Por Germán Ayala Osorio
Desde el 7 de agosto de 2022, las
relaciones entre el presidente Petro y los grandes medios de comunicación no
son buenas porque de manera temprana el país supo de la cofradía que armaron las
más grandes empresas mediáticas con el propósito de hacerle oposición política al
gobierno.
Llevamos dos años de una relación
hostil que compromete la ética periodística y la resistencia de un presidente diariamente
atacado con noticias falsas, tergiversaciones, medias verdades y tratamientos
noticiosos cargados de mala leche. Desde su cuenta de X, Petro contraataca a
los periodistas que, de acuerdo con el presidente, mienten o hacen lecturas amañadas
de los hechos.
A esa tensa relación se suma otro
hecho que sin duda alguna aumentará la crispación ideológica y política
alimentada en gran medida desde los medios hegemónicos, que vienen actuando como
incisivos actores políticos. Ese hecho tiene que ver con la EPS Coosalud.
Frente a los graves hallazgos de
corrupción que recién acaba de informarle al país la Superintendencia de Salud
en la EPS Coosalud hay que señalar que el silencio mediático es aturdidor. Los
medios hegemónicos que le vienen haciendo oposición política al actual gobierno
se abstuvieron de cubrir los graves hechos a pesar de que estos ofrecían todos
los ingredientes para ser convertidos en noticia. He aquí los más importantes y
visibles: se embolataron 221.000 millones del erario, la denuncia la hizo la
Supersalud y el presidente de la República en su cuenta de X informó que en la
junta directiva de Coosalud tenían asientos familiares de los expresidentes
Pastrana y Santos. Esas tres circunstancias son suficientes para que
todas las empresas se volcaran a informar sobre semejante situación.
El caso de Coosalud, como mínimo,
debió cubrirse de la misma manera como las empresas mediáticas abordaron los
hechos de corrupción en los que estuvo involucrado y está siendo procesado Nicolás
Petro, hijo del presidente de la República.
Los grandes medios de información
esperaron más de 24 horas a que los miembros de esa junta directiva que fueron
expuestos por el jefe del Estado emitieran un comunicado exigiéndole que se
retractara de “esos injuriosos y calumniosos señalamientos”. La
respuesta de Petro no se hizo esperar. Dijo que no se retractaría y que
buscaría que la justicia reconozca al Estado como víctima en ese entramado de
corrupción denunciado por la Supersalud. Aun así, dos días después de lo
expuesto por el superintendente de Salud, Noticias Caracol, entre otros medios,
guardan silencio.
El asunto es de tal relevancia
política que el presidente Petro no dejó pasar el momento para develar la razón
que explicaría la autocensura, los silencios o lo tímidos cubrimientos de un
hecho noticioso que sí o sí debe cubrirse periodísticamente. En un mensaje
desde su cuenta de X, Petro les dijo: “entiendo los lazos de los dueños
de medios comunicación con los representantes políticos de esa oligarquía. Pero
no es calumniando el gobierno como deben esconder este tipo de negociados”.
El reclamo de Petro a la prensa continúa
en estos términos: “Ahora entiendo el porqué de tanto silencio ante la
pérdida de 221.000 millones de pesos del erario, cuando sí hacen el mayor de
los estruendos cuando se trata de un funcionario del gobierno, porque me pueden
golpear. A todos hay que
perseguirlos, pero no silenciarse cuando se trata de la cleptocracia
oligárquica del país. No señores de los grandes medios, incluido El
Espectador, no fue ningún funcionario del actual gobierno quien se llevó
los 221.000 millones de pesos que mi gobierno giró a Coosalud EPS para atender
a sus afiliados, fue el gerente de una empresa dirigida por sus socios de club
y con quienes, ustedes toman whisky”.
Lo que hace Petro en este mensaje
es develar una recurrente práctica periodística en Colombia: cuando se trata de
hijos de la oligarquía bogotana o de poderosos clanes políticos regionales se
suele guardar prudencia y silencio a la hora de informar sobre crímenes, actos
de corrupción o denuncias de otra índole. Ante todo, hay que conservar las “buenas
relaciones” y salvaguardar el nombre de la “gente de bien”.
He dicho en varias columnas que
los criterios con los que los medios tradicionales aplican a los hechos que convierten
en noticia no son universales como se suele enseñar en las escuelas de
periodismo. Que no sean universales significa que cada empresa mediática de
acuerdo con los intereses políticos y económicos de sus propietarios e incluso
de sus editores, decide ocultar información sensible, minimizar su impacto o simplemente
abstenerse de cubrir esos hechos que por su misma naturaleza deberían de ser
expuestos públicamente. Los tímidos y nulos tratamientos a los hechos que rodean
a Coosalud constituyen una prueba más de que la universalidad de los criterios de noticiabilidad es una de las más grandes mentiras que se enseñan en las escuelas de
periodismo.
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