miércoles, 7 de agosto de 2024

EL RÉGIMEN DE MADURO Y EL RÉGIMEN DE COLOMBIA

 

Por Germán Ayala Osorio


Llevan los medios masivos tradicionales de Colombia más de 10 días dedicados a hablar del "régimen de Nicolás Maduro". No niego la existencia de ese régimen oprobioso que consolidaron civiles y militares con el firme propósito de restringir libertades y derechos. Esta columna apunta a señalar el silencio que guardaron en el pasado esas mismas empresas mediáticas y sus periodistas-estafetas y por esa vía, no referirse a la existencia de un régimen en Colombia. 

Durante los gobiernos de Turbay Ayala, Álvaro Uribe Vélez y el de Iván Duque operó en el país un régimen tan criminal y oprobioso como el venezolano. Comparten los tres gobiernos acciones como la violación de los derechos humanos, la estigmatización y persecución  de los defensores de los derechos humanos y del ambiente y en general, toda suerte de restricciones de libertades y derechos. Al tratarse de gobiernos de derecha, la prensa afecta evitó a toda costa hablar del régimen de Turbay, el de Uribe y el del títere de este último, Iván Duque Márquez. Esos señalamientos los hacía la izquierda.

Con la llegada de Petro a la Casa de Nariño los agentes económicos, sociales y políticos que llevan años permitiendo la operación en esos tres gobiernos de un régimen neoliberal, violento y criminal, varios se replegaron y casi que se fueron a la "clandestinidad" para desde allí incomodar y evitar que el primer gobierno de izquierda lograra cumplir sus objetivos y metas de campaña. Claro, mediada esa toma de distancia de Petro por una lucha de clases alimentada tanto por Petro, como por esos poderosos agentes acostumbrados a poner en el solio de Bolívar a mandatarios obsecuentes y genuflexos con la pobre visión de país y los mezquinos intereses de unas cuantas familias que insisten en manejar a Colombia como una finca.   

Desde el 7 de agosto de 2022 hay una disputa política entre esos agentes económicos, políticos y sociales que hacen parte del "régimen colombiano" y el gobierno de Gustavo Petro. Razón tiene Petro cuando dijo que "había ganado la presidencia, pero no tenía el poder". Esa conclusión, por demás lapidaria, permite concluir que efectivamente en Colombia hay un régimen de poder que en la sombra, le viene haciendo contrapeso al actual gobierno progresista. 

Las diferencias entre los regímenes de Colombia y Venezuela radican en que para el caso nuestro, ese régimen de poder lograba matizar su imagen y su operación con los gobiernos que sus más poderosos agentes económicos lograban poner en la Casa de Nariño. Y claro, al ser dueños de las gran prensa, los colombianos en general no logran identificar la existencia de un "régimen".  No. Solo les alcanza para reconocer que hay un gobierno. Y la más evidente de esas diferencias está en que el régimen colombiano está atado a los intereses de los Estados Unidos y de la derecha internacional. Por el contrario, el régimen venezolano está ancorado a los que tienen Rusia y China en esta parte del hemisferio. En particular los intereses chinos asociados a las "nuevas rutas de la seda". 

Ese régimen oprobioso, calificado así por la prensa colombiana, le apostó a mantenerse en el poder reeligiendo primero a Chávez y luego a Maduro, a través de procesos electorales sobre los que recaen serios señalamientos de fraude. Llevan 30 jornadas electorales (a la Asamblea y presidenciales, entre otras), lo que hace pensar que se trata de una democracia que funciona a la perfección. Una democracia electoral y popular, muy propia de las apuestas socialistas. 

Para nuestro caso, el régimen colombiano, hasta el 7 de agosto de 2022, siempre puso en la Casa de Nariño a los genuflexos presidentes de la República que simplemente ejecutaron los proyectos de ley y las consignas económicas que favorecieran a la élite que los sostuvo en el poder. Hay que reconocer que algunos agentes económicos que hacen parte de ese régimen vienen trabajando de la mano del actual gobierno, pero hay otros que no ven la hora de volver a poner en el Palacio Presidencial a quien obedezca sin chistar sus deseos, propuestas y caprichos. 

Las elecciones de 2026 serán definitivas para aquellos agentes de poder económico, social y político que hacen posible identificar la operación ignominiosa de un régimen de poder en Colombia que logró hacer invisibles los hilos con los que hacen mover a sus financiadas y costosas marionetas llamadas presidentes de la República. 

Lo cierto es que los  regímenes de Colombia y Venezuela operan bajo un inocultable ethos mafioso, responsable en buena medida de la pobreza estructural y la concentración de la riqueza que comparten las dos naciones. 



 

Imagen tomada de El Cronista. 


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