domingo, 20 de octubre de 2024

COP16, PAZ CON LA NATURALEZA Y LOS REDUCCIONISMOS MEDIÁTICOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El eslogan de la COP16, Paz con la Naturaleza, es una frase, un lema, que sirve para esconder, mimetizar, camuflar y matizar los graves impactos que como especie dominante y tardíamente sentipensante le venimos y seguiremos infringiendo a los ecosistemas naturales. En particular en el sur del Valle del Cauca y el norte del Cauca con el monocultivo de la caña de azúcar con el que se afectaron fuentes hídricas que sirvieron durante años a comunidades ancestrales, en particular a los afros, para gozar del río y de sus aguas a través de las llamadas “comitivas”.

Mientras que en Cali y el Valle del Cauca están “en modo COP16”, el planeta entero hace rato está en “modo” Antropoceno, circunstancia definitiva que le pone límites temporales a esa utopía de hacer la paz con la naturaleza. Para enfrentar las pluricrisis que confluyen en eso que llaman cambio climático se van a necesitar esfuerzos superiores en materia tecnológica y técnica, mismas variables con las que el ser humano viene poniendo en riesgo la supervivencia de cientos de especies, incluyendo por supuesto a la humana.

No se trata de negar la importancia del evento global. De lo que se trata es de evitar los reduccionismos en los que suelen caer el periodismo al momento de cubrir este tipo de reuniones ambientales que deberían de servir para hacer pedagogía en torno a la necesidad de pensar y actuar desde la complejidad. Claro que la responsabilidad es compartida con la academia al momento de seguir los derroteros de una modernidad fragmentadora. Agentes académicos se han atrevido a llamar a los extensos monocultivos de caña de azúcar como “ecosistemas emergentes”, desconociendo todas las rupturas que en términos de conexiones ecológicas produce la agroindustria cañera.

“… el mundo académico ha generado su propia racionalización de la situación para reducir las explicaciones científicas de la realidad a unas pocas causas, a unos pocos factores, a unas pocas variables, todo ello empacado en unas pocas disciplinas. Entre los siglos XVIII y XIX, la economía y las ciencias políticas propusieron e impusieron la mayor simplificación de la realidad: su reducción a dos instrumentos: monedas y armas” (Carrizosa, 2014, p. 240). Ya lo había advertido Morin (1994) cuando dijo que “…la patología moderna del espíritu está en la hiper-simplificación”.

Las notas periodísticas publicadas por Caracol Noticias son la mejor expresión de esa realidad moderna de reducir y fragmentar la realidad, en particular, lo que ha significado e implicado haber tomado distancia de la naturaleza y habernos convertido en una especie depredadora. Presentan la COP16 como una fiesta, restándole importancia a dos elementos que son claves: la evaluación de los viejos compromisos que asumió el país en términos de protección de la biodiversidad y los nuevos que vaya a adquirir; así como los desafíos que enfrenta como Estado en razón a la presencia de la minería ilegal-legal en amplios territorios del país, en particular en la zona alta de Suárez (Cauca) y la llegada de los monocultivos de caña de azúcar y palma africana a la Orinoquia. Y claro, el monocultivo ilegal de la mata de coca y la operación mafiosa de estructuras armadas que se hacen llamar “guerrillas”.

Por estar preocupados por reducir la COP16 a detalles, los periodistas de Caracol Noticias y de otros canales no preguntan por ejemplo quiénes tienen el músculo financiero para importar la maquinaria amarilla que usan las mafias mineras y que las autoridades queman en los lechos de los ríos. Si estas máquinas son importadas, qué seguimientos se hacen de las mismas para evitar que lleguen a las zonas selváticas a modificar los cauces de los ríos y afectar negativamente la calidad de las aguas de los afluentes.

Nadie cuestiona los procesos de potrerización y la instalación de hatos de baja producción, minería y monocultivos legales e ilegales que se emprendieron en los territorios selváticos que las Farc-Ep abandonaron debido al acuerdo de paz de La Habana. Es mejor no preguntar, porque estamos en modo COP16, y las periodistas deben sonreír, mientras que la minería ilegal-legal le gana terreno a los Farallones de Cali; los ingenios azucareros siguen quemando cañaduzales; y las multinacionales mineras siguen extrayendo oro y otros minerales de la “Madre Tierra”.

Si los jefes de emisión de Caracol Noticias decidieron editorialmente volcarse para cubrir la COP16 como una fiesta ambiental, les recuerdo que Estanislao Zuleta dijo que la guerra también era una fiesta y que “solo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra” está maduro para la paz. Hacer la Paz con la Naturaleza pudo hacer parte de la última utopía de la humanidad, pero el greenwashing siempre estará presente a la hora de examinar las responsabilidades colectivas y corporativas que se deben asumir para poder firmar esa paz con Naturaleza de la que tomamos distancia para poder dominarla y someterla. 

cop16 y la flor de inirida - Búsqueda Imágenes

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