Por Germán Ayala Osorio
El atentado dinamitero con el que
la columna Jaime Martínez de las disidencias de las Farc atacó a miembros
de la fuerza pública apostados en un reten a las afueras del municipio de
Jamundí (Valle del Cauca) deja como resultado un guerrillero muerto, siete policías heridos e igual número de civiles. De acuerdo con la versión oficial, el bandido
iba en una moto y ante la señal de pare de los uniformados activó el explosivo.
La acción temeraria y criminal
del guerrillero bien podría asociarse al perfil suicida de los kamikazes
japoneses que durante el ataque a la base americana de Pearl Harbor estrellaban
sus aviones contra dicho objetivo militar. La hipótesis de que las disidencias
de las Farc estarían apelando a sus propios kamikazes para atacar blancos
militares no resulta del todo descabellada. Un largo conflicto armado interno
como el colombiano va dejando huellas en la psiquis de los combatientes, en particular
en los ilegales cuando al percatarse de que el objetivo de tomarse el poder
político se diluye en el tiempo, solo les queda apelar a prácticas suicidas
para generar miedo en la población civil con el fin minar la confianza en las
fuerzas del orden y por esa vía afectar la legitimidad del gobierno Petro;
estas acciones criminales suelen resultar de procesos de formación interna guiados
por comandantes que apoyan las conductas dementes de milicianos y guerrilleros
convencidos de estar defendiendo una causa justa.
Si las autoridades o los propios
voceros de la Jaime Martínez confirman que efectivamente se trató de un ataque kamikaze,
estaríamos llegando a unos niveles máximos de degradación y de insania en los
combatientes. Así las cosas, las estrategias de vigilancia y control desplegadas
en el Cauca, y en especial en Jamundí tendrían que cambiar ostensiblemente para
evitar nuevos ataques. Por lo tanto, los retenes - combinados o no de policía y
ejército-, no serían la mejor opción de cara a evitar más atentados dinamiteros
en el municipio. En lo corrido de este 2024 ya van 7 ataques con explosivos en diferentes
lugares del casco urbano y zona rural del municipio de Jamundí.
Al margen de la consistencia de
la hipótesis, el orden público en el Cauca y esta parte del sur del Valle del
Cauca afecta la vida económica y social de las comunidades circundantes. El
miedo y la zozobra se toman a la población civil que ya no se siente tranquila ni
siquiera con la presencia y mucho menos con los operativos de la fuerza pública.
En la zona de Villa Colombia,
hasta un punto conocido como Mesetas, en donde operó hace años atrás una base
militar, los miembros de la “Jaime Martínez” se pasean como “Pedro por su casa”,
entreverados en la población civil. Mesetas está ubicada en las estribaciones
de los Farallones de Cali. Su paisaje es hermoso. El refulgente bosque de niebla
invita a hacer la paz con la naturaleza.
El ataque demencial del día de
las “Velitas” en Jamundí hace recordar que, en Chalán, Sucre, en el año de
1996, el frente 35 de las Farc cargó con dinamita a un burro y lo hizo estallar.
El saldo: 11 policías asesinados. Apelar a kamikaze o a burros para asesinar
policías o soldados es propio de orates que se creen patriotas y salvadores. Al
final, solo queda confirmar que la guerra es el mayor síntoma de desprecio por la
propia condición humana.
Atentado con moto bomba en Jamundí deja 14 heridos y un policía en grave estado
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