegue un papel protagónico en el mundo, apartándose drásticamente de ese orden internacional caracterizado por la hegemonía militarista de los Estados Unidos y de Israel, potencias militares responsables de la extensión en el tiempo de varios conflictos internacionales, incluido el que se escenifica en Gaza y Oriente Medio, e internos como el que sufre Colombia desde hace más de 50 años, a través de la venta de armamento y de la injerencia militar directa. El Plan Colombia es el mejor ejemplo de la injerencia militar de los Estados Unidos en las dinámicas del conflicto armado colombiano, convertido en un jugoso mercado para las empresas israelíes que fabrican armas y pertrechos, así como aquellas especializadas en vender servicios de seguridad. 

Con la decisión de suspender el envío del mineral hacia el Estado sionista de Israel el presidente Gustavo Petro cree que Colombia tiene la capacidad económica para soportar el desequilibrio en la balanza comercial entre los dos países y el hueco fiscal que generará la negativa de vender el carbón térmico. Ante semejante medida, se esperaría que el gobierno tuviese un plan para buscar otros mercados que suplan el millonario negocio que se suspenderá con la medida adoptada, que afecta a empresas privadas colombianas que participan del negocio de la exportación del carbón. 

A Petro parece interesarle posicionar la narrativa que señala que como gobierno y Estado tiene la suficiente autoridad moral para "castigar" a un Estado poderoso y aliado de los Estados Unidos por incurrir en prácticas genocidas. Esa narrativa moralista y moralizante niega de manera rotunda la posibilidad de hacer negocios cuando estos comprometan la vida de civiles  o estén manchados de sangre de niñas, niños y mujeres inocentes asesinados. El mundo es testigo que Israel, en su objetivo (in)moral de vengar la también criminal acción perpetrada por Hamás, sigue masacrando civiles sin ningún remordimiento.  

La medida de Petro es audaz, riesgosa, temeraria, peligrosa y aleccionante, pero coherente con las razones expuestas por el presidente colombiano cuando tomó la decisión de romper previamente relaciones diplomáticas con Israel por los hechos ya referidos asociados al genocidio al que viene sometiendo al pueblo palestino. 

Eso sí, la coherencia ideológica, política y moral del presidente Petro va en contravía de las lógicas y dinámicas de un orden internacional que le sigue haciendo el juego criminal a Israel y a los Estados Unidos en contra de los palestinos. Como dije en anterior columna, el mundo necesita de personajes como Netanyahu. Los genocidas sirven para que la humanidad se mire en esos ignominiosos espejos, para que al final triunfe la racionalidad económica, los mercados y las oportunidades de negocios que se abren cuando las guerras terminan y se inician los procesos de reconstrucción de ciudades y pueblos sometidos a bombardeos sistemáticos. La reconstrucción de Gaza se dará bajo principios de una gentrificación tan inmoral, como las guerras y los genocidios. Muy seguramente, bajo esa misma racionalidad económica aparecerá, más temprano que tarde, otro país que le venda el carbón térmico que necesita Israel. 




Imagen tomada de Semana.com

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