viernes, 3 de enero de 2025

NICOLÁS MADURO MOROS: PRESIDENTE Y SHERIFF

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Con el ofrecimiento de 100 mil dólares por información que permita capturar a Edmundo González, el régimen de Nicolás Maduro Moros le dejó claro al mundo que sí sufrió derrota política y electoral en las pasadas elecciones. El anuncio y la publicación del cartel acerca al gobierno venezolano a los tiempos en los que en el Viejo Oeste americano se imprimían volantes con los rostros y nombres de peligrosos delincuentes como el recordado Jesse James o William H. Boney, alias 'Billy El Niño' o de Kid.

Al ponerle precio a la cabeza de González, el gobierno venezolano deja ver la ansiedad que les produce a sus agentes más visibles la llegada del 10 de enero, día en el que Maduro Moros tomará juramento como presidente reelecto a pesar de que las actas que validó el Centro Carter le dan el triunfo al perseguido Edmundo González. Con dicho ofrecimiento el gobierno de Maduro Moros deja ver su desprecio por la legitimidad social y la gobernabilidad, factores de una filosofía política inaplicables cuando el control de las armas de la República está en función de defender una única e indiscutible idea de Estado y pueblo.

Se trata de una torpe decisión judicial que confirma el carácter dictatorial de un régimen que se fundó en los principios del llamado socialismo del siglo XXI, pero que fue derivando en una vulgar dictadura en manos de un civil que de manera cómica se viste de verde oliva y vocifera como comandante militar. Esos actos histriónicos de Maduro Moros confirman que la continuidad del régimen venezolano está garantizada internamente por la captura mafiosa de las fuerzas armadas bolivarianas y externamente por el respaldo de Rusia y China dado en función de sus reservas de petróleo y gas. De esa manera, Diosdado Cabello y Maduro Moros creen de manera solemne en la legitimidad y gobernabilidad que les brindan esas dos potencias. En lo interno, el ponerle precio a la cabeza de González confirma el desprecio que sienten por la oposición que representan María Corina Machado y Edmundo González en razón a su origen de clase y porque son “blancos”.

La llegada de Hugo Rafael Chávez Frías al poder estuvo fundada en buena medida por varios elementos de eso que se conoce como el socialismo del siglo XXI: “democracia participativa, la economía democráticamente planificada de equivalencias, el Estado no-clasista y, como consecuencia, el ciudadano racional-ético-estético” (Dieterich, 2008: 3). Por supuesto que Chávez Frías no logró acercarse a esa utopía que encarna el socialismo del siglo XXI expresado en la idea de un hombre nuevo, instituciones reformadas, un Estado no-clasista y la superación de todas las desigualdades de género y clase recreadas por la democracia liberal y la burguesía “blanca” que el entonces coronel venció con un discurso de reivindicación étnica ancorado a su condición de hombre “poco agraciado y mestizo”.

Con su muerte, ese proyecto político quedó en manos de Nicolás Maduro, el clásico politicastro responsable en gran medida del bíblico éxodo de venezolanos por todo el mundo. A pocos días de asumir por otros seis años el poder del país petrolero, la utopía socialista sigue vigente y pendiente como tarea de un régimen violento que, fundado en las riquezas que guarda el subsuelo, el siempre oportuno antiimperialismo yanqui y el apoyo de China y Rusia, no ha sido capaz de crear el “hombre y la sociedad nueva, reeditar las ideas socialistas golpeadas fuertemente por la caída del Muro de Berlín y el consecuente triunfo del capitalismo y mucho menos acercarse a un desarrollo económico superlativo que ya alcanzaron las dos potencias que lo defienden del “inmoral” ataque de los Estados Unidos.

Si no ocurre nada extraordinario, este 10 de enero Nicolás Maduro Moros seguirá sentado en Miraflores gracias al apoyo de las señaladas potencias económicas y militares, a un “pueblo” cada vez más cooptado  y el reconocimiento de facto de países como Colombia cuyo gobierno le apunta a conservar las buenas relaciones políticas, diplomáticas y comerciales por encima de las críticas de la derecha colombiana a la que le encantaría volver a jugar con la vida de cientos de miles de venezolanos y colombianos que viven y sobreviven de las actividades legales e ilegales que se dan en la porosa frontera binacional. A partir del 10 de enero, Maduro Moros seguirá posando como militar de carrera y por primera vez se vestirá de Sheriff.

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