Por Germán Ayala Osorio
¿Quién recogerá el discurso ambiental
que viene exponiendo el presidente Petro? No veo a ningún líder de la izquierda
o del progresismo hacerse cargo de las alertas y los llamados de Petro a
modificar sustancialmente y cuanto antes las maneras como venimos poblando el planeta
y relacionándonos con la Naturaleza. Es más, tampoco veo a la Alianza Verde en
esa tónica. La verdad es que a sus miembros poco les interesó agitar la bandera
del ambientalismo. Todo en ellos es una pose. El apellido Verde hace parte de esa pose.
Ocupados desde ya por las elecciones de 2026, los políticos de la izquierda, la derecha y el fantasmagórico centro parecen no preocuparse por lo que está pasando en Europa con las altas temperaturas y tampoco por la inquietante sequía y el consecuente racionamiento en el consumo del líquido que sufre la capital del país. Menos aún discuten sobre el pago irrisorio (11 millones de pesos al año) y el gran consumo de agua en La Calera por parte de la multinacional Coca-Cola. Pensarán en la posibilidad de que la embotelladora les patrocine sus campañas políticas. La CAR es una entidad que como todas las Corporaciones Autónomas Regionales está pensada para ser observadora del consumo irracional de la oferta ambiental. Y el alcalde de Bogotá, un pusilánime que prefiere someter a los bogotanos, antes de exigirle a la multinacional mayor responsabilidad ambiental.
El cambio climático es una
realidad incontrastable que amerita sentarse a pensar qué haremos en Colombia
en el inmediato futuro. Urge diseñar un pacto político con la Naturaleza. Las
altas temperaturas en varias regiones del país, incluidos el Valle del Cauca y su
capital debería de ser un tema de discusión en el marco de la COP16. El eslogan
de esa cumbre por la biodiversidad, Paz con la Naturaleza, puede quedar
convertido en una simple frase si no se toman prontas y radicales decisiones en
política ambiental.
Los amigos, propietarios y
patrocinadores del desarrollo agro extractivo y beneficiarios del modelo de la
gran plantación deberían de ser convocados a esa discusión. Eso sí, siempre y
cuando estén dispuestos a abandonar la actitud negacionista de las crisis
ambientales que confluyen en eso que se conoce como el cambio climático.
Ya hay problemas de abastecimiento
de agua en zonas como Bolívar, en el Valle del Cauca, por culpa de los monocultivos
de aguacate Hass y caña de azúcar. Y de continuar la falta de lluvias en el
valle geográfico del río Cauca, vendrán racionamientos en ciudades como Cali,
sede la COP16.
Colombia ha venido incumpliendo
compromisos en materia de conservación de la biodiversidad, realidad que tiene
una explicación sociopolítica: la derecha colombiana jamás se interesó en comprender
las dinámicas y las relaciones sistémicas que se dan entre los ecosistemas
naturales-históricos. Azucareros y palmicultores, ganaderos, mineros y
narcotraficantes son en gran medida los responsables de la deforestación en las
zonas selváticas del sur del país. Dentro de las ciudades capitales, las
constructoras también tienen su grado de responsabilidad en el proceso de irle
ganando terreno, por ejemplo, en Cali, a los Farallones. Y en todo ese complejo
panorama, aparece la política en forma de una institucionalidad ambiental débil
y capturada por los intereses de todos los anteriores agentes de poder. Para el
caso del Valle del Cauca, la CVC es una entidad que arrastra una historia de protección
de los intereses de los azucareros, en contravía de los intereses comunitarios.
Mientras llega el día de la
inauguración de la COP16, la inercia del desarrollo agro extractivo nos irá
llevando al punto de no retorno del que hablan los científicos. Anoche se vio la quema de caña de azúcar dentro
de la ciudad de Cali. La pavesa y la acción misma de escaldar los cultivos de
caña de azúcar contribuyen a la contaminación del aire y la generación de
problemas respiratorios en menores de edad y adultos mayores. ¿En dónde están
las autoridades? Vuelvo a preguntar: ¿Quién recogerá el discurso ambiental que
viene exponiendo el presidente Petro? La respuesta es esta: nadie, porque a la Derecha
solo le interesa recuperar la Casa de Nariño para continuar en la misma tónica
depredadora. Los del Centro son tan medrosos y pusilánimes, que les resulta más
cómodo continuar siendo amigos de la Derecha, que acercarse un poco a la Izquierda.
Y esta última está enfocada en volver a ganar las elecciones, sin avizorar que
necesitan consolidar un discurso socio ambiental y civilizatorio que aporte salidas
a la crisis climática.
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