Por Germán Ayala Osorio
Lo revelado por EL PAÍS de España resulta supremamente grave: el excanciller Álvaro Leyva Durán buscó acercarse a
la Casa Blanca para encontrar allí apoyo para tumbar al presidente Petro.
En la nota periodística de Juan
Diego Quesada se lee que “Álvaro Leyva, excanciller colombiano durante este
Gobierno, se reunió hace dos meses en Estados Unidos con asesores cercanos a la
Administración de Donald Trump para buscar su apoyo a un plan para hacer caer a
Gustavo Petro. Según unos audios a los que ha tenido acceso EL PAÍS y
fuentes cercanas a congresistas republicanos, Leyva intentó acercarse a Marco
Rubio, secretario de Estado, con la intención de que ayudara a ejercer “una
presión internacional” que culminara con la salida del poder de Gustavo Petro,
presidente de Colombia. La Casa Blanca, según estas mismas fuentes, nunca tuvo
en consideración la propuesta”.
Lo que resulta política y
periodísticamente interesante es establecer conexiones entre las advertencias del
presidente Petro cuando habló de “golpe
blando”, “ruptura institucional”, los ataques al fuero presidencial desde
el Consejo
Nacional Electoral, las versiones de indican que el jefe del Estado es adicto
a las drogas y el interés de defenestrar a Petro de parte de otros agentes políticos
y económicos que, al igual que Leyva, soñaban con “sacar a ese tipo”, unidos por
el clasismo que rodea la expresión usada por el excanciller en unas de las
conversaciones que sostuvo con personas cercanas al congresista americano Mario
Díaz-Balart y a Marco Rubio.
Recordemos algunos actos de habla
que se hicieron públicos a mediados de febrero
de 2024, que confirman el clasismo y el deseo interior de tumbar al
presidente de la República. “Luigi
Echeverry y Alberto Carrasquilla dejaron ver su animadversión hacia Petro. En
el diario económico La República, Echeverry escribió lo siguiente: “¡un
presidente puede estar enfermo de la cabeza, pero más enfermo está el país que
a sabiendas, lo elige! La problemática de Colombia se agravó con la
conducta mafiosa que caracteriza al populismo aliado al narcoterrorismo,
ese es un grave problema. Pero cuando un líder revolucionario destructor de
valor llega al poder, es porque la que está enferma y narcotizada es nuestra
sociedad y al que tenemos que curar de las consecuencias de conductas de
insensibilidad, indiferencia y corrupción, es al país. Entre tanto,
Carrasquilla dijo en La W de Julio Sánchez Cristo, que “el gobierno está
pasando aceite, porque ya se acabó”. Es decir, de manera temprana el
economista neoliberal y uribista dio por terminado el periodo presidencial, por
la incapacidad del presidente de guiar los destinos de Colombia, de acuerdo con
su interesado parecer.
En esa misma línea aparece el excongresista
Carlos Alonso Lucio, quien en enero de 2024 expresó su interés de iniciar un
proceso institucional para el mismo propósito de Leyva: “sacar a Petro de la
Casa de Nariño”. Lucio hizo referencia en ese momento al juicio político al que
sería sometido Petro el 12 de junio del mismo año por la plenaria de la Cámara
de Representantes de acuerdo con hechos punibles asociados a la campaña Petro
presidente. En su diatriba, Lucio consideró factible la salida de Petro por el
“colapso económico, la debacle de la política internacional, el
despilfarro familiar, la corrupción y el avance territorial de la
milicianización”; igualmente, expone el escenario de la transición del poder
para que el país "recupere la democracia".
Lo que hay detrás de los deseos
de unos y otros, incluidos periodistas, de “sacar a ese tipo de la Casa de Nariño”
es una férrea convicción de clase que supone que la presidencia de la República
solo puede ser asumida por quienes pertenezcan al selecto grupo de la “gente de
bien” representada por poderosos agentes del Establecimiento.
Está claro que el haber militado en el M-19, liderar reformas sociales, el haberles quitado la Casa de Gobierno, mas no el poder; su lenguaje un tanto procaz y ordinario frente al “educado tono” de los anteriores presidentes y su perfil de caudillo popular, convirtieron a Petro en la peor pesadilla para quienes desde perfumadas y frías oficinas de Bogotá y quizás desde alguna lejana hacienda creyeron que jamás podría llegar alguien a incomodarlos de la manera como lo ha hecho Gustavo Petro. Lo de consumir cocaína sería un detalle menor si al presidente de la República le gustara asistir a cócteles y sentarse a manteles con los ricos y poderosos que consumen de manera controlada todo tipo de alucinógenos o simplemente disfrutan de su adicción al poder.
Álvaro Leyva habla durante el Diálogo de Alto Nivel entre Colombia y Estados Unidos, en 2023.Stefani Reynolds (REUTERS)
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