Por Germán Ayala Osorio
La llegada del primer gobierno
progresista en Colombia sirvió para develar hasta dónde los propietarios de los
medios
masivos, de la mano de sus periodistas y editores podían estirar la ética
periodística. Corrieron tanto la línea de la eticidad del oficio que además de consolidarse
como actores políticos, naturalizaron la mentira, la mala leche como herramienta
de confrontación ideológica y la intención manifiesta de forjar estados de
opinión pública proclives a generar incertidumbres, miedos y animadversión
entre agentes de la derecha y la izquierda. Es decir, la prensa hegemónica
viene actuando desde el 7 de agosto de 2022 como estructuras políticas en las que,
en lugar de trabajar periodistas, laboran activistas políticos.
Bajo esas circunstancias se
entiende la actitud asumida por el diario EL
TIEMPO de tergiversar los hechos
noticiosos, alimentar el odio desde sus tribunas
de opinión y lo que es peor, decir mentiras con el propósito de generar
pánico económico y preocupación en los colombianos.
El diario conservador[1],
en manos de Sarmiento
Angulo, mintió al decir que el gobierno estaría contemplando incrementar el
IVA del 19% al 26%. Semejante falsedad circuló por varias horas en las redes sociales,
en particular en la red X. La reacción no coordinada de varios tuiteros
e incluso de periodistas
obligó al diario capitalino a reconocer el “error” y ofrecer disculpas. Aunque
en la “corrección” publicada El Tiempo reconoce que se trató de un error, todo
indica que se trató de una acción deliberada de alguien de la redacción que
pretendió afectar la imagen del gobierno Petro y generar rabia en los agentes
económicos responsables del IVA y pánico económico.
Esto dijo el periódico del
poderoso banquero: “El Tiempo aclara que en una versión inicial de la
noticia sobre los anuncios de una eventual reforma tributaria se informó de
manera errónea de un supuesto aumento del 19% al 26% del IVA en Colombia,
información que no corresponde a lo anunciado por el Gobierno”.
Por supuesto que no se trató de
un error involuntario, sino de una acción deliberada, por cuanto el gobierno en
ningún momento dijo estar contemplando el incremento del impuesto de valor
agregado, IVA.
Lo hecho por El Tiempo es una prueba
más de que corrieron la línea ética del oficio, afectando en materia grave la
credibilidad del periódico, convertido por Sarmiento Angulo en su más poderosa trinchera
ideológica y política desde donde se “dispara” hacia la Casa de Nariño toda
suerte de mentiras, pullas y lecturas amañadas de los hechos noticiables. La frase-lema con la que el diario bogotano se
identifica dice que “El Tiempo no se detiene”. Por las mentiras y
exageraciones publicadas parece que a la frase-lema hay que sumarle una idea
complementaria: “El Tiempo no se detiene cuando se trata de mentir y afectar
al gobierno Petro”.
[1]
Cuando perteneció a la familia Santos, en su Manual de Redacción se presentaba
como un diario liberal. A partir de la compra por parte del banquero Sarmiento
Angulo, esa condición de liberal cambió. Hoy parece defender las ideas conservadoras
de los sectores más retardatarios del país.
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