Por Germán Ayala Osorio
Veinte días antes de que el
diario El País develara las intenciones golpistas de Álvaro Leyva Durán, el excanciller
publicó en su cuenta de X su deseo de sacar al presidente de la República
de la Casa de Nariño, por las buenas o a las malas. Veamos apartes de lo dicho
por Leyva Durán el 9 de junio de 2025, sobre quien recaen hoy todas las miradas
y los colombianos esperan una respuesta ante lo revelado por el periódico español.
Esto dijo el político
conservador: “Todos acompañamos a Miguel en su lucha por la vida. A Dios
pedimos por él, por su familia, por el reencuentro de todas las ciudadanas y
ciudadanos en un solo as de corazones. Todos a una: ¿Obligación? Salvar a
Colombia. Nadie duda del desorden personal de Gustavo Petro Urrego… Por
fortuna hay mecanismos que permiten una solución institucional. Se
deben poner en movimiento. Él debe irse. Se le debe ayudar. Ya se
había dicho: Sin egoísmos. Con las necesarias exculpaciones y seguridades que
le garanticen al doctor Petro su plena recuperación en total sosiego. De
oponerse, el tiempo le pasará la cuenta. ¿La cárcel? Recuerden:
su enfermedad no es un eximente de responsabilidad. Es el momento de
pensar colectivamente ciudadanas y ciudadanos para entre todos mantener la
vigencia de la Constitución, del Estado social de derecho, de sus formas e
instituciones, del orden y la justicia, de las normas y principios
internacionales prevalentes en el orden interno. Es que los
atropelladores de la democracia ¡no pasarán!”
Vamos por partes como diría Jack
El Destripador. Si un ciudadano desprevenido lee el trino de Leyva
Durán podría pensar que quien gobierna al país es un dictador que, además
de estar enfermo, sumió en el caos a esa nación que de manera desesperada busca
una salida institucional para superar las penosas circunstancias por las que
atraviesan sus nacionales: pobreza, violencia generalizada, caos institucional,
condiciones extremas de anomia social, así como una insoportable crisis
política y económica. La última frase del texto citado resulta catastrofista,
legitima toda acción institucional o parainstitucional tendiente a sacar del
poder a ese tirano y podría animar a mercenarios
internacionales a querer venir a salvar a Colombia de las garras de semejante déspota:
“Es que los atropelladores de la democracia ¡no pasarán!”
En su viaje de superioridad
moral, Leyva Durán se presenta como el líder capaz de cumplir su propia sentencia:
Él debe irse. Sin más. No se necesitaría
de la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes y mucho menos del
Senado para sacar a Petro del gobierno. Bastaría con el “diagnóstico médico”
entregado por el godo aristocrático para sacar a ese “enfermo mental” que el
Establecimiento dejó colar hacia la Casa de Nariño. Aunque advierte en su
mensaje del 9 de junio que hay mecanismos institucionales para tumbar al
presidente de la República, de acuerdo con lo dicho por el diario El País de
España, Leyva
Durán estaría más interesado en dar un golpe de Estado, convocando a una
especie de triunvirato, con el apoyo de estructuras ilegales como el ELN y el
Clan del Golfo.
Además de sentenciar la salida de
Petro de la Casa de Nariño, el octogenario y nuevo salvador de Colombia sugiere
que la cárcel sería el final de los días del dictador que Leyva ve en el
presidente de la República. ¿La cárcel? Recuerden: su enfermedad no es
un eximente de responsabilidad.
Ya veremos si Leyva Durán, el golpista,
desmiente o confirma lo publicado por el diario El País de España. En cualquier
caso, es posible pensar que detrás del excanciller hay agentes legales e
ilegales que estarían pensando en dar un golpe de Estado mas que por “salvar la
democracia”, para recuperar lo que el caudillo popular les quitó: la Casa de
Nariño.
Álvaro Leyva habla durante el Diálogo de Alto Nivel entre Colombia y Estados Unidos, en 2023.
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